María le muerde la polla al enano

Hubo en el suelo una espantosa barahúnda.

María se desencadenó, le mordió la polla al enano que berreaba.

Pedro tiró al suelo a María. Le estiró los brazos en cruz: los demás le aguantaron las piernas.

María gimió:

—Déjame.

Después, calló.

Jadeaba, los ojos cerrados.

Abrió los ojos. Pedro, rojo, sudado, estaba sobre ella.

—Fóllame —dijo ella.