Hace dos días que Jo se fue.

He ido a ver a papá otra vez. Le vuelvo a hablar de mis dieciocho millones, mi suplicio. No da crédito a sus oídos. Me felicita. ¿Qué vas a hacer con todo eso, cariño? No lo sé, papá, tengo miedo. ¿Y tu madre? ¿Qué piensa ella? Todavía no se lo he contado, papá. Ven, acércate, hija mía, cuéntamelo todo. Jo y yo somos felices, digo con voz trémula. Hemos tenido altibajos como todos los matrimonios, pero hemos conseguido superar los momentos malos. Tenemos dos hijos sanos, una bonita casa, amigos, vamos de vacaciones dos veces al año. La mercería va muy bien. La web crece, ya somos ocho. Dentro de una semana, Jo será encargado y jefe de unidad en la fábrica, comprará un televisor de pantalla plana para el salón y pedirá un crédito para el coche de sus sueños. Todo esto es frágil, pero se sostiene, soy feliz. Estoy orgullosa de ti, murmura mi padre dándome la mano. Y ese dinero, papá, tengo miedo de que… ¿Quién es usted?, pregunta de pronto.

Putos seis minutos.

Soy tu hija, papá. Te echo de menos. Echo de menos tus mimos. Echo de menos el ruido de la ducha cuando volvías a casa. Echo de menos a mamá. Echo de menos mi infancia. ¿Quién es usted?

Soy tu hija, papá. Tengo una mercería, vendo botones y cremalleras porque te pusiste enfermo y tuve que hacerme cargo de ti. Porque mamá murió en la calle cuando iba a hacer la compra. Porque no he tenido suerte. Porque quería besar a Fabien Derôme y fue ese pedante de Marc-Jean Robert y sus improvisaciones para acelerar el corazón a las chicas, escritas en hojas cuadriculadas, quien se llevó mi primer beso. ¿Quién es usted?

Soy tu hija, papá. Soy tu hija única. El único hijo que has tenido. Crecí esperándote y mirando a mamá dibujar el mundo. Crecí temiendo no parecerte guapa, no ser encantadora como mamá, no ser brillante como tú. Soñé con dibujar y crear vestidos, con hacer que todas las mujeres estuvieran guapas. Soñé con Bella del Señor, con el príncipe azul, soñé con una historia de amor absoluto; soñé con la inocencia, con paraísos perdidos, con lagunas; soñé que tenía alas; soñé con ser amada por mí misma sin necesidad de ser condescendiente. ¿Quién es usted?

Soy la chica de la limpieza, señor. Vengo a ver si todo está en orden en su habitación. Voy a limpiarle el cuarto de baño, como todos los días, a vaciar la papelera, a cambiar la bolsa de plástico y a limpiar su caca.

Gracias, señorita, es usted un encanto.