CAPÍTULO XIV
—Me tendrás que perdonar, Beatriz. Son los calmantes…
—¿Pero si te hablo me oyes? ¿me entiendes?
—Sí, pero hablar yo… me cuesta… un poco.
—Pero estás aliviada del dolor ¿verdad?
—Sí…, También estoy un poco atontada, por la noticia.
—¿Cuándo te llamó tu mamá?
—Un momento antes… de llamarte yo. Ni bien colgamos… te llamé. No podía estar acá… sola… con esa noticia.
—Hiciste bien en llamarme.
—Fue ayer, a ella la llamaron primero de la… administración, de mi departamento…, Ayer a la tarde.
—Despacio, Anita, tú no te des prisa, yo te escucho.
—Ella no sabía si llamarme… Pero… al aparecer la noticia esta mañana… en Buenos Aires…
—Sí.
—Yo había querido alquilar… el departamento. No me acordaba… de que él… se había quedado… con un juego… de llaves. Porque ya un tiempo antes de venirme… para acá… nos habíamos dejado de ver.
—¿Qué departamento, Anita?
—El que tenía yo… en Buenos Aires.
—¿Cuándo?
—El departamento… es mío. Me lo compró… mamá… cuando me separé. Total… yo era su única… heredera.
—¿Y tú vivías allí?
—Sí… vivía sola. Y cuando nos veíamos… con Pozzi… yo le di las llaves, hace años…, Tengo la boca tan seca.
—¿Quieres algo?
—Sí… agua… de esa botella… Gracias.
—Yo también voy a tomar.
—Beatriz, a vos también te ha impresionado… esto… Se te ve en la cara.
—Y el departamento estaba vacío.
—No vivía nadie. Pero estaba… tal cual… lo dejé. Con mis cosas.
—¿Pero el plan de él cuál era? ¿a ti qué te dijo?
—Él me dijo que volaba a Chile… y de ahí por tren pasaba… a Mendoza, que está cerca de la frontera, y ya es Argentina…, Donde empiezan los Andes…, Pero seguramente cambió de idea, porque no sé cómo llegó… tan pronto… Seguramente lo siguieron… vaya a saber…, Estaba él con dos más, que hicieron frente a la policía… mientras otros dos se escapaban.
—A ti entonces te compromete, en cierto modo.
—Beatriz, ojalá… me comprometa. Eso significaría… que voy a estar viva. Que la operación…
—Hay que confiar…
—Lo peor… es que yo… le deseé la muerte…, Algún día… te contaré lo que me dijo… Me hizo enojar… tanto… Y mamá está con esperanzas, ella sabe todo, los médicos… la tienen… enterada. Llaman por teléfono… una vez por semana. A casa de Fito… ¿fuiste tú… que les dio… el teléfono?
—Sí, Anita. Los médicos hablaron conmigo.
—Mamá… quiere venir…, Pero yo volví a decirle que no.
—Cuéntame más, lo que te dijo tu mamá.
—Ella… me llamó, porque si yo… me enteraba por el periódico… iba a ser peor…, Hoy estaba todo en el periódico. Y lo calificaban… de terrorista, dijo mamá…, Él me juró… por sus hijos… que no estaba en eso…, Quién sabe cómo ocurrió…
—…
—Yo había querido alquilarlo… el departamento. Total… yo no pensaba volver por mu… muchos años… Pero mamá… mamá… se opuso. Y en parte, tenía… razón… porque allá es muy difícil desalojar… a un inquilino…, Y ella… dice que ir a… ventilarlo… una vez por semana, le da… la impresión… de que yo voy a volver… pronto…
—…
—Yo… le insistí tanto… que lo alquilase… Pero ella decía, que le daba… demasiada tristeza. Y nunca me hizo caso… aunque cada vez el dinero… de papá, y las pensiones… le alcanzaban menos, y menos.
—Ahora estoy entendiendo.
—Por eso ella… está en contacto con… con los… los administradores… del edificio…, Y yo creo… que a Pozzi… lo siguieron… desde que llegó al… país. Ya sé… que vos… a los peronistas… no los querés.
—De todos modos, me da pena.
—A mí… muchísima…
—Qué le vas a hacer, Anita. Fue también una elección, libre ¿no? de él.
—Pero es que su intención… era tan buena…
—¿Era terrorista, o no? ¿Tú tienes alguna seguridad?
—Él me juró… por sus hijos… que no… Pero yo pienso… que inevitable… mente, tuvo que entrar en contacto… con gente… que sí… andaba… armada… y…
—No te esfuerces, te va a hacer mal.
—… Él… según mamá… se resistió… a la policía, si no… tal vez… no lo hubiesen matado…
—…
—Según mamá… el diario dice… que él… estaba armado. Pero cuando quieren deshacerse… de alguien…
—Sabes Ana, también es posible que él no estuviera armado, pero los que se dieron cita con él, sí.
—Esa gente… de la administración, preguntó… a los vecinos… del departamento mío, y nadie había oído nada… pasos, o voces, hasta esta noche… Él me dijo que al llegar… había gente informada que le iba a decir, si tenía necesidad… de esconderse, o no…, Y seguramente le dijeron que sí, y no sabría dónde ir… y se le ocurrió ese… lugar.
—¿Él ya había estado, después de venirte tú para aquí?
—¿Dónde… Beatriz?
—En el departamento.
—No… que yo sepa, no… Pero ahora todo… puede ser… Nunca, Beatriz… podré estar segura… de lo que pasó… con él.
—Pero tú, debes tener una sensación, casi una certeza, tuya, personal, de lo que pasó…
—No… Siento… una gran… confusión.
—…
—Yo… me conformaría… más, si supiese que él estaba armado… y que entonces murió… porque se la buscó, realmente…, Pero si lo mataron… porque era un tipo decente… y defendía a esos presos… me desespera…
—Comprendo.
—Pero por otra parte… yo no lo quiero… recordar como un… terrorista… como decía el diario. Yo quiero… que él haya sido… como me decía a mí, que era.
—…
—Pero en ese caso… lo mataron… sin la menor razón… Es un mártir, entonces…
—Tú lo conociste bien, Ana. Deberías saber, de algún modo.
—…
—Deberías tener una intuición, profunda, de cómo era, en realidad.
—No sé… Beatriz…, Me parece, que estoy… tan acostumbrada, a pensar a mi antojo, de la gente… de cada uno… que ya si quiero pensar en serio… no puedo.
—Yo creo, que esto es tan reciente, que el shock no te puede permitir, ver nada claro, por el momento.
—No sé…
—…
—Cómo se desmorona… ese país. Tantos esfuerzos… pobre Pozzi, tanto trabajar, tanto estudiar… para terminar así.
—…
—Tú no sabes, Beatriz… cómo es la mayoría… de la gente de allá. Qué esfuerzo hacen, qué ganas tienen… de progresar. La gente allá… se devora los diarios y libros… de política, y está… informada… de todo. Y muchos ya de grandes… después de los treinta quiero decir… siguen estudiando, trabajan y siguen estudiando…
—…
—Y tienen esa especie de… impaciencia, por salir de ese… subdesarrollo… Y lo mismo todo acaba mal…
—Es muy difícil cambiar las estructuras, Anita.
—Pero cuando el esfuerzo… es tan grande… debería verse… un resultado… Y en cambio… lo que se ve…
—…
—Hay tanta gente allá que tiene… dos empleos… Salen de la casa, a la mañana, temprano… Todo el día, ese afán… de vivir un poco mejor… y nada…
—Tu amigo era así ¿verdad?
—Sí… él mantenía a su familia, con el trabajo… de un estudio… de abogados, comercial, y después… defendía… lo que podía…
—Eso es extraordinario.
—Y estudiaba… estaba lleno… de curiosidad, por lo que el mundo… iba… descubriendo… de nuevo…
—Tú me lo contaste.
—Pero lo mismo… en algo…
—Te escucho…
—… en algo… se equivocó.
—…
—… ¿o no?
—…
—Pero si fue error… fue uno solo… y con eso ya… ya bastó… para echar todo abajo.
—…
—¿Qué muerte va a tener… más significado?… ¿la mía… o la de él?
—No debes hablar así.
—… ¿Qué hago yo… por mi país… aquí… tan lejos…?
—Anita, creo que está mal que te mortifiques. Ya con el tiempo se sabrá más sobre lo que él estaba haciendo, y lo podrás juzgar, con más fundamento.
—¿Te parece?
—Sí, verás que sí…
—Yo no lo quiero recordar… mal. Aunque fue tan… cruel, conmigo… Yo un poco… se lo perdonaba… pensando que… que era… un invento de él… que yo estaba mal… Para que lo ayudase… en sus planes…
—…
—Pero era cierto…
—No tienes que verlo así. Tu enfermedad…
—Al hablar hoy… con mamá… ella sin querer… me lo confirmó… Porque yo… yo le dije… que no había que alarmarse… por la primera operación… que no había dado resultado… porque no había sido una operación, habían… abierto… y nada más… porque no me habían… encontrado… en condiciones… de operar.
—…
—Y ella… pobre… no me lo negó… me dijo que lo sabía… pero que yo no me tenía que… asustar, y se le notaba… que… apenas podía hablar… del esfuerzo para que no se le notase la pena… y lo peor… es que me rogó que la… dejase venir…
—…
—Pero yo no… no quise, con la excusa… de que me la… vigilase a Clarita… Pero le prometí, que si había peligro… sí la iba… a llamar…
—¿De Clarita, te contó algo?
—Sí, que está muy bien… muy alta.
—…
—Cómo sigue lloviendo…
—¿No tienes ganas, de que venga Clarita?
—Beatriz, decime… ¿cuándo va a terminar de llover? Es un martirio.
—Tendría que haber terminado, a principios de mes.
—…
—Cuando yo venía en el carro para acá, por suerte llovía menos.
—Qué larga… la estación de lluvia…
—Antes no era así, Anita. Empezaba un poco más tarde, en junio, a finales, y terminaba en septiembre.
—…
—Y ya es octubre… y todavía sigue.
—…
—Antes no era así, llovía un rato en la tarde y era todo. Ahora empieza desde la mañana.
—Por suerte… de estos dos meses… de lluvia, me salvé, estando en cama.
—Tú sabes, Anita, aquí cambió el clima, antes era más caliente, porque las lluvias duraban menos.
—…
—Va a estar terrible el tráfico, de regreso a casa.
—…
—Pero yo creo que en dos semanas más, ya se termina la temporada.
—Cómo me gustaría estar bien… para entonces…
—A más tardar, serán dos semanas, yo creo, de lluvia diaria, y después va a aflojar.
—Beatriz… cuando mamá me dio la noticia… en ese momento…
—…
—A mí misma me cuesta… creerlo… pero me alegré de la muerte del pobrecito Pozzi…
—…
—Casi me dio risa… de que se hubiese muerto… primero él…
—…
—Y creo que es… bastante común, que la gente se alegre… con la desgracia de los… otros… Pero es un momento nomás, después ya se siente… tristeza.
—…
—¿Por qué es… que se siente algo tan… sin sentido?
—No sé, Anita.
—Lo primero, lo más… espontáneo, es alegrarse… de que le pasó a otro… y no a uno mismo…
—Creo que es lógico, después de la actitud última, que tuvo contigo. Es humano, reaccionar así, creo.
—¿Lógico…?
—Sí, Anita, y humano.
—A mí me da vergüenza… ser así…