María cae borracha como una cuba

La posadera se levantó de repente y gritó:

—¡Pedro!

María se caía: se deslizó de entre los brazos del mozo, quien dio un traspié.

El cuerpo esbelto, que se desvanecía, cayó al suelo con un ruido bestial.

—¡La muy puta! —dijo Pedro.

Se restregó la boca con la vuelta de la manga.

La posadera se precipitó. Se arrodilló e incorporó la cabeza de María con sumo cuidado: saliva, o mejor dicho baba, le salía de los labios.

Una joven le acercó una toalla mojada.

María volvió pronto en sí. Pidió débilmente:

—¡Alcohol!

—Dale un trago —dijo la posadera a una de las chicas.

Se le dio un vaso. María bebió y dijo:

—¡Más!

La chica le llenó el vaso. María se lo arrebató de las manos. Bebió como si le faltara tiempo.

Descansando entre los brazos de una de las chicas y de la posadera, levantó la cabeza:

—¡Más! —dijo.