PRESENTACIÓN

Con la presente edición de CRONOPAISAJE en NOVA ciencia ficción se completa uno de mis objetivos más deseados. Con esta novela de Gregory Benford, aparecida en 1980, se abría la década de los ochenta en la ciencia ficción con una obra que la historia considerará (considera ya) de gran importancia y un libro fundamental en el género. Una década que podríamos considerar cerrada con otro hito indiscutible de la ciencia ficción, HYPERION de Dan Simmons (1989, NOVA ciencia ficción, número 41). Dos novelas que representan la más evidente constatación de que la ciencia ficción, al contrario de lo que algunos agoreros intentan propagar, sigue viva y con gran fuerza, siendo capaz, además, de superarse a sí misma con novelas inolvidables que, tan sólo con aparecer, exigen inevitablemente el calificativo de clásicas. Ambas habrán sido publicadas en esta colección y pueden dar idea del elevado nivel de exigencia que nos hemos propuesto siempre en NOVA ciencia ficción.

No es éste el momento para hablar de Simmons (a sus libros me remito), y es seguro que el lector de NOVA ya conoce mi admiración e interés por la obra de Gregory Benford. En NOVA ciencia ficción hemos publicado hasta hoy casi todo lo que Benford ha escrito en su interesantísima y sugerente multiserie sobre el enfrentamiento entre los humanos y una civilización galáctica de máquinas. Una rama de esta magna obra, la protagonizada por Walsmley, se inició con EN EL OCÉANO DE LA NOCHE (1978, NOVA ciencia ficción, número 7), continuó con A TRAVÉS DEL MAR DE SOLES (1984, NOVA ciencia ficción, número 10) y, a falta de su conclusión definitiva todavía inédita, Benford ha añadido historias complementarias como la novela corta Soon Comes Night (1993), que fue finalista del Premio UPC de ciencia ficción en 1993. La otra rama, la protagonizada por Killeen, nacía con GRAN RÍO DEL ESPACIO (1987, NOVA ciencia ficción, número 20) para continuar con MAREAS DE LUZ (1989, NOVA ciencia ficción, número 43) y seguir, como la anterior, pendiente de conclusión. Pero de todo ello ya les he hablado, y con profusión, en las presentaciones de estos libros, cuya presencia en NOVA sigue siendo uno de los hechos de los que me siento más orgulloso.

Pues bien, mi interés por Gregory Benford y por su obra surgió precisamente con CRONOPAISAJE, la novela que hoy presentamos. Una novela muy destacada en la ciencia ficción como atestigua, entre otros muchos hechos, una reciente encuesta entre diversos especialistas españoles del género. En dicha encuesta, realizada por la revista Blade Runner, esta novela de Benford fue considerada el mejor libro de ciencia ficción, una de esas novelas imprescindibles para acompañar a un lector en esa tan periodística estancia en una isla desierta (Blade Runner Magazine, número 8, junio 1991). Curiosamente, los mayores defensores de esta impresionante novela de Gregory Benford fueron las personas más directamente involucradas en la presente edición de la novela: el traductor, Domingo Santos, el editor, Miquel Barceló, y la persona que nos ha ayudado a revisar la traducción desde el punto de vista técnico, el especialista Pedro Jorge.

Mi relación con CRONOPAISAJE se inició a través de la versión francesa, publicada en dos volúmenes en la prestigiosa colección Présence du Futur, en 1981. Aun en esa versión, inevitablemente insuficiente como veremos, la novela me produjo gran impacto y una grata sorpresa como quedó patente en la larga reseña crítica que publiqué en la primavera de 1982 en mi fanzine KANDAMA y que no me resisto a copiar a continuación;

«Poco puede decir un comentarista de un libro tan bueno como TIMESCAPE, de Gregory Benford, excepto: Háganme caso, es excepcional. Léanlo.»

Son palabras de Thomas Disch y por ello uno se imagina algo al estilo de las novelas del autor de 334. Pero cuando uno se encuentra con que la novela de Benford trata de una temática no frecuente en Disch y se centra en la ciencia, en los científicos y en un problema ecológico bajo una perspectiva de viaje en el tiempo, llega a darse cuenta de que la admiración de Disch por esta novela reside, ante todo, en su extraordinaria calidad literaria.

Calidad que le mereció, sin ningún tipo de dudas, el premio Nébula de 1980 otorgado por la Asociación Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficción (SFWA) y, también, el noveno John Campbell Award. No era el primer premio de Benford, ya que había obtenido también el Nébula de 1975 de novela corta por If the Stars are Gods escrita en colaboración con Gordón Eklund.

Benford nació en Alabama en 1941 y se graduó en física por la Universidad de Oklahoma en 1963, para doctorarse en 1967 en la Universidad Irvine de California, de la que hoy día es profesor. Investiga en los campos de la física del estado sólido, la física del plasma y la astrofísica de altas energías. Fue un fan activo antes que escritor y publicó durante años el fanzine Void, compartiendo la labor editorial con Ted White y Terry Carr.

En la mayoría de sus obras se hace patente su experiencia como científico, junto a un cuidadoso estilo y una depurada técnica de escritor. Pero el aficionado español ha tenido hasta el momento [primavera de 1982, recordemos…] pocas oportunidades para conocer a esta autor: cinco relatos y una única novela (EN EL OCÉANO DE LA NOCHE, en Pomaire) son todo lo traducido hasta ahora. En el futuro, KANDAMA intentará deshacer el entuerto. Palabra.

Volviendo a TIMESCAPE («Un paisaje en el tiempo», en la acertada traducción francesa de título), se trata de una larga novela que sorprende por lo riguroso de su planteamiento científico pero, también y sobre todo, por la riqueza del tratamiento de sus personajes. En el fondo, estamos ante una novela sobre la ciencia y los científicos, con las grandezas y miserias de un mundo muy particular: intereses científicos aunados a las dificultades de obtener fondos para las investigaciones. Y aunque un tema como éste no sea quizá muy apreciado por Disch, uno entiende las alabanzas del comentarista dado que la riqueza del tratamiento de las situaciones y personajes hace perfectamente posible que la novela se hubiese publicado en una colección de mainstream para convertirse en un best-seller. De momento, el título de la novela de Benford ha dado ya nombre a una colección de ciencia ficción que publica Pocket Books, una división de Simón and Shuster.

Como fue Disch con su comentario quien nos impulsó a leer esta maravillosa novela, vamos a recurrir al principio de autoridad implícito en la cita de un autor y comentarista famoso y volvemos a Disch:

«TIMESCAPE no se adapta tan sólo a las tareas específicas de la ciencia ficción sino que salta las barreras de la novela mainstream con su consistencia, su gracia y su distinción intelectual. Su prosa es lúcida, flexible y elocuente sin que sean forzados sus efectos “poéticos”. La caracterización de los personajes tiene una precisión y una amplitud que es rara incluso en la mejor ciencia ficción.»

La historia está contada en forma de episodios que se alternan. En primer lugar conocemos los intentos de un grupo de físicos de Cambridge que, en 1998, intentan enviar un mensaje al pasado con un haz de taquiones. El destino del mensaje es 1962, cuando un físico, Gordon Bernstein, está haciendo experimentos en la Universidad de California. El mensaje quiere advertir de los peligros del uso de ciertos productos químicos que han supuesto un grave peligro en el mundo de 1998, desesperadamente falto de recursos.

Junto a la paradoja temporal (brillante y elegantemente resuelta en los capítulos finales del libro), el acento se centra en los problemas de John Renfrew en 1998 ante la escasez de recursos y ante la dificultad de su entendimiento con el político Peterson. Ese catastrófico mundo de 1998 se hace patente a medida que avanzamos en la lectura del libro y se compara con ese cotidiano mundo de 1962 que nos parece ya un tanto antiguo. Allí, Bernstein sufrirá los problemas derivados de la incomprensión de sus colegas, más interesados en obtener fondos para el funcionamiento del departamento, que en los datos reales, aunque extraños, que Gordon obtiene de su experimento y que revelan una interferencia con textos preocupantes que van siendo, poco a poco, descifrados. Veremos también la aparición del científico sin escrúpulos que orienta su trabajo a la resonancia periodística de las pocas evidencias que posee, y que actúa de contrapunto al teórico Markham de 1998.

La trama se sigue fácilmente, y el escaso suspense en torno a descifrar o no en 1962 el mensaje que procede de 1998 es suficiente para que sigamos las peripecias de unos personajes sólidamente construidos y que muestran casi todas las facetas del mundo de la ciencia o, mejor, de los científicos.

No faltan explicaciones tecnológicas adecuadas respecto a la posibilidad real del haz de taquiones como portador de mensajes al pasado, ni tampoco disquisiciones en torno al verdadero sentido del tiempo y de las paradojas que, inevitablemente, va a crear el intento de los científicos de 1998.

El conjunto son más de 500 páginas (que, ay, van a asustar al editor español…) que se leen fácilmente y que dejan un inmejorable recuerdo y muchas ganas de seguir leyendo obras del autor que nos ha deparado tan maravillosa novela.

Si ese comentario elogioso lo motivaba la versión francesa de la novela, cuando pude leer el original en inglés mi admiración creció, si cabe, muchos enteros. A los que no tenemos el inglés como lengua materna, tampoco se nos puede escapar la riqueza literaria, estilística y de vocabulario que la obra de Benford contiene en su versión original. El hecho de que la novela se desarrolle en dos ámbitos lingüísticos parecidos pero distintos: la Norteamérica de los años sesenta y una futura Gran Bretaña de fines de siglo, permite a Benford mostrar hábilmente dos formas distintas de usar la lengua inglesa, algo que, indefectiblemente, debe perderse en una traducción.

Debo reconocer que, en algunos momentos, he llegado a pensar en la peregrina idea de una traducción que usara el español de la península para uno de esos mundos lingüísticos y, por ejemplo, la versión del español que se habla en Argentina para el otro. Pero debo aceptar que se trata de una locura imposible que haría inverosímil la trama y los mismos personajes del libro. No hay solución, una traducción debe aceptarse con todas sus inevitables limitaciones y, en realidad, CRONOPAISAJE tiene suficiente riqueza argumental para que el recurso estilístico al doble lenguaje norteamericano y británico pueda perderse sin mengua apreciable de la calidad de la novela.

Así lo comprobé cuando, en septiembre de 1994, apareció la versión española de CRONOPAISAJE publicada por Ultramar. La digna traducción de Domingo Santos bastaba para apreciar la riqueza de la novela, aun cuando se perdiera la variedad lingüística. Además, descubrí que los editores españoles eran capaces de superar incluso a sus colegas franceses: Présence du futur había titulado el libro Un paysage du temps recogiendo el sentido del original pero no la habilidad lingüística de un Benford quien, poco después de publicada la novela, llegó incluso a vender los derechos del titulo original Time-scape para que se convirtiera en el de una colección especializada en la ciencia ficción. Algo parecido podría hacerse con ese CRONOPAISAJE de la edición española, tan brillante como el original inglés.

Como el lector puede deducir, mi «vicio» con esta novela es ya excesivo. La cuenta indica tres lecturas confesadas que, además, se han visto incrementadas con la relectura en la versión que hoy presentamos: la traducción de Domingo Santos con sólo ligeros retoques realizados por Pedro Jorge para garantizar la total corrección de las referencias a las ciencias físicas. Pero debo decirles que no es sólo «vicio» y que la novela lo merece. Cada lectura me descubre nuevas cosas.

Conviene también incluir aquí un pequeño comentario en torno a las fechas. La novela, publicada en 1980, utiliza dos períodos del tiempo en el presente siglo: 1962 y 1998, ambos distantes 18 años de la fecha de publicación del libro. Con toda seguridad, 1962 se corresponde con el período universitario del mismísimo Benford, y 1998 es, simplemente, el año que permite que 1980 (cuando apareció la novela por primera vez) sea justamente el punto medio de esos dos momentos en el tiempo. Hoy, en 1994, nos puede parecer que el 1998 que imagina Benford es demasiado apocalíptico, aun cuando en una óptica no tan etnocentrista, es posible que, para gran parte de la población del planeta (Somalia, por ejemplo), la realidad resulte incluso peor que la imaginada por Benford para 1998.

En cualquier caso, a todos los libros de ciencia ficción que se atreven a fijar fechas para sus narraciones del futuro les llega o llegará indefectiblemente el momento en que el calendario alcance esa fecha. Si las predicciones no se han cumplido, la novela no tiene por qué perder con ello. Tal vez, simplemente, el autor fijó demasiado pronto el horizonte temporal de los sucesos que narra, aunque su advertencia pueda seguir viva.

Si para muestra basta un botón, hay uno evidente: pasado el 1984 con que nos advirtiera Orwell, su novela sigue vigente como denuncia del totalitarismo, sin perder nada de su fuerza. El lector inteligente es muy capaz de recoger el mensaje y percibir el peligro denunciado por Orwell. Algo parecido le ocurre a este libro de Benford cuando ya estamos tan cerca del 1998 que él usa en la novela. Las posibilidades depredadoras de la civilización tecnológica del homo sapiens siguen siendo muchas, y la amenaza que representamos para el planeta sigue vigente. Y, en cualquier caso, por lo que yo sé del mundo de la ciencia, el retrato de Benford es francamente certero.

Finalizaré este ya largo comentario recordando que CRONOPAISAJE es «nuestro clásico de 1994». Ya he indicado en otras introducciones que una colección como NOVA ciencia ficción, inciada en 1988, carece en gran medida de títulos clásicos del género ya publicados en su momento por otros editores. Pero, poco a poco, vamos incorporando títulos inolvidables en la historia del género. Aunque a veces pueda tratarse de una operación arriesgada en el aspecto comercial, considero imprescindible poder incluir también en NOVA ciencia ficción algunos clásicos indiscutibles del género. De ahí las reediciones, concebidas a veces como homenaje, que aparecen en NOVA ciencia ficción con una cierta periodicidad.

Homenaje fue la publicación de CIUDADANO DE LA GALAXIA (1957) de Robert A. Heinlein publicada en NOVA ciencia ficción, número 18, en 1989, un año después de la muerte de Heinlein, un autor de gran importancia en el género.

También un homenaje, aunque de otro tipo, fue CÁNTICO POR LEIBOWITZ de Walter M. Miller Jr., publicada en NOVA ciencia ficción, número 47, en 1992. Es ocioso decir que es una de las mejores novelas que ha ofrecido la ciencia ficción de todos los tiempos.

Cuando, en 1991, emprendimos la publicación íntegra y ordenada de la serie de LOS SEÑORES DE LA INSTRUMENTALIDAD de Cordwainer Smith (iniciada en NOVA ciencia ficción, en los números 37 y 38) incluyendo textos hasta entonces inéditos, ya no se trataba de una simple reedición, sino de una labor editorial que me pareció de estricta necesidad para rendir justicia a una de las obras y uno de los autores más sugerentes de la ciencia ficción de todos los tiempos.

En 1993 el clásico fue una novela sorprendente inédita en español, MISIÓN DE GRAVEDAD de Hal Clement, que se publicó en el número 55 de NOVA ciencia ficción, precisamente tras 40 años de exitosa historia editorial en todo el mundo, que le han merecido la consideración de novela emblemática de la ciencia ficción hard.

Como puede verse, desde 1989 hemos publicado un título clásico cada año. Para los curiosos diré que el de 1990 fue RADIX de A. A. Attanasio, en el número 27 de la colección, un libro al que tal vez sólo yo me atreva a otorgar la consideración de clásico… ¡privilegios de editor! En 1994, nuestro clásico es este CRONOPAISAJE de Gregory Benford y, para 1995, les puedo anunciar ya la edición íntegra, en un único volumen, de todos los relatos de la serie de EL LIBRO DEL PUEBLO de Zenna Henderson. Una emotiva saga de la que sólo se conoce en España la primera parte: Peregrinación, editada en 1975 por Minotauro. Por si hace falta una justificación, les diré que, además de ser uno de mis títulos preferidos, esta obra de Zenna Henderson es una de las más importantes como precedente de un autor también ya clásico de los años ochenta como es Orson Scott Card. A esa futura edición les remito.

Estoy convencido de que la perspectiva ofrecida por estos títulos «clásicos» permite apreciar mejor la, riqueza de la moderna ciencia ficción y apreciar también su evolución construida precisamente en torno a los hitos que ciertos títulos, ya históricos, representaron en su tiempo. En cualquier caso, la publicación de CRONOPAISAJE en NOVA ciencia ficción no es ningún riesgo. La edición de Ultramar se agotó hace ya varios años, nuevos lectores han llegado al género y, lo más sorprendente de todo, la fama de esta novela de Gregory Benford ha traspasado todas las fronteras: hoy en día me consta que, incluso en nuestro país, CRONOPAISAJE se utiliza como amena lectura complementaria en cursos universitarios tan dispares como «Metodología de las ciencias sociales» o «Historia de la ciencia y la tecnología». Ahí es nada.

MIQUEL BARCELÓ