8 de mayo
El primer Scudetto se resolvió en un solo día
(1898)
Un médico inglés, llamado James Spensley, fue el gran impulsor del fútbol en Italia. El fútbol había llegado antes que él al país transalpino, pero como una diversión de ingleses, que lo jugaban entre sí, sin dar entrada en sus encuentros a los locales. Cuando llegó Spensley a Génova (trabajaba como médico en travesías marítimas) todo cambió. El fútbol se abrió a los italianos, aunque con un cupo máximo de cinco por equipo, y se organizó el primer partido serio, entre el Génova, en el que él mismo se alistó de portero, y el Torinese. Fue el 6 de enero de 1898. Se vendieron 154 entradas al precio de una lira, 23 a media lira y otras 84 más con un recargo por los asientos numerados, que proporcionaron otras cien liras. El árbitro, el reverendo Richard Douglas, cobró 2,50 liras. El cuidador del campo, una lira. El partido, que ganó el Torinese, resultó ser un éxito en todos los sentidos.
Eso animó a organizar algo más serio: un campeonato de Italia, al que la Federación italiana, nacida solo tres meses antes de celebrarse el torneo, invitó a todos los equipos del país. La inscripción no fue un gran éxito, pues se apuntaron solo tres equipos de Turín (el Torinese, el Internazionale de Torino y la Ginnastica di Torino) y el Génova del entusiasta Spensley. (¿Y la Juve? La Juve había nacido en 1887 como club deportivo del prestigioso liceo Massimo d’Azeglio, pero no se transformaría en club de fútbol hasta el año siguiente.) Los partidos se jugaron en Turín, en un campo de la periferia, invadido hoy hace ya muchísimos años por la expansión de la ciudad. Se acordó disputar el torneo en un solo día. A las nueve de la mañana jugaron el Internazionale y el Torinese, con triunfo del primero (1-0, gol de su capitán, John Savage). A continuación, el Génova se deshacía de la Ginnastica por 2-1. A las tres de la tarde, tras un descanso y un breve refrigerio, se jugó la final, que ganó el Génova por el mismo resultado, 2-1, con el segundo gol marcado en los últimos instantes del partido. Acudieron cincuenta personas a las semifinales, y cien a la final, lo que dejó en caja un total de 197 liras.
No era mucho, pero la primera piedra estaba puesta. La corta inscripción de equipos bien pudo tener relación con los disturbios que esos días vivía Italia, con Milán sumida en el caos, tomada por el ejército, que se movía entre barricadas levantadas en lo que se llamó «el motín del pan». Se calcula que al menos cuatrocientas personas fallecieron esos días en Milán, que concentró la atención del país. Pero ese inicio hizo del Génova el equipo más fuerte de Italia durante bastantes años. Ganó, siempre con Spensley en la portería, los títulos de 1899, 1900, 1902, 1903 y 1904. Y siguió entre los más fuertes del fútbol italiano hasta 1925. Había ganado también en 1915, 1923 y 1924, cuando se enfrentó en la final al Bolonia, en pleno ascenso del fascismo. El gran líder fascista Leandro Arpiati, hincha del Bolonia, manipuló la final, cuando se veía con un 2-0 en contra. Con sus «camisas negras» obligó al árbitro a conceder un gol al Bolonia, y de ahí siguió el empate. Hubo desempate, con nueva igualada, y un tercer partido, a las siete de la mañana, sin público, que por fin ganó el Bolonia por 2-0. El Genova aún lamenta que por culpa de Arpiati no pueda lucir en la camiseta la estrella dorada que se concede en Italia a los que han ganado diez títulos.