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El precio de la dependencia
La persona codependiente busca la seguridad, el aval del otro en las decisiones que toma, pero lamentablemente se convierte en idólatra de aquellos a quienes idealiza. Y al hacerlo, está al borde de ser estafado. En una oportunidad una mujer, dueña de una fábrica muy conocida, comenzó a salir con un hombre que le repetía constantemente: «Tú no sirves, no vales, la empresa tiene que estar a mi nombre». La maltrató, la descalificó hasta tal punto que esa persona no se sintió con autoridad para seguir adelante con su fábrica y, sumisa, obedeció todos los mandatos que recibía. ¿Qué le pasó a esta mujer? No valoró sus capacidades y permitió que el exterior, el otro, la manipulara y le quitara absolutamente todo. Este tipo de personas dependientes resisten el sufrimiento que les causa el otro «porque es mejor soportar el maltrato que el dolor y la angustia de estar solos».
Estos son algunos de los riesgos que corremos al ser manipulados, y que miles de personas viven a diario. No sólo podemos ser dependientes de una pareja, sino también de la familia, de los hijos, de un jefe y de todo aquello que nos impida elegir y decidir de acuerdo a las metas y a los sueños que cada uno de nosotros tiene para sí mismo.
Sólo cuando reconozcamos nuestras capacidades y el potencial que fue puesto en nuestro interior desde el momento en que fuimos pensados por nuestro Creador, cuando sepamos quiénes somos y lo que tenemos, seremos capaces de relacionarnos mejor con los demás y no permitiremos que los psicópatas y los manipuladores se entrometan en nuestra vida y nos destruyan.
Sé tu propio palacio o el mundo será tu prisión.
JOHN DONNE