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Retrato robot del omnipotente
¿Cómo saber si somos o estamos junto a un omnipotente? Veamos las características más notorias de esta personalidad:
- No se conoce a sí mismo. Ni respeta a los demás. En el fondo se siente impotente, por eso alimenta la ilusión de que es «todopoderoso», lo que intentará hacerle creer a la gente aunque se trate de algo completamente irreal. Reconocer nuestra humanidad, nuestra finitud, nuestros «no puedo» en algunas situaciones, nos conduce a descubrir nuestros puntos fuertes, nuestros «sí puedo», que reforzaremos y nos permitirán ser autónomos. Nadie lo puede todo, pero todos podemos algo. Somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros para complementarnos, solidarizarnos, asistirnos allí donde sea necesario y bendecirnos.
- «Vende» su grandeza. El omnipotente, con su
personalidad tóxica centrada en su propia persona, «vende»
seguridad en sí mismo, decisión, ambición, fortaleza. Hasta que
aparece alguien que sabe más que él y empieza el conflicto. O hasta
que, con el paso del tiempo, la gente que lo rodea se da cuenta de
que no es tan maravilloso ni único como él pretende hacerles creer.
Constantemente se autopromociona diciendo: «Yo puedo…»; «Yo sé cómo hacerlo…»; «Yo tengo…». Pero ¡atención!: las virtudes no se dicen, se actúan, se muestran en la conducta. La autopromoción provoca el efecto contrario al deseado. Si alguien dice: «Estas son mis virtudes», difícilmente le creerán. La imagen de omnipotencia que intenta transmitir sólo dejará a la vista su lado narcisista.
- Reta a los demás. El omnipotente se queja permanentemente de todo y pone bajo amenaza al otro con frases como: «¡No sabes quién soy yo!» o «Ya verás lo que te voy a hacer». Lo cierto es que a nadie le gusta que lo reten, lo amenacen o lo condenen. Mike Murdock dijo: «No te quejes de aquello que toleras». Mucha gente reprime su enfado y tiempo después explota: «¿Por qué me maltrataron?». No te quejes de aquello que toleras y si no lo toleras, ¡háblalo!
- No sabe liderar. En general es un mal líder,
ya que por creer que él todo lo sabe y lo puede, no valora a sus
colaboradores. Y por lo tanto no construye buenos equipos.
Para liderar no es necesario sentirse totalmente seguro, ya que el exceso de confianza no permite el cuestionamiento. La capacidad de autocrítica permite dudar para poder elegir la mejor opción, nos permite decirnos: «No me siento seguro como líder, ¿qué puedo hacer?».
- Es «rey mago». Es el que siempre invita, siempre paga, siempre da, siempre trae regalos. Su lado narcisista lo impulsa a buscar de esta manera el aplauso y la admiración de los demás.