La joya de la corona de Atenas es la Acrópolis (en la fotografía, arriba). Este monumento épico se alza sobre la ciudad, y en la ladera sur de la colina se encuentra un museo fabuloso, espacioso y moderno, que alberga sus mayores tesoros. El paseo entre la Acrópolis y el Museo de la Acrópolis se llena de turistas y familias, mientras que al sur se encuentra Makrygianni, un barrio tranquilo pese a la proximidad del centro.
Lo mejor en un día
Se
recomienda emprender el camino a la Acrópolis lo más temprano
posible para evitar el calor y el bullicio. Tras pasear por el
Partenón (Clicar),
las espléndidas Cariátides (Clicar)
del Erecteión (Clicar)
y el precioso templo de Atenea
Niké (Clicar)
hay que bajar por la falda sur hacia el Odeón de Herodes Ático (Clicar),
la Estoa de Eumenes
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y el Teatro de Dioniso
(Clicar).
Después, nada
mejor que comer algo en el café-restaurante del Museo de la Acrópolis (Clicar)
antes de ver con detenimiento las miles de obras de su colección,
desde pequeñas monedas hasta magníficas esculturas de frontones,
todo dispuesto de forma preciosa en un edificio moderno (con aire
acondicionado). Para descansar un rato, se puede ver la proyección
de la planta superior.
Antes de
cenar se pueden visitar algunas tiendas del barrio, como la joyería
y galería de arte El.Marneri
Galerie (Clicar),
o bien recorrer el paseo
histórico (Clicar)
al son de músicos callejeros. En la zona hay buenos restaurantes,
como el Mani Mani
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el Strofi (Clicar)
o el Dionysos (Clicar).
Luego se puede tomar la última copa en el Duende (Clicar),
el Sfika (Clicar)
o el Tiki Athens
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