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Cómo tomar decisiones
Todos tomamos cientos de decisiones al día. Decidimos desde pequeñas cosas —a qué hora nos levantamos, qué desayunamos, qué ropa nos ponemos— hasta asuntos mucho más trascendentales. La vida misma consiste en tomar decisiones. Si hoy estás en el lugar donde estás es porque ayer tomaste determinadas decisiones, y mañana estarás justamente en el lugar al que te lleven las decisiones que tomaste hoy.
Solía ser indeciso, ahora no estoy seguro.
WOODY ALLEN
Cada decisión es una semilla que se cosechará. En otras palabras, cada decisión tiene consecuencias. Así, una mala decisión puede traer consecuencias nefastas a tu vida, mientras que una decisión sabia puede traer enormes bendiciones.
Algunos errores que nos llevan a tomar malas decisiones:
- Decidir rápidamente cuando estamos en crisis.
- Decidir sin tener suficientes elementos, sin hacer un «análisis de mercado».
- Decidir sin considerar otras opciones.
- Decidir mientras estamos enfadados.
- Decidir sin buscar consejo.
- Decidir impulsivamente, por entusiasmo.
En lugar de evitar el error y no decidir, reconozcamos el error y sigamos adelante. Todos tomamos malas decisiones, lo importante es poder reconocerlo y continuar. Un error no puede someterte a vivir en el pasado. No trates de recuperar el pasado en lugar de mirar hacia delante. Y cuando se trata de decisiones importantes como una mudanza o un cambio de trabajo es muy importante buscar mentores, gente de experiencia que pueda darte su visión. El rey Salomón, el hombre más sabio del mundo, escribió en su libro de Proverbios: «En la multitud de consejeros está la sabiduría».
En segundo lugar, es fundamental que hagas deducciones en equipo, que hagas participar a tu familia, a tu pareja, ya que todos los involucrados deben tomar parte en las decisiones trascendentales.
Después de considerar quién gana y qué decides perder, pon una fecha tope. Cuando llegue esa fecha, decide con los elementos que analizaste. Podemos decidir mirando hacia atrás y viendo qué logramos y qué no, o mirando hacia delante y viendo lo que queremos lograr. Decidimos mirando hacia atrás cuando tenemos asignaturas pendientes, cosas que no logramos en el pasado, y estamos dispuestos a tomar decisiones para cerrar esas etapas. Cuando decidimos en base a lo que queremos lograr, las decisiones son mejores en cantidad y calidad.
Si lo que quiero lograr es algo que aún no logré y sí quiero lograr en mi mañana porque está en mi agenda, la decisión será buena.
Leí acerca de un piloto que iba en su avión junto a un joven aprendiz. Cuando estaba a punto de aterrizar, una fuerte ráfaga de viento hizo que el avión perdiera estabilidad. Rápidamente el piloto decidió tomar altura y así sorteó la dificultad. Una vez que todo estuvo en calma, el aprendiz le preguntó:
—¿En qué momento optaste por tomar esa decisión?
El hombre respondió:
—Tomé esa decisión hace quince años, cuando estudiaba en la escuela de pilotos.
Cada vez que tomemos buenas decisiones, seremos capaces de mantenerlas en el tiempo. Recuerda que:
Tomar buenas decisiones es lo que nos va a permitir ir desde donde estamos hacia donde queremos estar.