Capítulo 5
Durante la cena, se limitaron a observarse el uno al otro sin intercambiar palabra. Era como si no necesitaran hablar, solo con los ojos se lo decían todo. Aquella extraña complicidad entre ellos, provocaba un ambiente agradable en el que ambos se sentían agusto.
Cuando hubieron terminado de cenar, el camarero recogió la mesa y colocó una vela aromática, que desprendía un delicado olor a canela.
—¿Te das cuenta Charlize? Estamos aquí sentados y apenas si nos conocemos.
—Es cierto. —respondió Charlize—. ¿Te arrepientes? —preguntó Charlize.
Clark la miró.
—Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. —dijo Clark mientras bebía de su copa—. Desde que mi tío enfermó, no había vuelto a hablar con una mujer y no es que sea un ligón, pero lo echaba de menos.
—Lo cierto es que… Nunca me había sentido tan cómoda con alguien. —dijo Charlize—. A veces tengo la sensación... sé que es estúpido pero, cuando te miro es como si te conociera de hace ya tiempo.
—Es que soy un hombre sumamente atractivo, ninguna mujer puede resistirse a mis encantos. —dijo Clark poniendo cara de interesante.
—A lo mejor tengo esa sensación, porque a menudo eres un capullo y como me topo diariamente con infinidad de capullos, me resultas familiar. —contestó Charlize sonriéndole.
Clark se llevó las manos al pecho como si hubiera sufrido un disparo en el corazón.
—¡Eso ha dolido! Ahora sufrirás las consecuencias de tus palabras.
Se levantó, la tomó de la mano y la arrastró hasta la pista de baile, ignorando sus protestas. Sonaba la canción "My Heart Will Go On" de la banda sonora de la película Titanic. La agarró de la cintura, acercándola a él. Ella pasó sus brazos alrededor de su cuello. Por unos instantes fingió estar molesta, pero después de unas cuantas miradas acabó apoyando su bella cara en el pecho de Clark. Charlize se sentía en paz, entre sus brazos, era como si el mundo que los rodeara hubiera desaparecido. Solo estaban ellos.
Clark la miraba y deseó con todas sus fuerzas que ese momento nunca acabara, por primera vez sentía ganas de levantarse de la cama y luchar por una vida mejor. Pero pronto decayó su ánimo cuando tuvo que recordarse que aquello era temporal. La contempló por unos instantes, bella y grácil, con los ojos cerrados. De haber podido la habría besado en ese mismo instante. Solo pensar que ella no estaría en su vida por mucho tiempo, le destrozaba. Aquella chica le hacía sentir bien, lleno de energía, era divertida, inteligente... rogaba porque al día siguiente ella lo incluyera en sus planes. Nunca había sentido una atracción tan fuerte por una mujer, se maldijo por no ser uno de esos tipos extrovertidos y conquistadores. Él era demasiado tímido para decirle lo que verdaderamente empezaba a sentir por ella.
Como envidiaba al hombre que consiguiera casarse con ella, cualquier problema carecería de importancia en cuanto llegara a casa y pudiera ver a aquella mujer, mirándole a la cara sabiendo que ella le quería. La canción acabó y pincharon otra con más ritmo, tipo salsa. Por unos instantes siguieron bailando, ensimismados en sus pensamientos. Charlize se alejó un poco de él, con ojos algo dormidos. No podía ocultar que Clark parecía hipnotizarla. Pero esa magia no duró mucho.
—¿Charlize? ¿Qué haces aquí? Te hacía en viaje de negocios.
—¡Tomas! —gritó Charlize.
Ambos se besaron en la mejilla.
—Él es Clark.
Tomas ni lo miró.
—¡Estás genial! No sabes lo que me alegro de haberte encontrado.
—Menuda sorpresa. —dijo Charlize—. Si me disculpáis voy a empolvarme la nariz, ahora vuelvo.
Tomas le dedicó su mejor sonrisa, mientras Clark se limitaba a disimular su fastidio.
—¿Os conocéis desde hace mucho tiempo? —preguntó Clark.
Tomas lo miró con ojos llenos de soberbia.
—No sé quién eres ni me importa. Lo único que te digo, es que no entiendo qué hace aquí contigo. Por mucho que vayas vestido de Armani, por tus formas, tengo claro que eres un don nadie. En cualquier caso, ya has visto lo contenta que se ha puesto al verme. Tú no pintas nada aquí, lárgate y vete a ligar con una camarera, que es lo que te corresponde.
Durante unos diez minutos Clark se quedó allí contemplando a aquel tipejo, no podía marcharse sin despedirse de Charlize.
—¿De qué habláis chicos? ¿Espero que no estéis cotilleando sobre mí? —preguntó Charlize.
Tomas la miró y esbozó una gran sonrisa.
—Le estaba diciendo a Clark, que nos conocemos desde hace tiempo y que eres una gran mujer. —respondió Tomas.
Charlize se limitó a sonreír.
Clark miró su reloj.
—Lo cierto es que estoy cansado. —dijo Clark—. Ha sido una cena muy agradable, pero yo me retiro ya. Anunció Clark.
Le dio a Charlize un beso fugaz en la mejilla. Le ofreció la mano a Tomas, sabía que él no se arriesgaría a quedar como un maleducado delante de ella y ese fue su error. En cuanto tuvo a su alcance su mano, se la apretó hasta sentir como le crujían los huesos.
—¡Adiós Tomas!
—Ha sido un placer. —dijo Clark sin dejar de apretar.
Charlize lo observó alejarse, confundida.
Unas horas más tarde. Clark estaba en la terraza, con la camisa desabotonada parcialmente y la corbata aflojada. No podía dejar de pensar en Charlize y ese cerdo. Pero ya era hora de que alguien lo pusiera en su sitio. Había cometido el error de creer que podía pasar por uno de ellos.
Escuchó cómo se abría la puerta de la suite de Charlize, pero no estaba sola. Por las risas, Tomas la acompañaba. Estaba a punto de entrar en su suite cuando Charlize salió a la terraza y lo vio.
—¿Clark?
—Hola Charlize. —dijo Clark dándose la vuelta.
Tomas la llamaba desde la habitación.
—Insistió en que nos tomáramos una última copa. Mañana por la mañana, vamos a dar una vuelta por la isla. Si quieres puedes venir.
Clark la miró con ojos de resignación.
—Mira Charlize, no me tienes que dar explicaciones, no eres mi novia ni nada parecido. Son tus vacaciones, haz lo que gustes.
—¿Entonces no vendrás?
Clark se quitó la corbata, mientras caminaba hacia dentro.
—Lo siento no me gustan los tríos.
Cerró la puerta y se sentó en la cama. Iba a pedirle que le acompañara al día siguiente, no quería arrojar él solo las cenizas de su tío. Pero ella ya tenía planes e iba siendo hora de que se acostumbrara a estar solo.
Charlize ofreció una copa de champán a Tomas, que no paraba de reír. Él apartó la copa y tiró de su mano, haciéndola caer en la cama. Luego se lanzó sobre ella. Charlize reía, mientras trataba de apartarlo. Pero él se resistía.
—¡Tomas déjalo ya!
—No seas tonta.
—¡Vamos lo digo en serio! ¡Déjame! —insistió Charlize elevando el tono de su voz.
—¡Venga Charlize! Nos conocemos desde hace años, no crees que ya va siendo hora de subir un peldaño en nuestra relación.
—¡He dicho que me sueltes! —gritó Charlize.
Pero Tomas había empezado a besarle el cuello, mientras sus manos trataban de quitarle el vestido.
—¡No! —gritó Charlize.
En la suite contigua, Clark se estaba quitando la camisa cuando escuchó gritar a Charlize. Se puso tan nervioso que salió corriendo y saltó a la terraza de Charlize olvidándose de su miedo a las alturas.
Cuando vio a Tomas encima de Charlize, intentando quitarle la ropa mientras ella gritaba, entró dentro, lo agarró del pelo y lo arrastró hasta la barandilla de la terraza. Una vez allí, con sus manos lo cogió por el cuello y lo levantó en el aire. Tomas intentaba librarse de las manos de Clark mientras su cara empezaba a enrojecer. Clark estaba cegado por la ira. Lo giró para que pudiera ver la caída que le esperaba. Tomas gritó.
—Escúchame atentamente porque no lo repetiré. —dijo Clark—. Haz las maletas y lárgate.
—Sí. —gritó Tomas.
Lo soltó en el suelo y le pegó un puñetazo en la cara que le partió la nariz.
Tomas se tiró al suelo levantando la mano.
—¡No, por favor! ¡Me iré, lo juro!
—Si te vuelvo a ver cerca de Charlize… te mataré. —dijo Clark aún fuera de sí, tratando de controlarse para no hacerlo en ese mismo momento.
Tomas salió corriendo de la suite. Clark se acercó a Charlize, que estaba llorando. Se sentó junto a ella y la tomó entre sus brazos. Le acarició el pelo con suavidad y la besó en la cabeza con ternura.
—Tranquila. Ya ha pasado todo.
—¡Por favor no me dejes sola! —rogó Charlize.
—Me quedaré contigo todo el tiempo que quieras.
Charlize se recostó en la cama. Clark se tumbó junto a ella. La miraba mientras le cogía la mano. Charlize temblaba, aún así era una mujer fuerte, por lo que pronto recobraría las fuerzas. Unos minutos después dejó de llorar y se abrazó a Clark.
—¿Por qué te marchaste? —preguntó.
—Os vi tan compenetrados… a pesar de mi apariencia él sabía que yo no era un tipo con dinero, como vosotros… me dijo que no sabía que hacías conmigo. Pensé que tenía razón y que lo mejor era desaparecer.
Charlize le acarició la mejilla a Clark.
—Te eché de menos. Contigo me siento agusto y segura. —dijo Charlize.
—Me gustaría que pasáramos estas vacaciones juntos, sin compromisos, como dos viejos amigos que se encuentran por casualidad.
—No sé si eso es buena idea. No te voy a negar que yo también me siento bien a tu lado. Me sorprendió que me llamaras esta mañana, pero también me alegró.
Charlize se apartó de él lo suficiente como para poder verle los ojos.
—Para ti es una barrera que yo sea rica ¿verdad?
Clark se incorporó en la cama.
—Me siento un poco intimidado y por otro lado, no encajo con la gente con la que tú te relacionas.
—Pero ¿te gustaría que pasáramos esta semana juntos?
Clark la miró.
—Creo que me voy a arrepentir, pero... sí. Además debo cumplir la promesa que le hice a mi tío y quien mejor que tú para enseñarme a vivir como un millonario.
Charlize lo miró sonriendo.
—Ya verás como lo pasamos bien. —dijo Charlize.
—No dejo de pensar, cuando lo vi encima de ti… apenas si nos conocemos y casi mato a un tipo, no sé qué pasará si esta amistad llegará a más.
Charlize se acercó a él y le acarició la mejilla. Clark se alejó de ella.
Pero cuando vio a Charlize bajar la mirada con tristeza, no pudo resistir más. La apretó contra su pecho y aunque se sentía receloso por su timidez, la besó. La atracción pudo a la razón.