Epílogo — Nota de la Autora

Si hablamos de precisión histórica, yo no podría mejorar las palabras de Charlotte Lennox, la primera traductora de las Memorias del duc de Sully al inglés, cuando escribe en 1775:

Uno se imaginaría que ante un hecho tan público y tan reciente como el asesinato de Enrique IV se encontraría una unanimidad absoluta en las historias y memorias de la época; sin embargo, muchos de los escritores contemporáneos no se ponen de acuerdo en cuanto al número de personas que estaban en el carruaje con ese príncipe cuando fue asesinado, las heridas que recibió ni muchas otras circunstancias no menos esenciales.

Si esos testigos originales no son más fiables que los testigos del accidente de tráfico medio y hasta M. de Sully puede presentarnos un inexistente «miércoles, 17 de mayo de 1610» como la fecha de la muerte de Henri (solo un párrafo después se refiere al «lunes, 17 de mayo», que tampoco es), creo, entonces, que los pequeños errores de memoria de Rochefort se pueden perdonar. Incluso durante la quincena que duró el interrogatorio de Ravaillac, antes de su ejecución, los archivos muestran que el fiscal general del estado y los consejeros no dejan de equivocarse en la fecha de la muerte de Henri.

Allí donde Rochefort no está «del todo conforme» con la historia tal y como la conocemos, yo he corregido en silencio algunos de sus errores y he dejado intactos aquellos que son imposibles de aclarar.

Tampoco he tocado la costumbre que tiene de ocultar el nombre de ciertas familias francesas (y otras) bajo sinónimos obvios. Si bien podría intentar adivinar qué familias ha codificado de ese modo, quizá sea más diplomático no hacerlo.

Los estudiantes aplicados de los archivos históricos también serán conscientes de las diferencias existentes entre las Memorias de Rochefort y otras fuentes contemporáneas. Cuando no se pueden resolver esas dificultades, opto por darle el beneficio de la duda a Rochefort, que, aunque puede estar errado, creo que siempre ha sido tan honesto como era posible, aun si es una honestidad algo menos ingenua que la que se muestra en las Memorias de su señor.