Dichosas Sombras de Grey…

En pleno siglo XXI, donde es más fácil ver a un abuelino con un Smartphone en el metro wassapeando la paga a su nieto, que a un profesor de colegio haciendo un máster en pedagogía, 31 millones de personas (¡y subiendo!) han leído “Cincuenta Sombras De Grey”, lo que viene siendo la versión culta del Playboy femenino, de la mano de Erika Leonard James o “E. L. James”, para los más gafapasta, que ya sabéis que adoran hablar por siglas y por recortes, como el PP (me pregunto si para esta gente, Arturo Pérez Reverte es “El Alatriste”).

Para mí, lo primerísimo a destacar, es que en esos millones hay ¡casi un 50% de lectores masculinos heterosexuales! Muchos os preguntaréis que por qué, si es un libro escrito por una mujer y para mujeres, habla del hombre perfecto, según nos lo han vendido, ¿no? ¡Pues precisamente por eso! Se trata de un auténtico manual de terapia de pareja: ¡él y ella unidos para encontrar los defectos a ese supuesto sumun de la perfección llamado Christian Grey!

Ellas, porque es algo inevitable, cuestión de genes. Y lo suyo, lo de los chicos, cuestión de celos.

Si miras las estadísticas de venta, pueden llamar la atención dos cosas: la primera que, contra todo pronóstico, ha superado en bastantes millones a la saga Harry Potter. Y la segunda, que ha vendido como churros la edición de bolsillo. Yo creo que es normal, quiero decir: una mujer si se está poniendo tontorrona (ya me entendéis) no llama la atención (vamos, no se monta una Quechua en los vaqueros por pensar en sus devaneos) y si encima la fuente de la alegría le cabe en un bolsillo y da caché… (que lo de leer en público sigue estando bien visto). ¡Pues que vivan las pajillas mentales de exhibición, ¿no?! Y en cuanto a que gane en ventas a Harry Potter, pues yo me alegro. Me alegro de que vuelva el adulto a comprar libros (que los niños entre Tolkien y la Rowling nos estaban dando sopas con hondas). Y que, además, por modosita o modosito que sea uno, a cualquiera le debe de poner más la batuta de Grey que la de un señor mago con barbucia de siglos y con un atuendo discutible llamado ¡Dumbledore! Que eso tiene de romántico lo que Perales de juergas, ¡no me fastidies! Es como el Tamariz de Howarts, pero sin chaleco, ¿no?

Cincuenta Sombras de Grey, así, grosso modo, narra los sueños y realidades que vive su protagonista, la recién graduada en Literatura Anastasia Steele (¿¡Prima de Remington!?) con el joven, rico y exitoso empresario Christian Grey, al que le va el BDSM o lo que es lo mismo, el sado del bueno: “Bondage, Disciplina y Dominación, Sumisión y Sadismo, y Masoquismo”. ¡Ahí es nada! ¡¡Tengo los pelos como escarpias solo de escribirlo así que el que juegue el papel del que recibe…!! ¡¡No me lo quiero ni imaginar!! (Normal que los “amos” les tengan que poner collares porque es como para quedarse ahí quietecito, ¿sabes?)

Pero es que, de qué manera le irá esto del sado al empresario ¡que la cosa dio para dos libros más: Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas! Que así, a priori, uno piensa: “Coñe, es lógico: en el primero la atará y le dará lo suyo, en el segundo la atará y le dará lo suyo y lo de su prima… Y en el tercero es que ¡o la suelta o se va a meter en un buen lío!”. Como dato os añado: el primero se publicó a primeros de 2011, el segundo en septiembre de 2011 (¡puro ansia de sombra, por Dios!) y seis meses más tarde, en enero de 2012, “las liberadas”. ¡Ni ella podía ya escribir más!

El vicio de Grey y Anastasia, Ana para los amigos (y con 31 millones tiene que tener reventado el Facebook) por estas prácticas sexuales era tal, ¡que firmaban acuerdos legales antes de liarse! La famosa frase “Luego no me digas que no te lo advertí”, aquí adquiere otra dimensión: “¡No te quejes luego de lumbago si me estás pidiendo que te cuelgue del techo a la que te embadurno de cera!”.

¡Ay si mi abuela levantara la cabeza…! Ella que decía que había sido mu echá p’alante para su época, dejándose coger la mano en casa de sus padres por mi abuelo, llevando solo 6 años de novios, que apenas se conocían… Si llega a saber que unas cuerdas daban para tanto gozo ¡y por las narices iba a pasarse las tardes de verano empaquetando alfalfa pudiendo ser ella misma una alpaca!

Es que una cosa es obvia, queridos amigos: a todas las mujeres nos va un poquito la marcha. Os lo garantizo. A todas. Y a las más remilgaditas/pijas/ñoñas o como las queráis llamar: ¡más aún! Lo que pasa es que normalmente no lo contamos porque nos puede la vergüenza. De hecho, el primer libro se consideró como “porno para mamás” porque, al parecer, va dirigido a un perfil de mujeres de entre los 30 y los 40 años lo cual a mí me preocupa doblemente: ¿Hasta que nació Grey esas mujeres no tenían más porno? Y, peor aún ¿¡El nuestro vale 50€ por ejemplar y el de los tíos es gratis por internet o como mucho a 2€ en los quioscos!? Espero que, además de fantasía, el cuerpo y el cerebro de Grey bien valga los 48€ de diferencia o si no, nos están timando, amigas.

Por cierto, hablando de timos: las malas lenguas (o las envidiosas, no sé yo…) dicen que Cincuenta sombras de Grey es una fanfiction de la saga Crepúsculo (ese palabro raro quiere decir que es un relato escrito por una fan de otra historia literaria). ¡Si esto no es envidia cochina, a mí que me lo expliquen! Porque, vamos, ¿qué tendrán que ver una panda de vampiros anémicos de instituto, que tienen el pavo 0% de sal subido, con un tipo que derrama de sus amantes lo que los draculines necesitan para nutrirse? Para entendernos: es como si un fan de El Señor de los anillos escribe, años más tarde “Manolo, un joyero de barrio” y se le acusa de plagio porque Manolo controla de sortijas… ¡Venga no me fastidies! Por esa lógica, el Partido Popular, como buen admirador del trabajo de Franco, es un partido de derechas y no de centro… ¿no?

P. D. 1: Permitidme que haya un apunte serio. De verdad. Porque, tanto si te ha gustado o no el libro, hay que reconocer que a muchas mujeres les ha venido muy bien para empezar a separar amor del placer, y viceversa, y a entender algo más importante: que el hecho de que muchas PERSONAS disfruten siendo sumisos sexuales no es sinónimo de ser víctima de abusos o propiciarlos. Así como no denota que estén renunciando con sus parejas a su poder o su igualdad para con ella/él.

P. D. 2: Creo que no debería haber escrito lo de la alfalfa y mis abuelos… Me va a costar volver a ir al pueblo, coño…