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EL vagabundo triste y harapiento ha visto correr, horrorizado, al viejo del quiosco. Se ha secado las lágrimas con el pañuelo y ha seguido caminando. Ha entrado en el bar del loco camarero. Todos los clientes han huido en desbandada. Desde mi ventana, los he visto hablar durante una hora. El loco camarero no se asusta del vagabundo triste y harapiento. El loco camarero no teme a la muerte. Sólo teme a la vida.