18. La visita de Ethan
Cuando oí el timbre de la puerta, me miré una vez más en el espejo. Para pasar inadvertida, me había convertido a través de un conjuro de imagen en una adolescente absolutamente normal. Estatura media, algo rellenita, cabellos castaños recogidos en una cinta del pelo y ojos oscuros. Jim me había recomendado que estuviera en silencio a no ser que recibiera una pregunta directa, y estaba totalmente dispuesta a secundar su criterio. Beatrice también estaba presente, y ella fue la que se encargó de abrir la puerta al capitán de la Guardia de la Fortaleza. Quizá porque había estado temiendo tanto este encuentro, me sorprendió la similitud de aquel hombre con Jim. Tenía el mismo color de cabellos, solo que este los llevaba cortados militarmente, delimitando sus facciones, algo más endurecidas que las de Jim. Sus ojos eran claros como los de su hermano, pero en lugar de transmitir la bondad de este, eran fríos como el hielo. En acto reflejo me eché hacia atrás, mientras él abrazaba a Beatrice y estrechaba la mano de Jim. Su voz sonaba autoritaria cuando preguntó:
—¿Han venido mis sobrinos? Hace mucho tiempo que no les veo.
—Me temo que no. Kyle está con un amigo fuera de la ciudad y Ashley tenía trabajo —contestó Beatrice intentando restarle importancia.
—Lo que se traduce que Kyle sigue pensando que la Guardia no debería existir y que Ashley sigue intentando convencerse a sí misma de que solo el mundo humano es real. Es una lástima, me hubiera gustado disfrutar de una reunión familiar para variar.
Su tono irónico me sobresaltó, por lo directo que había sido. Jim le mantuvo la mirada y le espetó:
—Tú no has venido a una reunión familiar, Ethan, sino a interrogar a Claire. Cuando quieras una reunión familiar, solo tienes que pedirlo… y venir sin los soldados de presunto incógnito que te están esperando fuera por si decides que quieres encerrar a una bruja en la mazmorra.
Aunque a mí me pareció una acción descabellada responder de ese modo a su hermano, resultó un acierto, ya que pareció que este bajaba la guardia. Beatrice apoyó la mano suavemente en su brazo y le dijo:
—Te prepararé un café mientras Jim hace las presentaciones.
Aunque siempre había sabido interpretar las señales, sentía que allí se me escapaba algo. En el ambiente había dolor, separación y también un aire a rencor y asuntos no resueltos. El capitán se acercó a mí y me tendió la mano, que me estrechó fuertemente, como si de una amenaza se trata. Yo temblé en mi interior, y Jim me miró transmitiéndome toda su paz.
Siempre recordaré aquella hora siguiente, una de las más lentas de mi vida. Aquel hombre me hacía preguntas, pero parecía más interesado en observar mi reacción hacia ellas que en las respuestas. Por mi parte, intentaba mostrarme fría e impertérrita, para no dejar traslucir ningún rastro de la poderosa bruja Alyssa. Nos sabíamos rivales, y por ello un halo de tensión fluía intensamente entre nosotros. No obstante, esa enemistad era llevadera gracias a la presencia de sus hermanos, que me transmitían la paz que necesitaba. Finalmente, el capitán volvió a tenderme la mano y aunque no pudo evitar advertirme con un “Siempre estamos vigilando”, me dejó que me quedara tranquilamente con Jim. Este le dijo por despedida:
—Ya sabes dónde estamos, si quieres venir a vernos, hermano.
Y en la entonación dejó claro que no iba a permitirle más visitas como capitán para interrogarme. Este asintió, me lanzó una nueva mirada inquisitiva y simplemente se despidió diciendo:
—Dadle recuerdos a Ashley y John de mi parte. Y decidle a Kyle que mi ofrecimiento para que entre en la Guardia sigue vigente.