1 de enero
San Lorenzo de Almagro nos hace un 5-7 con el tiqui-taca
(1947)
Puede que usted esté pensando que difícilmente se haya jugado al fútbol alguna vez el primer día del año, pero se confunde. Precisamente uno de los partidos más comentados del fútbol español se produjo en tal día, dentro del marco de lo que fue una memorable gira del San Lorenzo de Almagro. Eran los años de la posguerra y el aislamiento, cuando España se había quedado como un residuo de las dictaduras de la preguerra. Nadie nos hablaba prácticamente, excepto Portugal y Argentina. Y nuestro fútbol estaba tan solo y tan depauperado como todo lo demás.
Perón, que nos mandaba trigo en aquellos años, nos envió también una embajada futbolística que dejaría huella: el San Lorenzo de Almagro. Llegaron con un fútbol nuevo, desde el dibujo en WM, que aquí era tan desconocido como todo lo que pasaba fuera, hasta su juego, hecho de combinación de toque exquisito. El tiqui-taca de hoy, vaya. Más lento, pero tiqui-taca, e interpretado por unos jugadores geniales, que vinieron diciendo que el gol era «un pase a la red», lo que fue tomado a chacota en un país que concebía los goles como cañonazos tremendos o cabezazos heroicos.
En total, la gira constó de diez partidos, incluidos dos en Portugal, con cinco victorias, cuatro empates y una sola derrota. Todo eso en seis semanas. Dados los incómodos viajes por las carreteras y en los ferrocarriles de la época y alguna juerga que hubo por medio, fue un resultado extraordinario, más si se tiene en cuenta el balance de goles: 48 a favor por 26 en contra. El partido del primer día del año 1947 fue el tercero de la gira, y el que rompió definitivamente la pana. El adversario fue un combinado nacional, el escenario, un llenísimo Les Corts, el que fuera el campo del Barça hasta el Camp Nou, y el resultado, un estruendoso 5-7. El día 2 los periódicos hablaban y no paraban del extraordinario juego combinativo de los bonaerenses, que en su delirio solían descuidar la defensa, pero que se pasaban y pasaban dejando a los españoles como palos. España sacó ese día a: Bañón; Álvaro, Curta; Gonzalvo III, Fábregas, Gonzalvo II; Epi, Arza, Lángara, Herrerita y Escudero. (En la segunda parte, el ala izquierda la formaron Escolà y Bravo.) Por San Lorenzo jugaron: Blazina; Crespi, Basso; Zubieta, Grecco, Colombo; De la Mata, Farro, Pontoni, Martino y Silva. Zubieta era uno de los vascos de la selección de Euskadi, que se habían quedado allí al final de la gira. Con los años volvería a España, para terminar su carrera en el Deportivo.
Aquel San Lorenzo, por cierto, salvó a uno de los grandes jugadores españoles, Panizo. Cuando algunos días más tarde de la exhibición de Les Corts viajaron a San Mamés, donde dieron el consabido baile (aunque los descuidos atrás produjeron un 3-3 final), la gente salió del campo comentando: «¡Pero si juegan todos como Panizo!». Y Panizo, interior cerebral, con muchos detractores hasta entonces por parte del público de San Mamés, amante del pase largo y la carrera enérgica, pudo ya, en adelante, dictar su magisterio en paz. San Lorenzo le había redimido.