VI. Puerto
Cumarebo, 12 de Junio 1975
- ¡BASTA ALMA! ¡PARA YA DE HABLAR NO QUIERE OIRTE MÁS! –y con un golpe seco sobre la mesa puso fin a mis palabras ahogadas en una mezcla líquida de lágrimas, mocos y saliva regados por toda mi cara.
Ya llevo una hora sin parar de llorar y siento que mis ojos están tan hinchados que debo parecer un boxeador en llamas. Él se levanta, pone las manos sobre su cabeza y paralizado ahí, de pie, mira por la ventana, sin moverse, sin parpadear, mientras que yo no sólo parpadeo ríos y ríos de lágrimas que chorrean por mis ojos, sino que además parezco una licuadora humana, mi cuerpo esta descontrolado, temblando a una velocidad tal que prácticamente me arden los músculos del dolor. Los dedos se me engarrotan como una artrítica y puedo oír el ruido de mis varices chirreando cada vez que me late el corazón. Siento pequeños escalofríos ardientes por todas partes, como si me hubiera empezado a calentar por dentro con una estufa ardiente y las chispas del fuego quisieran salir de esta funda pálida y arrugada que me rodea llamada piel, pero no pueden, no salen, solo me siguen quemando y el calor… ¡el calor es insoportable! Ayyy Dios mío es como si estuviera ardiendo en los mismísimos infiernos y nadie hace nada para ayudarme.
Lo sabía, lo sabía Diosito que debí haber cerrado el pico, que no debí haber dicho na’. ¿Pero, quién me manda a mí a andar soltando esto? ¿Pero dónde tienes la cabeza Alma de verdá’? Viste… ya está, ¡lo heriste! Por andar de lengua larga. Ayyyy mi amor, mi pobre amor perdóname… no sufras… yo no te quiero ver sufrir. Yo te amo, yo te amo mi vida, mi sol, mi todo. Por mi culpa… Todo es por mi culpa siempre. Eres una estúpida Alma, pobre idiota de verda’. Mira lo que le has hecho al príncipe, mira pobrecito como está de dolido. Mírame mi amor… Por favor mírame, no me dejes en esta oscuridad sola… mírame.
Él se voltea con lástima y me mira. Sin sonreír, sin decir nada, solo responde a mi súplica y me mira un momento, luego vuelve otra vez a su horizonte en la ventana, baja los brazos, los cruza en su pecho y dice al aire con su absurdo acento vikingo:
- ¿Cómo sabes que mío...?
Sentí como mis ojos casi se me salen de la cara al oír aquello que no creía que había creído oír, mi boca se quedó seca y no sabía ni siquiera qué contestar…
- ¿Pero cómo te atreves a preguntarme eso? –volvieron a brotar las lágrimas como ríos desembocados por mi cara–. ¿Cómo te atreves, cómo te atreves… si tú has sido el único con quien yo he…el único amor… el único… cómo te atreves a hablar así?
Hubo un gran silencio que sólo rompían mis sollozos ahogados de dolor.
El respira fuerte, está incómodo, está molesto. Después de un rato dice:
- ¿Has pensado tú hacer algo con esto?
- ¿Esto? No… no no… no he pensado nada…. No. ¿Algo de qué? No… nada… ¿Qué me quieres decir? ¿Pensar qué? –no paro de balbucear tonterías porque estoy más asustada y nerviosa de lo que creía. Dios mío soñé tantas veces este momento, lo viví, lo sentí en mi carne. Podía ver su sonrisa y cómo me tomaba en sus brazos y me lanzaba al cielo de la felicidad, pero nunca, nunca en mis sueños me pregunto “hacer tu algo con esto”. Nunca en mis sueños me miro con ojos de diablo suelto y nunca en mis sueños vi rayos violetas salirle por la piel…
- ¿Y qué piensas tu hacer? –volvió a preguntar.
- Yo no… ummm...… ¿y tú?.. yo… no sé si… yo….
- Yo no poder ayudarte Alma. Tú sabes que estoy casado. Vivo en otra país y no poder ayudarte.
- ¡Pero tú me dijiste que la ibas a dejar! ¡Llevas tres años diciéndome que la vas a dejar! Que no la quieres, que es mala, que me quieres a mí y que soy yo con quien quieres estar –me levanto tirando la silla detrás de mí y dejándome llevar por mis palabras y por mi angustia que habla sola.
- ¡Me dijiste que me amabas a mí! ¡A MI! Y yo también te amo y ahora podemos estar juntos, debemos estar juntos porque Dios nos ha regalado esto y… y …. Y… yo no podía… y si, si puedo ... o bueno tu… fuiste tú y y …
- Basta Alma.
- Y… y… yo yo… yo sé que ella es mala, y … y yo seré buena y… y… haré todo lo que tú me digas…y todo lo que tú quieras ... TODO… TODO… porque… porque yo soy tuya… toita tuya…. Y .. y y tú eres mío y…
- Alma que ya basta.
- …y podremos irnos de aquí y … lejos, a donde tú quieras no me importa… y … y podremos ser felices… ser una familia y… y…
- ¡¡¡ALMA YO YA TENGO MI FAMILIA!!!
- No… no no … no lo entiendes, la tienes a ella pero ella no es nadie… yo … yo soy más que e… ella yo te regalo todo, mi vida, mi piel, mis ojos, mi vientre todo. Conmigo y con el bebé seremos una verdadera familia, tendremos un hijo… un be… y .. y y y yo seré madre y tu…
- Alma, yo ya tengo un hijo…
Y lo dijo así, sin más… sin gritos, sin golpes, sin nada… así bajito, como susurrando una bomba silenciosa dentro de mi cabeza loca.
- Una niña. Nacida a los siete meses. En decembre –se volteó, me miró y sentí en mi cabeza cómo explotó aquello en el más profundo de los silencios.
- Quería decirlo antes pero nunca dejabas de hablar y hablar y hablar y hablar. Y yo… yo no quería hacer dolor en ti, pero no puedo Alma, no puedo dejar a So…
- ¡No digas su nombre! –le interrumpí–. No se te ocurra decir su nombre aquí.
- Yo no quiero más bebés Alma. Yo no quiero más familias. Una ya bastante suficiente.
Mis piernas se convirtieron en papel mojado y no aguantaron más el peso de mi cuerpo, busqué el suelo con mis manos y me senté, me senté ahí en el medio de aquella salita maloliente sobre el suelo de cemento frío y sucio que tocaba mis nalgas desnudas…No sentí más mi cuerpo después. No hubo más calor, ni electricidad, ni nada. Me quedé en blanco, sentí un pitido en los oídos y ahí, simplemente me abandoné, observé fijamente la mancha de humedad en la pared, toda marrón y amarilla que subía por el suelo. Qué asco la verdad ¿de dónde vendrá? Debe ser la tubería del baño que está goteando… shhhhh… si ahí está, shhhh…. Tic, tic tic…. se oye cuando caen las gotitas y mira ya como tiene la pobre pared toa comida y toa rota. O tal vez es la cocina. Ese lavaplatos mugriento, salen hasta cucarachas de ahí del tubito de agua, ratas, culebras… si segurito es de la cocina. Voy a tener que limpiarlo aún más, voy a comprar kerosene o mejor, ácido y con un cepillito de dientes me voy a meter hasta adentro para matar a cuanto bicho viviente haya ahí. ¿Y donde se consigue el ácido? Voy a tener que ir a ver a Chente en la bodega pa’ que me diga.
Creo que él dijo algo más, pero ya no pude oírlo, mi cabeza está con las ratas ahora. Sentí cómo su mano trato de tocar mi hombro, pero una chispa caliente se lo impidió… yo no la sentí, yo no sentí nada. Oí cómo cerró la puerta y se fue. Yo me quede ahí, con mi pared con mis cucarachas. Sola.