NOTICIA
El coño de Irene fue el último texto perteneciente a La Défense de l’infini que publicó Aragon. Después del veto pronunciado por el grupo surrealista con motivo de la aparición de Le Cahier noir en La Revue européenne (febrero-marzo de 1926), aquel se había abstenido de publicar nada más relacionado con su novela. Entretanto, la destrucción del manuscrito de La Défense de l’infini en noviembre de 1927 marcaba la definitiva renuncia de Aragon a la continuación de su obra. Entre ese día en Madrid en que quemó mil quinientos folios de su novela ante los ojos de Nancy Cunard y la edición de El coño de Irene apenas transcurrieron seis meses. La reunión de esas páginas salvadas de la quema adquiere de este modo un valor simbólico. Marca el punto final de una trayectoria novelesca comenzada con la redacción de Anicet ou le Panorama, román en 1918 y continuada por Le Libertinage (1924) y Le Paysan de París (1926). Habrá que esperar ocho años para que, en 1935, iniciando un nuevo ciclo creativo, Aragon publique otra novela, Les Cloches de Bâle, primer volumen de Le Monde réel.
Sabemos muy poco respecto a las circunstancias que condujeron a la publicación de El coño de Irene. En opinión de algunos el título respondía a las necesidades comerciales de una obra publicada clandestinamente. Esta hipótesis llevó a los responsables de una de las numerosas reediciones a reducirlo simplemente a Irene. En nuestra opinión, Aragon eligió deliberadamente este título por su fuerza provocadora. Recordemos que en esta época escribió los poemas de La Grande Gaîte (1929), entre los cuales se cuenta el titulado «Voyages»:
Comme il allait de con en con
Il devint terriblement triste
Comme il allait de con en con
Terriblement triste
[Como iba de coño en coño / Se volvió terriblemente triste / Como iba de coño en coño / Terriblemente triste]
La hipótesis, igualmente arriesgada, según la cual El coño de Irene fue escrito por encargo queda contestada por la existencia de las hojas manuscritas conservadas en la biblioteca literaria de Jacques Doucet. Estas fueron dirigidas por Aragon a su protector hacia finales del verano de 1926, dos años antes de la publicación de la obra. Dichos documentos no corresponden, es verdad, más que a una parte del texto. Pero se sabe de la existencia de otras hojas manuscritas, actualmente en posesión de coleccionistas privados que no hemos podido identificar. Anne Chilsom, la biógrafa de Nancy Cunard, señala que esta poseía varias. Parece ser, además, que el autor, al igual que hiciera con Anicet, Le Paysan de Paris y Traité du Style en 1930, redactó una «crítica» de la obra para un coleccionista.
A menudo se ha formulado la cuestión de cuáles fueron las razones por las que Aragon no quiso reconocer públicamente la paternidad de su obra, cuando lo hacía sin ninguna reticencia entre sus familiares y amigos. No cabe ninguna duda de que las razones fueron políticas. Miembro del comité central del Partido Comunista francés, Aragon quiso evitar lo que, en su época, hubiera constituido un escándalo propicio para que se hiciera de él una explotación política. Este temor, como veremos, no era infundado.
Respondiendo en 1955 al editor de una revista que solicitaba su consentimiento para que El coño de Irene figurara en una bibliografía, Aragon escribió:
«Sin duda ignora usted que las atribuciones que aquí y allá han llegado a hacerme de una obra anónima me han supuesto contestar a su pregunta ante un juez de instrucción en el curso de una reciente investigación.
»Le ruego formalmente que suprima de la bibliografía que proyecta toda mención que pueda inducir a atribuirme de nuevo esta obra».
La mencionada declaración ante un juez de instrucción fue sin duda consecuencia de la reedición de El coño de Irene puesta en circulación en 1953.
Poco tiempo antes, a comienzos de 1952, los miembros del Comité Victor Hugo, fundado por Jean Hugo para celebrar el ciento cincuenta aniversario del nacimiento del escritor, y del cual Aragon formaba parte, recibieron individualmente un correo anónimo. Contenía un opúsculo de doce páginas. Sobre la cubierta se leía: Aragon / Le Con d’Irène 1928/1948. En la segunda página: Oeuvres du même auteur / Hourra l’Oural (Denoël) / Les Yeux d’Elsa (Seghers)/ Le Libertinage (NRF) / L’Homme communiste (NRF). Seguía la reproducción de algunas páginas escogidas de la obra y de tres grabados de André Masson que ilustraban la edición original. Conviene subrayar aquí las similitudes seguramente no fortuitas con la edición de 1948. Una carta adjunta, que no hemos podido recuperar y que citamos de memoria, exigía del autor «que permita a los proletarios la lectura de esta obra hasta el momento reservada a unos pocos bibliófilos afortunados». El asunto produjo algún efecto en ciertos miembros del comité, entre los que cabe mencionar a Jean–Louis Barrault, Gérard Bauer, Pierre Benoit, André Billy, Julien Cain, Paul Éluard, Raymond Escholier, Fernand Gregh, André Maurois, Maurice Rostand y Jules Supervieille.
La prudencia de Aragon era legítima. Conservaba el recuerdo de la condena de la que fue objeto en 1948, con motivo de las informaciones publicadas en Ce Soir, del que era director, y que le valieron diez años de suspensión de sus derechos cívicos.
La persistencia en la negación tiene menos explicación después de la publicación en 1974, dentro de su Oeuvre poétique (Livre Club Diderot, vol. IV), de los poemas eróticos de 1929, escritos en colaboración con Benjamin Péret (1929. Premier semestre por Benjamin Péret, Deuxième semestre por Aragon, con cuatro fotografías de Man Ray, publicado clandestinamente por cuenta de la revista belga Variétés en 1929).