Tyler
Fue raro de cojones. No deberíamos haber estado en la misma ciudad ni mucho menos en la misma habitación mientras esperábamos para saber si había sobrevivido o si el bebé viviría. Solo había para sentarse un sofá y una puta silla superincómoda en una sala enana. Raro de cojones. Pero me alegré de que Joshua eligiera la silla.
—Entonces, ¿no cruzasteis palabra?
—No. A ver, era como… que si alguien decía algo todos habríamos explotado. Así que esperamos tratando de ignorarnos. Hasta que el médico vino a darnos la noticia.
—¿Cómo reaccionaste a la noticia?
—¿A la del bebé o a la de mi madre?
—A las dos.
—Pues me puse a llorar como una niña pequeña, colega. A llorar. Penoso, vamos.
—¿Y Joshua?
—Parecía un fantasma. Yo me alegré de que el médico le hablara a mi padre. Como si él fuera más importante. Pero Joshua se quedó en un rincón sin moverse, no habló ni nada. Como si se le hubiera ido la pinza. Estaba distinto de cuando éramos amigos, más delgado por una parte, pero también como más viejo… Tal vez yo también. No lo sé. Toda esta situación es una mierda.
—¿Y tu padre?
—Mi padre es alucinante a veces. Aguantó el tipo, asintiendo y esas cosas. Y luego se ofreció como donante. Me parece alucinante ofrecerle un riñón a una mujer que solo te ha hecho daño. Supongo que eso es el amor.