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Llego al hotel, con la idea firme de primero dormirme por unas 20 horas seguidas, y luego despertarme y preocuparme por mis problemas. En este momento tengo mucho que pensar y poca cabeza para hacerlo. Tengo que ver la manera de como sobreviviré de ahora en adelante, como hare para pagar mis gastos. Joder. Ahora sí que me he metido en un lio muy grande, puede que hasta termine durmiendo bajo de un puente.

La soledad apesta.

Al menos si tuviera a alguien conmigo, esto sería más llevadero. Pero no tengo a nadie. Desde hace tiempo lo tengo claro. De hecho, creo que la realidad me golpeó fuertemente en el instante que salí de mi casa, bueno, mi ex casa.

Me quedo pensando un momento.

Lo que urge sobre todo lo demás, es buscar un trabajo, y quizás un lugar más barato en donde vivir. Eso sería lo mejor.

Comienzo a rebuscar en mis cosas por algún vestido o alguna ropa decente que ponerme para ir a buscar trabajo. Por desgracia, lo único decente dentro de mi arsenal, es el vestido con el que vine al hotel cuando me echo mi padre de su casa, y claro, esta del asco.

Imposible. No hay manera que pueda usar algo de lo que tengo aquí.

En la casa de mi padre deje un poco de ropa, la mayoría de ella era la que he usado para ir a esas reuniones con mi padre, por lo que son formales. Creo que hasta tengo una pantalón negro formal como el que se acostumbra a llevar a una entrevista.

Ojala todavía no haya votado mis cosas, así puedo irlas a sacar y de esa manera poder tener algunas cosas que me hacen falta.

Mañana, en realidad, hoy, iré a sacar las cosas de mi vieja casa.

Una vez haya traído todas mis cosas, tengo que ponerle un rotulo al auto para poder venderlo. No tengo otra opción. Mi amado coche tendrá que venderse sí o sí. No será de este año, pero seguro, como que el agua moja, que me darán unos cuantos miles con los que podré subsistir por un tiempo más, pero tengo que buscar trabajo, no hay de otra.

Si no consigo trabajo, luego tendré que vender mi ropa y así… bueno, quien sabe, nunca me he vendido a mí, pero como veo las cosas ahora, quien sabe que me toque hacerlo algún día, y la verdad no lo deseo. Puedo ser una puta cuando quiero, pero solo en sentido figurado, no en sentido literal de la palabra. No podría hacerlo.

Pero, ¿de qué puedo trabajar?

Me entra una angustia tremenda.

No importa. Mañana veré que puedo hacer para poder seguir con mi vida.

Me recuesto en la cama.

Al menos recuerdo haberle puesto la alarma al coche, faltara más que siendo en este momento mi única garantía de vida, me lo robaran. Eso sí sería tener muy mala suerte.

Me quedo mirando el techo.

Estoy muerta sentimentalmente.

¡No hay nada como la independencia!

Resoplo.

Todos anhelan la libertad de sus padres cuando están jóvenes, pero la verdad es muy diferente a lo que uno cree que será. Si yo hubiera sabido que estar sola, no tener a nadie que me apoye, ni siquiera económicamente, sería tan pero tan horrible… jamás habría hecho lo que hice. No me puedo arrepentir todo el tiempo por ello, pero en definitiva, ahora mismo quisiera retroceder el tiempo e ir a darme una cachetada. Fui tan inconsciente.

Aunque no todo es un desperdicio.

Si yo no me hubiera ido de la casa de mi padre, ahora no estaría aquí, no vería el mundo como ahora lo veo. Quizás seguiría siendo la misma malcriada que era entonces. Y sí, en efecto, no he cambiado mucho, pero he descubierto que quizás si tenga una que otra meta que cumplir en esta vida, que por supuesto, no involucra tener relaciones sexuales a diestra y siniestra, o incluso ser la muñeca de un hombre rico.

Estar sola apesta, pero decidir sobre si mismo… eso es invaluable.

Me quito toda la ropa de mala gana, y me pongo una fresca pijama.

Vuelvo a tirarme en la cama.

¿Por qué Luis se habrá comportado de esa manera?

¡Qué importa!

No puedo seguir pensando en él, no es sano para mí hacerlo. Además, él ya me arruino mi adolescencia, no me arruinara mi juventud.

***

Restriego mis ojos con el dorso de mis manos.

Estiro mis extremidades en un intento de despertarme del todo.

¿Estará en casa mi padre?

Levanto la mirada hasta el reloj que está en la habitación. Son apenas las 9:30 de la mañana.

Lo suficientemente tarde como para que él ya se haya ido a trabajar, y con él, todos los demás vecinos metidos que pueden llamar a la policía si me ven entrando a casa. A estas alturas no dudo que el rumor de el por qué me fui, se haya extendido por toda la colonia. Seguramente habrá escuchado los gritos de la señora Rivas, o tal vez ella misma abrió la boca, pero estoy segura que eso ya se sabe.

Salgo de la cama, y tomo lo primero que encuentro para cambiarme. No tengo tiempo para bañarme así que iré así.

Camino apresuradamente con todas las cosas que necesito para ir hasta la casa de mi padre. Básicamente solo es mi celular, la llave de la habitación y pues nada más.

No llevo ninguna maleta porque de todas formas no tengo donde meter la ropa que tengo aquí en el hotel.

Conduzco rápidamente, casi a riesgo de pasarme el límite de velocidad.

En menos de media hora, estoy frente al vecindario donde crecí, donde nací.

Aparco frente a mi ex casa, y me bajo corriendo.

Busco la llave de repuesto donde solía dejarla. Desde que me quede un día fuera de casa, aprendí que era necesario dejar llave de repuesto, por si las dudas. Tenía unos dieciséis años cuando paso, y tuve que ir al trabajo de papá para que él me diera su llave y así poder entrar en casa. Eso gracias a que no tengo idea donde he dejado la mía.

Abro la puerta de la casas. Meto la cabeza primero, para inspeccionar que no se encuentre nadie adentro. Para mi suerte, así es. Esta desierta.

Voy directo a mi cuarto.

Al estar adentro, me doy cuenta que todo está tal y como lo deje. No hay ni siquiera algo diferente. Claro, hay polvo, pero de ahí… nada.

Levanto el colcho de la cama y encuentro la única cosa que conservo de la mujer que me engendro. Es una bufanda de lana colorida. La encontré entre las cosas de papá cuando tenía 8 años de edad. Mi padre me cacho con ella en manos, y me la quito enseguida, pero al verme la cara de susto que puse cuando él me la quito, me la devolvió con pesar. Ese día, se sentó conmigo y me conto un poco sobre Mónica —mi madre— Según él, es una mujer muy colorida, en todos los sentidos; emocional, físicamente, y sobre todo mentalmente —esto último lo agrego yo, porque ¿Quién deja a su hija tirada, sino es que tiene algún problema grave en la cabeza?—; dijo, que ella era una mujer muy extrovertida, llena de vida, que siempre llamaba la atención de todos, aunque según él, no era a propósito. Creo recordar como la cara de mi padre se llenó de brillo cuando hablo de ella, pero luego se ensombreció de tristeza. Al terminar de describírmela, se levantó y me miro tristemente, y dijo: “te pareces a ella, mucho”. Para eso entonces… me emocione tanto. Era igual a ella. Seguro que eso era bueno, al menos eso creí.

Miro fijamente la bufanda. No sé qué hacer con ella, pero es lo único que me une con Mónica. Me la pongo en el cuello y decido que al final, puedo quedármela. De alguna forma se siente como si siempre hubiera sido mía. No huele a ella, de hecho, huele a mí. No es de ella desde hace más de 10 años, y es mi recuerdo preciado; no porque me recuerde a esa mujer, sino porque me recuerda a papá, a la única vez que realmente hable con él.

Creo que al final si me parezco más a ella de lo que quisiera. No quiero, pero… ya no lo sé. Lastimo tanto a mi papá… igual que yo, ahora que lo pienso. Y, no solo hablo de haberme ido y dejarlo todavía más solo, sino que nunca hable con él, y no solo era su culpa, sino también mía.

Todo lo he arruinado.

Saco toda la ropa que aún me queda, y la tiro en la cama sin detenerme a ver que es. Luego me voy a la cocina y saco una enorme bolsa de basura en la que coloco toda la ropa que me queda.

En menos de una hora y media, todas mis cosas están empacadas en dos bolsas de basura. Llevo conmigo, desde mi ropa, hasta las sabanas que se me habían asignado. Todo lo que era mío, me lo llevo.

Arrastro las bolsas al auto y las meto en el asiento de atrás.

Me quedo viendo un momento mi auto. Necesito buscar un lugar en donde vivir.

Recuerdo al taxista y la propuesta de casa que me hizo.

Me devuelvo a la casa, y tomo una foto de mi padre, y luego cierro la puerta de la casa.

Subo al auto, y pongo la foto en la visera.

Miro la llave de la casa, de mi antigua casa. La contemplo con melancolía. Es como si por fin me diera cuenta, que estoy medio huérfana, y por mi culpa.

Tomo mi vieja agenda y una pluma vieja con un poco de tinta, de la guantera del auto.

Querido papá, siento haberte causado tanto daño, siento haber hecho lo que hice, siento haberme ido, siento haber despreciado todo tu cariño y lo que me has dado, siento parecerme a ella…

Te pido perdón por todo…

No te preocupes por mí. Sé que a pesar de que nunca me dijiste que me querías, lo hacías, lo has hecho siempre, desde el momento en que nunca me quisiste decir porque se fue Mónica; sé que no me lo dijiste porque no me haría feliz saber la razón. Siempre has tratado darme todo lo que te he pedido y yo nunca te lo he agradecido.

He cambiado, creeme, ya no soy tan inconsciente, aunque sigo siendo una inmadura, una chica de 18 años. Quiero seguir cambiando, quiero ser una mujer, una verdadera mujer. Lo quiero por mí.

Hasta que eso pase, no volveré.

No puedo verte siendo quien soy, no puedo esperar a que me perdones siendo quien soy.

Me duele tener que hacer esto, me duele tener que decepcionarte y ya no lo quiero hacer más.

Necesito terminar de descubrir quién soy.

Te necesito, pero no para que me des todos mis caprichos, te necesito como mi padre, y no podrás serlo mientras yo siga igual.

Estoy bien, creeme. Estoy empezando un curso de actuación, porque me gusta, y sé que tal vez no es lo que quisieras para mí, pero… por ahora es lo que puedo hacer, y la meta que tengo.

Te quiero papá, y mucho.

Tu hija, Cassandra.

PDT: me lleve lo que estaba en el que era mi cuarto.

Arranco la hoja de la agenda.

Estoy llorando.

Doblo la hoja en dos. Salgo del auto y la deslizo por la ranura de la puerta, junto con la llave de repuesto.

Hace un tiempo, escuche a alguien hablando sobre lo que verdaderamente significa la palabra ARREPENTIMIENTO. Dijo que provenía del griego, metanoia, que significaba cambiar de pensamiento. La persona que lo dijo, es una persona religiosa, y se refería a la palabra arrepentimiento cuando es usada en la biblia. Pero, se puede decir que yo estoy arrepentida, viéndolo de esa manera. He cambiado mi cosmovisión. Tal vez no seré la persona que quiero ser, pero estoy por el camino indicado. Puedo decir que estoy mejor así, un poco pobre, sin amigos… pero me ha ayudado a pensar en las cosas.

***

—Como veras, solo es un cuarto pequeño en el que hay de todo un poco para considerarse un departamento —me explica la chica que está alquilando el departamento, o cuarto, como ella lo ha llamado—. Tienes una pequeña cocina, un lava trasto que si quieres te podría servir para lavar tu ropa, por si no quieres ir a la lavandería, también está el sillón cama, una pequeña refrigeradora. Además si necesitas algo puedes ir a preguntarme, yo vivo justo al lado —señala su casa.

—Y ¿Cuánto me costaría? —hago la gran pregunta.

No es mucho, realmente casi no es nada. Es un cuarto chiquito que más parece una sala con una cocina al lado, y un pequeño cuarto más donde está el baño, que por supuesto, es pequeño. Pero todo esto es útil para una persona que no tiene nada, y no puede darse el lujo de pagar algo más caro.

He de decir, que me angustia el precio, porque es cierto que es muy pequeño, pero en la reta va todo… desde los muebles, la “casa”, el agua y la electricidad.

—Como te imaginaras, no del todo barato —se toca la quijada—. Serán como unos $200 dólares mensuales.

¡Vayaaaa…! No sé qué pensar. No sé si es caro o barato. La vieja yo, a la que su padre le pagaba todo, diría que es una nimiedad; en cambio, yo, no tengo ni un peso, pero prefiero tener donde vivir y limitarme a comer casi nada, a tener que vivir bajo un puente. Y confió que mi caro se venda pronto y pueda pagar unas cuantas mensualidades con ese dinero.

—Está bien, lo tomo —acepto entusiasmada.

***

Voy de camino a las clases de actuación.

Han pasado dos semanas desde que deje de bailar en el club. Aún no he conseguido trabajo, y llevo toda una semana viviendo en mi nuevo apartamento.

Es una suerte que me haya traído conmigo hasta las sabanas de mi ex casa, porque arrendar ese lugar me ha dejado casi sin un centavo. La arrendataria, me dijo que tenía que pagar dos meses, y me ha dejado con apenas $100 dólares para vivir.

No lo voy a negar, estoy desesperada por conseguir un trabajo, de lo que sea. Ahora estoy comiendo menos de lo que ya comía, y no precisamente por gusto. No uso el auto porque no tengo para la gasolina, y si no lo uso hay menos probabilidades que alguien se dé cuenta que lo estoy vendiendo, por eso tuve que hacer acopio y poner unos cuantos rótulos que imprimí.

He estado economizando en todo. Hago mi comida, lo que significa que solo como sándwiches.

Otra cosa, es que no sé cómo hare con las clases de actuación. Si no consigo vender el auto, tendré que dejarlas del todo.

También he gastado en hacer mi currículo, aunque no es mucho y por supuesto que no podía poner el único empleo que he tenido. Lo he repartido por todos lados, pero dudo que alguno me llame. A estas alturas ya ha pasado un tiempo desde que lo entregue en dos lugares donde decía que se solicitaba empleada Urgente, y eso no es del todo reconfortante.

Entro al pequeño teatro y los saludo. Los juzgue mal. Los conozco mejor, y me he dado cuenta que todos son muy buenas personas. He charlado con chicos y chicas de mi misma edad. Algunos estudian en la universidad y otro trabajan en la mañana o están como yo, en busca de trabajo. Ninguno de ellos tiene dinero, pero viven con sus padres, por lo que dinero no es una preocupación.

La educación en este lugar, como academia de dramatismo, es de lo mejor. Según me han comentado, ambos maestros son de los más prestigiosos que hay en el país, y ayudan aquí, lo que quiere decir que su trabajo es ad honorem. Cobran la educación porque tienen la meta de arreglar el teatro y volverlo un lugar mucho mejor en donde lo primero sea culturizar a la comunidad.

Toda la idea es muy buena, pero es un poco grande la meta que necesitan.

—¿Cómo estas, Cassandra? —me pregunta Ethan, tan pronto me ve.

—Bien, bastante bien, gracias. ¿Y tú, que tal?

Ethan y yo nos hemos hecho bastante amigos desde hace algún tiempo. Hablamos de todo e incluso hemos ido a dar unos paseos al parque. Es un chico muy agradable. Me encanta tener por fin a un amigo con el cual poder hablar de todo un poco. También es muy… como decirlo, confortable, tener a una persona con la cual poder relacionarme, que sea un hombre, y que no piense todo el tiempo en la manera de salir huyendo de él, porque obviamente no estoy teniendo relaciones sexuales con él.

Raro, verdad. Yo, como soy, no me he acostado con él, y no porque no quiera. O sea, hay cierta parte de mí a la que Ethan le llama la atención y mucho, es un hombre muy peculiar en el buen sentido. Pero no lo haría, eso solo lo arruinaría todo.

Y como si eso no fuera suficiente, Ethan, no es material para coger y luego largarse, es con los que te acurrucas y le cuentas tus problemas y te enamoras de él. Lo sé. Suena peor de lo que se en realidad es. Pero es que es muy dulce, amable, y… Dios, él es simplemente increíble. No podría hacerle eso. Simplemente no podría arrastrarlo al hoyo negro que soy yo. Porque es de saber que yo he tenido mucha experiencia sexualmente, aunque no he tenido jamás un novio, pero esto solo hace peor las cosas.

Ethan es un chico decente, y yo soy una descarriada que estuvo bailando como una prostituta. 

No le haría eso.

—Bien, mejor imposible —sonríe—. Por cierto, ¿ya leíste el libro que te preste?

—Si, ayer lo leí completo —rebusco en mi bolso hasta encontrar el libro, y se lo doy.

—¿Y qué te pareció?

—Me ha encanta —comento acordándome del libro—. Ha sido excelente. La trama, los personajes… todo. Nunca espere que me gustara tanto, enserio que no. El final me hizo querer más, y… solo puedo decir que es de lo mejor que he leído.

Le sonrió y el hace lo mismo, luego niega con la cabeza y mira el suelo. Siempre hace lo mismo cuando le parece acertado algún comentario.

—La letra escarlata es una de las mejores obras que he leído. No puedo creer como una mujer puede proteger y sufrir a la vez tanto por un hombre. Sinceramente yo esperaba que ellos huyeran juntos con su hija y dejaran atrás ese pueblo prejuicioso, pero no lo hicieron, y me sorprendí aún más cuando él se entregó enfrente de todos, solo para que al final terminara muerta. Pero me fascino la idea de la redención de la protagonista, pasar de ser una mujer considerada como una escoria para la sociedad a pasar ser una mujer respetada… eso maravilloso —concluyo mí resumen de la obra.

Me mira fijamente.

—Sabía que tú si lo entenderías —responde en un tono raro. Es primera vez que lo escucho tan serio, pero no detecto lo otro…

Me quedo pensando en sus palabras.

—Clase —grita el maestro—. Ethan, ven aquí y ayudame.

Antes de irse con el maestro, me regala una sonrisa de disculpa.

Comienza la clase pidiéndonos que leamos un libreto que han preparado para la próxima obra que piensan lanzar para las próximas fiestas de la ciudad.

Según he entendido es la historia de una mujer que abusaron de ella muy joven y a raíz de eso tiene dos hijo —o sea, gemelos—. Ella huye del pueblo donde vivía y se refugia en un lugar muy lejano y apartado, y ahí tiene con mucho esfuerzos a sus dos hijos, luego cuando se recupera del embarazo sale de su escondite y se va al pueblo más cercano en donde inventa que su marido murió y por eso esta ella sola. Una familia muy numerosa le tiene las puertas de su casa, para que pueda habitar con ellos como una empleada más. Los hijos de la familia son ya unos jóvenes, y tres de los cinco, son hombres. La mujer asustada por lo que le había pasado hace unos meses, todos los días cierra la puerta de su cuarto con llave y se mantiene todo el tiempo lo más alejada que puede de los jóvenes, con la esperanza que ninguno de ellos se fije en ella como mujer. Lastimosamente o por fortuna, a uno de los hermanos le llama mucho la atención la timidez de la joven viuda y comienza a tratar de conquistarla y ganar su corazón, porque siente que muy en el fondo es la mujer con la que debería estar. A él no le interesa que ya es madre de dos pequeños niños a los cuales se debe ella y con mucho sacrificio ha sabido criar. Al final el hombre después de muchos intentos para acercarse a la mujer, lo logra, pero ella se resiste a la idea de enamorarse porque sabe que esconde un secreto y que si eso se sabe, ella ya no será vista por todos de la misma manera en que la ven porque creen que es viuda. Ella sabe que todos la trataran mal porque la historia está basada en una época en donde el mundo creía que las mujeres eran las culpables de sus desgracias incluyendo las violaciones, y por eso teme que él se dé cuenta de eso; pero a la vez ella no quiere iniciar una relación con un hombre que no sabe la verdad de su vida. Al final de todo, termina diciéndole la verdad y él como una persona respetable y de bueno corazón la tranquiliza y le dice que su secreto estará salvo con él, y que para él eso la hace mejor mujer, más valiosa. Ellos terminan juntos y olvidando el pasado, mirando su presente y futuro juntos. La historia se ubica en los años 20` y a mí me ha parecido maravillosa, porque es lo que yo hubiera querido que mi madre hubiera hecho conmigo, luchar y protegerme; por eso he decidido que quiero interpretar el papel principal, a pesar de que no sé qué tan buena sea para actuar, pero seguro es algo que puedo hacer.

—El viernes, o sea en dos días, serán las audiciones —dice el maestro a toda la clase que atentamente a escuchado todo—. Pero recuerden: no solo serán ustedes los que adicionaran, sino que también lo hará el otro grupo, y como habrán observado no son muchos los papeles, así que… suerte —nos despide.

Saludo a todos, despidiéndome de ellos.

Tengo que esperar a Ethan para poder hablar con él y contarle lo que pretendo hacer para la audición. Me encantaría tener su opinión y así no meter la pata. De verdad quiero ese papel.

También necesito que me diga porqué me dijo que él sabía que yo entendería el libro. ¿Qué tengo yo diferente a los demás para comprenderlo? Tal vez podría ser que me siento conectada con la protagonista, pero eso él no lo sabe y no lo sabrá. Mi pasado debe quedar atrás, no necesito que nade que conozco lo sepa, suficiente difícil es recordarlo todos los días.

Yo no sé qué pasaría si alguien se diera cuenta de todo lo que he hecho en mi vida, o si alguno se enterara de mi primer trabajo… No me importaría si cualquiera se enterara, pero ¿si lo hiciera Ethan? No sé qué haría.

Probable sea que si eso sucediera le diera asco, o peor.

Ethan, es mi amigo, no podría soportar que él me despreciara, que me dejara de hablar. Seria tormentoso.

Miro como todos han terminado de salir y me acerco a mi amigo.

—Ethan —lo llamo, y voltea a verme con una cálida sonrisa— ¿Cuál es la parte que debería actuar para la audición?

—Me gusta la acto número 7, es muy intenso cuando ella hace ese monologo —comenta mirando a un punto fijo detrás de mí.

—Si claro… ¡cómo no lo había pensado! —cambio mi peso de pie. Aquí viene la parte incomoda—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Por supuesto, pregunta lo que quieras.

—¿Por qué pensaste que entendería La Letra Escarlata?

Me mira por un instante, alzando sus cejas sin entender exactamente a que me refiero. Lo he tomado por sorpresa, y no me extraña.

—Pues, porque hay personas que tienen sensibilidad hacia ciertas cosas, y me parece, que tú eres una de ellas. Casi estoy seguro. Lo has comprendido y eso demuestra que es verdad —se detiene un momento y me ve fijamente—. Mira, Cassandra, podrá ser que yo no conozca mucho de algunas cosas de tu vida, ni siquiera tu apellido, pero soy consiente cuando observo esa cualidad sensitiva en las personas.

—Me parece una rara explicación —confieso.

Se ríe.

—No solo lo parece, también lo es —su vuelve a reír—. Pero es algo bueno, creeme. Eso te dará mejores dotes como actriz.

—Gracias.

Suspiro al darme cuenta que me acaba de quitar un gran peso de encima.

—No he dicho nada más que la verdad

—Eres una buena persona, Ethan. Y muy caballeroso.

Pone su mano en mi mejilla, y un calor agradable se extiende por mi cara y luego por mi cuerpo.

—Cassandra…

Se interrumpe cuando mi teléfono comienza a sonar.

—Permíteme —le pido.

Ethan, asiente y me alejo para poder contestar la llamada.

Saco mi teléfono de mi bolso y sin mirar el número contesto rápidamente. Solo quiero volver a hablar con Ethan.

—¿Sí?

—Cassandra, necesitamos hablar.

Reconozco esa voz.

Ese maldito… ¿Cómo se atreve?

Me quedo como una piedra.

Esto… ya ha acabado ¿no?

Volteo a ver a Ethan, y él percibe mi inquietud, mi temor. Me mira fijamente, preguntándome en silencio que pasa, pero yo solo niego con la cabeza y le sonrió como puedo.

Giro, y salgo del teatro.

Una ola de aire helado, me golpea duramente en cuanto estoy en la calle.

—¿Qué quieres, Luis? —cuestiono molesta, al borde de reventar el celular en el asfalto.