Capítulo 6
Lucas y Jim estuvieron mucho rato recorriendo las escarpadas rocas de hierro, buscando algo. Ni ellos mismos sabían exactamente lo que buscaban, pero tenían esperanzas de encontrar algo que les ayudara.
Jim trepó hasta el punto más alto de la roca llevando consigo la linterna encendida.
—Eh, Lucas —exclamó de pronto con voz apagada—, me parece que he encontrado algo.
Lucas se encaramó rápidamente hacia donde estaba Jim. A la luz de la linterna se veía un agujero pentagonal que parecía un canal y conducía hacia abajo por las rocas de hierro.
Lucas examinó con cuidado los bordes de la abertura.
—Aquí hay rasguños y señales —afirmó por fin—, pero están muy borrados y corroídos por la herrumbre.
Sacó una hoja de papel de lija de la caja de las herramientas y empezó a frotar las señales. Poco a poco éstas se hicieron más claras. Eran letras. Al principio aparecieron dos rayos a los dos lados de la inscripción.
—Parece que se trata de algo sobre alta tensión —gruñó Lucas—, y según parece, magnética.
—¿Es peligroso? —preguntó Jim.
—Me parece que lo sabremos en seguida —respondió Lucas, y siguió lijando con prudencia.
Por fin la inscripción se hizo descifrable:
¡ALERTA!
¡ATENCIÓN! ¡ATENCIÓN!
¡EL GRAN IMAN DE GURUMUCH!
EL QUE QUIERA DESCUBRIR MI;
SECRETO Y BAJE A LAS PROFUNDIDADES,
QUE DEJE TODO EL HIERRO QUE LLEVE.
SI NO LO HACE ASÍ QUEDARA SUJETO A MI BASE
POR TODA LA ETERNIDAD.
—¡Ah! —dijo Lucas, más tranquilo—, nos estamos acercando a nuestro objetivo.
Y le leyó la inscripción a Jim.
—¿Tú crees —preguntó Jim, preocupado— que es más prudente dejar aquí la caja de las herramientas?
—Me parece que sí —respondió Lucas—, esta clase de inscripciones nunca se ponen en broma.
—¿Pero cómo podremos arreglar el imán sin herramientas? —dijo Jim.
—Eso tendremos que investigarlo —respondió Lucas.
—¿Y la linterna?
—También la dejaremos. En la caja de las herramientas debe de haber un par de velas y nos las llevaremos.
Luego, Lucas puso su cortaplumas y Jim su cinturón, que tenía una hebilla de metal, junto a la caja de herramientas. Por último, Lucas se quitó las botas porque tenían las suelas con clavos. Jim llevaba botas de pescador y por eso no se las quitó.
—¿Será muy profundo? —preguntó Jim con voz apagada.
Lucas sacó un tornillo de la caja de las herramientas y lo echó en el pozo. Después de bastante rato llegó hasta ellos, muy débilmente, el ruido del choque.
—Una buena profundidad —gruñó Lucas con la pipa entre los dientes.
Encendió dos velas, le entregó una a Jim y los dos se apoyaron en los bordes del pozo e iluminaron sus paredes. En uno de los lados se veían unos escalones desgastados que parecían el principio de una escalera de caracol.
—Voy a bajar —dijo Lucas.
—Yo voy contigo —dijo Jim, decidido.
—Bien —respondió Lucas, y empezó a bajar por el pozo—, pero ándate con cuidado, Jim, no te vayas a caer. Los escalones son muy resbaladizos.
Con la vela encendida en una mano y palpando la pared con la otra, fueron bajando escalón por escalón, siempre en círculo.
El agujero parecía no tener fin.
El aire que llegaba de las profundidades era sofocante y olía a humedad. El calor aumentaba. La luz de las velas vacilaba.
Habían bajado un buen rato en silencio, cuando Lucas dijo:
—Debemos de estar ya mucho más abajo de la superficie del mar.
Más le hubiera valido no hacer esta observación, porque al oírla, Jim sintió un extraño malestar. Durante un momento pensó en volver a subir corriendo, en salir de allí al aire libre. Pero apretó fuertemente los dientes y no se movió. Se sentó en un escalón y se apoyó en la pared del pozo.
—¡Oye! —oyó que Lucas le decía de pronto desde bastante más abajo—, me parece que hemos llegado al fondo.
Jim se levantó rápidamente y siguió a su amigo que le esperaba en el suelo del pozo e iluminaba las paredes a su alrededor para examinarlas. Descubrió una abertura que llevaba a una galería horizontal, encendió, en la llama de la vela, su pipa que se le había apagado, dio dos fuertes chupadas y dijo:
—¡Ven, Jim!
Se metieron por el hueco y durante un rato recorrieron sus curvas y sinuosidades. Entretanto, el calor había aumentado considerablemente.
—Me gustaría saber —dijo Jim—, por qué hace tanto calor aquí.
—Esto sucede siempre cuando uno llega debajo de la corteza terrestre —le explicó Lucas—, cuanto más abajo vas, más calor hace, porque se acerca uno al centro de la Tierra.
—¡Ah! —murmuró Jim—, entonces es que estamos ya debajo del fondo del mar.
—Eso parece —fue todo lo que Lucas contestó.
Siguieron avanzando en silencio y protegiendo con la mano la llama de sus velas.
De pronto se terminó la galería y los dos amigos salieron al aire libre por un agujero. Bueno, en el primer momento creyeron que era así, pero luego, al débil resplandor de las velas, vieron que se encontraban en una enorme cueva llena de estalactitas y estalagmitas. Las columnas y las paredes brillantes se perdían en todas direcciones en medio de una densa oscuridad. A lo lejos se levantaba una formidable torre de hierro que en lo alto desaparecía en el techo abovedado de la cueva, y que hacia abajo se ramificaba, como las raíces de los árboles, en venas y nervios retorcidos, con las que se mantenía fuertemente sujeta al suelo de roca.
Los dos amigos se quedaron inmóviles por el asombro y luego miraron a su alrededor.
—Eso que se ve allá —dijo Lucas con voz apagada—, es la base de la otra roca.
Lo inspeccionaron todo y descubrieron que habían salido de la base de otra torre de hierro tan grande como la primera. Una gran raíz de hierro llegaba hasta el centro de la estancia de roca. Desde la otra torre partía una raíz similar que parecía dirigirse hacia ella.
Cuando Lucas y Jim llegaron al centro, vieron que los dos extremos no se tocaban. De pronto dejaron de hablar, como si les hubieran interrumpido. Ante ellos, en el blanco suelo, descubrieron los dos a la vez un hoyo más pequeño que una bañera.
—Parece —dijo Lucas, pensativo— como si aquí tuviera que haber algo que alguien hubiera sacado.
Acercó su vela al extremo de las raíces de hierro y volvió a descubrir unos signos. Como los anteriores, tampoco eran fáciles de descifrar. Además, esta vez, se trataba de un tipo muy, muy antiguo de letras, llamadas jeroglíficos. Lucas tardó mucho rato en descubrir, aquí y allá, letras sueltas. Por fin sacudió la cabeza, le dio a Jim su vela, para que se la sujetara, sacó del bolsillo su agenda y un lápiz y copió las pocas letras inteligibles. Jim le contemplaba asustado y en silencio.
Lucas fumó más de una pipa; la encendió varias veces antes de haber apuntado esto en su agenda:
(En un lado ponía:).
A ST L C EN IA MIST SA
EL PRIM EY E M RES UMUCH
LIS O SER Q IE O DESC A
Y Q IE L SE TE RA TO P DER
(En el otro ponía:).
L GR N F ERZ DE NORT Y SU
ERME OC LTA OR AQU Y ALL
I L S EPARA SEG IRÁ S S EÑ
JÚN AL S Y DE ERT A.
Cuando Lucas le leyó estas extrañas palabras, Jim se sintió muy desilusionado.
—Me parece que no es una inscripción —exclamó—; deben de ser sólo rascaduras.
Lucas sacudió la cabeza.
—No, muchacho, no son rascaduras. Apostaría cualquier cosa a que son instrucciones.
—Sí, ¿pero qué dicen?
—Esta palabra del final de la primera línea podría significar MISTERIOSA, y la palabra anterior, CIENCIA. Al final de la segunda línea hay algo que puede ser GURUMUCH, y las letras anteriores las descifraría como REY DE LOS MARES. Tendríamos una frase que posiblemente es CIENCIA MISTERIOSA DEL PRIMER REY DE LOS MARES GURUMUCH.
—¡Oh! —susurró Jim, y abrió los ojos maravillados—, yo no lo hubiera adivinado nunca.
—Sigamos —dijo Lucas—; la tercera línea podría significar: LISTO SERÁ QUIEN LO DESCUBRA. Y la cuarta significa sencillamente: QUIEN LO USE TENDRÁ TODO EL PODER.
—¡Lucas! —exclamó Jim, muy admirado—, eres realmente tú…
—Despacio —le interrumpió Lucas—; ahora el dichoso asunto se pone más difícil. No tengo ni idea de lo que pueden significar las palabras del otro lado. Lo único que puedo ver claro es que la primera línea termina con las palabras NORTE y SUR.
La pipa de Lucas se apagó de nuevo; la encendió y fumando se sumió en profundas meditaciones. Jim intentó ayudarle como mejor sabía sugiriéndole ideas. Lucas las aceptaba por si servían. Con trabajo y mucha paciencia los dos exploradores se acercaron a la solución del enigma. Las velas se habían consumido ya hasta la mitad, cuando Lucas, satisfecho, asintió y dijo:
—¡Ya lo tengo! ¡Ya sé qué significa! Y seguidamente le leyó a Jim el texto descifrado de la inscripción:
(En un lado ponía:).
AQUÍ ESTA LA CIENCIA MISTERIOSA
DEL PRIMER REY DE LOS MARES, GURUMUCH.
LISTO SERA QUIEN LO DESCUBRA
Y QUIEN LO USE TENDRÁ TODO PODER.
(En el otro ponía:).
LA GRAN FUERZA DEL NORTE Y DEL SUR
DUERME OCULTA POR AQUÍ Y POR ALLÁ.
SI LAS SEPARAS SEGUIRÁ SU SUEÑO,
JÚNTALAS Y DESPERTARA.