GATO ESCALDADO
El gato, escaldado, del agua, huye
así nosotros señores espectadores,
huimos de cualquier bacanal.
No es que el dolor te cape,
es que te copa,
te capicúa,
te hace igual al principio que al final
te quedas como un niño inofensivo, pero cruel y cobarde.
(Esto lo digo después de cuarenta y ocho años,
de navegación solitaria
en mi cuaderno de horas.)