CAPÍTULO 18

 

Vegtamr, os saludamos —murmuró Nazh, al tiempo que inclinaba cortésmente la cabeza ante el recién l egado.

—Ah, Nazhaniel de Mitra, ha pasado mucho tiempo.

—El Caminante —susurró Meliss, sus ojos abriéndose en parte por sorpresa y en parte por incredulidad.

El hombre de abrigo oscuro y viejo sombrero esbozó una cálida sonrisa, sus ojos entre azules y grises cayeron sobre el a con amabilidad.

—Ese es un nombre que no escuché en mucho tiempo, muchacha — respondió con voz profunda, ronca—, me alegra ver que todavía se recuerda.

—Oh, vuestro einhenjar te recuerda continuamente, Padre de Todos — aseguró Bok con una mueca—. Aunque no estoy seguro de que quieras saber con qué nombres.

El hombre lo miró y negó lentamente con la cabeza.

—¿Dónde está él, Boksen? ¿Por qué no ha devuelto la reliquia a su lugar de origen?

Bok se rascó la parte de atrás del cuello y dejó escapar lentamente el aire.

—Bueno, es un poquito difícil despegarla de su… portadora —aseguró con un gesto afirmativo—. Están pegadas con Súper Glue, ya sabes.

—No, en realidad no tengo la menor idea —aceptó él, con toda la paciencia de un padre para el más irritante de sus hijos—. En realidad, todo tu… mensaje…

ha sido un completo galimatías para mí —su mirada volvió sobre Nazh, pasando por Meliss—. Eres la vasija…

—¿Perdón?

Él miró ahora a Nessa, quien parecía estar totalmente perdida. Su mirada calló sobre ella, sosteniéndosela durante un buen rato como si buscase algo en su interior.

—¿Quién eres tú y por qué l evas la marca de los dioses?

Ella se quedó sin palabras, pero no fue la única a juzgar por los gestos de sorpresa de los presentes.

Nazh se adelantó entonces, poniéndose entre las dos mujeres en una disimulada posición defensiva.

—Ella es Vanessa, mi señor —la presentó—. Es la Guardiana del Arven.

El hombre arrancó su mirada de la mujer y la posó sobre él.

—¿Su Guardiana? —preguntó, su ceño frunciéndose poco a poco.

Bok se adelantó entonces y atrajo nuevamente la atención del hombre.

—Te dije que las noticias eran demasiado estrambóticas como para mencionarlas sobre el papel, Padre de Todos —aseguró Bok al tiempo que estiraba el brazo para señalar a Nessa—. Esta mujer ha sido la guarda y custodia del Arven Odin hasta que su Relikvier dio con ella. La reliquia… bueno… digamos que ha sufrido… una pequeña transformación…

—¿Pequeña transformación? Eso es quedarse cortos —farfulló Nessa sin dejar de mirar al hombre—. ¿Y quién es él? ¿Tenéis algún tío raro más que queráis unir a la fiesta?

Un ligero jadeo escapó de la boca de Meliss, mientras Nazh maldecía y Bok ponía los ojos en blanco.

—Discúlpala, Padre de Todos… es… mortal y humana —declaró como si aquello lo explicase todo—. Una combinación absurda… no te ofendas, linda.

—No me ofendo —repuso ella con una perezosa sonrisa—. Tú perteneces a la subespecie de los idiotas. Eso me deja a años luz de evolución de ti.

Nazh dio un paso adelante y extendió una mano hacia Nessa, manteniéndola en el lugar y obligándola a cambiar su atención hacia él.

—Ahora no —pidió cortando de raíz cualquier respuesta suya. Su mirada fue entonces hacia el recién llegado—. Lo que el Boksen quiere decir, es que las reliquias han tomado forma humana, mi señor. El Arven está alojado en una mujer humana.

El gesto en el rostro del hombre fue mudando paulatinamente.

—Eso no es posible, Nazhaniel —negó, pronunciando su nombre completo.

Bok dio un paso adelante, corroborando las palabras de su jefe.

—Lo es, Padre de Todos, yo mismo he sentido el Arven y he visto como el einhenjar ha alimentado a la reliquia con el fuego elemental —corroboró Bok—.

Tendrías haber estado allí, Dayhen ni siquiera se dio cuenta de que ella era la reliquia, y eso que se la tiró… Pero entonces, forjó un vínculo con el a, y ahora el fuego elemental es la que la mantiene con vida. No solo a la reliquia, si no a su huésped, es complicado, ¿verdad? Pero…

Nazh alzó una mano para detener el parloteo de Bok.

—Hay mucho que explicaros, señor, si bien este no es el mejor de los momentos… —aceptó lentamente, en voz baja, tranquila.

El hombre pareció entender el significado oculto en sus palabras pues echó un vistazo a su alrededor.

—Los humanos pueden ocuparse de sus asuntos —declaró sin más y se volvió finalmente hacia él—. Prioridades más importantes me han traído hoy hasta aquí y por lo poco que he visto y oído, no serán noticias de mi agrado. Así que habla, Relikvier.

Nazh apretó los dientes, pero no le quedó más opción que obedecer.

—Os sugeriría reunirnos en un lugar menos concurrido, mi señor —insistió.

El hombre bufó.

—No te preocupes por oídos indiscretos, Relikvier, nadie escuchará ni una sola palabra de lo que se diga en mi presencia —declaró e incluyó en aquel o a cada uno de los presentes con la mirada—. Ahora, me gustaría poder entender un poco mejor como los objetos sagrados han terminado… en tal situación.

Nazh asintió una vez más y se giró hacia Nessa, quien seguía mirando el intercambio entre los hombres con cierto recelo.

—Sin duda eres la más indicada para explicarlo, Vanessa —declaró Nazh, invitándola a participar.

Ella frunció el ceño y miró al hombre una vez más.

—No pienso abrir la boca hasta que alguien me diga quién es él —aseguró al tiempo que se cruzaba de brazos—. Quizás lo hayáis olvidado, pero acaban de volar una planta en cada una de las dos torres, y ese hijo de puta puede estar muy bien ahí fuera… ¿Cómo sé que él no es uno de el os? No diré una sola palabra que pueda ponerla a el a en peligro.

La mirada intensa del hombre se posó sobre la Guardiana.

—¿A quién proteges con tanto ahínco, humana?

Ella frunció el ceño al escucharse l amar humana.

—A la única a la que realmente debo lealtad —declaró y no dio más explicaciones.

Bok se abrió paso hasta el a y le pasó de forma descuidada un brazo por los hombros.

—Está bien, Nessa —le dijo atrayéndola hacia él—, él está de nuestro lado.

El Arven es suyo.

Ella se libró de su brazo y entrecerró los ojos.

—Dijiste que la reliquia pertenecía a su Relikvier.

—Y así es —declaró el hombre y captó así su atención—, pero yo soy su creador. Eso los convierte a ambos, en míos.

Ella arrugó la cara, entonces sacudió la cabeza.

—Eso es imposible, para que fuese su creador tendría que ser… —las palabras se desvanecieron cuando la respuesta atravesó su cerebro de manera fulminante—. Odín.

Sus labios se curvaron un poco más.

—Ese es otro de los muchos nombres, con los que fui conocido entre los humanos.

Ella abrió la boca pero no pudo decir ni una sola palabra, de repente todo su mundo empezó a dar vueltas y más vueltas y las piernas no le resistieron. De no ser por los rápidos reflejos de Bok, habría caído al suelo.

Se habría espatarrado. Allí. Delante del mismísimo dios nórdico. El creador de la reliquia del fuego. Odín.

 

Nessa respiró tranquila cuando la última frase abandonó su boca. Durante la última media hora había repetido la historia a ese hombre, qué, si tenía que creer en toda aquella locura, era uno de los dioses más importantes de la mitología Nórdica. No sabía que esperarse o cómo debería ser, pero su nombre a menudo se asociaba a alguien anciano, de pelo cano y barba blanca… Sin embargo, aquel no tendría más de cuarenta años. Solo sus ojos entre azules y grises, destacaban en un rostro joven.

—Entonces, ¿las reliquias se encuentran alojadas en mortales? ¿Al amparo o no de un supuesto guardián designado por el mismo que las robó en primer lugar? —resumió con cierto escepticismo—. No es un conjunto muy alentador. Y

ahora el Arven ha sido amenazado.

Nazh se adelantó.

—Dayhen la protegerá, no permitirá que salga de su custodia —declaró—.

Cueste lo que cueste.

Ella frunció el ceño, su respuesta no se hizo de rogar.

—El problema es que el costo podría ser su propia vida —aseguró con un resoplido.

Él la miró.

—Es un guerrero einhenjar, una vez comandante, ahora buscador — respondió el dios—. Su destino está unido al del Arven, uno no existe sin el otro.

—¿Qué queréis decir?

Él se volvió hacia el Relikvier.

—La reliquia… el buscador… son dos partes de un todo —explicó—. Una vez fueron una sola unidad, está en su naturaleza volver a unirse.

—¡Lo ves! —clamó Bok—. Te lo dije, soy un genio.

Einhenjar —repitió Nessa—. ¿Por qué me suena ese nombre, y lo más importante, por qué creo que no me gustará la respuesta que me deis?

—Son los guerreros muertos en batalla, héroes elegidos para formar parte del ejército de Odín en el Valhala —explicó Bok—. Aunque él también es…

—Suficiente, Boksen —lo interrumpió el hombre.

Ella se lamió los labios, empezaba a secársele la boca y la cabeza le daba vueltas.

—Errr… dime que te refieres a el o de manera metafórica —pidió, su mirada dirigida a Bok.

Él negó con la cabeza.

—Nop —declaró con sencillez—. Él fue comandante del ejército de Odín, hasta que se ofreció voluntario para buscar la reliquia.

—¿Voluntario? —gimió el a—. Estás de coña, ¿verdad?

—No.

—Has perdido aceite.

—En absoluto.

—¡Esto es una locura!

Bok miró a Nazh.

—¿Se lo explicas tú?

Él lo fulminó con la mirada.

—Los Relikviers fueron creados en el momento en que las reliquias fueron robadas. Sus vidas han estado atadas a ellas desde entonces en una búsqueda sin cuartel.

—No estamos hablando de décadas… ¿verdad?

Él negó con la cabeza.

—Los siglos son incluso un poco cortos para ellos.

Ella gimió.

—No sigas.

—Pero si ni siquiera he empezado.

—Esto es una locura —señaló a Nazh—. ¿Quieres decir que este tío tiene más… de qué… treinta y cinco?

Bok sonrió ampliamente.

—Unos poquitos más —musitó Meliss, quien hasta ese momento había permanecido cal ada.

Ella la miró con los ojos entrecerrados.

—Si me dices que eres de la época de Tutankamón, mato —declaró con pasión.

La chica bufó.

—Los raritos son ellos —declaró—. Yo soy mortal, he cumplido los treinta este año.

Ella suspiró.

—Bueno, al menos hay un resquicio de normalidad en medio de toda esta locura —declaró pasándose las manos por el pelo—. Señor, Naroa es la que es capaz de enfrentarse a estas cosas sin pestañear, a mí me dan urticaria.

—¿Naroa? —preguntó Odín.

—El Arven —le explicó Bok—. Es el nombre de la chica de Dayhen, la portadora de la reliquia.

—No es su chica.

Él arqueó una ceja.

—¿No te has enterado todavía de su último rollito? —le soltó—. Estaba muy sexy con una de sus camisetas y ropa interior masculina paseándose por la torre.

Ella puso los ojos en blanco.

—Si el Arven está bajo la protección del einhenjar eso os deja libertad para localizar las otras tres reliquias —declaró el hombre—. Y debéis hacerlo a la mayor brevedad posible.

—¿Mi señor? —preguntó Nazh ante el extraño tono del hombre.

—El tiempo corre, Nazhaniel y el poder se debilita —confesó—, si las reliquias no regresan a su lugar de origen en breve, me temo que tendremos problemas mucho mayores.

Él asintió, pero no estaba del todo convencido.

—Yo tengo una preguntita al respecto —anunció Bok, al tiempo que levantaba la mano—. ¿Cómo han de ser devueltas las reliquias? No es como si pudiesen volver a ponerse los cálices en su lugar de origen. Son humanas.

—No estoy seguro, Boksen —aceptó el dios—. La reliquia y el poder que una vez la alimentó no fueron concebidos como dos entes separados. Transmitiré los recientes acontecimientos a los Vigilantes y os daremos una respuesta… tan pronto demos con ella.

Nazh iba a preguntar algo, pero el sonido de las sirenas de una de las ambulancias al ponerse en marcha lo interrumpió. Cuando se volvió a mirar el hombre había desaparecido.

—No acaba de esfumarse delante de mis narices —declaró Nessa alzando las manos, sus pupilas dilatadas—. Oh, mierda. No acaba de hacerlo.

—Yo diría que sí —declaró Bok—. Es algo que se le da de lujo.

—¿El esfumarse?

—Dejarnos con la palabra en la boca —dijo Nazh al tiempo que maldecía en voz baja—. Maldición… Su visita no ha solucionado nada.

—Yo no diría tanto —dijo Bok—. Acaba de dejaros caer la forma en la que se devuelven las reliquias.

—Pero no ha dicho en ningún momento cómo eso afectará a su portadora —añadió Meliss con un ligero estremecimiento—. Creo que prefiero enfrentarme con el inspector de policía. Avisadme cuando sepáis algo más.

Nazh la vio marcharse pero no dijo nada.

—Hay que encontrar a las otras reliquias —comentó Bok atrayendo la atención sobre él.

Ella resopló.

—No sé más de lo que ya os he dicho —declaró con fastidio—. Sasha tiene todos los datos.

Nazh dejó escapar un profundo suspiro.

—En ese caso, esperemos que él sea capaz de darnos alguna pista para poder empezar a buscar —declaró—. O estaremos perdidos.