Agradecimientos
No sé qué supondrá para otros escritores, pero para mí terminar una novela en cinco meses es algo así como conseguir la cuadratura del círculo, y no lo habría logrado sin mis lectores fundamentales: Alan O’Bryan, Andrea Taylor y Tawnya Graham-Schoolitz robaron tiempo a sus atareadas vidas para leer cada capítulo a medida que yo los iba escribiendo y me hicieron comentarios muy valiosos. Allen Rouser, Mike Ruggiero y Nick Steinkemper también leyeron la obra en calidad de mis primeros seguidores y me dieron el visto bueno.
La ayuda de Katarzyna y Leszek Rosinski con la traducción de las partes en polaco y ruso fue inestimable y Andreas Hümer me echó una mano con el alemán. Cualquier error que pueda haber es mío, por supuesto, y todos los aciertos se deben a ellos.
La agente Dana Packer de la Policía de Lincoln, Rhode Island, colaboró explicándome cuáles serían los pasos que daría la policía en un caso como el de Perry. Si el personaje del agente Geffert se aparta lo más mínimo de lo que debería haber hecho, es porque yo no entendí bien a Packer.
Evan Goldfried es mi extraordinaria agente de JGLM y siempre le estaré agradecido por todos los esfuerzos que hace por mí.
Tricia Pasternak, mi editora en Del Rey, es sin duda la más sensata de toda Norteamérica, pero ¡hay más! También es brillante y servicial y confío plenamente en lo que opina. Mike Braff, su ayudante editor, se merece su propio casco Spangenhelm por soportar las flechas y hondas de mis bromas extravagantes, y también le agradezco mucho su ayuda.
Mi mujer y mi hija también me apoyaron muchísimo a lo largo de todo el proceso y no puedo expresar con palabras cuánto agradezco su amor, sus ánimos y su curiosidad por saber lo que harían a continuación Atticus y Oberón.
El edificio de tres plantas donde se desarrolla la batalla con la que culmina el libro se encuentra en realidad en una calle de Gilbert llamada Germann, y no Pecos. Le cambié el nombre porque la gente de allí lo pronuncia como germane, no se sabe por qué razón, ya que no tiene nada que ver con la forma en que se escribe; además, no quería que pareciera, ni aunque fuera indirectamente, que las brujas germanas lo habían elegido por la supuesta relación con su nacionalidad. Lo más probable es que el edificio ya esté ocupado cuando se publique este libro, pero mientras lo escribía es cierto que pasó muchos meses sin terminar y vacío, tal como se describe.
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