[1] Tengo que agradecer especialmente su ayuda en la formulación de los últimos capítulos de este libro a Derek Croxton, Kate Epstein, Jack Goldstone, Daniel Headrick, Paul Monod, Sheilagh Ogilvie y Kenneth Pomeranz. <<

[2] Para conocer dos series representativas que demuestran que la década de 1690 fue la más fría de la que se tiene constancia, véase Brázdil, «Use», figura 2 (Alemania desde 1000); Dobrovolný, «Monthly», p. 93 (Europa central entre 1500 y 2007). Véase también Manley, «Central English temperatures», p. 402 (datos de 1659-1973); y Xoplaki, «Variability», pp. 600-601. <<

[3] Garnier, Les dérangements, pp. 141-148, y las figuras 22-24, presentan las síntesis más recientes de datos sobre el Gran Invierno en Europa occidental. Para conocer la experiencia de los Balcanes, véase Xoplaki, «Variability», p. 598. El cuadro de Gabriele Bella La laguna helada en 1708 retrataba a los esquiadores venecianos. <<

[4] Shindell, «Volcanic and solar forcing», p. 4104, «MCG simulado, comparando la incidencia del sol y de los volcanes en 1680 y 1780»; Luterbacher, «European seasonal temperatures», pp. 1501-1502; ibídem, «Presión media mensual», pp. 1050 y 1062; Pfister, «Weeping in the snow», p. 54, presenta dos mapas climáticos que reconstruyen el insólito nivel de frío de 1695. En < http://www. volcano. si. edu/world/find_eruptions. cfm> se enumeran las erupciones volcánicas por año; en < http://en. wikipedia.org/wiki/File: Volcanic-ash-downfall_map_ of_Mt. Fuji_Hoei-eruption01.jpeg> se reconstruyen las lluvias de ceniza producidas por la «erupción de la época Hōei» del monte Fuji entre 1707 y 1708. <<

[5] Datos tomados de Teodoreanu, «Preliminary observations», p. 189, citando a un cronista turco; García Acosta, Desastres agrícolas, I, pp. 203-201; Myllyntaus, «Summer frost», p. 82. Véase también Xoplaki, «Variability», pp. 596-604. <<

[6] Nicolas, La rébellion, pp. 232-234, citando a los intendentes de Limoges y Moulins; Lachiver, Les années de misère, capítulo 8; y Le Roy-Ladurie, Les fluctuations, pp. 105-112, 114-115, 300-301. Véanse capítulos 4 y 10 (sobre la «atrofia») y capítulo 12 (sobre el tiempo en Gran Bretaña). <<

[7] Véase García Acosta, Desastres agrícolas, I, p. 211, sobre los «tumultos» en Nueva España; sobre las rebeliones populares francesas de las décadas de 1690 y de 1709, véase capítulo 10; Ze’evi, An Ottoman century, pp. 5, 60, 83-84, sobre las revueltas urbanas en el Imperio otomano. Subtelny, The domination, capítulos 4-5, menciona que pequeños grupos de nobles descontentos de Livonia, Polonia, Ucrania, Moldavia y Hungría se rebelaron en la primera década del siglo XVIII, pero sin lograr nunca apoyos de amplio espectro. Subtelny hizo un relato excelente de cada una de esas cinco revueltas, apuntando algunos elementos comunes, pero ninguna de ellas podía compararse con las agitaciones de las décadas de 1640 y 1650, ni por su magnitud ni por sus consecuencias. <<

[8] Mauch y Pfister, Natural disasters, pp. 6-7 (introducción de Mauch). La expresión destrucción creadora se utiliza con frecuencia de manera incorrecta. En 1848, Marx y Engels señalaron que la mayoría de las sociedades humanas se enfrenta a una «crisis» siempre que «una hambruna [o] una guerra de destrucción generalizada acaba con cualquier medio de subsistencia, y destruye la industria y el comercio», e indicaron, además, que esos reveses estimulaban tanto «la conquista de nuevos mercados» como «una explotación más exhaustiva de los existentes» (Manifiesto comunista, capítulo 1). No utilizaban la expresión destrucción creadora, que apareció por primera vez un siglo después dando título al capítulo 7 de Capitalismo, socialismo y democracia, la crítica de la teoría marxista escrita por Joseph Schumpeter (Folio, Barcelona, 1984). Sin embargo, éste excluía explícitamente «guerras, revoluciones, etc». de la lista de «principales impulsores» del cambio económico y lo que entendía por destrucción creadora era el proceso interno mediante el cual los nuevos mercados, productos y métodos económicos «revolucionan sin cesar la estructura económica desde dentro, destruyendo sin cesar la antigua, creando sin cesar una nueva» (Capitalism, pp. 82-83). Como muchos historiadores, yo utilizo perversamente la pertinente expresión de Schumpeter para describir la útil interpretación de Marx. <<

El siglo maldito. Clima, guerras y catástrofes en el siglo XVII
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