SITGES 71 IV SEMANA INTERNACIONAL DE CINE FANTÁSTICO Y DE TERROR 9/15 OCTUBRE 1971

“¿Qué tal va la cuenta?”, me preguntaban amigos y compañeros de redacción. “Sesenta y nueve hasta ahora, cinco en la última sesión”, les contestaba yo.

Naturalmente, se estaban refiriendo a mi body count, o cuenta de cadáveres, que me había propuesto llevar a cabo este año, como el anterior. Una cuenta de cadáveres que estuvo muy animada desde la primera de las sesiones y que arrojó un total de 317 muertos identificados, más un par de masacres tan generalizadas, que resultaba imposible discriminar los occisos.

Tendrán que concordar conmigo en que 317 asesinatos en siete días no está mal, pues sale a un promedio de 45,2 por día. De esos 317, 234 eran hombres, 46 mujeres y 4 niños; además eran eliminados, con más o menos violencia, 2 marcianos, 2 monstruos y 1 bruja, 27 vampiros y ¡hasta un diablo!

Los métodos utilizados para esas eliminaciones reflejaban toda la pericia de unas mentes enfermas (las de los guionistas, claro) puestas a buscar métodos de asesinato, a cual más retorcido. Y, así, pudimos ver toda clase de heridas de arma blanca, muertes por envenenamiento, lluvia de ácido, congelación; por miedo, agotamiento; por defenestración, atropello y terremoto; gentes devoradas por ratas, langostas, vampiros, mutantes...

Vaya, que a estas alturas supongo que se habrán dado cuenta que la Semana de Sitges estuvo colocada bajo el signo de la sangre, ¿no?

En efecto, la tendencia observada en la anterior edición de la Semana, en la que las películas de terror sangriento habían superado considerablemente en número a las fantásticas o de SF, se vio confirmada en ésta. De 24 largometrajes presentados, 14 correspondían al género sangriento, 9 cabía clasificarlos bajo la amplia etiqueta de la fantasía, y sólo uno era de SF.

El festival no llevó consigo una posible serie de manifestaciones paralelas, que serían de gran valor para el incremento de la afición por lo fantástico, y ello es algo que nos duele. Pero los organizadores de la Semana no desean llevar a cabo ningún acto no cinematográfico, y no cabe sino respetar este deseo... u organizar algún acto propio, como fue la idea surgida en el CLA, que por desgracia no se llevó a cabo.

Por ello, además de las proyecciones, la Semana de Sitges sólo comportó la celebración de algunos cócteles a los que se invitaron a los patricios de la villa y a la prensa, especializada o no. ¡Ah!, y la exposición en una sala del Palacio Maricel, de los proyectos presentados al concurso de carteles que organizó la Semana, para elegir el que la iba a anunciar.

Pobre participación, pues, de lo fantástico no cinematográfico. Esperemos que, al ir ganando madurez la Semana, sus organizadores cobren ánimos y la conviertan en el punto de cristalización de toda una serie de manifestaciones de los otros artes fantásticos, como muy bien podría ser.

Pero pasemos ya a la descripción de los films de la Semana.

El día inaugural, el 9 de octubre, sólo había sesión de noche. El ambiente del Cine El Retiro, en el que se realizaron las proyecciones, era de gala. Al apagarse las luces, la inefable voz en “off” nos anunció que la sesión se iniciaba con el corto francés Tenèbres, ya presentado en Trieste.

Es ésta una buena cinta de SF y suspense, en la que con unos elementos mínimos se consigue transmitir al espectador una sensación de angustia: unas ruinas y unos subterráneos, unas sombras, unas figuras vistas por el rabillo del ojo... La trama lograba su objetivo, y el abanico de posibilidades ofrecidas al espectador era tan amplio que cabía dar toda una gama de explicaciones a los interrogantes planteados.

Luego, llegó el plato fuerte de la noche: La ecología del delito de Mario Bava. Se trata de un Bava sangriento, que sin una línea argumental muy definida, emplea los 2.600 metros de cinta en color para describirnos gráficamente —con un continuo despilfarro de sangre— doce crímenes, con un lujo de detalles y primeros planos que dejaron sin aliento a los burgueses suburenses.

Cabe destacar, en esta orgía de sangre, la “caricia” que la mano de un muerto que flota en el agua le da a la íntima y generosamente expuesta anatomía de una bañista; el ahorcamiento de una vieja paralítica que, como está impedida y no puede escapar, su asesino no se preocupa de colgar de lo alto, sino que la deja a pocos palmos del suelo; y, por último, un golpe en la cara propinado a una de las víctimas con una especie de hoz, de un verismo increíble.

  

“Dos pájaros de un tiro” o una de las mejores escenas que Mario Bava nos ofrecía en su ANTEFATTO, escena que era una de tantas en este film sangriento.

Al día siguiente, domingo, hubo sesión matinal retrospectiva, en la que se pasó la película de Jacques Torneur Cat People, un digno film de terror-suspense en el que se juega con el misterio de si una mujer se convierte o no en pantera.

The Abominable Dr. Phibes, el film que iniciaba las proyecciones de la tarde, es una película interesante desde el punto de vista argumental, pues el guionista ha trabajado de lo lindo para ofrecernos las más retorcidas formas de asesinato, siguiendo el orden de las maldiciones bíblicas. El tema es tradicional: el hombre que quiere vengarse de quienes le han causado un mal —en este caso, los cirujanos que no pudieron salvar a su esposa— matándolos uno tras otro. Como ya he dicho, lo interesante son estas ejecuciones, su variedad.

Así, asistimos a muertes por extracción total de la sangre, por congelación, por ser devorado por langostas, por ratas, por lluvia de ácido... y, como florón final, al suicidio del diabólico Dr. Phibes por autoembalsamamiento, para evitar caer en las garras de la justicia.

También resultaba encomiable la ambientación, que tendía a recordar irónicamente a las películas de los años treinta, con sus decorados pretenciosos y sus heroínas-zombi.

  

Vincent Price iba a ganarse una mención especial a la mejor interpretación masculina por su guiñolesco papel como EL ABOMINABLE DOCTOR PHIBES.

La segunda sesión de la tarde del 10 nos iba a ofrecer un melodrama oriental inacabable, que narraba las aventuras y desventuras de una chica de provincia llegada a la capital, Seúl, para colocarse de sirvienta. Ni por los pelos se podía incluir a este film entre las temáticas de la Semana, y sólo los diversos asesinatos (a los que faltaba hasta la “salsa” que los hacía soportables en otras cintas) pudieron ser ofrecidos como argumentación para clasificarlo entre los de terror. Francamente, creo que los organizadores deberían ser un poco más exigentes, y no aceptar cualquier bodrio en el que aparezcan crímenes como “cinta de horror”.

Lo único que podía ser de interés, a los etnólogos y licenciados en ciencias orientales que pudieran hallarse en la sala, era la descripción de las condiciones de vida en la capital extremoriental: ratas pululando por las casas, omnipresencia del soborno, sexualidad desenfrenada. Pero, para mostrarnos esto, se nos podía haber proyectado un simple documental de veinte minutos, y no una inacabable película “de argumento” de hora y media.

Por la noche se programó el corto One of the missing, una buena demostración de lo que debe ser el corto: la exposición, breve y sin divagaciones, de una idea feliz. El tema es: un soldado confederado sale en exploración hacia las líneas nordistas, se mete entre unas ruinas y un cañonazo las hace desplomarse sobre él, con tan mala fortuna que queda atrapado con el fusil apuntándole a la cara. No se atreve a desenterrarse pues el arma (del sistema antiguo de pistón) puede dispararse al mover las piedras que lo aplastan, y no logra recordar si el fusil está cargado o no.

Pasan unos minutos angustiosos y, al fin, logra comprobar que el arma está descargada, pero en ese mismo momento le hace efecto la hemorragia interna, consecuencia de los golpes de las piedras, y muere.

El largo de la noche, Count Yorga Vampire, es la tradicional cinta de vampiros. La primera parte, expositiva, resulta lenta y pesada; pero la segunda, de acción, ya está mejor. Era de destacar, especialmente, un cambio fundamental en la figura del vampiro, que de un ser hierático, pasa a ser dinámico, muy “humano”.

Así, por ejemplo, vemos cómo espera a sus presuntas víctimas tras las puertas, para abalanzarse sobre ellos a la carrera (con los consiguientes sustos y alaridos de las espectadoras, una de las cuales —situada en el asiento de detrás del mío— casi me perfora los tímpanos). Igualmente era espectacular la escena en que una víctima pide ayuda y el vampiro, olvidándose de la dignidad de su profesión, le toma el pelo, gritando en plan de burla “¡auxilio!”.

Por último, cuando llega su fin, este Conde no acepta el golpe de estaca con la resignación estética de los otros transilvanos, sino que se retuerce e intenta desclavársela, evidenciando lo mucho que le disgusta morir.

Una película con una evidente dignidad y con hallazgos realmente interesantes, a los que habríamos de añadir la ya habitual escena de lesbianismo entre dos vampiras, cortada claro, y el final, en que la heroína —que ha sido vampirizada sin que el héroe lo sepa— se abalanza sobre él, dispuesta a chupárselo.

  

El vampiro de COUNT YORGA, VAMPIRE se ha modernizado; vive en Los Angeles, y espera a sus víctimas tras las puertas. Los directores ya no saben qué hacer con sus condes chupadores...

El día 11 comenzó con la cinta inglesa Assault, presentada en la Semana en su versión comercial para las pantallas españolas, lo que equivale a decir que recortada en sus escenas menos aptas para la mentalidad de algunos de nuestros espectadores. Es un film policíaco, sin absolutamente la más mínima relación con los temas de la Semana (una vez más deseamos recomendar un criterio más estricto a los organizadores), que sólo se salvaba por el dinamismo de la trama y la belleza de las protagonistas.

  

ASSAULT fue una de las cintas que nada tenían que ver con la Semana, a menos que se tenga una concepción muy amplia de lo que es el terror fantástico.

En segunda sesión de la tarde (otro error de organización: Jonathan, Las hembras y Lokis, tres de las cintas más interesantes, fueron pasadas en sesiones de tarde, mientras que en las de noche se programaban bodrios como Necrophagus o Simón) pudimos ver la cinta de Hans W. Geissendorfer Jonathan.

Para muchos especialistas, ésta fue la película más interesante de la Semana, por toda una serie de consideraciones. En primer lugar, era la primera obra de este director, y en ella se podía apreciar ya la promesa de un gran profesional. En segundo, la trama presentaba toda una serie de elementos simbólicos que sobrepasaban el marco habitual del film de vampiros.

  

Hans W. Geissendorfer apuntaba unas grandes posibilidades, que esperamos se desarrollen en futuras obras, en JONATHAN, la primera película que dirigía, y que fue el gran hallazgo de la Semana.

En efecto, la lucha antivampírica adquiere aquí un aspecto de enfrentamiento de clases, ya que no es uno, sino toda una congregación de vampiros los que viven en un señorial castillo, alimentándose de los pueblerinos, hasta que estos —dirigidos por la burguesía— se lanzan a la conquista del castillo, liberando a sus hermanos aprisionados en los calabozos-despensa.

Toda, toda la obra está repleta de simbolismos: los sirvientes de los vampiros, ataviados a “lo SS”; el vampiro que ofrece su costado a la muchacha a la que acaba de vampirizar, para que ella también disfrute del placer de beber sangre, en una postura que recuerda ciertas imágenes pías; el extraño rito sexual, con el que los pueblerinos tratan de inhibirse de la amenaza que pesa sobre ellos (¿antecesor de las diversiones alienantes?), la sociedad secreta de los burgueses, que se alía con el campesinado para derrocar a los vampiros-nobles...

Quizá, y esa fue la opinión inicial de un miembro del jurado, esta obra se hubiera merecido el premio de la Semana, pues méritos no le faltaban.

Por la noche vimos el corto Leaving, una obra un tanto extraña, que supongo trataba de reflejar la incomunicación entre los seres humanos, y que realmente logró una incomunicación entre realizador y espectadores.

El largometraje de la noche, Satan’s Skin nos mostró una muy buena fotografía al servicio de un argumento bastante malo: la habitual historia de satanismo, esta vez en la Inglaterra del s. XVII. Una muchacha (uno de los pocos alicientes de la cinta, pues se trataba de la “Playgirl” Linda Hayden) funda un “coven” o grupo de satanistas y se dedica al mal. Pero el noble caballero-agricultor vuelve a tiempo de Londres y utilizando un “arma absoluta” (léase mandoble consagrado) acaba con los satanistas y con el mismo Satanás.

La escena final, la del aniquilamiento del “coven”, resultaba especialmente ridícula, pues el director nos ofrecía la visión de un diablo que más tenía de muñeco de peluche, ensartado y levantado en alto por el “gentleman”... algo tan infantil que haría reír a cualquier buscador de brujas que se preciase.

  

LA PIEL DE SATÁN nos ofreció la increíble visión de una “super arma” anti-demonios: un colosal mandoble, empleado con gran efecto por el noble-campesino...

Por la mañana del día 12 se ofreció otra de las sesiones retrospectivas, con el pase del film Body Snatcher, realmente buena, en la que brillan las actuaciones de Boris Karloff y Bela Lugosi. El relato nos cuenta las vicisitudes de un médico del pasado siglo, que para realizar estudios anatómicos se ve obligado a recurrir a un ladrón de cadáveres, que le hace luego chantaje.

Robert Wise, el excelente director de la cinta, logra momentos de terror sin recurrir —como es costumbre hoy en día— a escenas sangrientas, y es de antología la escena en que vemos a una muchacha ciega hundirse, cantando, en las tinieblas de un callejón, seguida del asesino... y luego, oímos interrumpirse bruscamente su canción.

Igualmente cabe destacar el uso de los animales, como un gato que reacciona ante una pelea que nosotros sólo vemos como sombras contra una pared, o un caballo que da un susto al espectador —por su repentina aparición— que no era logrado por los diablos de peluche o las máscaras de cartón.

En resumen, una buena cinta que debería ser vista por muchos de los actuales realizadores, para que aprendieran cómo lograr una atmósfera opresiva, sin caer en el ridículo.

La primera sesión de la tarde correspondió a la proyección de Mission Mars, la única película de SF de la Semana. Como juicio general de la misma, debo decir que, si la única representación que le cabía al género era ésta, más valdría haber dejado el apartado SF desierto.

Película de escasos medios, llevada por un director sin grandes recursos y escrita por un guionista de mínimo ingenio, ocasionó que algunos aficionados a la SF, que habían estado soportando —a regañadientes— la sucesión de films sangrientos, cesaran desesperados de asistir al festival.

Con la habitual falta de los más elementales conocimientos científicos al día: ¡el espacio está lleno de meteoritos y en Marte hay una atmósfera casi respirable!, los escasos medios hacen que además el maquetaje sea infame; y así pudimos ver artefactos marcianos que eran enormes bolas de papel de estaño y un interior de una astronave que parecía obra de los técnicos de TVE, tal era su pobreza de detalles. Igualmente, se empleaban a lo largo de la obra trozos de documentales de lanzamientos de naves que no se parecían en nada a las luego representadas en maqueta...

Por favor, señores organizadores del festival: la SF ya sufre bastante en las pantallas comerciales, en las que sólo son programados con esta etiqueta bodrios como Mission Mars; si no les es posible traernos algo mejor (¡y lo hay!), no nos traigan nada. Gracias.

  

Para ser la única representante del cine de SF, MISSION MARS dejó en muy pobre lugar a este género. Francamente, más hubiera valido haber declarado desierto este apartado.

La segunda proyección de la tarde fue concretando el clima de aburrimiento e indignación, que iba a tener su culminación esa misma noche. En ella, se pasó el film Las amantes del diablo, obra española, digno representante de ese mal cine español que tanto ha contribuido a apartar a los públicos de nuestras producciones.

Película mala, que caía en los más gastados lugares comunes: el sirviente oriental, mudo y perverso; el noble degenerado, riquísimo y mujeriego; el castillo tenebroso... y que intentaba hacer alarde de un exhibicionismo “a la española” a base de mucho biquini y apariciones del famoso Jaime de Mora.

Lo único que al que suscribe le gustó fue Teresa Gimpera que —aunque en esta cinta no lograba pasar de una mediocre interpretación— tiene, a mi entender, una “vis” que, bien aprovechada por un buen director, podría llevarla a ser la Barbara Steel española.

  

LAS AMANTES DEL DIABLO fue uno de los ejemplos claros de lo que no debe ser el cine de terror español, si queremos que sea considerado en el extranjero.

Por la noche, otro momento sobresaliente, entre la general pésima calidad del día, fue el ofrecido por el corto Scarabus, sensacional mezcla de dibujos animados con fotos fijas de un personaje, repetido hasta el infinito. El argumento de la obra ha sido explicado ya en la sección dedicada a I Festival de Trieste, por ello, me limitaré a decir aquí que el gag final —de los mundos dentro de otros, siendo el supermundo un huevo frito— convierten a este film en antológico dentro del género de humor fantástico.

En cambio, Legendes et Chateaux, el segundo corto de la noche, pasó sin pena ni gloria, pues se trataba de una buena idea, mal llevada a la pantalla. Contaba, a pesar de todo, con el aliciente de una fotografía excelente.

¡Y por fin llegó el largometraje de la noche! Alguien había dicho, antes de entrar en la sala, que todo lo que tiene una “ph” (como la de Raphael) le daba mala espina, pero —a pesar del mal gusto de la cinta española de la tarde— nos dispusimos a ver Necrophagus con el mismo espíritu abierto que el resto de las películas de la Semana.

Les aseguro que, a pesar de que soy un completista y me precio de no faltar ni a una de las sesiones de Sitges, desearía no haber asistido a ésta. Necrophagus es mala, muy mala... pero esto tiene una posibilidad de perdón, pues no es (por desgracia) el único film muy malo que rueda por esos mundos. Pero lo que resulta imperdonable es que no se tenga respeto al público que la haya de ver.

Me explicaré: el director de la cinta, Michael Skaife, intenta hacer cine simbólico —tres mujeres de negro sobre la nieve, avanzando acompasadas— que cae constantemente en el ridículo; intenta mover ágilmente la cámara, y la deja durante varios segundos apuntando al suelo. Pero donde supera lo permisible es cuando nos muestra al “monstruo”, para cuya caracterización ha usado, simplemente, una careta de cartón de las utilizadas por los cabezudos de las procesiones de feria.

Eso no se puede permitir, pues es no respetar a un público que ha asistido a una proyección porque (es de suponer) le agradan este tipo de cintas. Podría hasta perdonársele al Sr. Skaife los errores que comete a todo lo largo de la cinta, como poner una Espasa en sitio bien visible, cuando se supone que la escena transcurre en la Gran Bretaña, y hasta (aunque ya sea perdonar) que nos presente unos policías británicos armados de metralletas, cuando el “bobbie” ha tenido siempre a gala el ir desarmado, y necesita una especial autorización del Juez para llevar una simple pistola... Pero lo que no se le puede perdonar es la tomadura de pelo del monstruo.

Monstruo que —según dice la película— lleva meses bajo tierra, y que sin embargo sale muy correctamente ataviado (¿qué tejido tan bueno es ese, que resiste todo ese tiempo sin deteriorarse?), que —también según la película— se ha convertido en una masa informe “ni animal, ni vegetal, ni mineral”, y que, no obstante, tiene una figura muy humana, a excepción de la careta de cartón, y de unas manos igualmente ridículas...

Aún ahora, días después de haber pasado por el mal rato de ver ese ínfimo producto de la industria fílmica de nuestro país, se me retuerce el estómago al recordarlo; por ello, podrán imaginarse lo que pensé cuando le concedieron el premio. Aunque eso es algo que contaré luego, pues ahora prefiero seguir con la narración de lo que se vio en la IV Semana.

  

NECROPHAGUS o el monstruo de cartón. Una decisión increíble concedió a esta “terrorífica” cinta la medalla de oro. Nunca un ex aequo fue tan poco aequo.

El día 13 fue, al contrario del anterior, y por poco afortunado que les pueda parecer su número a algunos, un buen día, pues empezó en su primera sesión de tarde con la excelente película alemana Las Hembras, que nos narra la extraña historia de un pueblo alemán en el que las hembras han llegado a una filosofía parecida a la de las Mantis Religiosas, esos insectos cuya hembra de la especie se come al macho mientras están apareándose.

En la cinta, una especie de sociedad secreta femenina se dedica a eliminar a los hombres, después de haberles “extraído todo el jugo” como amantes.

Cabe destacar el excelente trabajo de los intérpretes, especialmente el comisario, la muy bien dosificada carga erótica y una fotografía excepcional. Resulta magistral la escena en que un par de propagandistas del Womens Lib, grupo liberacionista femenino, llega al pueblo y se convierte en el hazmerreír de las matronas del mismo, que superan —con mucho— los simples deseos de igualdad con el hombre de las propagandistas.

¡Lástima que la cinta se pasase a primera hora de la tarde! Merecía el honor de una sesión de noche... y, caso extraño, debió ser precedida por alguna fama, ya que en su proyección fue en la única ocasión que una primera sesión de tarde registró un lleno.

  

Las mortíferas hembras de DIE WEIBCHEN llenaron el cine en la poco concurrida primera sesión de tarde. ¿Quién dijo que al español no le gusta el cine? Será el que puede ver a este lado de los Pirineos, donde hay demasiadas ocasiones para bostezos.

Escalofrío diabólico, otra película española, nos iba a bajar de las nubes a las que nos había subido la cinta alemana. Para empezar, una de las primeras cosas que veíamos en la cinta era el castillo (¿sería propiedad de algún estudio?) que ya habíamos visto en Las amantes del diablo (y si no me equivoco, también en La noche de Walpurguis, que en esos días se proyectaba en cines de Barcelona), luego toda una serie de similitudes, sólo que aquí el criado no es chino, y la heroína es Paty Shepard, que actúa tan mal como Teresa Gimpera, pero que, además, carece de la fría facies que tan adecuada hace a ésta para los films de terror.

Por lo demás, lo usual: actores que parecen malos aficionados, inconsistencias de guión como es ver a un médico que usa pistola, y —sobre todo— un héroe que, tras muchos meses de encierro, sometido a la acción de drogas que lo están volviendo loco, en unos segundos, tras su liberación, vuelve a ser capaz de actuar... de una manera que ya les gustaría a muchos atletas muy en forma.

Tras este punto negro, el día acabó bien, con la proyección nocturna que se inició con el corto Le bombardon, muy bueno, que nos muestra cómo un hombre encuentra un trombón mágico que cada vez que lo toca le da la impresión de estar con una hermosa muchacha.

  

Lo único que logró ESCALOFRÍO DIABÓLICO fue que nos estremeciésemos al pensar en el celuloide malgastado... y en ese castillo caído a menos, siempre el mismo, refugio de “espantos” cinematográficos “a la española”.

Y, luego, el largometraje ruso Vii, que nos iba a reconciliar a los asistentes a las anteriores ediciones de la Semana con el cine soviético. Basada en un relato de Gogol, la película nos narra cómo un joven seminarista es obligado a pasar tres noches en una capilla, velando al cadáver de una bruja a la que él mismo ha matado, la cual se alza cada noche para tratar de vengarse.

La actuación de todos los intérpretes resulta excelente, el trucaje es impecable y el fino humor que corre a todo lo largo de la cinta sirve para acentuar ms su magnífico ambiente.

Si el cine fantástico ruso es esto y no los Aelitas o Andrómedas, que por muchos años siga llegando al festival de Sitges.

  

Con VII nos reconciliamos totalmente con el cine fantástico soviético. Como esta sí que nos gustaría ver participaciones de la URSS en cada Semana. ¡VII sí, ANDRÓMEDA no!

En la mañana del penúltimo día fue proyectada otra cinta retrospectiva, I Walked with a Zombie, pero como los organizadores de la Semana sólo lo dijeron a un par de conocidos, no nos enteramos (como casi todos, porque al cine únicamente fueron siete personas), y por ello no puedo comentar esta famosa cinta de Jacques Torneur, que tanto me hubiera gustado ver.

A primera hora de la tarde se proyectó la película representante de Hong-Kong: Thirty Six Killers, que iba a constituir el punto culminante de mi cuenta de cadáveres, pues en ella pude identificar 82.

Hecha en ese estilo fantástico medio ballet-medio cuento de hadas, al que nos han acostumbrado los realizadores del extremo oriente, la película era lo que podríamos llamar un “spaghetti-samurai”, realmente divertida una vez uno había entrado en el extraño mundo que nos ofrecía.

  

El “spaghetti-samurai” que representó a Hong Kong no alcanzaba la calidad de las participaciones orientales de otras Semanas, pero nos divirtió, y ese es ya un gran tanto a favor de una película que no ha sido realizada pensando en el público occidental.

En segunda sesión de tarde (otro de los errores de programación), se pasó Lokis, la cinta polaca que iba a llevarse muy merecidamente el premio (y no como su ex aequo Necrophagus) de la Semana. Basada en un relato de Merimée, narra la historia de un joven noble que vive atormentado por la idea de que va a transformarse en oso, pues cree que su madre lo concibió tras ser violada por uno de estos animales.

Desde luego, este film era el más completo de los presentados y, si bien alguno otro, como Jonathan, nos pudo agradar más por ciertos aspectos, no cabe duda de que Lokis era lo mejor que, cinematográficamente hablando, se vio en la Semana.

  

LOKIS fue, con mucho, la mejor de las cintas que concurrieron a la Semana, y se mereció absolutamente el premio Medalla de Oro. Lo que no se merecía es que se la igualase al bodrio hispano del monstruo de cartón.

Tras la proyección del film polaco, se pasó la cinta francesa Le seuil du vide, que había llegado en el último momento y no se pudo pasar en programación normal. La obra nos cuenta cómo una joven se ve envuelta en un intento mágico por robarle su cuerpo, a través de una misteriosa habitación en la que reina el vacío, y cómo acaba convertida en una vieja.

  

LE SEUIL DU VIDE llegó a la Semana por los pelos. No programada en principio, fue pasada a una extraña hora para no defraudar a su director, que había estado haciendo lo imposible para tenerla a tiempo en Sitges.

Los cortometrajes de aquella noche fueron La pierre qui flotte, que debo confesar no entendí de qué trataba, pero cuya parte central estaba dedicada a una pelea de gallos, y Toilette pour un bal, un chiste (ver el argumento en la filmografía de Trieste) al que le sobraban diez de los doce minutos que duraba.

El largometraje fue Simón, rey de los brujos, cinta mediocre sobre un moderno brujo, que trata de abrirse camino en la sofisticada sociedad de California. Película que tenía poco interés, como no fuera el ver de vez en cuando una extensión bastante grande de la anatomía de las muchachas usadas en los ritos mágicos.

  

Esperábamos más de SIMON, KING OF THE WITCHES, quizá porque los fotogramas de esta cinta prometían mucho, que luego no se cumplió en la proyección.

El último día comenzó con una sesión matinal retrospectiva en la que se pasaron varios cortos del gran realizador español Segundo de Chomón, creador de imágenes tan fantásticas como las de Méliès, pero que —injustamente— no tiene ni una mínima parte del renombre de este.

En esa misma sesión se proyectó la epopeya en dos partes, de Fritz Lang, Los Nibelungos, que relata la saga germana de Sigfrido, con una riqueza de medios que nos maravilla aún hoy en día, en que estamos acostumbrados a las películas-río, de gran espectáculo.

En la primera de las sesiones de la tarde estaba programada la película alemana Die Tote aus der Themse otra de las obras que no sabemos con qué extraño criterio fueron incluidas en la Semana, puesto que se trataba de una cinta policíaca, que ni con un gran vuelo de la imaginación se puede incluir en el apartado de terror.

  

LA MUERTA DEL TÁMESIS fue otra de las cintas que no debieran haber sido seleccionadas: policíaca, no tenía nada que ver con los temas de la Semana.

En la segunda vimos otra de las cintas españolas: Jack, el destripador de Londres que, en contra de lo que su poco acertado título (¿hubo otro destripador que el de Londres?) parecía indicar, fue la mejor de las presentadas por nuestro país.

Película comercial, juega con la afición por el terror que se ha despertado entre los públicos cinematográficos, y da —lo que ya es mucho, vistas sus connacionales— un trabajo honestamente profesional, que entretiene.

Cabe señalar la labor de Paul Naschy, que lleva camino de convertirse en un especialista del cine de terror hispano. Y, en el lado negativo (y desearía que el director, José Madrid, tomase esto más que como crítica destructiva como advertencia de fallos que esperamos ver corregidos en sus próximas películas) es destacable la mala impresión que dan los efectos especiales, que nos sustituyen el primer plano de una suave piel femenina por otro de lo que parece ser un peludo cerdo (¡ojo, no querríamos que matasen realmente a las protagonistas, pero si que buscasen un mejor sistema de trucaje!).

Igualmente reprobable es la actuación de algunas de las componentes femeninas del reparto que (sin duda educadas en colegios muy decorosos) no saben dar el papel de mujeres de vida alegre que les correspondía interpretar, ya que complementan sus cortas vestimentas con un recato muy “televisivo”, que las envuelve como un sudario y da rigidez a sus interpretaciones.

Sin embargo, vuelvo a repetir que me pareció la mejor de las obras participantes por España, y creo que indica el camino por el que se podría llegar a un digno cine de terror nacional.

  

La cinta española más digna fue, sin duda, JACK, EL DESTRIPADOR DE LONDRES. Algunos fallos, sin embargo, a corregir: el título, los efectos especiales... y la poco convincente interpretación de las destripadas de turno.

En la sesión de noche, de clausura, se volvieron a pasar los cortos de Segundo de Chomón, así como tres cortos del Canadá dedicados a la lucha contra el vicio de fumar: Ashes of Doom, fantasía en que una fumadora en cadena es mordida por un vampiro que se retira tosiendo, pues en el interior de ella no hay sino humo; Suicida, corto de dibujos animados en que se comenta que la mejor manera de suicidarse es fumar, y Cough Dance, el mejor logrado de todos, en el que una pareja de danzarines hacen el ridículo por sus estrepitosas toses, a causa del tabaco. ¡Una inmejorable trilogía... que no creemos, por desgracia, que hiciese abandonar el vicio a ninguno de los espectadores!

Otros dos cortos proyectados en la larga sesión de clausura fueron Libertad, una aventura montada a base de fotos fijas de los carteles publicitarios de films de terror, sexy, fantásticos, de aventuras, etc. y Solo, del español Ramón Monfá, que realmente aún ahora me estoy preguntando lo que debía de querer decir.

Y, finalmente, como cierre de la IV Semana, fue proyectado el largometraje británico Creatures the World Forgot, cinta de gran espectáculo que narra las aventuras de una tribu de homínidos prehistóricos que, cosa habitual en los films “prehistóricos”, son mucho más perfectos y bien plantados que la mayor parte de sus —supuestamente— evolucionados descendientes, los hombres de hoy en día.

Película que sería muy comercial en los cines del país, pero que no creemos llegue a recorrerlos, dado que la indumentaria de los “prehistóricos” es puramente decorativa, y nuestros ojos parecen no estar aún preparados a tales visiones.

  

Muy bellos los prehistóricos y prehistóricas de CREATURES THE WORLD FORGOT. Si la evolución nos ha dado las gentes que vemos a nuestro alrededor, como descendencia de esos cavernarios, francamente, nos quedamos con el producto original.

Durante esta sesión final, se comunicó a la asistencia el fallo del jurado, constituido por Tomás García de la Puerta, Rafael Capilla y Juan José Porto, españoles; la conocida escritora de temas fantásticos Ornella Volta, italiana; y Peter Besas, norteamericano.

Los premios concedidos fueron: mención especial a la mejor intérprete femenina a Yun Yeo Jong, por su papel en Fire Woman; ídem masculino a Vincent Price, por su papel en El abominable Dr. Phibes; ídem a los mejores efectos especiales a La ecología del delito; y una mención especial al actor y guionista español Paul Naschy por el conjunto de su labor en pro del cine español.

  

El dramón oriental por excelencia se llamó en Sitges FIRE WOMAN... y, no obstante, los “expertos” del jurado opinaron que Jim Yeo Jong, la protagonista de la cinta, era la mejor intérprete femenina entre las concurrentes.

Las medallas de la casa Agfa-Gevaert, concedidas por el mismo jurado, fueron: la de plata (para director de cortometraje) a Anthony Scott por One of the Missing; y la de oro (para director de largometraje) a Janusz Majewski por Lokis, ex aequo con Michael Skaife por Necrophagus.

¿Debo decir que al oír esto último la sala estalló en una tremenda pitada? Les aseguro que yo no me quedé corto... y sólo lamenté no tener una sirena de mano de las utilizadas en los buques.

Desde luego el jurado le hizo un flaco favor a la Semana, pues me imagino el descrédito que será para ésta el que corra por esos mundos una película tan mala como Necrophagus con la etiqueta “Medalla de Oro de Sitges”. Y lo cierto es que no veo qué motivos cinematográficos pudieron llevar al jurado a igualar a ese esperpento con la excelente cinta polaca.

Quizá influyera la mayoría española en el jurado (desde luego, sé positivamente que los dos jurados extranjeros estaban indignados por el fallo) y algunas coincidencias entre miembros del reparto de dicha película y personas que pululaban por las oficinas de la Semana, no sé.

Lo que si sé es que la Organización de la V Semana deberá ser más cuidadosa respecto a las personas que elige para jurados, y evitar mayorías nacionales, influenciables por criterios no cinematográficos.

Mal punto final para una IV Semana que, por lo demás, nos había parecido dar un paso cualitativo sobre las anteriores, aunque también debamos lamentar la casi exclusiva dedicación, comentada al principio, al culto a la sangre.

LUIS VIGIL

SITGES - Largometrajes

THE ABOMINABLE DR. PHIBES

(El abominable Dr. Phibes). American International. ESTADOS UNIDOS, 1971.

D: Robert Fuest. G: James Whiten y William Goldstein. F: Norman Warwick. M: Basil Kirchin. Efectos especiales: George Blackwell. I: Vincent Price, Joseph Cotten, Hugh Griffith, Terry Thomas, Virginia North.

LAS AMANTES DEL DIABLO

Lacy International Films y Prodimex Films. ESPAÑA e ITALIA, 1970.

D: John Lacy. G: Michael Skaife y José Luis Navarro. F: Emmanuele di Cola. M: Carlo Savina y Mariano Girolani. I: Espartaco Santoni, Krista Nell, Teresa Gimpera, Thomas Moore, Carla Conti, Verónica Lujan.

ANTEFATTO

(La ecología del delito). Nuova Linea Cinematografica. ITALIA, 1970.

D y G: Mario Bava. M: Stelvio Copriani. I: Claudine Auger, Claudio Volonta, Ana Maria Rosati.

ASSAULT

(Pánico en el bosque). Rank Organization. GRAN BRETAÑA, 1970.

D: Sidney Hayers. G: John Kruse, basado en la novela The Ravine de Kendal Young. F: Kem Hodges. M: Eric Rogers. I: Suzy Kendall, Frank Finlay, Freddie Jones, Tony Beckley, Lesley-Anne Down.

BODY SNATCHER

(El ladrón de cadáveres). RKO Radio Pictures. ESTADOS UNIDOS, 1945.

D. Robert Wise. G: Philip MacDonald y Carlos Keith, basado en la novela del mismo título de Robert Louis Stevenson. F: Robert de Grasse. M: Roy Webb. I: Boris Karloff, Bela Lugosi, Henry Daniell, Edith Atwater, Russell Wade, Rita Corday.

CAT PEOPLE

(Hombres-gato). RKO Radio Pictures. ESTADOS UNIDOS, 1942.

D: Jacques Tourneur. G: DeWitt Bodeen. F: Nicholas Musuraca. M: Roy Webb. I: Simone Simon, Kent Smith, Tom Conway, Jane Randolph, Jack Holt.

COUNT YORGA VAMPIRE

(El conde Yorga, vampiro). American International. ESTADOS UNIDOS, 1970.

D: Bob Kelljan. G: Tony de Zarraga. F: Arch Archambault. M: William Marx. Efectos especiales: James Tanenbaum. I: Robert Quarry, Roger Perry, Michael Murphy, Michael Macready, Donna Anders, Judith Lang.

CREATURES THE WORLD FORGOT

(Criaturas que el mundo olvidó). Columbia Films. GRAN BRETAÑA, 1970.

D: Don Chaffey. G: Michael Carreras. F: Ernie Robinson y Vicent Cox. M: John Streeter. Efectos especiales: Byd Pearson. Decorados: Roy Taylor. I: Julie Ege, Brian O’Shaughnessy, Tony Bonner, Robert John, Marcia Fox, Rosalie Crutchley.

ESCALOFRÍO DIABÓLICO

ABC Cinematográfica. ESPAÑA, 1971.

D: George Martin. G: Daniel Ceballos y George Martin. F: Alfonso Nieva. M: José Espeitia. I: George Martin, Patty Sheppard, Vidal Molina, Cris Huerta, Silvana Sandoval, Marta Monterrey.

FIRE WOMAN

(La mujer de fuego). Woo Jin Films Ltd. COREA DEL SUR, 1970.

D y G: Kim Key Yong. F: Jung Ill-Sung. M: Han Sang-Ky. I: Nam Koong Won, Jun Ke-IIyun, Yun Yeo Jong, Choi Moo-Rvong.

I WALKED WITH A ZOMBIE

(Caminé con un zombi). RKO Radio Pictures. ESTADOS UNIDOS, 1943.

D: Jacques Torneur. G: Curt Siodmak, basada en su novela del mismo título. F: J. Roy Hunt. M: Roy Webb. I: James Ellison, Frances Dee, Tom Conway, Edith Barrett, Christine Gordon.

JACK, EL DESTRIPADOR DE LONDRES

Cine Films e International Apollo. ESPAÑA e ITALIA, 1971.

D: José Luis Madrid. G: José Luis Madrid, J. Molina y Sandro Continenza. F: Diego Ubeda. M: Piero Piccioni. Efectos especiales: Antonio Molina. I: Paul Naschy, Patricia Loran, Rensso Mariñano, Andrés Resino, Orquídea de Santis, Franco Borelli, Irene Mir, Victor Iregua, Carmen Roger, Paloma Moreno.

JONATHAN

Iduna Film. REPÚBLICA FEDERAL ALEMANA, 1969.

D y G: Hans W. Geissendorfer. F: Robby Müller. M: Roland Kovac. I: Jurgen Jungm Ilse Künkele, Paul Albert Krumm, Ilertha von Walter Hans-Dieter Jendreyko, Oskar von Schwab, Eleanore Schminke, Ilona Grubel, Ulrike Luderer, Thomas Astan. Esta película ha recibido el Gran Premio de Bergamo 1970 y el «Preis der 15» en la Bernilale de 1970.

LOKIS

Films Polski. POLONIA, 1970.

D y G: Janusz Majewski, basado en el relato de Próspero Merimée F: Stefan Matyjaszkiewicz. M: Wojciech Kilar. Efectos especiales: T. Wybult, M. Putowski, A. Borecki, A. Kuchnia. I: Jozef Duriasz, Malgorzata Braunek, Edmund Fetting, Gustaw Lutkiewicz, Zofia Mrozowska, Hanna Stankowna.

MISSION MARS

(Misión Marte). Everett Rosenthal Red Ram Production/Tigon Pictures GRAN BRETAÑA, 1969.

D: Nick Webster. G: Aubrey Wisberg. M: Orquesta The Forum Quorum. I: Daren McGavin, Nick Adams, Heather Hewitt, George Devries.

NECROPHAGUS

Films Internacionales. ESPAÑA, 1971.

D y G: Michael Skaife. F: Alfonso Nieva. M: Alfonso Santisteban. Efectos especiales; Medina. I: Bill Curran, Yocasta Grey, Frank Braña, Marisa Shiero, Victor Israel, Beatriz Lacy, Catherine Ellison, Titania Clement, Dany Green.

DER NIBELUNGEN

(Los Nibelungos) UFA, ALEMANIA, 1924.

Está divida en dos partes: I: Siegfrieds Tod (El anillo de los Nibelungos) y II: Kriemhilds Rache (La venganza de Crimilda).

D: Fritz Lang. G: Thea von Harbou y Fritz Lang, a partir de la saga germana. F: Carl Hoffman, Günther Rittau y Walter Ruttmann. Decorados de Otto Hunte, Erich Kettelhut y Karl Vollbrecht basados en cuadros de Arnold Böcklin. I: Paul Richter, Margaret Schön, Hanna Ralph, Bernhard Goetzke, Theodor Loos, Hans Adalbert von Schelettow, Georg John, Gertrude Arnold, Rudolf Klein-Rogge.

SATAN’S SKIN

(La piel de Satán). Tigon Pictures. GRAN BRETAÑA, 1971.

D: Piere Haggard. G: Robert Wynne. F: Dick Bush. M: Marc Wilkinsen. Efectos especiales: Arnold Chapkis. I: Patrick Wymark, Linda Hayden, Barry Andrews, Michele Dotrice, James Hayter.

LE SEUIL DU VIDE

(El umbral del vacío). Neyrac Films. FRANCIA, 1971.

D: Jean François Davy. G: André Rucllan. F: Dominique Bravant. M: Jack Arel. 1: Dominique Erlanger, Pierre Vaneck, Jean Servais, Catherine Rieh, Michael Lemoine, Odette Duc, Ivon Lee.

SIMON, KING OF THE WITCHES

(Simón, Rey de las brujas). The Fanfare Corporation. ESTADOS UNIDOS, 1970.

D: Bruce Kessler. G: Robert Phippeny. F: David Butler. Efectos especiales: Roger George. I: Andrew Prine, Brenda Scott, George Paulsin, Norman Burton, Gerald York. Michael C. Ford.

THIRTY SIX KILLERS

(Treinta y seis asesinos). Jia Cherng Motion Picture Co. HONG KONG, 1971.

D. Chyau Juang. F: Chen Ching Chueh. I: Chiu Tin-Kwok, Law Cheng, Sun Ho-Chuen, Yam Mo-Kee, Kuen Ba, Siu Ba-Wong.

DIE TOTE AUS DER THEMSE

(La muerta del Támesis). Rialto Film. REPÚBLICA FEDERAL ALEMANA, 1971.

D: Harald Philipp. G: G. O. Gregor y H. Philipp. F: Karl Löb. M: Peter Thomas. I: Uschi Glas, Hangjörg Felmy, Werner Peters, Harry Riebauer, Petro Schürmann.

VII

(Vii, el rey de los fantasmas). Mosfilm. URSS, 1967.

D: K. Erchov y G. Kropachov. G: A. Ptuschko, G. Kropachov y K. Erchov, sobre la novela del mismo título de Nicolai Gogol. F: F. Provorov y V. Pichalnicov. M: J. Kachaturian. Efectos especiales: B. Travkin. Trucaje: A. Ptushko. I: L. Kuravliev, N. Varlisi, A. Glasipin, N. Kutusov, N. Sajarchenko, P. Vekliapov, V. Salnikov.

DIE WEIBCHEN

(Las hembras). Roxi Film, Capitole y Copro-Films. REPÚBLICA FEDERAL ALEMANA, FRANCIA e ITALIA, 1970.

D: Zbynek Brynych. G: Ernst Flügel. F: Charly Steninberger. M: Peter Thomas. Efectos especiales: Franz Achter. I: Uschi Glas, Irina Demick, Françoise Fabian, Pascale Petit, Anne-Marie Küster, Judy Winter, Tanja Gruber, Alain Noury, Giorgio Ardisson, Klaus Dahlen.