6 de octubre
La prodigiosa aparición de Ronaldo ante el Alavés
(2002)
Ronaldo había pasado ya por España en la temporada 1996-1997 y dejó una estela impresionante. Marcó 34 goles y ganó con el Barcelona la Copa y la Recopa. La liga se la quitó el Madrid, en la primera temporada de Capello en el club madrileño, in extremis. Pero Ronaldo fue el suceso del año. Por eso extrañó que sus discrepancias con Núñez llegaran al punto de que se marchara al Inter, lo que pareció en términos generales como una gran pérdida para el fútbol español, si bien los madridistas respiraron con alivio: se habían quitado a un demonio de enfrente. En el Inter, a Ronaldo las cosas le fueron mal. Tuvo una grave lesión de ligamentos en la rodilla. Repuesto de ella con mucho esfuerzo, recayó inmediatamente, en su reaparición. En total fueron casi dos años parado. Cuando regresó, apenas nadie pensaba que pudiera ser otra vez el gran jugador que fue, o ni siquiera acercarse a ello.
Pero poco a poco lo consiguió. Se recuperó a tiempo para llegar al Mundial de Corea-Japón, en 2002, en buenas condiciones. Se hizo un puesto en el equipo titular y Brasil salió campeón, con dos goles de Ronaldo en la final. Para entonces, Florentino Pérez estaba metido de lleno en la construcción de su Madrid «galáctico», al que había incorporado cada año una megaestrella. Figo en la primera temporada, con lo que el Madrid ganó la liga; Zidane en la segunda, con lo que ganó la Champions. ¿Quién sería el siguiente? Y Florentino se decidió por Ronaldo, a pesar de muchas voces que le advertían sobre la fragilidad de su rodilla, sobre su sobrepeso, que empezaba a ser visible, y sobre su fama de vida descuidada, su afición al trasnoche y a los carnavales. Pero Florentino no cejó, negoció con el Inter hasta el mismísimo 31 de agosto, con el jugador a favor, enfrentado a su entrenador en el club italiano, Cúper, y al final, sobre la hora de cierre del mercado, y tras una interferencia de Joan Gaspart que retrasó las cosas, le fichó por 45 millones de euros.
Ronaldo se incorporó, pues, tarde y falto de forma. Lo primero que tuvo que hacer fue una especie de pretemporada aparte. Cada semana la afición se preguntaba cuándo debutaría por fin. Cada semana corrían rumores sobre el estado de su rodilla. Cada semana se decía que quizá a la próxima. Al fin llegó el día tan esperado: iba a ser en el Bernabéu, ante el Alavés, aunque no de salida. Un partido en casa, un rival en principio fácil. Con todo, no sale de titular. El nueve titular es Portillo, un joven de la cantera, al que acompañan en la tarea de forzar el área contraria Figo, Guti y Zidane, nada menos. En el minuto 64 el partido está 2-1 y hay un run-rún porque Ronaldo lleva rato calentando y no sale. Pero sí, por fin sale, por Portillo. Y su primera intervención es gol: centro de Roberto Carlos, Ronaldo doma el balón con el pecho, lo deja botar y percute hacia abajo, de forma que bota en el suelo, pasa sobre defensas y portero y entra. El Bernabéu se entusiasma. Y se entusiasma más aún cuando, no mucho más tarde, recoge un pase de McManaman, se va por velocidad y cruza sobre la salida de Dutruel. El Madrid gana 5-2 y los veinticinco minutos de Ronaldo han sido mágicos. «No ha sido una película, ha sido una realidad maravillosa», diría luego. El Madrid «galáctico» había incorporado un nuevo astro. Luego, la rodilla le resistió perfectamente. Si sufrió de algo fue más bien de leves lesiones musculares, que le costaron no jugar algunos partidos importantes o entorpecieron aún más su estado físico.