SESIÓN DECIMOSEGUNDA

17 de abril de 1937 a las 10 de la mañana.

GOLDMAN: Quisiera hacer una declaración para que conste en actas, si los miembros de la Comisión me lo permiten: «En la sesión de la tarde del 16 de abril, es decir, ayer, el comisionado Beals me preguntó…».

STOLBERG: ¿Esa es la declaración de Trotsky?

GOLDMAN: Es la declaración de Trotsky lo que estoy leyendo:

… si conocía personalmente a Borodin1. Mi respuesta fue negativa. En realidad, lo conocí sólo a través de su actividad en China. El Sr. Beals me preguntó si yo no había enviado a Borodin en 1919 a México con la misión de fomentar la revolución. Completamente sorprendido por esta pregunta que, me parece, no tiene el menor fundamento, ni siquiera en la calumnia estalinista oficial, cuya verificación es una de las tareas de la Comisión, a su vez le pregunté al Sr. Beals cuál era la fuente de su información, y si se ha publicado o no. El Sr. Beals respondió que provenía de Borodin, sin mencionar a las personas a quienes Borodin les dio la información aludida. Entonces, le repliqué que le aconsejaba que le dijera al informante que era un mentiroso. Fue después de eso que me di cuenta de que el informante era el propio Sr. Borodin. Esta información, naturalmente, no cambia nada en mi respuesta. El informante del Sr. Beals es un mentiroso. La falsedad que ha utilizado tiene un propósito definido: comprometer mi situación en México. Deseo ansiosamente de repetir por escrito con la precisión necesaria: 1. Nunca había tenido relaciones personales con Borodin; 2. Yo lo conocía sólo a través de sus actividades en China; 3. Lo he atacado abiertamente como el hombre más perjudicial en la Revolución China (ver mis escritos sobre China). Nunca me he preocupado de las cuestiones de la política mexicana, y nunca he enviado a nadie a México. Yo no sé siquiera si alguien fue realmente enviado a México en 1919 y si era Borodin. En ese momento, yo estaba totalmente absorbido por la Guerra Civil. Después de haber dado gran importancia a la cuestión y su propósito obvio, que no es el de investigar las acusaciones de Moscú, sino el de arrojar sobre mí nuevas sospechas a través de otros medios, ante la opinión pública mexicana, solicito inmediatamente a la Comisión que aclare el tema de la fuente de información del comisionado Beals. Si ha recibido esta información directamente de Borodin, entonces, ¿dónde y cuándo ocurrió? Si recibió esta información a través de una tercera persona, ¿por medio de quién y cuándo? Espero que mediando una investigación sobre estas cuestiones, que involucran el honor personal del Sr. Beals, se descubrirá una nueva amalgama, creada con el fin de impedirme revelar los crímenes judiciales en Moscú.

Si el propio Sr. Beals no está involucrado consciente y directamente en esta nueva intriga, y espero que no lo esté, debe apresurarse a presentar todas las explicaciones necesarias a fin de permitir que la Comisión descubra la verdadera fuente de la intriga.

TROTSKY: Podemos hacer copias para la prensa inmediatamente.

DEWEY: Con referencia a la declaración del Sr. Trotsky que se acaba de leer, simplemente quiero decir que la Comisión, en sesión privada, se manifestó formalmente consciente de lo inapropiado de la pregunta del Sr. Beals. Después de leer una carta que recibimos por parte del Sr. Beals, espero que el Sr. Trotsky comprenda las dificultades de la Comisión para investigar al Sr. Beals, tal y como el Sr. Trotsky nos ha pedido muy apropiadamente. La carta dice así:

México, DF 17 de abril de 1937 Dr. John Dewey

Presidente de la Comisión de Investigación sobre los Cargos contra León

Trotsky

Coyoacán, D.F.

Estimado Dr. DEWEY:

Sírvase aceptar mi renuncia irrevocable a la Comisión. Doy este paso en función del mejor interés del Sr. Trotsky, de la Comisión y de mí mismo. El importante propósito, entre otros, para el cual me convertí en un miembro de la Comisión, a saber: dar al Sr. Trotsky la oportunidad que todo acusado debe tener de presentar su defensa ante el mundo se ha cumplido en la medida de lo posible con los planes actuales. Lamentablemente, no creo que el trabajo de la Comisión sea una investigación verdaderamente seria de los cargos. Por esta y otras razones, no resultaría fructífero, ahora que las sesiones se han completado, continuar participando en la labor de la Comisión.

Atentamente,

Carleton Beals.

Quiero hacer, en nombre de la Comisión, una breve declaración. Manifestando el pesar de la Comisión Preliminar por la renuncia del Sr. Beals, quiero decir que se le han dado al Sr. Beals todas las oportunidades para hacer preguntas. Lamentamos particularmente que él no esté aquí esta mañana para continuar su interrogatorio personal.

Deseo reiterar la declaración formulada en la sesión de apertura, que la Comisión debe ser juzgada por la forma en que realiza sus audiencias y por el registro público. Lamentamos que el Sr. Beals haya prejuzgado el caso, no sólo antes de que la Comisión en pleno hubiera comenzado sus investigaciones, sino incluso antes de que la Comisión Preliminar hubiera concluido sus indagatorias. La declaración del Sr. Beals de que las sesiones se han terminado es un error evidente.

Deseo hacer hincapié en el hecho de que estas audiencias son preliminares, y que la investigación será continuada por la Comisión en pleno. El registro será público y, esta Subcomisión con gusto apelará a la opinión pública, que decidirá si la investigación de las acusaciones formuladas contra el Sr. Trotsky es justa, seria y completa.

Por cierto, quiero señalar que se ha entendido desde el principio que cada miembro de la Comisión tiene derecho a presentar un informe independiente o en minoría a la Comisión en pleno.

GOLDMAN: En nombre del Sr. Trotsky y mío, me gustaría señalar que, por supuesto, estamos aún mucho más interesados en tener como miembros de la Comisión a personas absolutamente imparciales, pero que no estén de acuerdo con el punto de vista del Sr. Trotsky; estamos más que ansiosos. Éste es el tipo de personas que queremos en la Comisión. Por supuesto, no podríamos querer que la Comisión esté formada por gente que es amiga de los acusadores de Moscú y que acepte las acusaciones como verdaderas. Pero, por nuestra parte, podemos decir que serían perfectamente bienvenidos la actitud o los desacuerdos políticos del Sr. Beals con Trotsky. En lo que respecta a la Comisión, no tenemos nada que ver con su composición. Aquí se puede investigar e interrogar al Sr. Trotsky, a fin de tratar de analizar minuciosamente su testimonio. Estarán la Comisión plena y las subcomisiones de otros países para continuar con dicho interrogatorio. No sólo debemos extender esta invitación al Sr. Beals, sino que ampliamos esta invitación a todo aquel que crea en las acusaciones monstruosas de Moscú.

DEWEY: Todo lo que tengo para decir sobre la declaración del Sr. Goldman es que ya hemos pedido, y consta en actas, a un número muy considerable de representantes oficiales del Partido Comunista, tanto de los Estados Unidos como de México, que estén presentes y participen plenamente en el interrogatorio del Sr. Trotsky.

Todo el mundo ha entendido, por supuesto, que el Sr. Goldman ha hecho la declaración que acaba de leer por su propia cuenta.

GOLDMAN: Y por cuenta del Sr. Trotsky.

DEWEY: Y por cuenta del Sr. Trotsky. Es su declaración, no la nuestra. Para que conste en actas, quiero decir que tan pronto como sea posible se enviarán copias a la prensa de la renuncia del Sr. Beals y mi breve declaración. Quiero leer para que conste en actas una carta recién recibida:

Partido Socialista de los Estados Unidos de América

549 Randolph Street

Chicago. Illinois.

13 de abril de 1937

John Dewey, Presidente de la Comisión, Avenida Amberes 65

Ciudad de México, México.

Estimado Dr. Dewey:

En nombre del Partido Socialista de los Estados Unidos de América, deseo expresarle nuestros más sinceros deseos de éxito en la búsqueda de la verdad en esta importante investigación que en este momento están llevando a cabo bajo sus auspicios.

El Partido Socialista ha apoyado la labor del Comité Norteamericano para la Defensa de León Trotsky y está muy ansioso de que el trabajo de esta Comisión saque a la luz la información necesaria que nos permita a nosotros y a todas las otras fuerzas de la clase obrera llegar a una conclusión justa.

En nombre del partido, aplaudimos sus esfuerzos y esperamos que se lleven a término con éxito.

Fraternalmente,

Firmado: Roy E. Burt

Secretario Ejecutivo.

Frank N. Trager.

DEWEY: Tengo algunas preguntas para formularle al Sr. Trotsky. En relación con la sección primera de estas preguntas, quisiera ofrecer, para que conste en actas, el folleto de M.J. Olgin[411], titulado: El trotskismo, la contrarrevolución disfrazada[412]. Lo presento para que conste en actas la base de las preguntas que quiero hacerle.

FINERTY: Sr. Presidente, antes de hacerlo, ¿me permite hacer una corrección en el acta? Ayer, al interrogar al Sr. Trotsky, declaré que Sokolnikov fue uno de los dos que no había pedido clemencia, como fundamento para una pregunta al Sr. Trotsky. Me di cuenta de que me equivoqué. Los dos que no pidieron clemencia fueron Radek y Pyatakov. Pyatakov fue fusilado y Radek no. Sobre esa base, las deducciones que surgen de mis preguntas pierden fuerza.

DEWEY: Una respuesta completa a mis preguntas ocupará una buena cantidad de tiempo. Para ahorrar tiempo, le sugiero que, ya que usted no puede, literalmente, limitar sus respuestas a «sí» o «no», que las haga lo más breves posible, y que luego presente material documental a la Comisión en apoyo a sus respuestas. ¿Le parece satisfactorio, Sr. Trotsky?

TROTSKY: Sí.

DEWEY: Entre 1923 y 1927, ¿no es cierto que usted tuvo plena oportunidad de presentar a la organización del Partido sus ideas sobre las políticas que consideraba adecuadas?

TROTSKY: No, no es cierto. Es falso. Voy a demostrar eso con muchos documentos.

DEWEY: Usted se ha referido antes al hecho de que una de las condiciones de ingreso en el Partido Bolchevique era la aceptación de las normas y reglamentos disciplinarios. ¿Puede declarar sobre la naturaleza de esas normativas?

TROTSKY: Plena libertad en la discusión y disciplina en la ejecución de las decisiones. Esa es la regla.

DEWEY: ¿A qué se comprometía usted al acordar someterse a los reglamentos disciplinarios?

TROTSKY: ¿Sí?

DEWEY: ¿A qué lo comprometía? ¿Qué implicaba con respecto a sus acciones su aceptación de los reglamentos disciplinarios?

TROTSKY: Mis acciones no se dirigieron nunca contra las decisiones del Comité Central del Partido.

DEWEY: Mi pregunta no ha sido muy clara. Quiero saber más específicamente la naturaleza de estas normas disciplinarias para controlar su acción o la acción de cualquier miembro del Partido Bolchevique, debido a su pertenencia a él. ¿Se comprometió usted, esto es sólo un ejemplo, se comprometió usted en un rumbo opuesto a las decisiones del Partido?

TROTSKY: Sólo puedo reiterar que critiqué las decisiones, o una serie de decisiones, antes de que fueran tomadas por el Partido, que las critiqué en el Comité Central después de haber sido aceptadas por la mayoría, pero nunca actué prácticamente en contra de tales decisiones, y eso es lo que yo considero disciplina partidaria.

DEWEY: ¿Estas normas y reglamentos sobre la disciplina del Partido estaban formulados definitivamente?

TROTSKY: En el sentido que le indiqué: libertad de discusión antes de la decisión, disciplina práctica en la ejecución después de la decisión. Es la norma principal de la disciplina.

DEWEY: Ahora, quisiera preguntarle si usted, si la elaboración y distribución de documentos mecanografiados, mimeografiados, etc., ¿no eran una violación de los reglamentos disciplinarios del Partido?

TROTSKY: No, porque la prohibición de la discusión sobre cuestiones tan importantes era una violación de los estatutos del Partido, que aseguraban a los miembros del Partido la libertad de discusión. Nuestra acción fue una protesta legítima en contra de esta violación bonapartista de los estatutos del Partido.

DEWEY: Es decir, Sr. Trotsky, ¿usted acusa a la otra parte de violar el reglamento disciplinario del Partido?

TROTSKY: Absolutamente. Por medio de un golpe de Estado en el Partido.

FINERTY: En relación con eso, ¿puedo hacer una pregunta? El derecho a la crítica, ¿se extendía al derecho a criticar tanto antes como después de que fuera tomada una decisión, siempre y cuando uno se ajustara a la decisión?

TROTSKY: Sí, porque el Comité Central no es el organismo supremo. Hay un Congreso partidario. Cada miembro del Partido puede apelar entonces al Congreso partidario, por estos canales y con documentos escritos.

FINERTY: ¿Y mientras tanto debe ajustarse a las decisiones del Comité Central?

TROTSKY: Totalmente correcto.

DEWEY: Quisiera hacer una pregunta similar sobre las siete banderas, creo que era ese número, que fueron llevadas por miembros de la Oposición de Izquierda en el desfile o manifestación, en noviembre de 1927; la supuesta insurrección o intento de insurrección. ¿Eso fue una violación de los reglamentos disciplinarios del Partido?

TROTSKY: No. Deberá disculparme. En la declaración, yo mencioné siete pancartas, pero me doy cuenta de que sólo eran cinco. Encontramos los textos de ellas, y los presentamos a la Comisión. Sólo eran cinco. No contradecían en absoluto las normas de conducta del Partido. Como he mencionado, los participantes teníamos la posibilidad, todas las organizaciones del Partido, los trabajadores y los miembros, de participar con sus propias pancartas.

DEWEY: Una pregunta o dos más sobre eso. Supongamos que la situación hubiera sido a la inversa, ¿su grupo no intentaría expulsar del Partido a las personas y grupos que utilizaran la táctica que usted utilizó?

TROTSKY: ¿Sabe qué es lo primero que haría? Trataría de expulsar del Partido a toda esa gente desmoralizada como Vyshinsky, Yagoda y otros que son los enemigos de la clase trabajadora y que hoy están trabajando sólo por sus intereses materiales personales. No a las personas con opiniones distintas a las mías. Eso es diferente. Por mi parte, yo no los expulsaría. Convocaría a una conferencia de trabajadores: «Ustedes pueden elegir entre la gente honesta y la deshonesta que hay en el Partido». Me refiero a los trabajadores de las fábricas, sin ambiciones de carrera. Estoy seguro de que harían una buena elección.

GOLDMAN: Sr. Trotsky, si no me equivoco, el Dr. Dewey se refiere a la época de 1926, no al momento actual.

TROTSKY: ¿Es así?

DEWEY: Sí.

TROTSKY: Disculpe. Estoy seguro de que sería imposible para nosotros excluir a personas con consignas similares. Depende de la consigna. Si dicen «¡Viva el capitalismo! ¡Abajo el socialismo!», les diríamos «tienen que irse del Partido, porque este es un partido socialista». Pero nuestras consignas eran «¡Viva el socialismo! ¡Viva la democracia obrera! ¡Larga vida a las enseñanzas de Lenin!». En ese sentido, yo digo que no. ¿Cuáles son las consignas de mis adversarios? ¿Cuáles eran los cargos en ese momento?

FINERTY: Dr. Dewey, creo que sería de utilidad, si tuviéramos las cinco consignas, si nos dice cuáles eran los textos de las cinco consignas.

DEWEY: Entiendo que nos presentarán los textos de las consignas.

TROTSKY: Los están traduciendo, y se pueden presentar de inmediato.

DEWEY: Tal vez usted nos los pueda decir de forma oral.

GOLDMAN: ¿Me permitirían formular una pregunta un poco en el sentido de la del Dr. Dewey, pero un poco diferente? Supongamos, Sr. Trotsky, que en el período 1925-1927, la Oposición de Izquierda hubiera sido mayoría. ¿La Oposición de Izquierda habría expulsado a la fracción de Stalin a causa de sus ideas?

TROTSKY: No.

FINERTY: ¿Los habrían expulsado si hubieran mostrado carteles similares que dieran a entender que usted había traicionado al socialismo, que había traicionado el Estado socialista, etcétera?

TROTSKY: Eso puede explicarse por el hecho de que la burocracia temía al eco de estas consignas, yo no. No hubiéramos podido tener ese temor, porque las consignas estaban dirigidas contra la burocracia en interés de las masas. ¿Puedo leerlas? Son muy cortas: 1. «¡Que se cumpla el testamento[413] de Lenin!»; 2. «¡Dirijamos el fuego contra la derecha —contra el Nepman, el kulak y el burócrata!»; 3. «¡Por una democracia obrera genuina!»; 4. «¡Contra el oportunismo, contra las rupturas! —¡Por la unidad del Partido de Lenin!»; 5. «¡Por el Comité Central de Lenin!».

DEWEY: Entendí que estos carteles fueron incautados. ¿Le entendí que usted dijo que se incautaron estos carteles?

TROTSKY: Sí.

DEWEY: Se me ha olvidado si le pregunté si las personas que los llevaban fueron arrestadas.

TROTSKY: Sí, muchos de ellos fueron detenidos.

FINERTY: Veamos su segunda consigna, su segunda pancarta, «¡Fuego contra la derecha —Contra el Nepman, el kulak y el burócrata!». ¿Cree usted que los burócratas pueden haberla interpretado como una amenaza de terrorismo individual?

TROTSKY: No, era una cita del discurso de Stalin en el último Congreso. Él dijo: «Fuego contra la izquierda,» en contra nuestro. Hubo…

FINERTY: Dicho de otra forma, ¿su segunda pancarta parafraseaba un discurso de Stalin?

TROTSKY: Sí.

GOLDMAN: ¿Usted quiere decir, Sr. Trotsky, que la GPU estaba en contra de cumplir el testamento de Lenin?

TROTSKY: Opino que sí, porque ocultaban el testamento, a pesar de la insistencia de la viuda de Lenin en publicarlo. Ellos no lo publicaron.

DEWEY: Usted ha negado haber actuado en contra de las normas disciplinarias del Partido. Si fuera cierto que usted y su grupo actuaron en contra de las normas disciplinarias, ¿hay alguna lógica en la afirmación de que fue simplemente el primer paso que condujo a actos más graves de deslealtad? Esto es una hipótesis.

TROTSKY: No, Dr. Dewey. Porque incluso en el Partido Bolchevique, con su disciplina tan severa, Lenin primero hacía hincapié en que la esencia es más importante que la forma, que las ideas son más importantes que la disciplina, que si se trata de una cuestión de importancia fundamental podemos romper los compromisos de disciplina sin traicionar nuestras ideas.

STOLBERG: Sr. Trotsky, en este sentido. Estoy un tanto confundido al respecto, ¿pero acaso Zinoviev y Kamenev, en 1917, no escribieron un artículo en un periódico menchevique, un periódico de oposición, afirmando que estaban en contra de la insurrección? Esa fue una cuestión muy importante en ese momento, ¿no?

TROTSKY: Sí.

STOLBERG: Y entonces Lenin los reprendió.

TROTSKY: Sí, les dijo traidores.

STOLBERG: Se consideró que se trataba de una violación de la disciplina, sin embargo, ellos honestamente no creían que la insurrección fuera aconsejable. ¿No es un poco una situación análoga?

TROTSKY: Fue una cuestión importante en la historia del Partido. Todo dependía de eso. En ese momento tan candente, Lenin propuso expulsarlos. Nosotros, la mayoría, nos negamos a que Lenin los expulsara. Y así fue que, dos días después de la insurrección, él estuvo muy satisfecho con nuestra decisión.

DEWEY: Deseo hacerle algunas preguntas más sobre las diferentes fases de la lucha del Partido. En la página 193 de la Plataforma de Oposición, que figura en la página 193 de La verdadera situación en Rusia, traducida al inglés, encuentro lo siguiente: «Una división en nuestro partido, la formación de dos partidos, significaría un enorme peligro para la revolución. Nosotros, la Oposición, condenamos sin reserva alguna todo intento de crear un segundo partido». En la página 194 «Vamos a luchar con toda nuestra fuerza en contra de la formación de dos partidos…».

No voy a interrogarlo sobre esto, pero quiero preguntarle si usted cambió de opinión sobre ese punto posteriormente.

TROTSKY: Nuestra expulsión creó un embrión de dos partidos, por la división que provocó la burocracia. Esa es la primera respuesta. La segunda RESPUESTA: a pesar de eso, intentábamos considerarnos como una fracción del Partido, no como un segundo partido. Sólo en 1933 cambiamos de parecer: que es imposible reformar el viejo Partido, que es necesario crear uno nuevo.

DEWEY: En la página 267 de La revolución traicionada, traducida al inglés, encuentro lo siguiente, que está relacionado con las críticas a algunas declaraciones de Stalin: «En realidad, las clases son heterogéneas, desgarradas por antagonismos interiores, y sólo llegan a sus fines comunes por la lucha de las tendencias, de los grupos y de los partidos[414]».

TROTSKY: ¿Qué página?

DEWEY: En la página 267.

TROTSKY: Sí.

DEWEY: Entonces, cuando usted escribió eso, ¿se había convencido de la necesidad de diferentes partidos?

TROTSKY: El desarrollo del proletariado ruso consistió en la lucha entre tres partidos, los mencheviques, los socialrevolucionarios y los bolcheviques. Los bolcheviques ganaron la abrumadora mayoría durante la Guerra Civil y, a pesar de eso, nosotros permitíamos la existencia de otros partidos. Cuando comenzó la Guerra Civil, cuando los elementos más decisivos de los mencheviques y los socialrevolucionarios participaron en la Guerra Civil del otro lado de las barricadas, los prohibimos. Fue una medida militar, no como algo permanente.

FINERTY: ¿Puedo preguntar, en este sentido, si hay algo en la Constitución del Estado soviético, la Unión Soviética, si hay algo en la Constitución de la Unión Soviética que prohíba la existencia de más de un partido?

TROTSKY: No. Pero sí lo hay en la nueva Constitución.

FINERTY: ¿Es decir, antes en la Constitución de la Unión Soviética, tal como se organizó originalmente?

TROTSKY: Originalmente, sí.

FINERTY: ¿Era posible que hubiera más de uno?

TROTSKY: Teníamos cuatro partidos, o cinco. Uno de ellos eran los anarquistas.

FINERTY: ¿La nueva Constitución prohíbe más de un partido?

TROTSKY: Sí.

FINERTY: ¿Directamente?

TROTSKY: Sí, directamente.

STOLBERG: ¿Usted quiere decir que los otros partidos tenían derecho a participar en los soviets?

TROTSKY: Sí.

STOLBERG: Lo tenían, ¿pero no tenían derecho a participar en el gobierno, en la administración?

TROTSKY: Los que eran del ala izquierda. Naturalmente, el gobierno debe ser, más o menos, un organismo homogéneo. Pero tuvimos, desde la victoria hasta julio de 1918, una coalición con cinco o seis socialrevolucionarios.

STOLBERG: ¿Y en julio usted consideró que fue un error?

TROTSKY: Hubo una insurrección militar, una verdadera insurrección militar con armas de fuego, se apoderaron de oficinas del gobierno, y bombardearon el Kremlin con cañones. Fue en julio, contra la paz de Brest-Litovsk. Mataron al embajador de Alemania, Mirbach[415].

STOLBERG: ¿Usted quiere decir que lo hicieron los socialrevolucionarios?

TROTSKY: Sí, fueron detenidos todos los miembros de la izquierda[416] que estaban en el gobierno, junto con el organizador.

STOLBERG: Las actividades insurreccionales de julio de los socialrevolucionarios de izquierda ocurrieron pocos meses después de que usted los expulsara del gobierno. ¿Fueron expulsados en marzo?

TROTSKY: Fue siete u ocho meses después de la creación del gobierno soviético.

STOLBERG: Quiero decir, su gobierno de coalición comenzó en noviembre. Usted tenía dos miembros de los socialrevolucionarios en el Consejo de Comisarios del Pueblo, ¿no es cierto?

TROTSKY: No eran dos. Creo que seis o siete, incluso.

STOLBERG: Estos miembros renunciaron, o fueron expulsados, en marzo. ¿No se quedaron en su coalición hasta julio?

TROTSKY: No fue en marzo, fue más tarde, creo. No estoy del todo seguro ahora.

STOLBERG: Adonde quiero llegar es… si acaso la insurrección de parte de ellos… que alegaban que dado que no les permitirían seguir funcionando dentro del gobierno después de haber sido removidos, tuvieron que recurrir a métodos insurreccionales. ¿Hubo…?

TROTSKY: Tuvieron un periódico hasta el momento de la insurrección. Tuvieron reuniones después de su renuncia del Gobierno.

STOLBERG: ¿Ustedes no forzaron su renuncia?

TROTSKY: No.

STOLBERG: ¿Renunciaron por su propia cuenta?

TROTSKY: Sí, absolutamente.

DEWEY: En la misma página, 267, encuentro la siguiente declaración: «No se encuentra en todo el curso de la historia política un ejemplo de un solo partido correspondiente a una clase». ¿Esta declaración no está en contradicción total con la idea de una dictadura de partido único?

TROTSKY: Sí, en una situación normal, es una contradicción total. Nunca hemos dicho, Sr. Presidente, que el partido único como expresión absoluta de la clase es una situación normal. Contestamos a los críticos: «Estamos en una guerra civil, no es una medida de la democracia, sino una medida de la guerra civil». Fue nuestra honesta respuesta.

DEWEY: Cuando el Partido, no sólo usted, sino el Partido, utilizaba la expresión «dictadura del proletariado», ¿qué se incluye en el término «proletariado»? ¿Es el proletariado en el sentido más estricto de la palabra?

TROTSKY: No. Nuestra concepción es que, por la abolición de la propiedad privada, el proletariado, como la vanguardia de las masas trabajadoras, se convierte, naturalmente, en la clase dirigente de toda la nación, excluyendo a los explotadores conscientes, los especuladores, etc. La pequeñoburguesía sólo puede beneficiarse del gobierno del proletariado. En este sentido, por primera vez, el proletariado se ganó la confianza de los campesinos y la pequeñoburguesía y pudo establecer su dictadura proletaria.

DEWEY: Usted fue acusado de oponerse a Lenin al querer excluir a la pequeñoburguesía, al campesinado y a los intelectuales de ser parte de la dictadura, del Partido, y de la dictadura del proletariado. ¿Esa declaración es correcta?

TROTSKY: Es pura invención, una entre otras más.

LAFOLLETE: Muchas más.

TROTSKY: Muchas más. Lo demostré con citas de escritos, espero que con absoluta corrección.

DEWEY: ¿Y afirmó usted que después de haberse completado las primeras etapas de la revolución en colaboración con la pequeñoburguesía, los campesinos y los intelectuales, el proletariado entraría en conflicto con las grandes masas de campesinos y de la pequeñoburguesía?

TROTSKY: Sí, esa era mi opinión personal. Es parte de la tradición marxista, especialmente en relación con Rusia. Lenin repitió eso cientos de veces: «Podemos llevar a cabo con los campesinos, con todos los campesinos, la revolución democrática, pero cuando intentemos establecer el socialismo, vamos a tener a la mayoría, o a gran parte de los campesinos en contra nuestro». Creo que Stalin le dio a esa profecía, en la práctica, la expresión más terrible durante la colectivización. Bajo su dirección, la colectivización se realizó con el exterminio de millones de campesinos.

DEWEY: A usted se le ha acusado del deseo de acelerar, de apresurar la colectivización de los elementos agrarios por medio de la fuerza.

TROTSKY: ¿Por medio de qué?

DEWEY: De la fuerza.

TROTSKY: Eso es contrario a la verdad, Dr. Dewey. Lo cierto es lo opuesto. He atacado a Stalin por sus políticas de violencia en la colectivización de los campesinos.

DEWEY: Muchos de los acusados en los Juicios de Moscú afirmaron en sus confesiones que no tenían programa político alguno. Quiero decir, en estos últimos años. Que simplemente deseaban obtener el poder. No voy a preguntarle qué piensa de eso. Se le acusa a usted y a la Oposición de Izquierda, los llamados trotskistas, de que durante la Revolución se desarrollaron en ustedes naturalmente la actitud y los hábitos de la revolución y que, por tanto, psicológica y moralmente, no pueden evitar seguir rebelándose, si me permite decirlo así, en contra de cualquier gobierno en el poder. De todas maneras, no le voy a preguntar sobre eso. Sin embargo, eso nos lleva a la acusación de que desde los primeros años, su trabajo y el de su fracción, han sido puramente destructivos, que no ha participado en la labor constructiva, ni muestra para nada un deseo de participar en una labor constructiva.

TROTSKY: El Partido consideró que la creación del Ejército Rojo fue un trabajo constructivo. En 1920, cuando los ferrocarriles estaban totalmente destruidos, Lenin me pidió que aceptara un segundo ministerio, el Comisariado del Pueblo para los Ferrocarriles. Dada de su insistencia, acepté. Puedo presentar a la Comisión las expresiones más favorables de Lenin durante el Congreso del Partido sobre mi actividad como jefe del transporte. Esa es una evidencia. Lenin me pidió crear una Comisión, ser presidente de la Comisión. Trabajé en esa función por algún tiempo, no sin éxito. Cuando nuestro suministro de carbón se volvió insostenible, Lenin me pidió que fuera a la cuenca del Don como presidente de la Comisión. Trabajé durante algún tiempo en la cuenca del Don. Lenin declaró: «Después de la actividad del camarada Trotsky, la situación en la cuenca del Don mejoró», Dnieprostroy[417]… Si le interesa, puedo citar más.

LAFOLLETE: Adelante, es importante.

TROTSKY: Yo introduje el primer plan quinquenal en la economía ferroviaria. Lenin declaró que era el ejemplo más brillante de liderazgo. Fue su propia expresión. Dzerzhinsky[418], que fue mi sucesor como jefe de los ferrocarriles, declaró que el plan quinquenal de Trotsky en los ferrocarriles, que fue en 1920-1921, fue una lección para nosotros. Y así sucesivamente.

FINERTY: Sr. Trotsky, ¿existió un plan oficial para los ferrocarriles, hay un registro de ello?

TROTSKY: El plan fue el N° 1042. Se hizo muy famoso. Había carteles, fotos y demás, del Plan N° 1042.

FINERTY: ¿Tiene usted una copia de dicho plan disponible en sus archivos?

TROTSKY: Fue el plan para el restablecimiento de las locomotoras, los vagones y las carreteras, durante cinco años, con propuestas para cada mes y cada línea. Fue elaborado en la conferencia con los ingenieros.

FINERTY: ¿Existe un informe oficial sobre el plan y su ejecución?

TROTSKY: Sí, en el Congreso de los Soviets y el Congreso del Partido hay citas de Lenin y Dzerzhinsky. Voy a presentar todas estas cosas.

FINERTY: ¿Va a presentar a la Comisión estos informes?

TROTSKY: Voy a presentar mi nuevo libro. Es un libro viejo. Pero ahora aparece en Nueva York. Es polémico, y se titula La escuela estalinista de la falsificación. Estos documentos se encuentran en este libro y aparecerá en los próximos días, las próximas semanas, espero. Se indican todas las fuentes.

DEWEY: ¿Esto está contenido en la bibliografía que presentó?

TROTSKY: Sí.

DEWEY: Entonces constará en el acta.

TROTSKY: No lo sé.

DEWEY: No es necesario anotar eso de nuevo en el acta.

TROTSKY: Este libro ha estado publicado en ruso por mucho tiempo. Ahora aparece en inglés.

DEWEY: En la XIII Conferencia del Partido, en 1924…

TROTSKY: ¿Perdón?

DEWEY: En el XIII Congreso del Partido…

TROTSKY: En 1926, el Decimotercero.

DEWEY: Bueno, es el decimotercero, de todos modos.

TROTSKY: El Decimotercero fue en 1925[419].

DEWEY: Usted sabe la fecha mejor que yo. Se aprobó una resolución que exigía que se reclutaran militantes nuevos entre los trabajadores industriales. Supongo que eso significa gente que realmente trabaje, ¿no?

TROTSKY: Sí.

DEWEY: En el folleto publicado más tarde, cuya traducción al inglés es El nuevo curso[420], ¿usted no critica directa o indirectamente esta resolución?

TROTSKY: No la resolución en sí misma, sino su tendencia y su ejecución. Había, creo, en un momento hubo una tendencia a eliminar a los obreros revolucionarios del Partido y a atraer al Partido a los trabajadores disciplinados de antaño, los trabajadores que a menudo eran muy religiosos y dóciles hacia los antiguos patrones. Ellos se convirtieron en el mejor apoyo de la burocracia; una alteración totalmente social en el Partido.

GOLDMAN: Un cambio social. DEWEY: Ahora vamos a hacer un breve receso.

* * *

DEWEY: Voy a pedirle al Comisionado Stolberg que formule las preguntas que quiera.

STOLBERG: Sr. Trotsky, ¿por qué guardó silencio sobre los juicios a los mencheviques?

TROTSKY: Debo reconocer que me tomé los juicios en serio. Fue un gran error. Yo estaba en Prinkipo en 1931, absolutamente aislado de cualquier medio político. En ese momento, no tenía ilusiones sobre la justicia de la Unión Soviética, pero por otro lado sabía que los mencheviques de derecha como Maisky[421], actual embajador en Londres; Vyshinsky, fiscal; o como Troyanovsky, embajador en los Estados Unidos, participaron en la Guerra Civil luchando en contra nuestra. Admití que era posible que hubiera una conspiración tal como la que luego se descubrió. No estudié el juicio en ese momento. Yo estaba muy ocupado con mi historia de la Revolución de Octubre, y admití que el juicio había sido más o menos correcto. Fue un gran error de mi parte.

STOLBERG: Sr. Trotsky, ¿no desautorizó usted en un momento una declaración de Max Eastman sobre la existencia del testamento de Lenin?

TROTSKY: Sí.

STOLBERG: ¿Por qué?

TROTSKY: En ese momento no se trataba de negarlo, sino de desautorizar su acción de publicarlo.

STOLBERG: ¿Usted negó la existencia de un testamento?

TROTSKY: Sí, no es un testamento oficial. Es una carta al Partido. A pesar de que todos los que están familiarizados con el mismo lo llaman testamento, en un sentido jurídico un testamento es otra cosa. Hitler puede hacer un testamento para su partido, señalando su sucesor. Lenin no creía que pudiese hacer eso, en tanto y en cuanto no sentía que él fuese el jefe permanente del Partido. En ese sentido, eran simplemente consejos. Pero la carta… todos nos familiarizamos con ella como si fuese un testamento.

STOLBERG: ¿Negó usted la posibilidad de que existiera el documento?

TROTSKY: No negaba que existiera la carta de Lenin, pero negaba que existiera un documento al que oficialmente se haga mención como testamento. Fue únicamente en ese sentido que lo negué.

Eastman publicó este documento sin consultarme a mí y al resto[422], y al hacer esto se agudizó terriblemente la lucha interna en la Unión Soviética, en el Politburó, lo que significó el principio de la escisión. Nosotros tratábamos de evitar dicha escisión. La mayoría del Politburó me pidió —me exigió— que tomara una posición frente a esto. Era un documento muy diplomático el que firmé en ese momento, con el contenido de que no se trataba de un testamento y que afirmaba que nunca había tenido ninguna relación con Eastman en ese entonces. Eastman, debo aclarar, es mi amigo pero no es un miembro de nuestra organización, no es un militante disciplinado del Partido. Se podría decir que es alguien que actúa por su propia cuenta. Es su derecho, pero es mi derecho como miembro disciplinado de la organización desautorizarlo cuando es necesario.

STOLBERG: Sr. Trotsky, no creo que en el acta quede claro si usted negó o no la existencia de dicho documento, ya sea que lo llame testamento o carta.

TROTSKY: Admito que mi negación tenía un carácter diplomático, que me fue impuesta por la situación interna del Partido. Si usted me pregunta, señor Comisionado, si fue la declaración más precisa que he hecho en mi vida, le respondería que no. No era la verdad genuina. Tengo que reconocer que se trataba de un documento ambiguo. Me lo impusieron. Soy un hombre político. Me lo impuso la situación. No era una mentira, pero no era toda la verdad.

STOLBERG: En otras palabras, ¿usted hizo eso desde el punto de vista de la disciplina partidaria?

TROTSKY: Sí.

STOLBERG: Ahora bien, en perspectiva, ¿cree usted (sólo quiero su opinión) que retrasó demasiado, desde su punto de vista, la organización de la Oposición de Izquierda y fue ése uno de sus errores? ¿Que no fue tan bueno como diplomático?

TROTSKY: Estoy dispuesto a discutir este problema, pero me temo que será muy difícil hablar de ello aquí. ¿Cómo detener una división tan profunda? Significaba provocar una ruptura definitiva. La burocracia en ese momento vacilaba. Todo el mundo tenía miedo de la posibilidad, en caso de que hubiera división en el Partido, de que se desatara de inmediato una guerra civil. Nuestro programa no era lo suficientemente claro para las masas. Mantuve una postura prudente, y cuando pienso en la situación de conjunto creo que actué correctamente, ya que no podría haber triunfado, incluso mediante la política más valiente y riesgosa. No podría haber triunfado debido a la situación internacional, habiendo derrotas tras derrotas del proletariado en varios países.

STOLBERG: La próxima pregunta no la tengo formulada con mucha claridad en mi propia cabeza. Este es el quid de la cuestión: en sus acusaciones a los dirigentes alemanes de la II Internacional, y a los dirigentes de la II Internacional en general, hay un tono casi de acusación personal. Ahora bien, la II Internacional en Europa occidental fue, claro está, la expresión de las condiciones sociales. Quiero decir, que no se trataba sólo de una deficiencia personal de parte de los dirigentes, sino que se expresaban en cierto modo las tendencias generales del movimiento obrero, así como también, de toda la estructura económica de Alemania; podríamos decir, de la estabilización misma del capitalismo. En este sentido, ¿cree usted que se puede culpar a la III Internacional, teniendo en cuenta la situación tanto en el extranjero como en Rusia? No sé si mi pregunta es clara.

TROTSKY: Sí, me parece que lo entiendo. Creo que es una apreciación fatalista. Naturalmente, todo es causado por factores objetivos. Nada cae del cielo. Y toda problemática histórica tiene dos respuestas.

STOLBERG: ¿Dos caras?

TROTSKY: Diré dos respuestas. Un lado trata de empujar hacia un lado, y el otro trata de empujar hacia el otro. Cuando usted dice que los dirigentes de la socialdemocracia con su política representaban una necesidad histórica, le respondo: yo, con mis críticas, también soy parte de una necesidad histórica.

FINERTY: ¿Puedo hacer una pregunta, Dr. Dewey? Sr. Trotsky, usted acaba de afirmar, en relación con el artículo sobre el testamento de Lenin, que en su declaración sobre ese testamento, usted fue ambiguo por razones políticas dado que, después de todo, está inmerso en la vida política. Entonces surgirá inevitablemente la PREGUNTA: ¿en qué medida la situación actual puede requerirle que falte a la verdad?

TROTSKY: Puedo afirmar que nunca en mi vida estuve interesado en ir en contra de la verdad. Si se quiere, para decirlo simplemente, en mentir. Creo que en nuestra sociedad, que es muy contradictoria, que sus normas convencionales de conducta en la familia, la sociedad o en las corporaciones. De vez en cuando, todo el mundo está obligado a no decir la verdad. Yo lo hice a veces. Creo que la cuestión sólo puede resolverse comparando la verdad con las mentiras que me vi obligado a decir. Creo que en el balance, mis verdades pesan más que las mentiras. Así es como me parece, en las cuestiones más importantes, las cuestiones decisivas, de las cuales dependen las acciones de muchas personas, de amigos, de su destino; me parece que nunca he cometido tales crímenes.

FINERTY: Usted concederá, Sr. Trotsky, que la Comisión tendrá el derecho de juzgar, entre otras cosas…

TROTSKY: Absolutamente.

FINERTY:… juzgar sobre la posibilidad de que la necesidad política pueda afectar sus declaraciones.

TROTSKY: Caballeros, esa es la justificación de la Comisión. La Comisión no me considera un ángel. La Comisión debe verificar el testimonio de mi lado. Sólo puedo alegrarme de que esto sea posible, de que ustedes lo verifiquen.

DEWEY: Quiero hacerle algunas preguntas sobre la cuestión de la revolución internacional. Con el propósito de hacer las siguientes preguntas, daremos por supuesta la posición general revolucionaria. ¿Acaso no se ha demostrado falsa por el curso de los acontecimientos la idea de la revolución internacional?

TROTSKY: No creo, señor Presidente, que se haya demostrado falsa. Por el contrario, la situación en España y en Francia, las relaciones internacionales entre las naciones y el peligro de guerra —es el peligro de la destrucción de nuestra cultura, de toda la civilización—, me parece que demuestran que la revolución socialista es inevitable y saludable para la humanidad.

DEWEY: Bueno, ampliando entonces mi primera pregunta, quiero preguntarle si el proletariado de los diferentes países piensa lo suficientemente de manera internacionalista como para reafirmar su tesis. Incluso los acontecimientos demuestran que, en su conjunto, más que internacionalmente piensan desde una perspectiva nacional.

TROTSKY: No opino que el proletariado pueda elevarse, en el marco del sistema capitalista, a un nivel socialista internacional muy alto. Por eso condenamos el terrorismo, porque no da la posibilidad de educar al proletariado en ese sentido. Hoy en día, por su destrucción, su decadencia y en su podredumbre, el capitalismo empuja a los trabajadores a la revolución. Incluso la última guerra… En esa situación, veo la importancia de la existencia de un partido revolucionario que pueda comprender la situación y dar una dirección a las masas empujadas por la destrucción del capitalismo.

DEWEY: Bueno, dando por supuesta la posición de su respuesta, con el propósito de hacer las preguntas, ¿hay alguna razón para suponer que van a tener lugar una serie de revoluciones proletarias simultáneamente, en estrecha relación unas con otras?

TROTSKY: No, no está asegurado de antemano. Depende de la situación histórica. En Europa, las naciones están más interconectadas. Australia está muy lejos, América es un mundo en sí mismo. Puedo predecir la siguiente…

LAFOLLETE: ¿Secuencia?

TROTSKY: Secuencia en la insurrección. Refiriéndonos a Europa, la revolución en Francia ejercería una presión que provocaría una revolución en la Alemania hitleriana. O al revés, la revolución en Alemania aceleraría una en Francia.

DEWEY: Naturalmente, se puede predecir, pero a menos que tenga muy buenas razones para anticipar revoluciones simultáneas, o conectadas estrechamente, ¿no queda sin fundamento toda la teoría de la revolución mundial?

TROTSKY: Puedo suponer que si en una o dos naciones importantes triunfan las revoluciones, entonces la resistencia de las clases dominantes en los demás países casi desaparecerá por completo. Podremos ganar a los mejores elementos de la intelectualidad y la clase media, e incluso a los mejores elementos de la clase capitalista, ya que verán que el socialismo no es la destrucción y que la revolución debe consumarse. Porque después de los primeros éxitos la revolución será cada vez menos violenta, cada vez menos sangrienta.

DEWEY: ¿Cree que el fracaso de la revolución alemana se debió principal o incluso totalmente a la culpa de la socialdemocracia?

TROTSKY: Sí, es mi convicción.

DEWEY: ¿No se debió en una parte muy considerable a la creencia del pueblo alemán de que la revolución estaba siendo estimulada por elementos extranjeros, por parte de los rusos?

TROTSKY: No, eso fue sólo la acusación de los elementos reaccionarios, los burgueses. Nosotros no estimulamos la revolución alemana. La revolución alemana se vio estimulada por la Revolución de Octubre como un acontecimiento histórico. Pero en ese momento no teníamos ninguna influencia sobre la socialdemocracia.

DEWEY: ¿Pero acaso la sola existencia de la Comintern no crea, al menos, la impresión de que estas revoluciones están siendo estimuladas y fomentadas desde el exterior?

TROTSKY: Cuando uno lee la historia de las revoluciones, en todas las revoluciones la clase dominante mundial acusó a la revolución de ser, en esencia, algo proveniente del extranjero.

DEWEY: No me refiero a eso. Quiero decir, incluso entre la masa del pueblo.

TROTSKY: No entre las masas revolucionarias, porque ellas estaban muy entusiasmadas por la revolución y la anhelaban. Pero la socialdemocracia las sofocó por medio de la violencia.

DEWEY: ¿No le parece que toda revolución que pudiera dar la impresión de que está siendo promovida desde otros países, ya sea por la III Internacional o la IV, generaría un resentimiento muy grande en la población de ese país?

TROTSKY: Incluso los sindicatos tienen sus organizaciones internacionales. Los sindicatos estadounidenses no participaron, pero ahora que están divididos, creo que es posible que parte de ellos se adhieran a las organizaciones sindicales internacionales[423]. Es algo totalmente natural que la clase obrera de todos los países haga un análisis internacional. Lo mismo en un plano político. Sólo es una cuestión de si la organización internacional intentará manejar a las secciones nacionales de forma burocrática, o sólo ayudarlas mediante el consejo, la experiencia, y demás.

DEWEY: Sr. Trotsky, no hay analogía con una organización sindical internacional, porque la misma no está comprometida con la revolución proletaria.

TROTSKY: Pero están comprometidas con las huelgas, por ejemplo. La burguesía acusa a todo el mundo, incluso a los trabajadores reaccionarios, de que las huelgas son provocadas desde el exterior. Las huelgas… ¿Qué son las huelgas? Una huelga es un embrión de revolución social.

FINERTY: Hemos tenido huelgas de solidaridad en los Estados Unidos y en Francia.

DEWEY: En la página 211 de La revolución traicionada usted dice: «El Estado Mayor internacional podría ser creado por los Estados Mayores nacionales de los diversos Estados proletarios; mientras que esto no suceda, un Estado Mayor internacional sería inevitablemente caricaturesco[424]». No lo estoy interrogando sobre eso. Quiero saber si los mismos principios no se aplican aún con mayor fuerza al aspecto económico de la unión del proletariado en las diferentes naciones. Hasta que tengamos varios Estados proletarios, ¿hay alguna base para suponer, incluso suponer, la probabilidad de una unión en el aspecto económico, más allá de la que se daría en el aspecto militar?

TROTSKY: Sí, si le he entendido bien; que podrían provocarse huelgas en cualquier país por parte de los dirigentes de otra nación. La huelga es algo natural en la vida de los trabajadores en cualquier país. Los sindicatos surgen del movimiento huelguístico. Una evaluación internacional sólo es posible sobre la base de sindicatos internacionales. Lo mismo con la posibilidad, lo mismo para generar un Estado Mayor. Para tener un Estado Mayor internacional, debemos tener Estados internacionales. Creo que la analogía es totalmente correcta.

DEWEY: Tal vez podría aclarar lo que quiero decir de esta manera: ¿existe alguna base económica en los distintos países para una revolución mundial?

TROTSKY: Creo que una buena base económica es necesaria para una buena revolución mundial, y espero que ésta se cree en la economía mundial. Para la revolución es suficiente, como muestra el ejemplo de Rusia, tener razones nacionales para la revolución. Logramos nuestra revolución sin preguntarles a todas las otras naciones si estaban o no de acuerdo con nosotros. Y entonces, nuestra revolución dio un ejemplo a los trabajadores de Alemania, de Austria-Hungría, y ellos también tuvieron sus revoluciones, pero no fueron victoriosas. Una nueva situación provocará nuevas revoluciones en otros países.

DEWEY: ¿Usted piensa que por el momento no existe una buena base económica?

TROTSKY: ¿Para la revolución?

DEWEY: Para la revolución mundial.

TROTSKY: Creo que las razones económicas han existido por mucho tiempo. Creo que han existido desde 1913, si puedo ponerle una fecha. En el año 1914, la Guerra Mundial fue una expresión de la imposibilidad del capitalismo para desarrollarse sin degeneración, violencia y catástrofes sangrientas. Si el proletariado hubiese logrado la revolución en 1913, se habrían evitado la guerra pasada y la guerra que se viene. Es sólo la debilidad de los partidos, la debilidad de la vanguardia del proletariado lo que le despejó a la humanidad el camino hacia la última guerra.

FINERTY: Sólo quiero preguntarle esto, Sr. TROTSKY: suponiendo que de una u otra manera pudiera haber revoluciones socialistas simultáneas, revoluciones socialistas exitosas en todos los actuales Estados capitalistas, ¿se lograría una economía mundial, es decir, algún tipo de relaciones comerciales y económicas armoniosas entre los Estados socialistas?

TROTSKY: Estoy seguro. La Unión Soviética nos da un ejemplo de que la economía trastornada por la competencia está ahora organizada en una economía planificada. Tiene importantes éxitos a pesar de la burocracia. Si imaginamos la misma posibilidad en el escenario mundial… ¿y por qué no? Entonces, los científicos, los ingenieros y los dirigentes de los sindicatos en una conferencia, en una conferencia mundial, establecerán lo que tenemos, lo que necesitamos, las fuerzas productivas, los recursos naturales, y las fuerzas creativas de la humanidad, del género humano. Luego, comenzarán cautelosamente, no mediante una catástrofe económica, sino cada vez más por medio de un cambio planificado en base a los esfuerzos mancomunados entre las diferentes naciones; mediante un plan, no por medio de una guerra que debe introducir mercancías en un país extranjero, sino sobre una base científica. Esto es absolutamente posible, es absolutamente posible.

STOLBERG: Quiero hacer esta PREGUNTA: ¿tengo razón al suponer que usted cree que la Internacional Comunista debería conceder una autonomía casi completa a los partidos comunistas?

TROTSKY: ¿La Internacional Comunista?

STOLBERG: ¿Debería conceder la autonomía completa a las secciones nacionales? Bueno, ¿es cierto o no que el Partido Socialista Italiano, cuando estaba considerando la posibilidad de afiliación a la III Internacional, recibió ciertas exigencias de Lenin, que eran bastante centralizadas, en lugar de permitir la autonomía?

TROTSKY: Aquí tengo que volver a insistir…

STOLBERG: Personalmente creo que la Internacional Comunista ha cometido un error.

TROTSKY: No es mi opinión. Una vez más debo insistir en la necesidad de darles contenido concreto a la centralización y a la autonomía. Si hablamos de autonomía absoluta, no es necesario crear una organización internacional. Si cada sección vive su propia vida, sin consultar a las demás, sin someterse a las decisiones democráticamente establecidas, no es necesario crear una organización internacional. Por el contrario, si la Internacional crea un organismo central que domina las secciones nacionales, no es necesario contar con personas inteligentes. Es suficiente con disponer de robots en las secciones nacionales. Entre estos dos extremos está la política real, entre los dos extremos. Podemos discutir con usted, señor Comisionado, si en ésta u otra cuestión hubo demasiada centralización o demasiada autonomía. Se trata de una cuestión concreta, un análisis concreto.

STOLBERG: ¿Cree usted que el hecho del desarrollo desigual de la economía mundial hará que las revoluciones que se produzcan tengan una tendencia hacia el Termidor por esa desigualdad en el desarrollo? ¿Usted opina que fue eso en realidad lo que sucedió en Rusia?

TROTSKY: Hasta el día de hoy, la humanidad no ha tenido éxito en racionalizar su historia. Eso es un hecho. Nosotros, los seres humanos, no hemos tenido éxito en racionalizar nuestros cuerpos y mentes. Es cierto que el psicoanálisis trata de enseñarnos a armonizar nuestro cuerpo y nuestra mente, pero hasta ahora sin gran éxito. La cuestión, para mí, no es si podemos alcanzar la perfección absoluta de la sociedad sino si podemos dar grandes pasos hacia adelante. No para racionalizar el carácter de nuestra historia, porque después de cada gran paso de avance la humanidad toma un pequeño desvío, o incluso hace un gran paso hacia atrás. Lo lamento mucho, pero no soy responsable por ello. (Risas). Después de la revolución, después de la revolución mundial, es posible que la humanidad se canse. Para algunos, para una parte de ella, puede surgir una nueva religión, y cosas por el estilo. Pero estoy seguro de que, en general, sería un paso muy grande hacia adelante, como la Revolución Francesa. Acabó con los Borbones, pero todos analizan esta victoria por las enseñanzas de las lecciones de la Revolución Francesa.

DEWEY: Tengo unas pocas preguntas en el sentido de las que le formulé el otro día, citando un pasaje suyo acerca de que es una necesidad de hierro que se desarrolle la burocracia en Rusia, teniendo en cuenta el atraso del país y la falta de revolución, de revoluciones triunfantes en otros países, quiero preguntarle qué razones hay para pensar que la dictadura del proletariado en cualquier país no degenerará hacia una dictadura del secretariado.

TROTSKY: Es una fórmula muy buena. Tengo que contestarle que incluso la dictadura del secretariado actual en Rusia es un avance muy importante en comparación con la dictadura del zar. Eso es lo primero. Significa que en la víspera de la Revolución de Octubre, si alguien hubiera podido vaticinarme las consecuencias, aún así la habría aceptado. Porque Rusia sólo podía elegir entre el régimen de Kornilov y la dictadura del proletariado. En segundo lugar, porque la dictadura del secretariado es causada por el atraso del país y su aislamiento. La respuesta es que los países más civilizados, y no aislados, tendrán una dictadura más sólida y más democrática y por un período más corto.

LAFOLLETE: ¿Puedo interrumpirlo? Ustedes han planificado la economía, ¿y cómo se puede evitar tener un montón de burócratas?, ¿cómo se puede evitar una dictadura del secretariado?

TROTSKY: Debo repetir la respuesta que me ha sugerido el Comisionado Otto RUEHLE: ¿cuál es la distinción entre administración y burocracia? La diferencia es fundamental. La administración tiene una función determinada. En los Estados Unidos, se denomina a la administración como «gobierno», si no me equivoco. Pero nosotros no aplicamos este nombre para el gobierno, el nombre de administración. Tengo en mi mente la administración de una cooperativa de trabajadores, la administración de un buen sindicato, sólido, o el mejor que podamos encontrar, pero no son burócratas, siempre y cuando tengan una buena relación entre los miembros y los dirigentes.

FINERTY: Sr. Trotsky, tomando su propio ejemplo, ¿existe algún sindicato sólido que, en cualquier caso, la llamada administración no haya degenerado en una autocracia?

TROTSKY: Sí.

FINERTY: ¿Tienen ustedes alguno de éstos en Rusia?

TROTSKY: Por un cierto tiempo, durante algunos años.

FINERTY: ¿Sabe usted de alguno en Estados Unidos?

TROTSKY: Proclamo no intervenir en la política estadounidense, si la Comisión me lo permite.

DEWEY: Es una cuestión muy simple. Mi opinión es que no se limita la palabra «administración» sólo al gobierno. Hay administración gubernamental, y también hay administración en esto o aquello. Es un punto menor. Se trata simplemente del uso de la palabra «administración».

STOLBERG: En su libro, La revolución traicionada, usted insiste en que se está desarrollando una nueva clase en Rusia, a la que llama casta. No habla de lucha de clases, sino de antagonismos sociales, y demás. ¿Eso se debe a que usted acepta el concepto de Marx de la división en clases sólo en el sentido en que difieren funcionalmente, refiriéndose a los medios de producción?

¿O cree usted que bajo el socialismo no puede haber una base práctica válida para las clases en el sentido de que ningún grupo puede explotar a otro? Porque usted dice que una casta podría convertirse en una clase, si se introducen realmente medidas capitalistas. Mi pregunta es: ¿una casta puede convertirse en una clase, simplemente porque, a través de todos los medios de la administración política y cultural, explota a una gran cantidad de gente?

TROTSKY: Contesté a una pregunta simple de esta manera, que el organismo social de la Unión Soviética es único. No tenemos otros ejemplos. Por eso es muy difícil aplicar nuestros conceptos, nuestras nociones sociológicas basadas en el pasado, a las nuevas formaciones. Pero traté de hacerlo con la exactitud necesaria. Mi idea es que la casta dominante en la Unión Soviética es un organismo intermediario, entre la pequeña burocracia y la nueva casta dominante. Depende de los acontecimientos a escala nacional, así como internacional, que este organismo intermediario también quiera acabar con la base actual y se transforme en una nueva clase dominante. Las tendencias existen.

STOLBERG: Sí, pero sus conceptos de una clase dirigente…

TROTSKY: Es la forma de propiedad. Al introducir la herencia de sus privilegios, será una nueva clase dominante.

STOLBERG: ¿Cree usted que el socialismo es inevitable?

TROTSKY: En la medida en que el progreso humano en general es inevitable. Nuestra base para el socialismo puede ser destruida por una catástrofe cósmica. En ese sentido general de determinismo mundial, no es inevitable. Sin embargo, en el sentido del progreso humano, es inevitable.

STOLBERG: Me gustaría hacerle una pregunta más teórica, ¿o tiene otras preguntas, doctor?

DEWEY: Adelante.

STOLBERG: La lucha de clases, en el sentido de Marx, es generada por la dialéctica. La tesis hoy es el capitalismo. Luego se crea la clase obrera, es decir, la antítesis y, finalmente, la revolución socialista, que es la síntesis. Esa es la concepción hegeliana. Ahora bien, ¿cómo funcionará la dialéctica en la sociedad sin clases, en la que habrá sólo tesis y no antítesis?

TROTSKY: Espero, y cada una de mis esperanzas está puesta en esta perspectiva, que el curso de la tesis y la antítesis surgirán en nuestra sociedad socialista, pero no sobre un terreno material, sobre el apetito, el apetito humano, sino en el terreno de nuestros intereses ideológicos, de las artes, las ciencias, la filosofía, etc. Será sin intereses.

FINERTY: ¿Quiere decir «desinteresada»?

TROTSKY:… una lucha permanente de seres humanos por este nuevo y muy alto nivel.

DEWEY: Quiero hacer otra pregunta en el mismo sentido. En la página 59 de La revolución traicionada, usted dice: «El poder de los soviets democráticos resultaba estorboso y aún intolerable cuando se trataba de servir a los grupos privilegiados más indispensable para la defensa, para la industria, para la técnica, para la ciencia[425]». Ahora bien, ¿puede limitarse esto a un país atrasado, o no se planteará la misma situación, más aún, en un país industrial muy avanzado?

TROTSKY: Depende del nivel material. Creo que la mujer o el hombre más o menos cultos no tienen ningún deseo de tener dos o tres chuletas por día si se les garantiza una chuleta diaria. Luego tengo la posibilidad de leer, de aprender a escribir, a hablar, a discutir. En ese sentido, en un país, en un país desarrollado, los técnicos e intelectuales no pedirían una mejor alimentación que los trabajadores.

No es necesario. Espero que los trabajadores tengan la mejor alimentación posible. Es absolutamente posible económicamente. Estadísticamente es así. En ese sentido, sólo en un país atrasado como Rusia, en el primer período, nos vimos obligados a dar ciertos privilegios a los trabajadores más calificados y a los intelectuales.

DEWEY: Tomándolo en términos de contradicciones dialécticas, ¿no hay muchas más contradicciones y conflictos en un país avanzado que en uno atrasado? ¿No tienen un conflicto interno mucho más agudo? ¿No es sólo pura teoría que solamente hay una tesis y una antítesis?

TROTSKY: Las contradicciones en un país atrasado como Rusia son más terribles. Todo el mundo tiene hambre, y muestra que el otro tiene más.

INTÉRPRETE: Ve.

TROTSKY: Sí, ve… Debo hacer que mis ideas y mi dominio del inglés vayan juntos. Es más degradante y humillante. Es la base del gendarme y del burócrata. Éste distribuye y nunca se olvida de sí mismo. Las mejores partes son para él. Es la base del privilegio. La burocracia privilegiada puede convertirse en una nueva clase dominante. Por ello, la reacción es posible en Rusia.

DEWEY: El énfasis de mi pregunta estaba en el otro aspecto del asunto. En un país más avanzado, donde incluso existe la democracia burguesa, ¿las condiciones no son tales como para que aumente el número de tendencias en conflicto, en lugar de cristalizarse en dos fuerzas opuestas? Le pregunto eso porque es la manera en que veo personalmente la situación. Pero me gustaría su respuesta.

TROTSKY: Ahora estamos muy desilusionados por el retroceso de la revolución socialista. Pero los elementos más progresistas entre los trabajadores y los intelectuales de los distintos países no deben perder la esperanza en el socialismo. La situación en los países capitalistas se torna imposible e intolerable. Podemos decir que existe una cierta psicosis entre los elementos más avanzados, especialmente en Europa. Una victoria en España, por ejemplo, podría dar un nuevo giro a la mentalidad de los elementos progresistas de Francia. Creo que es posible. La mentalidad de toda la sociedad está en un equilibrio inestable, a causa de la desorientación de la revolución socialista. Es necesario un nuevo impulso; un triunfo. Un triunfo es la respuesta en España, para dar una nueva orientación a los mejores elementos de las masas trabajadoras y de los intelectuales.

DEWEY: Una pregunta más sobre un tema bastante diferente. ¿Cree que es posible que en sus críticas al fracaso del régimen actual en desarrollar progresivamente la industria, no considere usted suficientemente la gran divergencia entre las finanzas y la técnica en los medios para la defensa del país?

TROTSKY: ¿Sí?

DEWEY: ¿Se entiende mi pregunta?

FINERTY: Repitiendo lo que ha dicho esta mañana, en respuesta al Dr. Dewey, ¿cree que el sistema bipartidario en Rusia o la Unión Soviética tendría una tendencia a limitar la burocracia?

TROTSKY: ¿El sistema bipartidario?

FINERTY: Sí, ¿posibilitaría más el control democrático?

TROTSKY: Creo que es una pregunta un poco abstracta en el sentido de que no podemos introducir dos partidos bajo la dictadura de la oligarquía de Stalin. Es necesario preparar el terreno para los dos partidos… no sé, tal vez tres o cuatro. Es necesario aplastar la dictadura de Stalin. Esto sólo podrá realizarse mediante un levantamiento del pueblo. Si este levantamiento, si este nuevo levantamiento político tiene éxito, las masas, con estas experiencias, nunca permitirán la dictadura de un solo partido, de una sola burocracia.

FINERTY: Permítame decirlo de esta manera: si en 1927 bajo la teoría del propio Partido Comunista hubiera sido posible tolerar la oposición, o si hubiese existido una cláusula para que existan dos partidos en lugar de uno, ¿hubiera sido posible prevenir el desarrollo de la burocracia del gobierno actual?

TROTSKY: Ahora bien, si se considera la situación desde un punto de vista histórico, podemos decir que teníamos dos partidos entre los cuadros del partido oficial. Hubo dos partidos, uno al que yo pertenecía, y el otro que era guiado por Stalin. Tratamos de continuar esta situación, de controlarlos mediante nuestras críticas, y les exigimos que nos dieran la posibilidad de criticarlos. Pero no lo permitieron. Nos prohibieron. Esa es la situación. Nuestra intención era que hubiera una alternativa a estos dos partidos, pero incluso esta alternativa fue sofocada.

DEWEY: Es de público conocimiento que hubo una desviación muy grande de las finanzas nacionales y del servicio técnico a nivel cuantitativo y cualitativo para destinarlas a las Fuerzas Armadas, dada la necesidad de la defensa de la nación.

TROTSKY: Sí.

DEWEY: Ahora, en su crítica al régimen actual, ¿tomó en cuenta ese hecho?

TROTSKY: Siempre, señor Presidente. Subrayo y reconozco la necesidad de este gasto, pero quiero hacer hincapié en que éste es un factor que nos muestra la dependencia internacional de la Unión Soviética. Es uno de los aspectos de la teoría del socialismo en un solo país. Se trata de una prueba positiva de un hecho negativo, también en este caso (risas); la prueba de que es imposible crear el socialismo en un solo país, porque el aislamiento de este país crea un gasto tremendo.

FINERTY: Supongo también que sería parte de su respuesta que si se hubiera apoyado adecuadamente a las revoluciones de China y Alemania, no necesitarían el enorme ejército que tienen ahora.

TROTSKY: No, no lo necesitarían ahora. Yo acuso a Stalin de que su política errónea en China provocó un peligro militar mayor y la necesidad de crear un gran ejército para pelear en el Este.

DEWEY: Creo que esto cierra el interrogatorio del Sr. Trotsky, tanto por parte de su abogado como del nuestro.

FINERTY: ¿Puedo hacer una reserva con respecto a eso? Creo, Sr. Trotsky. Creo que el Sr. Goldman y el Sr. Trotsky deben entender que cualquiera de esta Subcomisión o de cualquier futura Comisión tiene el derecho de continuar interrogando al Sr. Trotsky si llegara a ser necesario, en opinión de la Comisión.

TROTSKY: Tengo la misma esperanza, el mismo deseo. Considero esto una investigación preliminar.

FINERTY: Esto debe ser tratado como una investigación preliminar.

DEWEY: Me parece muy correcto que el Sr. Finerty plantee este punto, porque a lo que nos referimos como interrogatorio de esta Comisión en este momento puntual es muy probable que, ya sea por medio de esta Comisión o alguna otra, pueda reanudarse posteriormente.

GOLDMAN: Antes de concluir el testimonio, quiero señalarle un libro a la Comisión. No quiero presentarlo entre las pruebas, simplemente quiero referir el mismo a la Comisión. Se llama La defensa del terrorismo, de León Trotsky, y fue publicado en Londres.

TROTSKY: No es un libro diferente al escrito en 1919.

GOLDMAN: La fecha de publicación no aparece. Creo que es el año pasado.

TROTSKY: Es 1935 o 1936. Vea el prefacio.

DEWEY: ¿Cuándo fue escrito originalmente?

TROTSKY: En 1919, bajo el título de Terrorismo y Comunismo[426].

DEWEY: Ya está en el registro a través de la bibliografía, ¿no es así, Sr. Goldman?

GOLDMAN: No lo sé.

DEWEY: Si no es así, entonces debería estar en el registro.

GOLDMAN: Entonces, quiero presentarles un documento que se titula «Una serie de amalgamas», que no es más que una serie de extractos de escritos de distintos oposicionistas, o de diferentes personas que muestran el comienzo del sistema de las amalgamas hasta la conclusión final… No debería decir conclusión, hasta la última amalgama del juicio de enero. Presentaré eso como prueba, y también les proporcionaré algunas copias a los miembros de la Comisión. Clasifiqué este documento como Anexo N° 33.

(El documento, «Una serie de amalgamas», se agrega a la evidencia como Prueba N° 33).

DEWEY: Si bien la Comisión ha concluido la investigación en esta ocasión en particular, quiero decir que en la reanudación de la sesión de la tarde habrá una oportunidad para que los representantes de las organizaciones obreras mexicanas indaguen al Sr. Trotsky. Voy a hacer esta declaración durante la apertura de la sesión de la tarde. Pero quiero dar tiempo para la preparación.

GOLDMAN: Para evitar cualquier impresión de que el proceso haya concluido, entiendo que esto no será así hasta que el Sr. Trotsky haya tenido la oportunidad de formular sus observaciones finales. El abogado y el Presidente de la Comisión también tendrán la oportunidad, si es necesario.

DEWEY: Es correcto. Mi intención era simplemente preguntar si había alguna pregunta de los representantes de las organizaciones de los trabajadores mexicanos. El Sr. Goldman tendrá la oportunidad de hacer las observaciones finales. El Sr. Trotsky también tendrá una oportunidad.

GOLDMAN: El título del libro que acabo de mencionar, Defensa del terrorismo, podría malinterpretarse. Tengo en mi mano el subtítulo. No se trata de una defensa del terrorismo individual, sino del terror de la revolución, el terror de masas.

TROTSKY: Incluso el título corre por cuenta del editor. Mi título era Comunismo y terrorismo. Pero Kautsky[427] escribió un libro en relación con el terrorismo, y para evitar errores o malentendidos, yo cambié el título.

DEWEY: Constará en actas. La sesión ha terminado. Se reanudará esta tarde.

Fin de la Sesión Decimosegunda a la una y treinta de la tarde.