18 de abril
El Valencia pierde en Sarriá y gana la liga
(1971)
Aquel domingo terminaba la liga, con tres aspirantes a ganarla en la última jornada. Dos de ellos jugaban entre sí: Atlético y Barça, en el Manzanares. El otro, el Valencia, jugaba en Sarriá, como visitante del Espanyol. En cierto modo tenía la sartén por el mango: si ganaba era campeón, si empataba era campeón… Pero si perdía en Sarriá, el equipo que saliese ganador del partido del Manzanares se haría con la liga. Perdiendo, solo ganaría el título si el partido del Manzanares finalizaba en empate, cosa que al final fue lo que ocurrió.
Los dos partidos se jugaron simultáneamente para que nadie tuviera ventaja. La tarde fue de esas en las que los transistores echan humo. Di Stéfano se sienta en el banquillo del Valencia. La tarde arranca con un gol rápido de Lamata para el Espanyol, con la curiosidad añadida de que Lamata había sido jugador del Atlético. ¿Trabajaba para sus ex compañeros? Trabajaba para todos: para el Espanyol, que le paga, y para el Atlético y el Barça, que les han ofrecido a los «periquitos» una gran prima por ganar el partido. Al descanso se llega sin más goles. El Valencia pierde, pero todavía es líder, porque los contendientes del Manzanares están empatando. Se siente a una hora de proclamarse campeón.
Pero empieza la segunda mitad (las dos segundas mitades) y pronto llega un gol del Barça: Martí Filosía, de cabeza, aunque parece que el balón ha golpeado en Dueñas y se ha desviado. Ahora el campeón es el Barcelona. El Valencia, que lo sabe, juega nervioso ante un Espanyol que se encajona en su área y se mata en la lucha por cada balón, que manda a la grada como puede según avanza el tiempo. Poco después, gol de Luis, empate a uno. El Valencia vuelve a ser campeón, aunque siga perdiendo, y el Atlético vuelve a tener posibilidades. El Atlético ataca, el Barcelona se repliega, el Valencia juega nervioso, allí no pasa nada. En el Manzanares unos hablan con otros: «Le estamos haciendo un favor al Valencia…». Sí, pero ¿qué hacer? ¿Parar el partido y echarlo a cara o cruz? El Manzanares reclama un penalti a Salcedo, pero no se concede. La tarde va hacia su final. En Sarriá hay un murmullo, gritos, Di Stéfano se vuelve a la primera fila, con los dos índices levantados y las cejas arqueadas, como preguntando: ¿ha acabado uno a uno? Sí, había acabado uno a uno. En Sarriá quedan dos minutos que se consumen en una fiesta, con los españolistas felicitando a los valencianistas. Ellos han cumplido, por ellos no ha quedado. En el Manzanares todos se miran entre sí, con expresión vacía. ¿Qué ha pasado? Ha pasado que el Valencia es campeón, después de veinticuatro años, y se abraza en Sarriá.
Y los jugadores del Espanyol tan felices. Cobraron tres primas: la de su club, la del Atlético y la del Barcelona. Y no tuvieron que soportar reproches por haber contribuido a un título del Barça, lo que hubiera resultado insoportable para su afición.