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Socorro… ¡soy ansioso!
Te invito a analizar algunos conceptos sobre la ansiedad que nos pueden ayudar a detectarla en nosotros mismos y en los demás:
- La ansiedad ante una nueva situación. Es perfectamente normal que cuando estamos frente a algo nuevo se dispare la ansiedad, siempre y cuando podamos controlarla y tener el control de nuestro cuerpo y nuestras emociones.
- La ansiedad ante un acontecimiento inminente. Si es domingo y tienes que hacer un examen el viernes, necesitarás distribuir la energía a lo largo de toda la semana para no caer en una ansiedad tóxica. Es lo que hacen los deportistas antes del siguiente partido: entrenan, se concentran y gastan su energía durante los días anteriores. Si no hacen nada hasta el momento del partido, la ansiedad los desbordará.
- La ansiedad ante una situación negativa. Contrariamente a lo que muchas veces pensamos, en casos como la enfermedad o la operación de un ser querido, hay cosas que podemos hacer para controlar la ansiedad y evitar que nos enferme a nosotros. Podemos salir a pasear, leer un libro o una revista, conversar. ¡Siempre hay algo que podemos hacer! Tenemos que gastar la ansiedad en otras actividades para poder afrontar esa situación que nos genera tensión. Como ya citamos, la ansiedad puede resultar «horrible», pero nunca «terrible». La ansiedad es molesta, pero es soportable.
- La ansiedad ante las contradicciones. A menudo sucede que nos gusta comer dulces y a la vez queremos adelgazar; o elegimos fumar y a la vez deseamos estar saludables. La única manera de salir de esa encrucijada es elegir una de las opciones y descartar la otra. Renunciar a una de las dos alternativas contradictorias es importante, porque, de no hacerlo, no disfrutaremos de ninguna y nos llenaremos de más y más ansiedad. Tengamos presente que cuando le decimos «sí» a algo, también le estamos diciendo «no» a otra cosa.
- La ansiedad ante la incertidumbre. Al respecto, Steven Hayes nos sugiere: Imaginemos que tenemos un cachorro de león. Cuando ruge le damos carne y así lo calmamos; pero al rato, vuelve a rugir. Volvemos a darle carne y calmamos su apetito. Día tras día seguimos esta rutina hasta que pasa el tiempo y el leoncito crece y se convierte en león. ¡Ahora es imposible dominarlo! Sólo dejando de darle carne podemos evitar que el leoncito crezca y se transforme en un león imposible de dominar. De la misma manera, no podemos contestarnos todas las preguntas hipotéticas de ansiedad que nuestra mente genera. Debemos poner freno a esas conjeturas. ¡No hay respuestas inteligentes a preguntas sin respuestas![10]
- La ansiedad y la adrenalina. A ciertas personas les atrae la adrenalina por las asociaciones que se generan. Supongamos que un joven tiene ansiedad porque quiere invitar a una chica a salir. Si le habla y ella le dice que sí, la adrenalina queda asociada con un resultado positivo; si le dice que no, quedará asociada con lo negativo. Si esto se repite en el tiempo con otras experiencias, la asociación «adrenalina = placer» o «adrenalina = malestar» quedará fijada. Esto explica por qué hay gente a la que le apasiona la adrenalina y otros que la rehúyen.