CAPÍTULO 47
Historias alrededor de la hoguera
Había llegado lo inevitable: las explicaciones. Lorkun no era el único que debía explicar sucesos, aunque tal vez sus experiencias fuesen las más extraordinarias. La mera presencia de Tomei en el valle de Lavinia, siendo quien era, implicaba una historia que Sala debía detallar a sus amigos, si es que todavía podía considerar que las personas que se reunieron en el punto acordado por todos conservaban retazos de amistad, dada la beligerancia con la que había sido tratada por Remo y el desgaste emocional que arrastraba Lorkun, más centrado en lo trascendente que en los lazos humanos.
Sala y Tomei fueron los últimos en llegar. Le gustó arrimarse a la colina y comprobar que Remo y Lorkun los esperaban. Tomei la seguía como una sombra. Estaba decidida a que el sabio participase de todas las revelaciones. Él era quien mejor conocía a sus enemigos y sus oscuridades. Lo terrible de lo que le había acontecido a él hacía imposible la desconfianza.
Cuando se acercaron a la cima pudo ver cómo la hoguera iluminaba las ropas de Lorkun, que permanecía de pie mirando absorto el fuego. El reflejo de las llamas danzaba también sobre el rostro duro de Remo, sentado sobre un peñasco con los brazos descansados sobre su espada, que a modo de mantel se sostenía en sus rodillas. Sala venía más arreglada que de costumbre y Lorkun lo advirtió enseguida muy cortésmente.
—Estás preciosa, Sala.
—Las sirvientas del castillo se empeñan en dedicarse a retocarme.
Las lavanderas habían dejado su ropa como nueva y las esclavas la acicalaron con perfumes y cremas para dar color a sus mejillas. Se dejó hacer mientras se decía que no lo hacía por causar una impresión más positiva en Remo. Vestía pantalones ajustados y se hizo con una blusa muy favorecedora con un escote generoso, que parecía soportar el cierre de un cordón que si se aflojaba podría dejarle desnudo el talle. Sus pechos se insinuaban recogidos por el chaleco ajustado que prácticamente le hacía de corsé. Su cabello ya podía sujetarse en una pequeña cola pero ella esa mañana lo había peinado con una raya en medio que permitía que le circundara su cara en dos cascadas de ondas. Se dijo que no era por Remo, pero le dio un toque de rosado a sus labios. En mitad de la tensión por la cita, aquel proceso, los arreglos, lograron también que dejase de torturar su cabeza con preguntas y más preguntas, con suposiciones y teorías, ya que elucubrar se le daba muy bien.
—Hace una noche espléndida —comentó mientras se posicionaba en la hoguera.
Lorkun la siguió en sus comentarios sobre el tiempo, pero las banalidades se agotaron mientras Remo se mantenía más contemplativo, vinculados sus ojos al fuego, como si lo tuvieran hipnotizado. Había mucho que abordar y Sala decidió ser la primera.
—Este es Tomei de Venteria, precisamente la persona que mejor conoce a Rosellón Corvian de cuantos puede haber vivos, a excepción quizá de ese brujo que convive con él. Es por lo tanto un aliado muy importante para nosotros.
—Yo conozco bien a Corvian —dijo Remo desafiando un poco a Tomei—. Lorkun también lo conoce. Servimos a sus órdenes durante años. No creo que nadie pueda enseñarme una sola cosa sobre ese bellaco.
Tomei asintió. No parecía molesto o intimidado. Sala lo veía feliz, después de cabalgar junto a él, después de ver cómo lo despertaban las pesadillas y cómo no podía disimular el sufrimiento que arrastraba, un dolor que devastaba siempre su mirada, por primera vez contempló a un Tomei distinto. Su mirada estaba tintada de paz, la serenidad de quien está en la cima de la montaña, de quien llega a la cumbre que tanto anhela alcanzar.
—Sala me ha contado historias sobre ti.
—Sala habla demasiado —dijo Remo con sequedad.
—He oído sobre ti muchas cosas en boca de otros. Sobre todo después de la batalla de Lamonien. El que sobrevivió al agua hirviendo fue el castigo de Lamonien y el decapitador de Debindel. Tengo la fortuna de encontrarte al fin, Remo, hijo de Reco. Eres la persona que más ha logrado desfigurar ese rostro detestable y juvenil otorgado por la magia negra a Lord Rosellón Corvian. Nadie como tú lo ha hecho enfadar, Remo.
Remo sonrió por aquel comentario. Seguía mirando la hoguera. Lorkun no miraba a Tomei, su ojo estaba fijo en Remo, como evaluándolo. Sala, después de aquellos elogios, aprovechó para intervenir y hablar de las virtudes de Tomei, contar sus influencias en el destino fatal del todopoderoso Lord Perielter Decorio.
—Debió de ser muy arriesgado contactar con Venteria —comentó Lorkun, que por fin apartaba la vista de Remo.
Tomei, con voz temblorosa, contó la terrible venganza que padeció por parte de Lord Corvian, cómo perdió sus manos y a sus seres más queridos.
—Desde luego has conocido bien a ese canalla —afirmó Remo, y en él eran palabras de condolencia el reconocer el mérito a otro. Sala sintió el calor del regocijo al pensar que Remo y Tomei encajasen bien y no hubiese disputas en aquella charla.
—He conocido al amigo, al ilusionado militar que deseaba cambiar Vestigia, al estratega que se entregó a las artes más oscuras en pro de un propósito supuestamente bueno. A alguien terrible que me manipuló desde el principio, que solo ambiciona poder y que ha triunfado en todos y cada uno de sus objetivos, Remo. Incluso hoy día no puedo afirmar con seguridad que me mentía en todo cuanto me contaba acerca de esos sueños sobre una Vestigia nueva y renovada, tal es el don de ese hombre para la persuasión. Ese tirano ha logrado todo lo que se ha propuesto y ha causado destrozo a quienes lo combatieron. Solo tú y tus amigos aguantáis, le habéis sobrevivido, al menos por el momento. Después de entrar en Venteria de la forma en que lo hizo, después de cambiar los mandos militares de la ciudad, ¿qué se le opone? Es el rey, y esta Alianza del valle de Lavinia estoy seguro que no tardará mucho en asumirlo, en dejarse seducir como lo hice yo. Al igual que Mesolia adoptó la pasividad frente a Tendón, pese a ser enemiga de su régimen, Lavinia sucumbirá. Sin vosotros, sin esta resistencia que no tiene nada que ver con títulos nobiliarios, la sombra caerá sobre este reino y ese hombre doblegará a todos. No habrá tiempo entonces para oponerse a él, cuando todos los que lo veneran ahora lo sufran después y se sientan engañados. Y me preocupa, porque así como Tendón tenía la inteligencia de saber dejar las cosas estar, de morder en las fronteras y no presionar la política interna, Rosellón Corvian tiene la ambición y el consejo de las sombras. Rosellón es joven a causa de esas artes y estoy convencido de que no le bastará con este primer triunfo. Estoy seguro de que intentará ir más allá, hasta que cada pueblo en Vestigia le rinda pleitesía, hasta que todo hombre esté obligado a tenerle la devoción de un hijo por su padre. Así se presentaba, como un padre que guiaría las riendas de esta nación. Ese hombre sueña con un imperio en su cabeza, con invadir otros reinos y que las gargantas de la mayoría de los habitantes de este mundo proclamen su nombre. Pero irá paso a paso, convencerá a sus enemigos de que no deben temer nada, invitará una y otra vez a los embajadores que ya le prestaron regalos en su coronación, lo hará todo siempre con la sutileza que le caracteriza. Pero las tierras que se le opongan enfermarán o sufrirán plagas de silachs y él se colocará como la medicina, como el elegido de los dioses para aplacar su furia. Para eso te quiere a ti, Lorkun Detroy. También he oído hablar de ti.
—Lo sé —asintió Lorkun.
Tomei y su voz sin apasionamiento, fiable y de expresiones exquisitas, había sembrado en Sala una impresión de acierto por haberlo llevado ante ellos.
—Yo he visitado las minas de Agarión y pude ver dónde ese hombre ordenó hacinar a tantos y tantos prisioneros, esclavos libertos que soñaban con la libertad, convertidos en bestias. En criaturas feroces, Remo. Si he venido aquí es porque quiero venganza, ese hombre no solo me dejó impedido, se llevó mi corazón al matar a mi mujer y mi hija.
Como buen orador que era, Tomei se reservó unos instantes para respirar antes de dar esta conclusión con un tono de voz firme y sereno.
—Mi venganza sirve a un bien mayor que mi propia satisfacción. Mi venganza es la salud de Vestigia.
—Tus palabras son sensatas pero a ninguno de nosotros tendrás que esforzarte en convencer. Cada uno a su modo ha padecido las consecuencias de la ascensión de ese canalla y sufrió sus planes, que supo cocer a fuego lento durante años. —Remo después de decir esto cambió su tono de voz—. Sala te ha traído a esta reunión y, después de escucharte, pese a lo sincero y generoso que has sido por compartir tus puntos de vista, no veo en qué forma nos puedes ayudar ni entiendo para qué deseabas con tanta urgencia conocerme. Tomei, una vez expulsado de la corte de acólitos que tiene Rosellón, ¿de qué puedes servirnos? Eres inútil para la guerra y no creo que tengas más conocimientos tácticos que cualquiera que nosotros. No creo mucho en que entender mejor a Rosellón nos haga capaces de eliminarlo. Creo en mi espada saliendo por su espalda y en hacerlo toser sangre. En eso sí creo y para eso no sé qué papel puedes tú jugar a nuestro favor, inútil como estás para combatir.
Sala sintió la clásica punzada que le provocaban las palabras muchas veces desconsideradas de Remo, quien no vaciló ni mostró siquiera el más mínimo indicio de tenerle compasión, pese a escuchar de los labios de un esposo y un padre como dejó de serlo. Tomei sin embargo dibujó una sonrisa en su rostro.
—Es cierto. —Después de asentir un poco teatralmente se revolvió y abrió como pudo su capa separándola del cuerpo. Sentado como estaba, un correaje de cuero que sostenía un guardaplanos lo dejaba muy abultado y ahora libre explicaba la malformación en su atuendo.
—Sala, por favor, ayuda a este tullido a sacar estos documentos. Remo, no he venido de vacío.
Sala no se acostumbraba a la macabra forma en que el propio Tomei bromeaba o hacía comentarios cargados de ironía amarga sobre su patente tara física. Parecía una terapia extrema para que el propio Tomei se convenciese a sí mismo de que asumía su invalidez.
—En estos documentos hay planos que yo sé leer e interpretar. No ha sido fácil conseguirlos. He puesto en peligro la vida de un buen amigo y su familia. Estos planos, Remo, hijo de Reco, podrían conducir a un grupo reducido de hombres al interior de los palacios del rey Tendón de Vestigia, ahora habitados por ese canalla. Se trata de un entramado de alcantarillas y pasadizos secretos ideados bajo la petición de un rey un tanto paranoico con su futuro. Tendón, que comenzaba a sentir reales ciertas amenazas de profetas y brujos que contrataba, visitadores que lo fascinaban con magia premonitoria, quiso construir una salida directa y oculta de sus palacios. Yo fui el arquitecto que tuvo que lidiar con las dificultades de esa obra, camuflada a los ojos de los nobles y demás personalidades, que podían interpretarla como síntoma de enajenación o debilidad por su parte.
Remo se acordó de aquella condición supersticiosa del monarca, y recordó su periplo para matar a Moga el Nigromante y cómo sus hombres afirmaron siempre que Moga había recibido la visita del mismísimo rey Tendón.
—Pagó un sistema de túneles secreto que conducen directamente a sus aposentos privados. Todo se enmascaró como unas reformas que iban a embellecer sus palacios y yo estaba ganando prestigio como arquitecto en la corte, por eso me lo encargaron a mí. —Tomei quedó unos instantes con la vista obnubilada por la contemplación de su pasado en las llamas de la hoguera.
—¿Un pasadizo secreto?
—Te hablo de llevar un grupo reducido de hombres más allá de las murallas de Venteria, ascender por el Primio y plantarse en el corazón de los palacios, en las mismísimas dependencias privadas del rey, sin ser vistos en ninguna de las etapas del camino, siempre que actuemos con sigilo. Insisto en que conseguir estos planos ha sido costoso y he comprometido la seguridad de un aliado importante. Por eso os ruego que no desveléis a nadie la totalidad del plan ni los detalles del mismo. Remo, si deseaba verte a ti precisamente es porque tú eres la persona idónea que debe encaminar esta misión.
Ahora Remo sí que parecía sobrecogido por las revelaciones de Tomei. Hasta se levantó y comenzó a caminar alrededor de la hoguera mientras se rascaba la cabeza.
—Mañana mismo convocaré a los capitanes y hablaré con Rolento Véleron. Esta información modificará nuestros planes. Si sabemos aprovechar esa ventaja, esta guerra podría ser muy fácil de ganar. Descuida, que nadie sabrá por mi boca jamás el contenido de la misión.
Remo parecía seguro al afirmarlo. Sala pensó que se imaginaba a sí mismo penetrando a hurtadillas en los aposentos de Rosellón y cortándole el cuello mientras dormía. Estaba tan sorprendida como ellos por la revelación de los planes de Tomei.
—Remo, te pido mucha discreción, si acaso la misión fracasa debieran ser muy pocos los que conozcan su origen. La vida de mi amigo está en juego.
—¿Cuántos podrían introducirse en el túnel?
—Por el diseño en algunas partes, y los lugares por los que transcurre, se pensó para el traslado poco confortable de un rey asustado y sus escoltas. El suelo de los túneles es muy frágil en algunos puntos, y las tuberías más estrechas no aconsejan más gente de la adecuada, no debieran ir muchos efectivos por él ni yo deseo que muchos conozcan la naturaleza de ese pasadizo.
Remo asintió. Le prestaba ahora a Tomei tanta atención que parecía que no había nadie más junto al fuego.
—Yo no creo que las cosas vayan a ser fáciles aunque dispongamos de ese túnel.
Todos se quedaron en silencio mirando a Sala. Remo, al otro extremo de la hoguera, frunció su ceño como solía hacer cuando agudizaba su atención. Sala se sintió bien con sus ojos verdes ahí pendientes de ella. Ejercían el mismo magnetismo de siempre.
—Usé una flecha envenenada contra Rosellón Corvian. —Sala se detuvo a explicarle a Lorkun los pormenores de su estancia en Venteria y cómo la resistencia se puso en contacto con ella para que realizase la misión—. Os juro que mi proyectil tuvo acierto. Mi flecha entró en su pecho y debió matarlo. Pero algo lo salvó. Ese veneno es carísimo, Remo no tiene antídoto posible. ¿Cómo se salvó? Lo que quiero decir es que si vamos a diseñar un plan para matar a Rosellón gracias a los túneles de Tomei, debemos tener en cuenta que no nos enfrentamos a un enemigo normal.
Tomei fue quien continuó hablando.
—Rosellón es asistido por Bramán Ólcir y estoy seguro de que su curación es producto de su magia. Su juventud, los silachs, ese gigantesco ser del que todo el mundo habla, Lasartes, creo que todo tiene relación con el hechicero. Yo mismo hace muchos años fui beneficiario sin saberlo de sus poderes.
Tomei les contó muy afligido cómo Rosellón compró su alma al salvar a su esposa Miabel de la infección de peste de piedra que la tenía al borde de la muerte.
—Fue gracias a una poción, que años después supe que fue realizada por Bramán, por lo que se salvó Miabel. ¿Qué clase de hechicero logra semejante proeza?
—Asaltaremos el castillo y te aseguro que cuando le haya cortado la cabeza de un tajo, Tomei, ese hombre morirá.
—No va a ser tan fácil, Remo —dijo Lorkun y el aplomo en su voz silenció las demás—. Creo que ha llegado el momento de que yo os cuente mi historia y de que desvele mi propia peripecia. Así además entenderemos mejor la envergadura de la hazaña que nos proponemos abarcar.
Sala sentía mucha curiosidad por saber qué había sido de Nila, a la que recordaba constantemente. Cada vez que le había intentado sonsacar a Lorkun información sobre ella, él había sonreído con un desierto cósmico asolando su pupila y un «cada cosa a su tiempo, Sala» atascando sus labios.