Joshua
Y para ti?
—Entiendo que me está preguntando si para mí se había terminado la relación.
—Sí. Te pidió que salieras con otras chicas y accediste. ¿Ibas en serio?
—Está usted haciendo las preguntas equivocadas.
—Eso depende de las respuestas que esté buscando. ¿Qué preguntas crees que debería estar haciéndote, Josh?
—Pues cómo era la situación en aquella casa, qué pasaba realmente entre nosotros dos…
—Resulta bastante obvio que teníais una relación sexual y que en gran medida el vínculo entre los dos era físico.
—Y ahí es donde se equivoca. Yo me podía haber tirado a veinte chicas y no habría significado nada.
—Pareces molesto, Joshua.
—Lo estoy.
—¿Me puedes explicar por qué?
—He venido aquí voluntariamente, desde Tailandia nada menos, sin una orden de arresto, de buena fe, tal y como me pidió. Accedí a sus ridículas condiciones y ahora me somete a un interrogatorio absurdo.
—¿Te resulta duro oír lo que pensaba Amber?
—Al contrario. Me encanta oír a Amber contando su vida.
—¿Es lo que esperabas?
—Daría cualquier cosa por oír una nueva palabra suya, cualquiera. ¿Cree que he venido aquí a ayudarla a averiguar por qué murió? No, he venido para oír esto, para oírla a ella una última vez. Lo que me pone furioso es su incapacidad total a la hora de interpretar sus pensamientos íntimos, que piense que todo lo que escribió es algo que yo ya me esperaba o sobre lo que tengo una opinión.
—Tú mismo me has dicho que debería estar preguntando sobre la casa y sobre cuál era el verdadero problema… Eso quiere decir que tienes una opinión al respecto. Tener opiniones es algo natural, Josh, y mis preguntas van encaminadas a comprender los problemas de tu relación con Amber. ¿Por qué no me ayudas contándome lo que opinas sobre aquella casa y cuál era el verdadero problema, tal y como tú dices?
—Que quede claro, no tengo ninguna opinión sobre lo que pensaba Amber. Vivía una existencia sin libertad. Creía que se la debía a Wade y a Tyler, puede que incluso también a mí, y juzgar un sacrificio así equivaldría a convertirme en uno de sus opresores. Y es que ese era el problema, que se preocupaba demasiado por todos nosotros, por nuestros sentimientos. Yo nunca quise, y nunca lo haré, juzgar sus sentimientos, sus opiniones y sus deseos más íntimos. Este diario, confesión o autobiografía, lo que sea…, es su libertad… Eso que usted llama «el escrito» es su libertad eterna.
—¿Crees que estaba atrapada, oprimida?
—Que no se vean los barrotes no quiere decir que la jaula no esté ahí.
—¿Quién la metió en una jaula?
[Risas].
—¿Usted quién cree?
—¿Me estás diciendo que Wade la encerró en una jaula?
—No, pero se aseguró de que no saliera de ella.
—¿Y Tyler?
—Nunca la liberó.
—¿Así que fue él quien la metió en la jaula?
[Risas].
—¿Por qué niegas con la cabeza, Joshua?
—Pueblo necio e insensible, que tiene ojos y no ve.
—Creía que odiabas la Biblia.
—Yo no odio nada. Todo tiene su lugar, su utilidad.
—¿Crees que era Tyler el que hacía sentirse a su madre como en una jaula?
—No lo creo.
—¿Crees que Amber era libre?
—¿Qué pasa, que quiere hacerme daño?
—No, Joshua. ¿Lo estás pasando mal?
—Estoy intentando ayudarla a verla.
—¿El qué? ¿La jaula?
—Sí, la jaula.
—¿Quién construyó la jaula, Josh?
—¡Pues ella! Se la construyó ella sola.
—Y lo que me estás diciendo es que su familia se aseguró de que se quedara dentro de ella.
—Yo intenté liberarla. Es lo que intenté.