20.                  Reencuentro
 

 
 

No sé cuántas horas estuve en mi habitación, con los brazos cruzados sobre las piernas. No podía moverme, no podía comer, beber, ni hablar, ni siquiera pensar. Era como si una daga me estuviera atravesando el corazón lentamente. Mi amor, mi único y verdadero amor, por el cual hubiera renunciado a mis poderes, incluso a mi vida, había olvidado que me amaba. En sus recuerdos ya no estaban los besos apasionados, las caricias, los mimos, las largas conversaciones, las miradas que hablaban más que las palabras. Todo se había ido de su mente y eso aún hacía más dolorosa mi herida.

 

Mi corazón tenía un compromiso eterno con Noah pero él no sabía siquiera quién era yo.

 

Permanecí absorta en mi sufrimiento, hasta que Jim llamó suavemente a la puerta:

—Alyssa…

Jim nunca me había llamado así, siempre usaba mi nuevo nombre, para no arriesgarse a equivocarse en público. Alcé la mirada y me crucé con la suya. Su cara era de dolor, como si sintiera el mío tan intensamente que se hubiera contagiado de él. Desvié la mirada y fijé los ojos en mis manos para que no viera mis lágrimas y apreté los labios para no sollozar. Pero Jim no iba a abandonar tan fácilmente, así que me tomó de las manos y me dijo:

—Me volví loco buscándote. Me llamaron del instituto y me dijeron que no habías aparecido, estaban muy extrañados porque nunca habías hecho algo similar antes. Creo que no encajas en el perfil de hacer novillos, así que la señorita Madison estaba muy preocupada por ti. Te llamé al móvil y aquí a casa y no contestabas, así que fui al hospital. Y allí vi a Noah.

El solo oír su nombre hizo que me fuera imposible retener por más tiempo las lágrimas, y mi respiración se hizo más y más entrecortada. Jim continuó hablando:

—Me dijo que se había sentido mal y que le habían llevado al hospital, pero que ni él ni el médico que le había acompañado en la ambulancia eran capaces de recordar el motivo real o por qué estaban allí.

—¿Estaba bien?

—Físicamente sí, no tenía ni un rasguño. Pero, no recordaba nada de ti, de su novia, de su gran amor, por la que se ha arriesgado a ir a la cárcel o ser expulsado su cargo de profesor en el instituto. No, Alyssa, yo no diría que estaba bien, porque no sabía que existieras.

Jim se levantó, nervioso, intentaba controlarse para no herir mis sentimientos, pero era como si las palabras surgieran de su voz en un torrente de ira descontrolada:

—¿Cómo has podido borrarle la memoria? ¿Cómo demonios has sido capaz? Solo porque tengas ese poder nos significa que debas usarlo. ¿Sabes lo que eso significa? Le has quitado a Noah tu recuerdo y por tanto una parte de sus sentimientos. Nadie debería tener ese poder y no entiendo que tú, que luchas por ser una bruja blanca, una mujer equilibrada y buena persona, seas tú precisamente la que lo hayas utilizado.

Sus palabras me dañaron más de lo que pensaba, quizás porque sabía que tenía razón. Sin embargo, existían motivos suficientes para haberlo hecho y ya era hora de que las compartiera con Jim, así que le expliqué entre sollozos:

—Su corazón se detuvo. Si no lo hubiera hecho ahora estaría muerto. No había un plan B posible, o hacía que dejara de amarme, o le dejaba morir en mis brazos. Siento si te he decepcionado, Jim, pero te aseguro que nunca dejaría que le pasara algo a Noah, aunque para ello tenga que haber hecho un conjuro tan horrible para ambos.

—¿De qué estás hablando? ¿Un ataque al corazón? Yo estuve con él cuando le dieron los resultados, estaba perfecto

Lentamente, subí la manga de mi camiseta, y me quité el brazalete de cuero con el que había estado cubriendo la cicatriz. Aún estaba marcada por los dedos de William, como una media luna negra y oscura, pero ya no estaba lacerante. Jim me miró sin comprender.

—La noche en que tú viniste a buscarme, William y yo tuvimos una fuerte pelea. Él intentó… forzarme… para que la profecía se cumpliera. Utilicé la magia en su contra para detenerle, pero él me hizo esta herida en la muñeca. Aunque tenía planeado volver a por mí cuando yo estuviera más calmada, supongo que en su fría y retorcida mente pasó la idea de que yo podía intentar escaparme.

—Y te marcó… —adivinó horrorizado.

—Sí, con una magia oscura que no conozco y para la que no tengo remedio. Puedo dejarla inactiva cuando me ataca a mí, pero no eliminarla. Él me dijo que nunca podría separarme de él y yo creía que viniendo aquí lo había logrado, pero su poder crece por momentos, lo sé, por eso la marca adquiere también más fuerza.

—Nunca me dijiste nada —se lamentó

—Porque ni yo misma sabía qué era. De hecho, fuera lo que fuera, estuvo latente hasta la noche de Halloween.

—¿Cuándo estuviste con Noah en la playa?

—Sí, fue solo un beso, pero bastó para que esa cicatriz despertara.

—¿Cómo?

—No lo sé. Se puso de un rojo vivo y era un dolor lacerante. Intenté curarme, pero no había nada que lo quitara.

—¿Por qué no me lo dijiste? —protestó Jim.

—Porque no puedes ayudarme, porque nadie puede, ni yo misma. No tengo ni la fuerza ni los conocimientos para vencerle. De todos modos, conseguí paralizar el dolor en mi mente, para eso sí me servían las técnicas aprendidas de mi abuelo para la lucha contra la magia oscura. Eso me permitía estar con Noah a pesar de la herida.

—Pero terminó afectándole a él —adivinó.

—Jamás pensé que eso podría pasar. Pero esta mañana Noah me pidió que fuera con él a Harvard porque le han ofrecido una plaza de profesor y también me pidió que algún día me casara con él. Yo acepté, pero al hacerlo se enfermó, de repente, y ya en la ambulancia se le paró al corazón. ¿Qué querías que hiciera, Jim? No puedo usar mis poderes para protegerle, lo único que podía salvarle era alejarle de mí.

Se hizo un terrible silencio y yo insistí:

—¿Crees que no daría mi vida por poder estar con él, por ser la Claire que él ama, sin Alyssa? Vivo cada día luchando por mantener una fachada humana y luego vengo aquí a casa e intento curarme esta maldita cicatriz, esta maldición, pero no lo consigo. Solo soporto el dolor aislándolo con meditación diaria, y eso no bastaba para sanar a Noah. Siento mucho haberte decepcionado, lo siento muchísimo. Pero no podía dejarle morir.

—No, yo lo siento. Me he dejado llevar por el rencor… —musitó Jim con voz ronca.

Le miré sin comprender.

—Claire, te he mentido mucho, pero a mi manera yo también intentaba protegerte.

—Rencor, mentiras, ¿de qué estás hablando? —le pregunté, preocupada.

—Cuando me di cuenta de que habías borrado la memoria de Noah, recordé lo que hizo tu madre y eso me hirió profundamente —masculló.

—¿Qué tiene que ver mi madre en esto? —pregunté atónita.

—Tu madre también hizo un conjuro de borrar la memoria cuando se vio atrapada, Claire, y esa acción me provocó un gran sufrimiento durante años, por no hablar que odio la idea de haberos olvidado a las dos.

—¿De qué estás hablando Jim? —le miré fijamente, intentando adivinar a que se refería en su serio semblante. Entonces, cuando le miré interrogativamente a los ojos y vi la intensidad de su preocupación por mí, creí adivinar la respuesta antes de que me la dijera. En voz baja musité:

—Tú eres mi verdadero padre…

Jim me miró aterrado, como si temiera que yo le rechazara, pero por primera vez desde que había salido de aquella ambulancia atisbé un rayo de esperanza. Me había dado cuenta de cuánto me adoraba Jim. Durante todo el tiempo que había estado conmigo había sido comprensivo, condescendiente y había aceptado todo con tal de que yo fuera feliz. Sin pensarlo más le abracé y le dije:

—Jim, no me importa que me mintieras, eres mi padre y lo único que me importa, que estás aquí conmigo, cuidándome.

Él me abrazó durante unos minutos y luego, cuando nos serenamos un poco se explicó:

—Claire, no te imaginas cuánto desearía decirte que es cierto lo que crees, pero con todo el dolor de mi corazón debo decirte la verdad. Yo no soy tu padre. Ethan lo es.

Le miré atónita.

—¿Tu hermano? ¿El mismo que me encerraría en una mazmorra si supiera que estoy en la Tierra?

—Sí. Lo siento mucho, Claire. Tu abuelo y yo convenimos que sería muy complicado para ti saber la verdad sobre tus padres, así que decidimos que al menos por un tiempo yo tendría que hacerme pasar por un amigo suyo, y no contarte nada más.

—Pero, ¿qué fue lo que pasó? —añadí, extrañada porque lo que Jim me contaba difería de mis recuerdos—. ¿Sabe Ethan que es mi padre? ¿Por qué mi madre te borró la memoria?

Jim suspiró profundamente y luego contestó vacilante:

—Es una larga historia, y prometo que te la contaré, pero cuando estés más tranquila. Oírla solo empeoraría las cosas. Ahora solo me interesa protegerte y evitar que vuelvas a la Fortaleza. No dejaré que te expongas a ningún peligro. Tu madre nos borró la memoria a todos, Ethan, Beatrice y a mí mismo para protegerte, porque sabía que la Guardia de la Fortaleza quería terminar contigo. Cuando tu abuelo vino a verme, rompió el hechizo en Beatrice y en mí, pero dejó el de Ethan, porque él compartía los miedos de tu madre.

—Pero es mi padre… Quizás, si lo supiera…

Jim bajó la cabeza y yo adiviné:

—Lo sabía y quiso hacerme daño igualmente…

—Sí —contestó lentamente—. Quiso hacerte desaparecer, antes incluso de que nacieras.

Yo le miré horrorizada y él añadió:

—Claire, sé que es difícil, pero ahora tienes que olvidarte de todo eso. Debo confesarte algo, yo amaba a tu madre locamente, siempre la amé, desde el primer momento que la vi, aunque ella solo tuviera ojos para Ethan. Tanto Beatrice como yo juramos que te protegeríamos, pero ella prefirió borrarnos la memoria para no tomar riesgos. Era una gran mujer, y lo cierto es que has estado a salvo durante diecisiete años, así que supongo que, aunque me duela, quizás tenía razón. Pero ahora tienes que prometerme que tú nunca harás eso conmigo para poder huir a Telabaal. No quiero olvidarte.

—Yo tampoco quiero que me olvides —musité entre lágrimas mientras le abrazaba—. Jim, solo borré la memoria de Noah para salvarle la vida, pero te prometo que no te haré ningún conjuro. Pero debo volver a Telabaal...

—Te traje al mundo de los humanos para protegerte, y toda la familia hará lo que sea necesario para mantenerte a salvo. Pero ninguno de nosotros puede volver a intentar ir a Telabaal, no podemos violar el tratado más veces sin consecuencias. Por ello necesito que también me prometas que vas a quedarte en Coldriver, conmigo, con tu familia.

—Eso no puedo prometerlo —repuse—. La magia oscura ha alcanzado a Noah a través de las fronteras y si he podido paralizarla ha sido destruyendo nuestro amor. Pero si William vuelve a intentar acercarse a alguien que me importa, volveré y lucharé contra él.

Jim me besó en la parte superior de la cabeza y suspiró, como si se diera por convencido, pero finalmente añadió:

—Te mantendré a salvo, no solo porque se lo debo a tu madre y a tu abuelo, sino porque conocerte ha sido uno de los mayores regalos de mi vida; y sé que toda la familia piensa igual.

Dicho eso, Jim me dejó un rato a solas en la habitación, como si él también necesitara pensar. Cuando regresó, el dolor me estaba abriendo la mente, porque de pronto lo vi todo claro, respiré hondo y le dije con voz temblorosa:

—Quizás todo esto me esté volviendo loca, pero tengo la sensación que ni tu ni el resto de la familia sois humanos.

Él asintió y me acurrucó en sus brazos, como a una niña pequeña.

—Tienes razón, y también siento que no te lo contáramos antes. Queríamos que te sintieras integrada en el mundo humano, y pensamos que no ayudaría el hecho de que toda tu familia no lo fuera.

Yo asentí. No estaba enfadada por ninguna de las mentiras, al fin y al cabo era muy consciente de lo que se puede llegar a hacer para proteger a quien amas.

—Pero no sois brujos, lo hubiera sentido, igual que sentí que Corinne era bruja en una vida anterior.

—Somos metamorfos —se explicó—. Nos convertimos en los animales que deseamos, por ello recibimos también el nombre de cambiantes.

—Jim, si mi padre es un metamorfo, ¿por qué solo soy bruja como mi madre?

—Eso no es del todo exacto, Claire. Posees el mismo poder que cualquiera de nosotros para transformarte, simplemente no sabías que lo tenías y por eso no lo has ejercitado.

—Entonces, ¿quieres decir que puedo convertirme en el animal que desee?

—Técnicamente sí, pero para lograrlo debes entrenarte para soportar la intensidad del cambio y, sobre todo, para volver a tu estado natural a tu voluntad.

—¿Kyle y Ashley se transforman?

—Solo Kyle. Ashley decidió hace mucho tiempo que quería ser solo humana, así que enterró su poder. Kyle, en cambio, adora convertirse en…

—Pájaro… —le interrumpí terminando su frase—. Por eso supiste dónde estaba, Kyle te lo dijo.

—Cuando me enteré de que Noah estaba en el hospital sin recordarte y tú no estabas ni en casa ni en el instituto, todos nos convertimos para buscarte, y Kyle fue el más rápido. Nunca le estaré lo bastante agradecido por ello, yo estaba tan nervioso que apenas si sabía dónde miraba.

Yo permanecí en silencio, abrumada por todo lo que había descubierto y por la ausencia de Noah. Sin embargo, aún me quedaba una pregunta importante:

—¿Por qué estáis en el mundo humano?

—Porque destruimos nuestro reino, Claire. Acabamos con los recursos, nos olvidamos de lo que era verdaderamente importante, y tuvimos que exiliarnos. Algún día, cuando estés preparada, te contaré toda la historia, porque también es la de tu madre.

Algo me hizo desistir de continuar indagando en esa historia, además otra pregunta me rondaba la mente.

—¿Los humanos os dejaron vivir aquí?

—Los exiliados no nos exponemos. Vivimos nuestras vidas en paz y armonía con los humanos y, si alguien intenta cambiar esto, la Guardia de la Fortaleza actúa.

—¿Cómo?

—Afortunadamente para los míos, los cambiantes no buscamos problemas, Alyssa, así que nunca hemos tenido que enfrentarnos a ellos. Además, antes de que intervengan, por la fuerza, el Consejo actúa.

—¿El Consejo?

—Sí, lo forman un miembro de cada reino y pasa de padres a hijos. En el caso de Telabaal era tu abuelo. Protegemos a los nuestros y a los tratados que han evitado guerra y muerte durante siglos. En realidad nunca hemos tenido una amenaza real, hasta que los Dake tomaron el poder.

—¿Y tú eres el representante de tu pueblo?

—Sí, a efectos del Consejo yo represento a mi pueblo. Por ello, en deferencia a los años de paz demostrados, me dejaron traerte conmigo. Aunque parezca extraño, la amistad es posible entre los Guardianes de la Fortaleza y los seres mágicos, mi familia es la prueba de ello. Ethan se ha convertido en su máximo responsable y nunca se meten en nuestros asuntos. Si ambas partes están decididos a vivir en paz y respetarse, no hay ningún problema real para ello.

—Pero, ¿por qué Ethan no eligió protegerme como has hecho tú?

—Porque pudo más su temor a la profecía.

—¿Me contarás la verdad de toda mi historia? Es como si nada en lo que creía fuera cierto —musité

—Sí, pero no hoy. Estás aturdida por tanta información.

Mientras lo decía me besó en la frente y me sugirió:

—Será mejor que intentes dormir un poco. Mañana seguiremos hablando.

Antes de que saliera de la habitación le pregunté en un sollozo:

—¿Crees que algún día recuperaré a Noah?

—Lo único que sé es que no podrás ser feliz sin él, cada día notarás su ausencia en cuerpo y alma, y el dolor no desaparecerá. Por ello te ayudaré, Claire, aún no sé cómo, pero Noah y tú volveréis a estar juntos.

Su voz sonó desgarradoramente triste mientras musitaba estas palabras, después cerró la puerta y yo volví a sumirme en la oscuridad más profunda.