XXXVIII.  Cinco años después en Belem.

 

 

Cerré los ojos y sentí la brisa cálida y suave del mar que rozaba mi cara como una caricia dulce de aquel amor lejano que se fue para nunca más volver.

No había un día que pasara, no había un minuto en el día en donde la imagen de Conrad no estuviera clavada en mi cabeza como un tornillo taladrado dentro de mí. Después de tanto tiempo él seguía ahí, conmigo, siempre… y aunque el tiempo pasaba sin piedad, el dolor y el recuerdo de ese último beso era tan real como si hubiera sido ayer que estaba entre mis brazos.

“Hubieras podido salvarte Conrad” pensé en voz baja… “hubiéramos podido salvarnos los dos y ahora seríamos tan felices”… Suspiré.

Sonia gritó con fuerza para después ahogarse en una risa contagiosa por las cosquillas que Bruno le hacía en la tripa. Podían pasar horas jugando los dos como locos. Bruno parecía también de cinco años y Sonia una loca desatada que adoraba a su tío “bruto” con pasión y locura.

Era la niña más bella que jamás hubiera podido soñar. Se parecía mucho a mi madre, con el pelo negro azabache y la piel color aceituna que brillaba con el sol. Y hubiera podido pasar por una brasileñita cualquiera si no fuera por los ojos. Por esos ojos color Tailandia que hipnotizan a cualquiera solo con una mirada intensa. Esos ojos que te pierden y te derriten, que te enloquecen y que me recuerdan con solo mirarlos al amor de un padre que prefirió morir para que su hija pudiera crecer tranquila. “Que estúpido fuiste Conrad… hubieras podido salvarte”.

El calor era eterno… suave pero eterno, constante. La pobre Sonia se moría de las calenturas que le daban y a veces se ponía como una estufa de caliente. No sabía cómo arreglar su temperatura ni cómo controlarla y se desesperaba echando chispas por todas partes. Menos mal Bruno ya estaba acostumbrado y más bien le daba risa cada vez que Sonia sin querer le echaba un corrientazo en el cuerpo. Después se la comía a besos haciéndole pedir perdón entre carcajadas y risas.

Estoy feliz que Bruno este aquí conmigo. No sé cuánto tiempo aguantara y cada día pienso que es tal vez el último antes de que se largue detrás de alguna falda hasta el otro lado del mundo, pero por ahora sigue aquí. Sonia lo ama y lo manipula con sus morritos gordos. Cada vez que puede le salta encima y le envuelve la cara dentro de sus manitas diciéndole “quero- te muito muito tío bruto” y el pobre Bruno se derrite como un helado y la abraza fuerte hasta dejarla sin aire. Es un poco bruto la verdad…

No era mi intención conseguirle un padre a Sonia ni mucho menos que fuera Bruno, pero la vida da tantas vueltas que no vale la pena detenerse a pensar en lo que vendrá porque (como bien lo demuestra mi vida) todo puede cambiar drásticamente de la noche a la mañana. Bruno me buscó y me encontró cuando yo más lo necesitaba y quién sabe… tal vez él también me necesitaba a mí y a Sonia. Tal vez lo salvamos, como él nos salvó a nosotras. No lo sé.

Me comí el último pedazo de melón que quedaba en el plato. Hacía tanto calor que hasta el melón se ponía caliente.

Sonia me vio comer y vino corriendo a toda prisa hasta mí con cara de traviesa y dijo:

-  ¿E o melao?

-  Oops… me lo comí –y le sonreí divertida.

-  Pues ahora vas a tener que buscar más Mamá porque la enana ésta y yo estamos muertos de hambre –dijo Bruno gritando desde el fondo del jardín.

-  ¡Vale… Vale… Ya regreso! Pero prohibido subirse al árbol ni meterse en la fuente mientras yo no estoy aquí. ¿Entendido?

Los dos asintieron con risas. Todos sabíamos que apenas cruzara el gran portón iban a escalar el árbol y terminar lanzándose de cabeza en la fuente como yo lo hice tantas veces en mi infancia cuando mi madre me decía lo mismo. Supongo que ella también lo sabía… y supongo que a ella también la hacía feliz….

Llevaba ya cuatro años en la casona de Belem. Cuatro años respirando recuerdos, mirándolos y saboreándolos en cada esquina. Mi infancia, mi madre y su risa constante, mi abuelo y sus historias interminables y mi padre “de vez en cuando” pero que cuando estaba me hacía tan feliz. Cada rincón era un recuerdo, cada aroma de las flores, cada ruido de las palmeras gigantes meciéndose con el viento como un baile informal, cada color del atardecer. Todo era un recuerdo triste en mi memoria de una infancia que duró poco y que me arrebataron sin pedirme opinión.

Pude recuperar la casa gracias a todo el dinero que conseguí con el “chip milagroso”.

¡Ja! cada vez que lo pienso me da risa la cara que puso Conrad cuando me dijo “OHHH Sí… Sí que lo quieres” y aunque hubiera preferido quedarme con Conrad y no con los siete millones en billetes de lotería, tengo que aceptar que estoy tranquila por Sonia y por mí y por sus hijos y (bien administrados) hasta los hijos de sus hijos también.

Nunca pensé que Adrián sería tan astuto como para montarse un negocio tan arriesgado de lavado de dinero.

Venta de billetes ganadores de loterías… No está mal la verdad… Y vendérselos a los magnates rusos para que escondan su venta de armas o drogas o mujeres, más descarado todavía. Todo un bribón el ex marido…o un testaferro victimario que Julio utilizó como perrito faldero, yo que sé, de todas formas me da igual, se les cayó el chiringuito porque la viuda se robó todo el dinero. ¡O sea yo!

No era mi intención. No me interesaba ese dinero, no lo quería. Pero las instrucciones de Conrad al abogado ese Salamanca fueron claras y precisas. Yo me quedaba con los siete millones, él con sus honorarios, si no, no había trato.

¿Me pregunto en qué isla desierta estará Salamanca? Muy lejos, seguro que muy muy lejos.

Fue él el que dejó a tantas fortunas rusas con un agujero enorme en sus portafolios. Bueno en realidad técnicamente no fue él sino Adrián y Julio y su negocio ambulante. Salamanca se cuidó muy bien de no dejar ni una sola pista de su nombre en todo este affaire y por supuesto mucho menos el mío.

¿Cómo llegó Conrad a él? ¿De dónde lo sacó?

Salamanca era un tipo determinado y audaz, quisquilloso, perfeccionista, no le tenía miedo a nada y no perdió un segundo cuando le di la luz verde para comenzar los trámites y las operaciones off-shore.

“Los rusos son como los niños… si los ignoras, eventualmente, dejan de llorar…” decía seguro de sí mismo cada vez que le preguntaba si no tenía miedo. Luego por supuesto completaba su frase diciendo “Dejan de llorar… y te matan”.

Vale vale… Los rusos son rusos y creo firmemente que no hay que meterse con ellos y mucho menos robarles siete millones, pero este Salamanca no tenía miedo y era valiente, sin embargo al día siguiente cogió el primer avión al fin del mundo y nunca más volvió a aparecer.

Sólo espero que no esté muerto y que sea feliz, rico y feliz.

 

La casona llevaba más de treinta años abandonada y pasó a ser propiedad de un tal Joao Andorihno. Un bribón de barrio que pensó que podía hacerse con documentos falsos. Llevaba años esperando los permisos para construir un hotel, pero por alguna razón milagrosa todavía no se los habían dado. La casa estaba intacta, tal cual como la dejamos el día que nos fuimos corriendo.

Pudo haber sido complicado por los temas legales de propiedad y todo eso, pero al final… Todo regresa al dinero. Una buena cantidad al señor Andorihno y listo… todo el mundo contento.

Traté de dejar todo en su sitio y tal vez eso fue un error, porque todo estaba inundado del aroma de mi madre y de la risa tosca y gruesa de mi padre en cada esquina. Es curioso… pasé toda una vida odiándolo por su abandono hasta casi olvidarlo por completo, y ahora no hago más que recordarlo con cariño. Él no me abandonó. Él me quería… yo era su princesa y me adoraba así como yo adoro a Sonia, así como se quiere a un hijo, sin límites, sin palabras. Y a él también me lo arrancaron muy pronto, la misma persona… la misma muerta.

Cogí otro melón de la mesa y empecé a cortarlo con torpeza, me quité del pulgar el anillo de mi abuelo para no enredarme con el cuchillo y empecé la operación quirurgica.  Estos melones son demasiado grandes y con la corteza demasiado dura para el cuchillo tan poco afilado que tengo.

PLAF, cayó la mitad al suelo mientras cortaba los pedazos en medias lunas con las dos manos enredadas entre el cuchillo la corteza y los pedazos que se resbalaban en mis manos gelatinosas… Sonó la campana de afuera.

Quise limpiarme en el vestido y salir corriendo a recibir a Pipa y a su nuevo segundo marido, pero preferí terminar el drama del melón antes de dejarlo todo ahí tirado.

AUCH… ¡Me corté el dedo! Vamos que para un cuchillo sin filo me arranqué un buen trozo de piel. Ahora había melón por todas partes y sangre por todas partes y el vestido… y el suelo… y la cocina… ¡mierda que soy un desastre!

Me até un paño en la mano y decidí que era suficiente con la mitad que ya había cortado antes de la sangre… Bruno entró a la cocina y al verme tan atareada me ofreció ayuda con un ligero tono de lástima.

-  ¿Te ayudo Eva?

-  No, déjalo ya limpiaremos más tarde… –cogí el plato para llevarlo afuera–. ¿Llegó Pipa? ¿Cómo está? ¿Qué tal el nuevo marido? –le pregunté curiosa. Los dos moríamos de ganas de verla y de conocer a este nuevo magnate serbio que se había encontrado no sé dónde…

-  No, no era Pipa en la puerta –me dijo pausado–. Es una mujer alucinante que te busca allí afuera. Creo que es italiana y vino con un niño casi igual a Sonia, mismo tamaño y sobre todo con los ojos igual de azules que los de tu enana.

El grito histérico de la mujer afuera hizo que soltara el plato con el melón para que explotara en mil pedazos.

Todo mi cuerpo se crispó en segundos mientras mi cerebro vomitaba recuerdos a toda prisa haciéndome caer en cuenta de que era lo que estaba pasando. Pensé en Alma, en los experimentos, en mí, en Conrad y por último… en Sonia. ¡Dios mío Sonia!

Cuando llegué afuera vi a Franca de rodillas sosteniendo a un niño en brazos y llorando amargamente gritando no sé qué en italiano. Más allá, reconocí a Hemard, distante, con una ligera sonrisa de satisfacción dibujada en su cara, inmóvil viendo el espectáculo desde lejos. Me había encontrado.

Y a un lado de la fuente estaba Sonia, tirada en el suelo torciéndose de dolor como si se estuviera quemando por dentro.

Corrí hacia ella, la cogí en mis brazos a toda prisa, estaba hirviendo. Corrí hacia el invernadero detrás de la casa, al mismo sitio donde me llevó mi abuelo antes de morir. Pero no recordaba lo que había hecho… No lo recordaba.

Puse el cuerpecito eléctrico de Sonia encima de la mesa de las orquídeas y busqué una manta fría para envolverla. Empecé a llorar con pánico de perderla y recordé de pronto la cara de aquel niño que había olvidado. Aquel niño que vino a verme aquella tarde de octubre. Lo recordé como un golpe que reventó en mi cabeza después de haber estado toda una vida borrado y enterrado en el fondo de mi memoria. Ni siquiera recordaba haberlo visto ese día y ahora no solo lo veía entero, sino que lo sentía, sus ojos mirándome, su cara, todo.

Era Salvador que venía a mi memoria. Era Salvador que venía a llevarse a mi Sonia…

 

FIN


[*]* Oh lo siento querido. Gracias cariño. Eres tan tierno. Nos vemos luego guapo


 

[*] ¿Y qué coño es tu problema?

 

[*]* ¿Estás loca?

[*]* Solo bromeo, cariño

 

[*] Martini seco; batido, no revuelto por favor

[*]* Que sean dos

 

[*]  Oh Gracias a Dios estas viva

[*] ¡Cariño te ves una mierda! ¿Qué te ha pasado?

[*] Necesito café, mucho café.

 

[*] Estaba en el sitio equivocado, al momento equivocado.

[*] No esta mal querida, nada mal.

 

[*]*  Niña malagradecida

[**]**  La próxima vez cariño, llegaré a tiempo, te lo prometo.

[***]***  Gracias

 

[*] Mandona

 

[**] Infantil

[***] Yo no soy infantil cariño, tú lo eres

[****] Vale, vale… Lo que tu digas

 

[*]* Querida

[**]** TU a MI

[***]*** Anda bonita

[****]**** ¿Te gusta, eh?

 

[*]* ¿Entendido?

 

[**]** Todo tiene un precio querida y hay que pagarlo…

 

[*]* Oiga vieja, dos Pastis y rápido

[**]** Pero bueno, ¿estas dormida o que?

[***]*** Calmaos chicos, ya llego

[****]**** No se puede follar bien si no se folla en francés

 

[*]* La eléctrica

 

[*]* Oye vieja, te están buscando por aquí.

[**]** ¿Que le sirvo?

 

[]Abre esta puerta ahora mismo especie de puta! Sé que estás ahí adentro con alguien. Te voy a matar Alma. Los voy a matar a los dos. ¡Vas a ver guarra. Abre! ¡Abre te digo!

 

[*] En el medio de ninguna parte

 

[*] Y todavía no me conoce bien señora Brack

 

[*]* Eso es un desastre

 

[*]* Adios al más negro de los infiernos. Tu olor de pecado podrido se quedará siempre en mi memoria y tu sabor asqueroso de alcohol, vomitará en mi lengua por la eternidad. Te odiaré para siempre y todavía un poco más.

 

[*]* Eres un niñato blando… Sí… sí. Tu eres un jodido niñato blando

[**]** Vergüenza sobre ti Malcom

 

[*]* Y ya esta listo

[*]* Sólo déjalo

 

[*] No mires atrás, sólo sigue caminando y no mires atrás.

 

[*] ¿Sabe a ella?

[**]  Que se joda… Esto no va a matar a nadie

 

[*] Lo siento

[**] Por favor no pares

 

[*] Conrad dile a Alma que fui a Luchon a hacer las compras de la comida. Me llevaré el coche.

 

[*]* Bueno, bueno bueno mira quien esta de regreso.

 

[*] Disfrútalo… Yo me tengo que ir

 

[*]* PARA… ya para…

 

[*] Ahhh, hace bueno hoy… Deberíamos ir a dar un paseo.

 

[*] Muy estupido por cierto…. Muuuuuy estupido.

 

[*] Por favor, por favor, por favor date prisa

 

[*] Por si acaso cariño… Por si acaso

 

Alto voltaje
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