Capítulo 25
Hans llevaba media hora aguardando en su nuevo puesto de observación. Jane aún no había aparecido. A pesar de ello, no se le ocurrió pensar ni por un instante que en esta ocasión el Doctor pudiera haberse equivocado en sus suposiciones.
El Doctor le había llamado después de que permaneciera esperando largo rato delante del edificio de Stadtamhof para indicarle que ya no había necesidad de que continuara allí. Le ordenó que fuera a comer algo y se mantuviera a la espera de las nuevas instrucciones que le transmitiría pronto. Hans se aseguró primero de que no habían multado al BMW, y a continuación se dirigió a una pizzería cercana, ocupando una mesita exterior situada bajo una sombrilla roja que publicitaba una conocida marca de refrescos.
Cuando casi hubo terminado de comer, recibió la llamada esperada y el Doctor le explicó cómo debía actuar a partir de entonces.
Y ahora Hans aguardaba en un lugar próximo a la agencia de seguros a que apareciera por allí Jane, como sin duda haría en breve.
No tardó ni cinco minutos. Se dirigió decididamente junto a su acompañante hacia el edificio en cuya planta baja estaba situada la oficina. Pararon ante la puerta y conversaron unos instantes, después él cruzó la calle, esperando al otro lado, mientras ella se acercaba aún más a la puerta.
Una vez que Jane hubo entrado en la oficina, Hans recorrió los alrededores con la mirada. Jamás había que descuidar la vigilancia de los lugares anexos al punto de observación, por muy seguro que uno se sintiera.
A no más de cien metros de distancia distinguió a una mujer que parecía examinar con gran interés el escaparate de una tienda de bicicletas. Fue uno de los escasos momentos de su vida en los que los labios de Hans se distendieron en una sonrisa.
Delante de la tienda de bicicletas se encontraba Rosemarie Wengler.