EPÍLOGO
EPÍLOGO
Una de las cosas que he disfrutado más al escribir sobre los Primarcas traidores es profundizar en por qué se rebelaron contra el Emperador y abrazaron la traición. Caminar junto a Fulgrim mientras caía en la locura y haber estado junto a Magnus mientras su mundo ardía era increíblemente satisfactorio, pero eran Primarcas que cayeron por tratar de hacer lo correcto. Con estos Primarcas, me había tomado la molestia de hacerlos simpáticos y retratar sus caídas de una manera que las hacía trágicas en lugar de simplemente traicioneras.
Pero con Angel Exterminatus, tuve la oportunidad de contar la historia de un Primarca que se había unido a Horus sin nociones de altos principios de la perfección, o de la elevación de la humanidad a una nueva conciencia psíquica. Perturabo abrazó voluntariamente la traición, porque no podía ver una forma de salir del papel al que había sido conducido y del genocidio que había desatado. La culpa y la vergüenza son poderosos motivadores, y para evitar enfrentarse a ellos el camino que menor resistencia ofrece es a menudo el que te sumerge más en los problemas.
Cuando estaba en fase de anteproyecto de este libro, lo concebí como una secuela espiritual de Fulgrim, una continuación de la historia de los Hijos del Emperador, pero cuanto más escribía y más se abría ante mí, más me daba cuenta de que no era su historia en absoluto. Claro, son jugadores importantes en la narración, pero esta es realmente la historia de Perturabo.
Aquí vemos a un Primarca que se encontró aliado al Señor de la Guerra sin haber sido manejado por seducciones evidentes del Caos, o los señuelos colocados ante Primarcas como Angron y Mortarion. ¿Por qué un guerrero antes honorable como Perturabo elige destruir lo que había ayudado a construir? Eso es lo que está en el corazón del Angel Exterminatus, donde vemos surgir partes del trasfondo de los Guerreros de Hierro en el transcurso de su asociación con los Hijos del Emperador, una revelación lenta de la herida profunda en su psique.
Es una historia que nos recuerda que, a pesar de que las fuerzas del Señor de la Guerra se aliaron, las viejas rivalidades y divisiones existentes entre las legiones todavía están allí y probablemente sólo empeoren. Y la voluntad de Fulgrim de sacrificar a su hermano por el bien de sus propios deseos egoístas, es una medida de cuanto abrazó los poderes de la oscuridad.
El Príncipe Oscuro es un maestro exigente, pero el Señor del Hierro no es llamado así por nada.
Y ahora Perturabo tiene una cuenta pendiente.
GRAHAM MCNEILL
Mayo de 2012