Wade
Entonces, para que nos entendamos, los médicos dejaron a su mujer recuperarse de la cesárea. Estaba sola en una habitación privada. Usted firmó el consentimiento para que la operaran al día siguiente si se encontraba estable y luego fue a que le tomaran muestras de sangre, para ver si podía ser un donante compatible.
—Bueno, solo dejaban pasar a las visitas de una en una y cuando volví de ver al bebé Joshua ya había entrado en su habitación. Me ponía enfermo que, después de todos los sacrificios que había hecho Amber, ese niño capullo fuera tan egoísta como para eludir su responsabilidad. Renunció a la patria potestad de la niña, la niña de Amber, que estaba en la UCI luchando la batalla más dura de su vida para sobrevivir. Me hervía la sangre solo de verle.
—¿Y la niña? ¿Cómo se sentía respecto a la niña?
—Fue ver a aquella cosita diminuta…
[Silencio. Aproximadamente diez segundos].
—Fue ver a esa niñita… Una cosa es ver a adultos enchufados a las máquinas y otra muy distinta ver a un bebé de un kilo y trescientos gramos de peso conectado a un respirador. Unas piernas del tamaño de este dedo. M-me…
[Ruido de sorberse la nariz].
—Me dio…
[Llanto].
—¿Quiere un poco de agua?
[Respiración].
—Gracias… Me dio esperanza, señora Sloane. A pesar de lo frágil y precario de su situación, me dio esperanza. Me di cuenta de que era una luchadora y, aunque no era hija mía, quise que ganara aquella batalla más que ninguna otra cosa del mundo.
—Una vez terminó con el papeleo, ha dicho que quiso ir a ver a Amber.
—Y lo hice, pero Joshua seguía con ella. Así que fui a que me sacaran sangre. Tyler me acompañó y le di dinero y le dije que fuera a buscar algo de comer mientras esperábamos.
—Entonces, mientras esperaba, ¿estaba usted solo?
—Sí.
—¿Cómo se sentía en aquel momento?
—Sorprendentemente sereno, creo. Estaba muy, muy cansado y profundamente triste, pero, después de ver a la niña, de alguna manera entendí la decisión de Amber. Quizá «entender» no sea la palabra adecuada. Más bien la acepté. Sí, acepté cómo estaban las cosas y mientras esperaba me sentía en paz.
—Así que ¿ya no estaba enfadado con su mujer?
—No. En ese momento no.
—Entonces la enfermera le sacó sangre. ¿Qué pasó después?
—Fui al cuarto de baño y luego a buscar a Tyler. Entonces oí el follón, las alarmas. Es un sonido que conozco muy bien. Había personal médico corriendo por el pasillo y lo supe, supe instintivamente que Amber se había ido, que corrían a su habitación.
—Supo que había muerto.
—Sí. Supe que había muerto.