EL MITO:

Entonces, Gran Alta posó la mirada sobre sus mensajeras, a quienes había separado de su lado para mantenerlas aún más ligadas a ella. Posó la mirada sobre la hermana blanca y la oscura, la joven y la vieja.

“No os hablaré para que me oigáis. No me presentaré ante vosotras para que me veáis. Porque una niña debe quedar en libertad para ir en busca de su propio destino, incluso aunque este destino sea el que su madre ha vaticinado.”

Y Gran Alta hizo que el camino recto se tornase serpenteante y el serpenteante, recto. Dispuso para ellas trampas y precipicios que las ayudarían a escapar. Así, recordarían su amorosa bondad y se regocijarían con ella.