91
YA no se oyen las campanas. El sacerdote perfectamente equilibrado se ha marchado. Esta mañana. Se ha marchado, esta mañana, a un monasterio. Se ha marchado porque es un cobarde. No quería morir. Al llegar al monasterio ha pedido un cilicio. Se ha probado todos. Todos los que tenían. Como no es un hombre equilibrado físicamente ninguno le quedaba bien. No podía cerrarlos. No le ha quedado más remedio que flagelarse. Es hermosa y expiatoria la flagelación.
¡Plis! Soy un cobarde.
¡Plas! Soy un cobarde.
¡Plis! ¡Plas! Soy doblemente cobarde.