Joshua
Pareces muy incómodo, Joshua.
—Es el cambio de clima, señora. Me cuesta acostumbrarme.
—¿Sigues con jet lag?
—Un poco, pero de verdad que estoy bien.
—Me alegro, quiero que te encuentres lo más cómodo posible en estas sesiones.
—¿Sesiones?
—¿Perdón?
—¿A cuántas se supone que tengo que venir?
—Dos al día, más si mi horario lo permite, hasta que esto esté aclarado.
—¿Y cuánto tiempo cree que tardará?
—Eso depende de ti. Y de los otros sospechosos, claro.
—¿Están aquí?
—Sí, llevan ya dos días en el centro. A ti fue un poco más difícil localizarte. Que accedieras a venir voluntariamente habla en tu favor.
—Esto es bastante raro, ¿lo sabe?
—Puede que ahora te lo parezca. Ahora mismo me gustaría que me hablaras de tu emancipación. Te la dieron de acuerdo con las leyes de California unas pocas semanas después de que llegaras a Boston, ¿verdad?
—Sí.
—¿Cambió en algo tu relación con Amber?
—¿Qué es lo que usted sabe?
—Prácticamente todo, según la versión de Amber.
—Entonces, ¿para qué me lo pregunta?
—Necesito comprender cómo lo veías tú. La verdad solo se desentraña comparando puntos de vista.
—Pues entonces, sí.
—¿Quieres decir que sí cambió la relación?
—Yo diría que cambió totalmente.
—¿En qué sentido?
—En todos.
—¿Te importaría explicarme esa transformación?
—Tan bien conoce cada uno la intención del otro que su propósito es uno solo.
—¿Qué es eso?
—Emerson.
—¿Poesía?
—No hay mejor modo de describir nuestro vínculo.