28 de febrero
La triste aventura de Johan Cruyff en el Levante
(1981)
Para 1981, Cruyff era ya un jugador de vuelta, aunque después conseguiría alargar su carrera más que dignamente en su regreso a Países Bajos. Cruyff había sido el mejor jugador del mundo la década anterior. Criado en la cantera del Ajax (nació y creció en la frutería de su padre, al lado del campo), protagonizó el estallido del fútbol holandés, ganó tres copas de Europa con el Ajax y fichó por el Barça en la temporada 1973-1974 por una cantidad récord. En el Barça solo jugó realmente bien el primer año, luego fue a menos. A las cinco temporadas dejó el club y se marchó a jugar a Estados Unidos, donde militó en Los Angeles Aztecs y los Washington Diplomats. Parecía que no tenía nada más que hacer en el fútbol (había ganado tres veces el Balón de Oro y tenía ya treinta y cuatro años) cuando se anunció algo sensacional: fichaba por el Levante.
El Levante militaba entonces en Segunda División y nunca quiso hacer oficiales las condiciones de su contrato. Se sabía, sí, que Cruyff había hecho unas malas inversiones y que necesitaba dinero. El Levante le ofrecía, además del fijo, un porcentaje sobre la taquilla que se produjera en cada partido. Previamente, el club tuvo que liquidar con la Asociación de Futbolistas Españoles la deuda atrasada con algunos de sus jugadores, porque sin hacerlo no le era permitido fichar a nadie. Por ese concepto, el club tiene que desembolsar diez millones de pesetas, pero se las promete felices. El presidente asegura que el incremento de las taquillas será de tal orden que compensará todo el esfuerzo. Pachín, el entrenador, tuerce el gesto, y hasta se especula con que podría abandonar el cargo, pero finalmente no es así y sigue. Cruyff debuta, entre gran expectación, ante el Palencia en Vallejo, en campo propio, el 1 de marzo. Gana el Levante, 1-0, pero él hace poco. Algunas pinceladas de clase y muchas órdenes a todos. El asunto deja entre el público una sensación como de ya veremos.
El problema surge en los desplazamientos. Cruyff no quiere ir en el autobús con sus compañeros, lo que no deja de desagradar a Pachín. Va en coche privado, por su cuenta, con el presidente Paco Aznar o con algún directivo, y pretende ir el mismo día del partido. Luego reclama que el Levante cobre un plus al equipo al que visita si él se alinea, y que ese plus se lo entreguen a él. La situación se va enrareciendo cada vez más y hace crisis en la visita al campo del Alavés. El equipo viaja por delante y el viernes duerme en Tudela. Se espera a Cruyff para el entrenamiento de la mañana del sábado, pero no aparece hasta la noche y le dice a Pachín que si no le pagan un extra no jugará. Pachín, harto, le manda de vuelta para su casa. Cruyff vuelve a Valencia en el coche de unos reporteros de televisión franceses que habían viajado a Vitoria para hacer una información sobre su aventura. Se improvisa desde el club la explicación de que la esposa del jugador está enferma y que se ha agravado, y que por eso ha tenido que regresar. Sin él, el Levante pierde uno a cero, y el presidente echa a Pachín, al que sustituye Rifé.
Pero la situación estaba podrida sin remedio, aunque Cruyff jugó hasta la penúltima jornada, en la que se borró definitivamente. Cuando llegó, el Levante era segundo, con aspiraciones de ascenso. Con él, se obtuvieron nueve puntos de veinticuatro posibles, y el ascenso se esfumó. Solo marcaría dos goles en sus doce partidos. El Levante, que había construido un castillo en el aire, no subió, y el jugador no obtuvo, ni de lejos, los ingresos que había pretendido.