ULTÍLOGO
Me cuenta Mauro Hernández, estudioso del Arte Levantino, que en los riscos y barrancadas donde se encuentran los abrigos con las pinturas de los últimos cazadores y recolectores que hubo en la Península, ha vuelto a crecer la vegetación y bullen nuevas camadas. La naturaleza ha recuperado las tierras que los cultivos y los ganados arrasaron, y sobre los suelos que quedaron desnudos todo retoña y revive. Tal vez alguna generación más sabia que la presente vuelva a escuchar la voz de la naturaleza en el viento.