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EL loco camarero ha invitado a su casa a la prostituta joven de rostro dolorido.
—Dama tenebrosa, acude a ésta, tu casa, esta noche a las doce —le ha dicho mientras desayunaba en su bar la prostituta joven.
—¡Mira qué joven estaba en esta fotografía! —le ha dicho ella.
—Muy joven. Muy guapa. Me gustas más ahora.
Ella sonríe, se ruboriza. El loco camarero sabe alegrar a la prostituta joven de rostro dolorido. Hoy es su día libre, pero no le importa hacerle una visita.
—Dos candelabros en la mesa. Una bonita penumbra. Hoy no cenes.
Nueva sonrisa antes de marchar. Deja propina. A pasear por el campo. Quizás pueda mostrar sus fotos a la mujer del señor de los gemelos, ambas sentadas debajo de una higuera.