15. Explicaciones

Cuando Corinne entró en mi habitación, después de llamar a la puerta suavemente, sentí como la culpabilidad aumentaba en mi interior. Ella me sonrió, lo que curiosamente no hizo que me sintiera mejor, solo peor persona por haber salido huyendo de Noah y de ella. Aunque había conseguido volver a aplacar el dolor de la cicatriz, la herida en mi corazón seguía abierta.

 

Yo estaba sentada sobre la cama, con los pies cruzados e intentaba estar lo más relajada posible. Le indiqué que se sentara a mi lado. Al sentir su cálida presencia no pude evitar preguntarle:

 

—¿Cómo está Noah? Le envié un mensaje.

—Está preocupado, muy preocupado —me contestó vacilante—. Cree que estás arrepentida de haberle besado, que hoy ha hecho algo que te ha hecho sentir mal, y que ha abusado de la confianza de Jim. En definitiva, cree que…

—No le quiero… —musité apesadumbrada.

—Sí, así es. Sin embargo, como tengo la certeza absoluta de que estás loca por él, tengo mis propias conclusiones.

La miré interrogativamente y ella me espetó sin rodeos.

—Vi tus ojos, Claire.

—No comprendo… —repliqué intentando pensar rápidamente una respuesta convincente.

—No quiero que me lo expliques si no puedes hacerlo, pero tampoco que me mientas. Sé lo que vi. Cuando vimos a aquel chico que estaba a punto de caer de las rocas, algo le salvó y, cuando Noah corrió en su auxilio, yo te miré porque te había oído susurrar algo. Tus ojos se habían vuelto violetas como la amatista, Claire, justo después de que el milagro ocurriera.

Suspiré temerosa, sin saber qué decir, pero Corinne continuó amablemente:

—Sé que eres diferente, lo sé desde el primer día que te conocí, solo que no sabía el porqué. Ser diferente no es malo, y tú eres genial. Mi hermano está más feliz de lo que nunca le había visto y yo he encontrado a una buena amiga, y espero que también a una hermana. Por no repetir que salvaste a aquel chico de una fuerte caída. No sé por qué tus ojos se volvieron violetas ni por qué sabes tanto de conjuros y sanación, pero no me importa. Lo único que me preocupa es que mi hermano sufre por tu huida y yo… solo he venido a decirte que no voy a contarle lo que pasó, porque creo que no está preparado, pero, por favor, habla con él.

Yo permanecí en silencio, sin saber qué decir, y ella insistió:

—No sé si crees que tienes que dejarle por tu secreto, pero te aseguro que te equivocarás si lo haces. He visto como os miráis y no importa quién seas, el amor es demasiado maravilloso para dejarlo escapar. Por no hablar de que nunca tendré una cuñada mejor que tú —bromeó al ver que una lágrima se deslizaba por mi mejilla.

—¿Aunque mis ojos se vuelvan violetas y no sepas el motivo?

—¡Qué dices! Soy una aspirante a bruja. Ojos violetas y secretos poderes te hacen mucho más interesante.

Ambas reímos y Corinne se levantó, me dio un cariñoso beso en la mejilla y me dijo:

—Hoy estaré todo el día fuera y Noah me ha dicho que se quedará en casa leyendo, tú misma…

Mientras la veía cerrar la puerta tras de sí, supe claramente lo que tenía que hacer. Mi brújula interior solo me indicaba un norte posible, y ese norte era Noah, aunque yo fuera bruja y él humano.

Cogí prestado el coche de Jim, intuyendo que Noah debía estar sufriendo mucho por culpa de mi huida y no quería hacerle esperar más. Conduje más deprisa de lo que solía hacer y cuando aparqué delante de la casa, sentí que las piernas me temblaban. Cuando toqué al timbre, vi que él acababa de salir de la ducha y al verme se apresuró a preguntarme

—Claire, ¿estás bien?

Mientras lo decía se pasó la mano por el pelo mojado, lo cual hizo que se le endurecieran los músculos de los brazos. Estaba tan sexy que por un momento me olvidé de lo que había ido a decirle, así que él continuó explicándose.

—Lo siento mucho, no quería… Mira, aquella noche que te llevé al cine a ver “Crepúsculo”, Corinne ya había visto la película, pero la convencí para que viniera con nosotros porque no podía pedirte una cita formalmente sin parecer un depravado chico mayor que intentaba aprovecharse de ti. No sé qué hice anoche o esta mañana pero quiero que sepas que estoy contigo porque eres con quien quiero estar, con quien siempre he querido estar desde la primera vez que te vi y creíste que era un bromista en lugar de tu tutor. No quería hacerte daño…

—Noah, no estoy enfadada contigo, y soy yo la que debe pedir disculpas por salir huyendo. Esta mañana… —titubeé.

—Viniste a decirme que estabas arrepentida de anoche… —musitó tristemente.

—No, vine porque quería volver a estar contigo, pero me asusté…—confesé.

—¿Yo te asusté? —preguntó con el semblante serio y preocupado.

—No, claro que no —traté de encontrar las palabras, decirle la verdad sin descubrir mi secreto—. Noah, cuando murió mi abuelo Jim solo se hizo cargo de mí por un tiempo y se suponía que yo solo debía pasar unos meses en Coldriver. Que tenía cosas que resolver, en otras partes, lejos de aquí. Entonces te conocí a ti y lo único que quiero ahora es quedarme a tu lado.

—¿Y qué tiene eso de malo?

—Que no es lo que se supone que tengo que hacer.

—También se supone que yo no debo enamorarme de una alumna del instituto, pero es lo que he hecho. No creo que los sentimientos se puedan controlar, Claire, al menos yo no he podido hacerlo contigo.

Le acaricié espontáneamente la mejilla y le dije:

—Nunca pensaría nada malo de ti, Noah. Pase lo que pase, nunca vuelvas a creer eso, ¿de acuerdo?

Entonces él me miró a los ojos, sus miedos se evaporaron como por arte de magia y volvió a besarme como lo había hecho la noche anterior, aunque con más ímpetu, como si hubiera temido perderme durante mucho tiempo.

Nos sentamos en el porche, cogidos de la mano, y así estuvimos hablando íntimamente durante largo rato, hasta que Noah me dijo:

—¿Quieres que te haga una confesión? ¿Recuerdas aquel día cuando conociste a mi hermana y ella dijo que mirara lo guapa que estabas?

—Sí, recuerdo que deseé meterme debajo de la mesa.

—Estabas increíble. Pensé que tenías el cuerpo de una bailarina y que jamás había visto una chica tan preciosa como tú.

Yo sonreí sonrojándome, y él continuó acariciándome suavemente los cabellos.

—Debo confesarte que intenté por todos los medios olvidarte pero no podía, es más fuerte que yo. Corinne tardó medio minuto en percatarse de mis sentimientos…

—Es muy intuitiva.

—Sí… Aunque ella no lo ve mal, porque sea tu tutor y todo eso.

—Eso es porque no está mal, apenas me quedan unos meses para que esa situación cambie.

Creía en serio lo que le decía. Teniendo en cuenta que un brujo psicopático me había marcado e intentaría evitar a cualquier precio nuestro amor, el hecho de que Noah fuera mayor que yo o mi tutor me parecía absolutamente banal. Al fin y al cabo, como yo misma le había dicho, esto cambiaría en poco tiempo, pero no se podía decir lo mismo de la maldición de William Dake. Me abracé a Noah y este me besó los cabellos, antes de decir:

—Claire, hay algo de lo que tenemos que hablar. Es muy importante.

Le miré sin comprender y él se explicó:

—Quiero estar contigo, pero sé que debemos tener cuidado porque técnicamente estoy cometiendo un delito.

—No voy a denunciarte —repuse dándole un beso.

Él me apartó un poco y me dijo:

—Sé que tenemos que ocultarlo en el instituto pero tu familia debe saber la verdad.

—¿Te refieres a Jim, Beatrice, John…?

—Sí, y también a tus primos —contestó.

—¿Y si Jim se pone furioso? Sería mucho más inteligente no decir nada, durante una temporada.

—No sería más inteligente, sería más cobarde. Claire, conozco a Jim desde que era niño y, a pesar de que soy tu tutor en el instituto y la diferencia de edad, tengo el presentimiento de que todo va a ir bien.

—Ahora has hablado como Corinne.

—Sí, tener una aprendiza de bruja en casa me está afectando el cerebro… Además, no tengo la agilidad de tu héroe Edward de “Crepúsculo” para subirme con facilidad y silenciosamente a tu ventana, así que me temo que tendré que usar con frecuencia la puerta.

—Tienes razón —admití. Lo cierto es que no soportaba la idea de hacerle daño a Jim con mentiras, como había hecho con el abuelo—. Pero tendrás que hablar tú porque yo me muero solo de pensarlo.

—Claire, en menos de un año tendrás dieciocho, no creo que Jim se lo tome tan mal. Es comprensivo.

—Sigo pensando que nos equivocamos al explicárselo.

—Estamos siendo responsables contándoselo y además, voy a garantizarle que voy a velar por ti.

—¿Velar por mí? Noah, no me convence.

Suavemente me besó en la mejilla y me dijo:

—No voy a volver a… acercarme a ti… hasta que se lo hayas explicado a Jim. De veras que necesito su bendición, es lo mínimo después de tantos años de amistad.

—¿Lo de ponerme esta condición es porque no te fías de que vaya a contárselo?

—Creo que no eres consciente de cuánto te quiero y de lo importante que eres para mí. Esperaría por ti cien años si supiera que el premio sería al final estar contigo. Esperar a que termines el instituto no es demasiado, aunque si algún niñato se te acerca igual no podré contener mis celos… Pero no puedo faltarle el respeto así a Jim. Supongo que nadie te lo ha contado pero, cuando mis padres murieron, él, John y Beatrice evitaron que Corinne y yo fuéramos a parar al sistema de acogida. Durante un tiempo vivimos con John y Beatrice, y cuando ya pudimos emanciparnos, nos ayudaron a que pudiéramos mantener esta casa. El hecho de todos estos años haya podido esta con mi hermana, seguir viviendo en Coldriver y estudiar, ha sido gracias a tu familia. No puedo traicionar su confianza.

Sin poderse resistir me abrazó y yo coloqué mi cabeza apretada fuertemente contra su pecho, para poder oír los latidos de su corazón, sus latidos por mí. Presioné mis labios contra su camiseta y prometí:

—Esta noche hablaré con Jim.

—Hablaremos. Si no te importa me gustaría estar presente —repuso—. Quiero que entienda que voy en serio contigo Claire, te quiero para siempre y haré las cosas bien, y no porque nuestra relación sea ilegal o no, sino porque quiero estar en paz contigo, conmigo mismo y con tu familia.

Fijé la mirada en sus suaves facciones, y sin poder evitarlo, presioné mis labios contra su cuello en un beso que pretendía ser casto pero que nos provocó un estremecimiento de placer a ambos. Noah se zafó de mis brazos.

—Por favor, Claire, intento comportarme como un buen chico responsable y maduro y lo que deseo cada vez que te acercas es abrazarte con pasión adolescente —murmuró con tono sombrío.

—Lo siento, ya sé que solo pretendes hacer lo correcto. Digamos que ha sido un pequeño adelanto.

—Esta noche —insistió.

—Te esperaré para cenar, ¿de acuerdo?

—Entonces te veré a las ocho. Ya te echo de menos —me susurró mientras me besaba en la frente suavemente, casi sin rozarme.

Me había quedado claro, sin bendición de Jim no habría pasión.

 
 

Pasé el resto de la tarde deambulando nerviosa por la casa, temiendo la reacción de Jim. A la vez, no podía dejar de pensar en lo que Noah me había contado. De igual forma que Corinne era capaz de intuir algo en mí, yo también sentía que había algo más en mi familia adoptiva, un secreto. Me habían apoyado tanto desde el principio y no solo a mí, también a Noah y Corinne al quedarse huérfanos. Cuando estaba o pensaba en ellos era como si una corriente de energía positiva recorriera todo mi ser y la magia fluyera en mi cuerpo con facilidad. No tuve ninguna duda de que si hubiera más gente como ellos tanto en el mundo humano como en el reino de Zaeba, la magia oscura y la maldad no tendrían cabida. De algún modo, estos pensamientos consiguieron tranquilizarme, de forma que me arreglé para la cena y me dispuse a esperar a Noah en el porche. Allí, no pude evitar pensar que anhelaba que sus dedos se entrelazaran en mi pelo, que sus labios se posaran de nuevo pasionalmente sobre los míos, que presionara su pecho contra el mío y volviéramos a sentir que íbamos a quedarnos prisioneros uno del otro para siempre. Pero antes, había que contárselo a Jim.

Por suerte, este no pareció extrañado cuando Noah tocó al timbre y yo le abrí temblorosa. Le saludó efusivamente y después de ofrecerle un refresco yo me atreví a decir:

—Jim no te enfades por lo que voy a decirte, ¿de acuerdo?

Sus ojos nos miraron extrañados, primero a Noah y luego a mí, y luego comentó:

—Claire, nunca comiences una conversación así. Hace que me sienta muy preocupado.

—Nosotros, quiero decir Noah y yo… —intenté explicar que éramos novios con naturalidad, pero me temblaba tanto la voz que Noah tuvo que intervenir.

—Anoche, en la fiesta de las hogueras, le pedí a Claire que fuera mi novia y ella aceptó. Sé que no me he comportado bien, Jim, y que puedes sentir que he traicionado tu confianza, pero no lo planeé. Simplemente ocurrió y me gustaría que estuvieras de acuerdo en que saliéramos juntos, formalmente.

Escuchar a Noah hablar tan seguro de sí mismo de sus sentimientos hacia mí tuvo la magia del mejor de los conjuros: terminó con mis miedos y entendí que estábamos destinados a estar juntos para siempre. Miré a Jim, que con el semblante serio objetó:

—Es una menor, Noah. Y además es tu alumna.

—Lo sé, pero no puedo dejar de amarla aunque sea consciente de todo ello. Y aunque todavía no me lo creo demasiado, ella también siente lo mismo por mí.

Jim respiró hondo y sus facciones se relajaron. Quizás el hecho de que estuviera saliendo ilegalmente con mi profesor no era tan malo cómo hacerlo con el hijo del clan enemigo, y la reacción del abuelo no tenía por qué ser la de Jim. Nos miró de manera alternativa a Noah y a mí y luego dijo:

—Veo que Beatrice es mucho más perspicaz que yo.

—¿Beatrice? —inquirí sin comprender.

—El día del partido me dijo que vosotros estabais enamorados. Yo le dije que eso era una locura y me reí, así que lo olvidamos. Ahora me doy cuenta de que debería haberte preguntado —masculló.

—Jim, yo no quería enamorarme de ella, pero no pude remediarlo, desde la primera vez que la vi. Sé que no debería haber seguido quedando con ella, por respeto a ti, pero no podía evitarlo —vaciló, se le veía temeroso de haberle fallado—. Quería decírtelo, pero anoche en las hogueras digamos que me olvidé de todo…

—¿Qué pasó anoche exactamente, Noah? Supongo que no… —se apresuró a preguntar Jim visiblemente alarmado.

—Oh, no, por supuesto que no, me has malinterpretado. Anoche simplemente nos besamos y yo le pedí que saliera conmigo, ella dijo que sí y… aquí estamos, explicándotelo.

El pudor me hizo agachar la cabeza, no estaba preparada para esta conversación. Jim me propuso que fuera a buscar más bebida, lo que intuí que era su manera de decirme que quería hablar en privado con Noah.

El tiempo de espera en la cocina se me hizo una eternidad, hasta que escuché risas desde el comedor. Después se oyó la puerta de la entrada cerrarse, y Jim apareció por la puerta.

—¿Todo va bien? ¿Dónde está Noah? ¿Os habéis peleado?

—Ha ido a por unas bebidas, le he dicho que quería hablar contigo a solas. Y, para tu tranquilidad, te diré que no tengo ningún motivo para estar enfadado ni con Noah ni contigo. Claire, eres una chica muy responsable y madura, no me extraña que los chicos de tu edad te parezcan niños. Por eso entiendo que te hayas enamorado de Noah. Por otra parte, dados los comentarios que oigo de ti en la biblioteca, media población masculina del instituto está enamorada de ti, así que no me extraña que él también lo esté. La verdad es que no pensé que tuviera que lidiar con tantos admiradores.

—Sin embargo, pareces preocupado —me atreví a contestar—. ¿Es por la edad de Noah?

—Las cuestiones legales no me preocupan, aunque también te advierto que deberéis tener cuidado si no quieres que Noah se meta en un grave problema con la justicia. Lo que me inquieta es que la Guardia de la Fortaleza se entere, las relaciones entre seres de diferentes mundos están prohibidas…

—Lo sé Jim, pero no puedo decirle a mi corazón de quién tiene que enamorarse.

Su semblante era de amargura cuando me contestó:

—Tienes razón. Supongo que dado que Noah me ha prometido que entre tú y él no va a pasar nada mientras seas menor de edad, tengo unos meses para ver qué haremos cuando el Maestre o la guardia de la Fortaleza se enteren.

—¿Le harían daño a Noah?

—No, no es su estilo —me tranquilizó—. Pero, Claire, las mentiras tienen las piernas muy cortas. No podrás esconder eternamente lo que eres a Noah si está contigo. Lo sabes, ¿verdad?

—No quiero ocultárselo para siempre, pero tampoco podría decirle nada ahora. No solo porque prometí en la Fortaleza guardar mi secreto, sino porque sé que no está preparado para aceptarlo.

—Tienes razón —vaciló antes de continuar—. Claire, tienes mi bendición para salir con él porqué sé que estás enamorada y eso no se puede evitar. Sin embargo, esta unión es peligrosa y solo quiero que sepas que estaré a tu lado para ayudarte en lo que necesites. Te guste o no, eres la poderosa bruja Alyssa y tu unión con un humano está prohibida. Pero no se puede luchar contra el amor, así que encontraremos la solución juntos.

Yo asentí con lágrimas en los ojos, y él añadió:

—Claire… si estás con Noah, ¿dejarás de obsesionarte en practicar cada día tus conjuros?

—Lo siento Jim, pero sigo pensando que los Dake o sus secuaces pueden seguirme hasta aquí. Tengo que estar preparada, tanto si vienen ellos como si yo tengo que volver, aunque esto sea lo último que deseo ahora mismo.

—Te lo he dicho miles de veces, la única manera de venir aquí es atravesando la Fortaleza y eso es imposible —me aseguró.

—Pero nosotros lo hicimos —protesté.

—Es diferente —refutó, para añadir con gesto suplicante:

—Yo tenía un permiso especial de la Guardia de la Fortaleza. Claire, estás a salvo aquí. No quiero que vuelvas a Zaeba ni qué temas que ellos vengan a por ti.

Yo suspiré, pensando en contarle el incidente de la cicatriz. Finalmente decidí que no convenía que nadie lo supiera, cuanto más ajenos estuvieran todos ellos de cualquier cosa relacionada con los Dake más a salvo estarían. Jim malinterpretó mi semblante serio y reconoció:

—Supongo que tengo tanto miedo de que te pase algo que me vuelvo demasiado protector.

—Me gusta como me cuidas, Jim —me apresuré a contestar—. Desde que estoy contigo, me siento a salvo.

—Pero a pesar de ello sigues practicando.

—Lo necesito —me limité a decir.

Jim me miró intentando descifrar la expresión de mi rostro, pero pareció que desistía, así que hizo una mueca de resignación mientras decía:

—No tienes por qué contarme nada si no te apetece, pero estaré aquí para escucharte si me necesitas. Sé que no puedes hablar de la mayor parte de tus problemas con las chicas del instituto o con Corinne porque…

—Son humanas y no pueden saber mi secreto.

—Exacto. Aunque, si prefieres hablar con Beatrice lo entenderé.

—No, me gusta hablar contigo —repuse—. En realidad, hay algo que quiero contarte. Cuando me salvaste y me trajiste aquí me dijiste que el abuelo te había contado que los Dake anhelaban que yo me casara con William, su único hijo, para que la profecía se cumpliera y así atraer el poder al lado oscuro de la magia. Me temo que esa explicación no es del todo exacta.

Jim arqueó una ceja, visiblemente confuso. Su sonrisa se había desvanecido por completo, lo cual me ponía algo nerviosa.

—Yo…William… nosotros fuimos novios —expliqué con un hilo de voz.

—¿Estuviste saliendo con ese brujo psicópata? No puedo creérmelo.

—Es que no siempre fue así, supongo que sí que era un poco el chico malo de la clase pero también sabía ser encantador y me hacía sentir especial —suspiré, intentando encontrar las palabras adecuadas para que Jim entendiera lo que había hecho.

—Tú eres especial, no necesitabas salir con alguien como William Dake.

—Especial por mis poderes, pero los chicos no querían salir conmigo porque les intimidaba que fuera más fuerte que ellos. A William no le importaba, al contrario, era un reto para él.

Jim bajó la mirada y la clavó en sus zapatos, se le veía francamente incómodo.

—Mira Jim no quiero, mejor dicho, no puedo explicarte que es lo que pasó entre nosotros, el recuerdo de nuestra relación me crea más confusión y ansiedad de la que puedo manejar y tú sabes lo peligroso que es para mí perder el control. Solo salimos unos meses, pero lo cierto es que William no descansará hasta encontrarme. Él me quiere de un modo horriblemente posesivo y controlador, cree tanto en la profecía que para él es como si estuviéramos atados para siempre. Si me encuentra, tengo que estar preparada.

—¿Atados? ¿Quieres decir que tú y él…?

—No, en absoluto. Cuando el abuelo me contó la profecía sentí miedo, porque había algo en William que me hacía sentir cerca del mal, y nunca llegamos a nada… —volví a suspirar, era imposible explicar correctamente lo que había sentido por William.

—William Dake y tú… —repitió Jim con voz incrédula—. Nunca lo hubiera dicho.

—El abuelo intentó separarme de él, decía que era una mala influencia para mí. Intuía el peligro, pero las prohibiciones de verle solo conseguían que fuera más apetecible.

—Me suena extraño lo que dices.

—¿Tú también te avergüenzas de mi comportamiento?

Me sorprendió que Jim negara tan rápidamente con la cabeza.

—Eres una muchacha increíble. No me importa que tontearas con ese brujo ni con ningún otro, lo único que quiero es que seas feliz.

Pasó un largo minuto de silencio antes de que fuera capaz de decir:

—Noah me hace feliz. Es el único chico que he amado. Nunca estuve enamorada de William, solo encaprichada y confusa porque era el brujo más guapo y poderoso del instituto y se había fijado en mí.

—Entonces me alegra que hayas encontrado a tu amor verdadero en Noah. Es un chico fantástico, le conozco desde niño y sé lo buena persona que es. También es equilibrado, sensible, inteligente, paciente y cariñoso. Y sé que cuidará de ti.

—No necesito que nadie me cuide.

—Lo sé, pero yo necesito saber que estás bien y con Noah sé que lo estarás.

Le miré a los ojos, agradeciendo una vez más su cariño. Por ello le dije:

—Jim, también me hace feliz que tú fueras quién viniera a buscarme. Cuando murió el abuelo pensé que nunca volvería a sentirme tan querida y protegida como me sentía con él, pero a tu lado siento la misma sensación.

Por respuesta él me tomó suavemente de las manos y me besó en la frente. Yo le abracé con fuerza y así nos encontró Noah, hechos un ovillo. Sonrió dulcemente, guardó las bebidas en la nevera y cuando nos separamos, estrechó la mano de Jim y ambos fueron al comedor mientras yo terminaba de preparar la cena. Demasiadas emociones me habían hecho necesitar unos minutos de soledad.

Cuando llegó la hora de despedirnos, acompañé a Noah hasta el portal, y allí dejé la puerta entrecerrada a mi espalda. Él me rodeó con el brazo y me besó dulcemente en la mejilla. Yo protesté:

—Esto es infantil. Jim ya deja que me beses.

—Jim está escuchando —se oyó desde el salón—. Y, sí Noah, puedes besarla, yo me voy a dormir…aunque yo de ti lo haría antes de que la Sra. Rosmeyer se ponga a regar las plantas y te vea.

Fruncí el ceño, pero Noah se echó a reír y sus ojos brillaron pícaramente. Me abrazó con fuerza y besó mis cabellos. Después bajó lentamente los labios, acariciando con ellos casi imperceptiblemente mi frente, mi nariz y luego mis labios. Me quedé extasiada y le miré esperando más… pero él se limitó a sonreír y me dijo:

—Te veo mañana, cariño.

Entré como en una nube en la casa mientras Jim seguía riéndose en el sofá, así que le lancé una mueca falsamente hostil y me dirigí a la cocina. Él me interceptó y me dijo:

—Yo me encargo, aunque solo sea por salvaguardar los platos…

—Gracias, Jim, por todo.

Él sonrió y yo le abracé, lo cual le sorprendió gratamente, así que añadió:

—Definitivamente, te sienta bien tener novio.

Salí deprisa de la habitación, estaba demasiado feliz y temía que cualquier palabra pudiera estropearlo.