OFICINAS, DEPENDENCIAS Y ACCESORIOS

Oficinas de San Cristóbal. Poco nos detendremos en este lugar que cae detrás del muro en que está la colosal figura de este Santo, porque ese lugar está hoy desierto. Cuando el Cabildo tenia bienes cuantiosos que administrar, tenia aquí importantes oficinas: hoy no necesita de nada de esto. Asi es que se ha convertido una de las dos piezas de que se compone este local, en depósito de papeles de música que los tiene en abundancia y muy buenos esta Catedral: la otra pieza está completamente desierta.

Sala Capitular y oficinas de la Obra. Al otro lado del crucero del templo y despues de la Capilla de San Gil, se ve una linda portada gótica, coronada por tres estátuas, de la Vírgen, de San Juan Evangelista y de Santiago el mayor, cuyas bien labradas puertas de nogal y otras finas maderas conducen á un departamento muy importante, que comprende los que forman el epígrafe de este articulo. Encuéntrase desde luego la antesala, notable por su bello y primoroso artesonado árabe de combinaciones numerosas y variadas, y por el friso en que descansa, obra plateresca en que á la par del buen gusto se admira la brillantez del colorido, y por los frescos que exornan sus muros. La entrada á la Sala Capitular tiene una orla arabesca que parece materialmente un encage de oro. A los costados, y encima de la puerta, se ven tres tablas de almocárabe con friso del mismo género. Las hojas de la puerta son de nogal tallado con maestría y buen gusto que realza mas y mas lo dorado de los relieves. Antes de penetrar en la Sala, deben los inteligentes y curiosos examinar dos papeleras que se encuentran á los dos lados, destinadas á guardar los libros y papeles del Cabildo: son una obra acabada de escultura, sobre todo la de la izquierda, atribuida por Ponz y otros inteligentes á Berruguete, pero que, segun el Sr. Parro, no es sino de Gregorio Pardo que por lo visto supo remontarse á grande altura. La otra es una buena imitacion hecha en 1780 por Durango.

La Sala Capitular es un gran cuadrilongo: su pavimento un bellísimo embutido de mármoles de diversos colores, afectando bonitos dibujos. Su techumbre ofrece un artesonado árabe, comparable con los de la Alhambra, asi por la brillantez de sus colores, como por la admirable variedad de sus combinaciones, y principalmente por lo delicado de sus labores: el friso sobre que descansa, está sembrado de primorosos relieves, entre ellos las armas del Cardenal Cisneros.

Sus muros tienen lindas pinturas al fresco, cuyo mérito se comprenderá con solo decir que son obra del célebre Juan de Borgoña, quien pintó asimismo la série de retratos de los Prelados toledanos, desde San Eugenio hasta el citado Cisneros, que junto con los de todos sus sucesores hasta el dia, corre debajo de los frescos. Debajo de los retratos hay en torno de la Sala una sencilla sillería de nogal, en dos órdenes, distinguiéndose por su mayor elevacion, escultura y relieves, al gusto plateresco, la del Prelado, cuyo respaldo remata con un fronton adornado con tres figuras de Arzobispos, de pontifical. Hállase en esta silla, mientras no la ocupa el Arzobispo, cosa que sucede raras veces, un cuadrito que contiene una tabla muy antigua, pero de relevante espresion y mérito, en que se representa la Coronacion de la Vírgen.

De las oficinas de la Obra y Fábrica nada diremos, porque nada notable encierran, colocadas debajo de la Sala Capitular á donde se desciende por una estrecha escalera, guardada por una recia puerta chapeada de hierro, buena para los tiempos en que se puso, cuando la obra contaba con rentas de un millon de reales, harto inútil hoy en que solo tiene poco mas de cinco mil duros, consignados en el presupuesto general del Estado. Sigue la Obra de la Catedral fabricando la cera que necesita, aun cuando no gasta ya las 500 arrobas que en sus buenos tiempos consumia todos los años: para esto sirve un obrador bien provisto de utensilios que hay encima de la Sala Capitular.

Sacristía. Hácia el estremo opuesto del semicírculo que forma el ábside del templo, y despues de la Capilla del Cristo de la Columna, se encuentra esta dependencia importante del culto divino. Tiene una regular portada llena de molduras y relieves de mármol negro. El adorno mas notable de esta portada consiste en una série de inscripciones referentes á la vida y muerte de todos los Prelados que desde San Eugenio se han sucedido en la Silla toledana. Al penetrar por esta puerta, se encuentra una pieza cuadrilonga, blanqueada toda ella, que no ofrece cosa particular, y es la antesacristía, en cuyos muros se ven grandes cajonerías para guardar ropas y utensilios. El lienzo de la pared de Oriente tiene tres diminutas puertas, una de las cuales conduce á los desvanes y á unas hornillas donde se conserva el fuego para los incensarios, otra al depósito del agua para las misas, etc., y la última á un pasillo oscuro que va á la casa del Tesorero. En esta especie de vestíbulo, que asi lo es de la Capilla del Sagrario, como de la Sacristía, hay cinco grandes lienzos, obras notables de Cajés, de Carduci, de Jordan y de Rici, en cuya contemplacion deben detenerse no solo los inteligentes, sino tambien los curiosos y aficionados.

Aun cuando no hay indicio alguno que lo señale, y por esto mismo que no la hay, advertiremos á nuestros lectores que en las inmediaciones del muro meridional, y tal vez empotrados en el mismo muro, segun atestiguan antiguos manuscritos, existen los cadáveres de los nueve primeros Arzobispos que ocuparon la Silla toledana inmediatamente despues de la reconquista.

La Sacristía, á que da entrada una portada sencilla, pero majestuosa del renacimiento, es una nave de 100 piés de largo por 38 de ancho y 50 de alto. Su pavimento es de finos mármoles españoles, blanco, negro y encarnado, formando lindos dibujos. Los muros constan de dos cuerpos de arquitectura dórica con 24 pilastras de yeso blanco que reciben una imposta. En los intercolumnios de los lados de Oriente y Occidente, resultan 9 huecos en cada uno, 4 arcos y 5 entrelargos que tienen sus puertas de nogal. En los muros del Norte y Sur, mas estrechos, solo resultan dos huecos entrelargos con puertas iguales á las indicadas: en el centro del Norte hay un magnífico altar y la puerta de entrada en el Mediodia. El segundo cuerpo, asentado sobre la imposta del primero, tiene cuatro recuadros y cinco hornacinas de medio punto, aplomo todos de los huecos inferiores. Sobre la cornisa general que reciben dichas pilastras, se levanta la soberbia bóveda pintada primorosamente al fresco por Lucas Jordan, quien tuvo la feliz ocurrencia de retratarse á si mismo en actitud de contemplar su obra en una ventana fingida de la banda occidental. Los frescos representan de una manera detallada y majestuosa á la par, la Descencion de la Vírgen á vestir la divina casulla á San Ildefonso.

El altar es una obra magnífica de preciosos mármoles con adornos y perfiles de bronce dorado: es de órden corintio, y fué costeado á principios de este siglo por el Cardenal Infante Don Luis Maria de Borbon. Encima de las gradillas de la mesa, que es espaciosa y grandísima, descuella una estátua de medio tamaño de San Francisco de Asis, divinamente modelada en piedra, con detalles tan primorosos y ejecucion tan esmerada, que es la admiracion de cuantos la contemplan: parece ser obra del famoso Alonso Cano, racionero de Granada. En el intercolumnio y sitio principal del retablo se ostenta el Espolio de Jesus, afamado lienzo de Dominico Greco. En los huecos de los muros laterales y por encima de la cajonería propia del lugar, se ven varios otros cuadros de autores célebres, como Jordan, el Greco, Pantoja, Orrente y los Basanos, y cerca de la entrada se ve el sepulcro del Cardenal de Borbon, de que hablamos en la biografia de este Príncipe Cardenal.

El Vestuario, al cual da paso la cuarta puerta del muro oriental, lleva este nombre por ser pieza destinada para revestirse los Canónigos y Ministros, de los sagrados ornamentos. Su bóveda, sumamente plana, está pintada al fresco por Claudio Coello y José Donoso, con mil delicados y bellísimos caprichos. Sobre las cajonerías hay hermosos espejos, algunos de ellos con hermosísimos floreros pintados sobre sus lunas.

En las alacenas que tiene este aposento, se guardan prendas de mucho valor y mérito de que usan los Prestes en dias clásicos y solemnes. Exornan las paredes de esta pieza veinte y tantos cuadros preciosos, entre ellos el Bautismo de Cristo imitando el estilo de Rafael, con tal exactitud y felicidad, que hasta los mas inteligentes se engañarian. Los demas son de Guercino, del Greco, Mario Fiori, de los Basanos padre é hijo, de Wandik, Rubens, Ticiano, y de su maestro Bellino.

El Cuarto de la Custodia, asi llamado porque en él se guardan esta preciosísima joya y las demas alhajas de valor que posee esta Catedral, es una pieza de paredes sencillas, solo notable por las preciosidades que encierra, relativas al servicio del culto, y otras á las artes, entre las cuales se distinguen lienzos de Isaac Helle, escuela de Miguel Angel, de Gaspar Lopez, de Jordan, de Marati y de Wandik. Conviene, empero, que nos hagamos cargo de las alhajas que esta pieza encierra.

La Custodia es la primera que debe llamar la atencion de los visitadores, asi por su relevante mérito, como por su riqueza. Labróla á principios del siglo XVI, por órden y á espensas del Cardenal Cisneros, el famoso platero aleman Enrique de Arfe, á quien se entregaron los trazos ó diseños de Diego Copin y Juan de Borgoña, que probablemente modificaria en la construccion. Consiste en un templete piramidal puramente gótico, labrado con increible prolijidad y esquisito esmero; su planta es exágona, aunque descansando sobre una base de doce lados; su diámetro es de una vara y de tres su altura. Su plinto contiene las armas de los Arzobispos Cisneros, Fonseca, Quiroga y Alberto de Austria, doradas sobre fondo blanco. Encima de este plinto hay otro calado y dorado, de este arranca el zócalo con seis pedestales cuadrados y con un magnífico bajo relieve en cada uno de los seis lados. Los seis pilares góticos forman haces de columnillas con multitud de estatuitas con sus correspondientes repisas y afiligranados doseletes. Los arcos llenos de fajas, trenzas y calados, sostienen una bóveda cruzada de aristas de que penden campanillas é incensarios primorosamente calados, con un floron de piedras preciosas en la clave. A cada pilar corresponde una aguja ó pirámide cuajada de delicados adornos, rematando en estátuas que sostienen el segundo cuerpo con el cual se enlazan por medio de lindísimos arbotantes sembrados de menudísima crestería. El tercer cuerpo guarda la misma forma, si bien es mucho mas angosto, corriendo por encima un caprichoso cerramiento de mucho gusto, rematando con una cruz de á cuarta, de oro macizo. Su materia es de plata, oro y piedras preciosas, teniendo 15 arrobas y 22 y 112 libras del primer metal, una arroba 3 libras y media de oro, y un sinnúmero de piedras preciosas, como diamantes, esmeraldas, rubíes, topacios y otras; siendo algunas de raro tamaño. Es de notar que figuran entre la ornamentacion 260 estátuas de diferentes dimensiones, blancas ó doradas, aparte de los bajos relieves. La Custodia interior en que se coloca el viril está formada del primer oro que vino de América, con el cual la Reina Católica hizo construir esta preciosísima joya para su Capilla, habiéndola comprado el Cardenal Cisneros á la testamentaria. Su peana es tambien exágona, calada y cuajada de estatuitas y medallas esmaltadas, y sobre esta base alta como de un pié, se alza un templete de igual elevacíon y del mismo diámetro, compuesto de columnitas de oro esmaltadas que sostienen su bóveda, de cuyos ángulos se levantan lindos castillos con antepechos afiligranados, teniendo en el centro un diminuto palomar con infinidad de palomitas, capricho graciosísimo y sin igual.

Alhajas de la Vírgen del Sagrario. A la izquierda del escaparate de la Custodia hay un grandísimo arcon semicircular, en que se guarda el riquísimo manto de gala de dicha imágen, junto con los demas vestidos y mantos diarios; ricos todos en telas, bordados y pedrería. Siendo la Vírgen de madera chapeada de plata, segun vimos, es probable, ó mejor, seguro que en los tiempos primitivos no se la sobreponian vestidos; pero en épocas menos antiguas se empezó á cubrirla con preseas primero, y luego con telas, como al presente. El manto que nos ocupa es de lama de plata, pero queda completamente cubierto de oro y piedras preciosas. Renunciamos á hacer una descripcion detallada de esta joya de joyas, y solo diremos para dar una idea de su riqueza, que tiene hasta 28,000 perlas de diferentes tamaños, 300 onzas de oro fino en hojuelas, canutillo, hilo y fleco, 4 balajes grandes y dos chicos, 4 esmeraldas de las mayores, 8 gruesísimos zafiros, 32 rubíes de gran tamaño y 140 piezas de oro variadas, cinceladas y esmaltadas, de peso de 168 onzas.

En otro armario inmediato se ve la basquiña compañera digna del descrito manto en labores y riqueza, pues tiene un lazo que con sus apéndices consta de 313 entre esmeraldas y diamantes, regalo de la esposa de Don Cárlos II, un pectoral del Cardenal Conde de Teba, con 216 diamantes y brillantes; siete de estos muy gruesos: otra joya con 8 zafiros y 34 diamantes: un sol de oro con 298 diamantes: una luna con 299 diamantes: una placa de la antigua órden francesa del Espíritu Santo con 215 diamantes y rosas en plata: unas estrellas con 365 diamantes una, y 396 la otra; y otras muchísimas preseas que cubren todo el campo de este preciosísimo vestido. Las mangas correspondientes á este vestido son de igual riqueza y primores. Lo mismo diremos del pectoral que á manera de broche une los estremos del manto sobre el pecho de la Vírgen, en medio del cual hay un gran topacio como un huevo mediano, que tiene grabadas las armas de Cisneros, que fué quien lo regaló.

La Corona correspondiente á ese trage de gala, la que no está en el cuarto de la Custodia, sino en la Sacristía, se compone esclusivamente de oro con esmaltes y de finísima pedrería, afectando la figura de las llamadas Coronas imperiales, pieza de relevante mérito, asi por lo primoroso y delicado del cincelado, como por la brillantez de los esmaltes. Es de notar que el globo con que remata, sosteniendo la cruz, el imperial, es de una sola esmeralda del tamaño de una nuez mediana. El costo total de esta alhaja es de unos 404,000 rs. vn.

Las ajorcas ó pulseras que hacen juego con la Corona, y están en la misma alacena, no desmerecen de aquella, pues reune la misma riqueza en oro y pedrería, é igual mérito en cincelados y esmaltes, como que tuvo de coste 174,789 rs. Las piezas de ropa blanca interior corresponden á tanta magnificencia, pues son de esquisitos encajes de estraordinaria anchura y finísima labor, formando gruesas perlas las botonaduras.

El vestido del Niño Jesus que por lo comun tiene en brazos la Vírgen del Sagrario, es en un todo digno del de su Santísima Madre, y abunda en oro, pedrería y delicadísimos bordados y otras labores que guardan simetría con este, siendo de grandísimo valor.

Cruz ó guion de Mendoza. Entre otras muchísimas alhajas, todas á cual mas preciosas por su materia y labores, es muy digna de observacion, no precisamente por su valor, donde tantos objetos hay que lo tienen, y muy grande, sino por ser el recuerdo de un hombre eminente, y de una de las páginas mas brillantes de nuestra historia: tal es la Cruz ó guion que llevó constantemente delante de si el Cardenal Mendoza. Su parte material se reduce á una Cruz arzobispal de cuatro brazos, de estilo y gusto gótico, de plata dorada, con una reliquia de Lignum Crucis en el medio, puesta al estremo de una asta chapeada del mismo metal, midiendo en junto unas cuatro varas. Pero en lo relativo á la historia de este glorioso distintivo, importa consignar las palabras del testamento de aquel Prelado. Otrosí: porque la nuestra Cruz que en señal de Primado habemos traido ante Nos por las provincias de Santiago, Sevilla, Granada, Zaragoza, Valencia, Tarragona, Narbona, y por las diócesis de las Iglesias que se dicen exentas de los Metropolitanos susodichos, adonde Nos hemos estado, ES LA PRIMERA CRUZ QUE SE PUSO SOBRE LA MAS ALTA TORRE DE LA ALHAMBRA DE LA CIUDAD DE GRANADA AL TIEMPO QUE FUÉ GANADA É QUITADA DE PODER DE LOS MOROS, enemigos de nuestra Santa Fé Católica, adonde en la toma de las mas principales ciudades del dicho reino de Granada, Nos fallamos con la dicha Cruz, en servicio de Dios Nuestro Señor é del Rey é de la Reina mis Señores, con nuestra gente y Estado: mandamos que la dicha nuestra Cruz, con su asta guarnecida de plata, asi como Nos la traemos, sea puesta en el Sagrario de la dicha nuestra Santa Iglesia en memoria de tan gran victoria, é por decor é honor de ella é de los Prelados de ella. E allí queremos que esté perpétuamente, é que no pueda ser sacada dende sino á las procesiones. Nada añadiremos á tan auténtico como elocuente testimonio acerca de la importante significacion de esta Cruz, que simboliza en el órden eclesiástico la toma de posesion de la Primacía en todas las provincias de España y de la Galia goda, y en el político el triunfo supremo de la monarquía y de la raza española y cristiana sobre la árabe.

Volvamos ya á la Sacristía.

Alacenas de las cuatro partes del mundo. Asi se llaman los cuatro armarios que hay en los ángulos de la cabecera de la Sacristía, á ambos lados del altar principal, y llevan este nombre porque en cada uno de ellos ha uno de los cuatro globos terráqueos, de plata, de media vara de diámetro, que la esposa de Cárlos II regaló á la Catedral, y se distinguen entre si por la matrona que se sienta sobre cada uno, y representa ya á Europa, ya á Asia, ya á Africa, ya á América, que eran las partes del mundo á la sazon conocidas. En esas mismas Alacenas se encierran otras alhajas, como palanganas, jarrones, aguamaniles y grandes bandejas, lisas ó con relieves, todo de plata y de mucho peso, y algunas de labores delicadas. Hay tambien la espada que se asegura usaba Alonso VI al conquistar á Toledo. En el mismo armario en que se halla esta espada, hay provisionalmente, y hasta que se traslade á lugar mas apropósito, una urnita que contiene los restos de los Reyes godos Recesvinto y Wamba, que estuvieron en la bóveda de Santa Leocadia, ocupada antes por los Padres Capuchinos, hoy derruida.

Ademas, en estas y otras Alacenas hay un grandísimo número de alhajas de plata, oro y pedrería, algunas imágenes, de uso ó que ya no le tienen, ricas y preciosas mitras de Prelados, navetas de cristal de roca y ágata engarzada en plata dorada, candeleros, portapaces, salvillas, floreros, patenas, cálices de oro con esmaltes y pedrería, etc., etc., y una gran manga de plata, primorosamente cincelada.

Lo que merece especial y distinguida mencion entre tantas preciosidades, es una Santa Biblia en tres gruesos volúmenes, con tapas de terciopelo carmesí y broches de plata. Es manuscrita sobre vitela, á columnas, alternando el texto latino con la glosa, y teniendo cada versículo al lado, en redondeles del diámetro de un duro, la representacion del pasaje que contiene, en miniaturas sobre fondo de oro con esmaltes y colores tan vivos, como si fueran de hoy, sin embargo de ser del siglo XII, segun demuestra el carácter de la letra y de las pinturas, siendo probable que no fué regalado este verdadero tesoro por San Luis, Rey de Francia, sino por San Luis, Obispo de Tolosa, como lo indican los escudos que tienen los broches, que no son de armas Reales, sino Episcopales.

Relicario ú Ochavo. A esta veneranda y linda pieza se pasa desde la Sacristía, atravesando antes un vestíbulo ó átrio cuyas paredes incrustadas de mármoles, aunque no muy bien conservadas, indican ya la distincion del lugar á que dá paso. El Relicario se llama vulgarmente Ochavo, por ser su planta octágona, y consta de dos cuerpos de arquitectura compuesta, cada uno con ocho pilastras de rico mármol, y basas y capiteles de bronce dorado, sobre los cuales se levanta una hermosa cúpula que tiene la Gloria pintada al fresco por Ricci y Carreño. En siete de los ocho intercolumnios arqueados del primer cuerpo, pues uno ocupa la entrada, están colocados con armónica distribucion los muchos relicarios, cajas, estátuas, bustos de Santos y otros vasos y piezas, en que se conserve el sagrado y cuantioso tesoro de reliquias que posee la Catedral. En la casi imposibilidad de enumerar y reseñar una por una todas las reliquias, solo diremos que, segun el estracto de un inventario que tuvo á la vista el diligentísimo Sr. Parro, autor del Toledo en la mano, tantas veces citado, son aquellas 357, y 116 los relicarios de diversas clases y formas que las contienen, y esto aparte de las grandes arcas de plata de San Eugenio, Santa Leocadia, San Raimundo Abad y otras, entre ellas la que antiguamente estaba destinada á la Reliquia de las reliquias, al Santísimo Sacramento para el monumento, cuando no estaba hecho el nuevo, y aparte tambien de los bustos y estátuas, de plata, de San Fernando, San Agustin, San Juan Bautista, San Sebastian, San Mauricio, Santa Rosalia y otras mas pequeñas.

Camarin de la Vírgen. En uno de los costados del Relicario, se ve un balcon con balaustres de hierro dorado, que pertenece á una pieza que viene detrás del altar de la Vírgen del Sagrario, por encima del sitio que hoy ocupa esta Sagrada imágen, y con el cual comunica. En el centro de esta pieza, pintada toda al fresco, se levanta una linda cupulita, debajo de la cual hay un escaparate de unos cuatro piés cúbicos, que encierra un precioso tabernáculo de cuatro columnas, con sus arcos y su cúpula, que cobija una imágen de la Vírgen con el Niño Jesus. En cada una de sus cuatro caras tiene dos candelabros de una media vara, y en la que da frente al Ochavo hay ademas una Cruz de igual altura, sacras, cáliz, custodia, vinajeras y demas servicio del altar, pendiendo del techo, por fuera del escaparate, una muy hermosa lampara, siendo de notar que tabernáculo y todo cuanto contiene y lo exorna, es de nítido ámbar amarillo. Por esto se llama á esta rara preciosidad el Altar de ámbar.

Casa del Tesorero. Asi se llama un departamento que corresponde á la Sacristía, por guardarse en él objetos destinados al culto y al servicio del Templo. La parte arquitectónica nada tiene de notable, pero son dignos de mencionarse los objetos que encierra. Lo primero que se encuentra es lo que llaman Cuadra de los libros, sala grande, rodeada de estantes llenos de voluminosos libros corales, para canto llanto y de órgano, y donde ademas reciben las lecciones de solfeo los seises ó monacillos de coro. En espaciosas bóvedas debajo de la Sacristía y sus agregados, se guardan en grandes arcanos las alfombras y tapices, de los cuales hay colecciones numerosas y buenas, con bien dibujados pasajes de la historia Sagrada y aun de la profana. En la parte alta de este cuerpo de edificio hay algunas habitaciones que ocupó antiguamente el Tesorero, ó por lo menos dependientes de esta Dignidad: posteriormente fueron destinadas á oficinas de la administracion; mas como la falta de bienes y rentas hacen boy inútiles las oficinas, ha quedado solo en el piso bajo una que llaman Mayordomía, y arriba hay el precioso Archivo, muy bien montado, depósito de numerosos é importantes documentos, entre los cuales se encuentran mas de dos mil escrituras originales en árabe. En una especie de claustro hay la puerta que da entrada á dos piezas seguidas que se llaman Cuadra de las ropas, donde se custodian en armarios á propósito gran número de mangas de todos colores y clases, y por encima de los armarios sillones y sillas y otros muebles para solemnidades dadas. Despues viene en la segunda pieza una grande anaquelería, en que se encuentra una infinidad de capas pluviales, casullas y dalmáticas, correspondientes á los muchísimos ternas de todos colores y calidades que esta Catedral posee. Los hay de diversas clases y ademas de invierno y de verano; y como antiguamente á las grandes y aun otras medianas solemnidades podian concurrir con capas hasta noventa Prevendados y hoy pueden asistir setenta y seis, colijese cuan grande haya de ser el número de estas, atendido el número y diversidad de ternos. Entre estos merece citarse el regalado por el Cardenal Mendoza, que lo habia recibido de Federico III de Alemania, valuado en 1.660,538 reales.

Ya se supondrá cuánta debe ser la riqueza que en toda clase de ropas para el servicio del culto encerrarán estas salas: por esto y por no ser pesados, dejamos de hacer una reseña que por otra parte no ofreceria grande interés. Es seguro que pocas Catedrales igualan en este particular á nuestra Primada.

Claustro. Dejemos ya la Sacristía y sus diversos agregados y dependencias, y sigamos nuestra visita en derredor del templo, hácia los piés del mismo. Pasada la puerta del Reloj y la Capilla—Parroquia de San Pedro—encontraremos la puerta de Santa Catalina que ya hemos descrito, pero por la cual saldremos ahora para recorrer otro de los agregados mas notables de esta Basílica, el Claustro. De este apéndice tan comun á las antiguas Catedrales, habia carecido la de Toledo hasta el Pontiticado de Don Pedro Tenorio, quien dió comienzo á su construccion el dia 14 de agosto de 1389. El lugar de su emplazamiento formaba antes un mercado ó bazar ocupado por los judíos, quienes le denominaban Alcana; y como por el bullicio propio de tales lugares, tal vez en ocasiones aumentado de intento por aquellos enemigos de nuestra religion, se estorbasen las augustas ceremonias del santo templo; aquel piadoso Prelado determinó alejar de allí dicho mercado, comprando al efecto y á buen precio el terreno á los judíos. Dueño ya de él, comenzó la obra del Claustro que hubo de durar mucho tiempo, puesto que encima de la puerta que comunica con la calle, vemos el escudo de armas del Arzobispo Don Sancho de Rojas que ocupó la Silla toledana desde 1415 á 1422, y prueba de que por aquel tiempo se concluyó. Ademas el Cardenal Cisneros construyó en su tiempo un piso mas, que se llama Claustro alto, aunque con objeto muy distinto, pues fué con el intento de reducir los Canónigos á vivir en clausura, segun su primitivo instituto, y el Sr. Tenorio proyectó el bajo para las procesiones.

Claustro bajo. Presenta este en su planta un cuadrado: en cada uno de sus cuatro lados tiene un pórtico con seis bóvedas, cinco arcos y sus correspondientes pilares, todo gótico, y con una estension de 186 piés á lo largo, 27 de ancho y 60 de alto. En el medio hay un jardin mas alto que el piso de las galerías, que forma un cuadro de 150 pies de lado, en el cual se cultivan flores con destino al adorno de la Vírgen del Sagrario. Su centro está decorado por un bonito templete ó cenador octágono, con celosías verdes. Para el riego se recogen las aguas llovedizas de los tejados en dos grandes estanques que nunca se ven agotados. Los arcos están todos cerrados por verjas de hierro, y los de la banda oriental tienen ademas unos tupidos cortinones, á fin de preservar de la intemperie las pinturas de Bayen que tiene en el muro interior, y no suceda su descascaramiento como ocurrió á las de Maella de la galería del Norte. Porque hay que consignar que las antiguas pinturas existentes en el Claustro, fueron reemplazadas á causa de su deterioro, por otras que á fines del siglo pasado se encomendaron á estos dos pintores de cámara, habiendo egecutado Bayen once frescos, y Maella dos, de los cuales uno ha desaparecido. Del primero son los que hay encima de la portada interior de la puerta del Mollete, en el lienzo de pared de la bóveda inmediata de su derecha, ven los pórticos de Oriente y Norte, á escepcion del último de esta galería, que es el único que queda de Maella. Estas pinturas son de regular mérito, en concepto de los inteligentes, superando el de las de Bayen al de las de Maella.

El pórtico del Mediodia está adornado ademas y en seguida de la pintura de Bayen, viniendo de la Puerta del Mollete, por la preciosa fachada esterior de la Puerta de la Presentacion que en su lugar dejamos descrita, por el respaldo de la escalera reservada que tienen los Prelados para bajar desde su Palacio á la Catedral, por los otros respaldos de las Capillas del Cristo de las Cucharas, de la Pila bautismal y de la Piedad, todos con ornamentacion gótica mas ó menos antigua, y por la Puerta de Santa Catalina, que tambien describimos.

El pórtico del Oriente tiene en el testero de la primera bóveda una puerta con adornos platerescos que da paso á la Capilla—parroquia de San Pedro, ocupando el resto del muro, por encima y por los lados, un fresco de Bayen, y despues de otras pinturas de este mismo autor, y frente del trozo de columna que segun dijimos, copiando su leyenda, al hablar de la historia de esta Santa Catedral, contiene el testimonio mas auténtico de la consagracion del templo godo en tiempos de Recaredo, frente, repetimos, de esta veneranda columna, hay una puerta de estilo y ornamentacion gótica, destacándose en ella la Cruz de Jerusalen, prueba de ser obra del Pontificado del Cardenal Mendoza, quien sustituyó la Santa Cruz en algunas partes á sus armas, por ser aquella su título cardenalicio. Entremos por esa puerta, y examinemos los departamentos á que da paso, que bien lo merecen.

Sala Capitular de verano y Librería. Al penetrar, encontramos una pieza de regulares dimensiones, que sirvió en lo antiguo de aula de Sagrada Escritura y de latinidad, y en tiempos mas modernos de antesala de la Capitular en verano, y para oficinas de subsidio en invierno, y no tiene hoy otro destino que el de guardar algunos muebles. A su izquierda tiene esta pieza un gran salon cuyos bancos de nogal sobre tarimas y su sillon presidencial indican á las claras que en otros tiempos mas felices se reunia el Cabildo en aquel fresco local que ahora se mantiene casi constantemente cerrado.

Frente de la puerta de esta Sala Capitular, y á la derecha del que entra en la mencionada antesala, hay otra puerta que por medio de una holgada escalera conduce á la Librería, ó mejor Biblioteca del Cabildo, cuyo establecimiento, por supuesto no en este local, data de la época goda, quizás, segun opinion de algunos, de principios del siglo V, lo que no seria estraño, puesto que los Prelados españoles de aquellos tiempos fueron seguramente de lo mas ilustrado del universo, siendo de esta verdad una plena justificacion los escritos de San Eugenio III, de San Eladio, de San Ildefonso y de San Julian, de Toledo, y los de San Leandro y de San Isidoro de Sevilla, y las memorables actas de los Concilios puramente eclesiásticos y de los Concilios—Córtes que á la sazon se celebraron. Natural es y hasta necesario suponer que estos escritos y estas actas, lo mismo que otras obras que se publicarian, y de que al presente ni la menor noticia nos queda, serian conveniente y decorosamente conservadas. Deplorable fué que la invasion sarracena obligase á trasladar á las montañas de Asturias estos preciosos monumentos de la ciencia y de la literatura de aquellos tiempos que, á poderlos estudiar cual debieran serlo, no merecerian seguramente la calificacion de bárbaros que vulgarmente se les prodiga. Despues de la reconquista, se pensó muy seriamente en restaurar la antigua Biblioteca, á cuya obra han concurrido casi todos los Prelados que despues de D. Bernardo hasta nuestros dias han ocupado la Silla toledana, distinguiéndose los Cardenales Tenorio, Mendoza, Cisneros, Fonseca, Tavera, Siliceo, ven el final del último siglo Lorenzana, cuyo honroso destierro á Roma por la influencia absorvente de Godoy, valió á la Biblioteca toledana la posesion de preciosas curiosidades, que aquel benemérito Prelado compró para ella á precio de oro, completando su munificencia con la adquisicion de la famosa librería del sábio Cardenal Zelada, compuesta de centenares de manuscritos y códices hebreos, griegos, latinos, siriacos, árabes y chinos, asi en el antiguo papiro, como en pizarra, plomo, tablillas chinas y hojas de palmera.

Segun notas sacadas por el infatigable Sr. Perro, contiene este precioso depósito unos mil setecientos códices manuscritos, hechos desde el siglo VIII hasta el XVI, ambos inclusive, y son referentes á la Sagrada Escritura y sus Espositores, á Teología, Derecho canónico y civil, Concilios, Medicina, Cirujía, Filosofía, Historia, Geografía, Humanidades, Literatura, Matemáticas, Astrología, etc., etc. Son algunos muy notables por sus viñetas y otros adornos bellísimos y de gran mérito, descollando entre todos una Biblia gótica, por la cual dice la tradicion constante, que un Rey de Castilla ofreció al Cabildo nada menos que la ciudad de Guadalajara, y los devocionarios de Doña Juana y de su hijo el Emperador Cárlos V, cuajados de miniaturas que no tienen precio. En cuanto á los libros impresos, sin faltar los clásicos, debemos decir que no se distingue en esta parte esta Biblioteca.

Tal es el inapreciable contenido del departamento á que hemos conducido al lector, y que ocupa un magnífico salon de unos 80 piés de largo por 26 de ancho, con escelentes luces y buena estanteria, cerrada por vidrieras. Volvamos ya al Claustro.

Capilla de San Blas. La primera bóveda de la galería del Norte, está ocupada por una primorosa portada gótica, con adornos y relieves dorados, de bastante gusto; destacándose sobre la puerta una antigua escultura de la Anunciacion en cuyo fondo se ven las armas de Tenorio, fundador de la Capilla de San Blas á que dá entrada esta puerta, y en la cual vamos á penetrar, despues de subir cinco escalones muy holgados y hermosos ademas, por ser de sillares blancos y negros alternadas. El recinto es un cuadrado de 40 piés de lado, pavimentado de mármol, y cerrado por muros hoy blancos y pintados antiguamente al fresco, que se conserva aun en la bóveda y parte allá de las paredes, con pasages de la vida del Redentor. Tiene tres altares en el costado del Oriente, el mayor con retablo de madera dorada, con cinco tablas en los intercolumnios, de las cuales, todas de mas que regular mérito, la del centro representa á San Blas titular de la Capilla, teniendo delante una estátua de Nuestra Señora, como de una vara, esculpida con mucho primor, y despues pintada. Los dos altares colaterales son mas pequeños, y solo ofrecen de notable otras dos tablas cada uno, obra del mismo artista que pintó las del altar mayor, y fué el toledano Blas de Prado, pintor de Cámara de Felipe II. Esta Capilla que llegó á tener diez y seis Capellanes, bien dotados, ademas de sacristan, organista y otros dependientes, está hoy cerrada al culto por haber desaparecido por completo las rentas.

Sobre el pavimento se levantan dos sepulcros de mármol, uno con inscripcion dedicado al Arzobispo Tenorio, fundador de la Capilla y del Claustro, y otro de Don Vicente Arias de Balboa, Capellan que fué de aquel Prelado, y luego Obispo de Plasencia, que acrecentó considerablemente las fundaciones. En el muro occidental, hay un lienzo de Jordan ó de su escuela, regalado por Carlos III á Lorenzana, que representa á David luchando con una fiera, obra digna de atencion.

Como esta Capilla no tiene al presente culto, se guarda en ella mientras no sirve, el grandioso candelabro del Cirio Pascual, de 8 á 9 varas de altura en que se representa la simbólica columna de fuego que alumbró al Pueblo de Israel en su peregrinacion por el desierto, durante la noche. Es obra digna de ser examinada con detencion por el visitador curioso.

Escalera de Tenorio. Inmediata á la portada de la Capilla de San Blás, hay otra del mismo estilo gótico, pero mas esmerado, formada con curvas sobrepuestas en vez de arco apuntado, portada que lo es de una escalera muy ancha y cómoda, de buena sillería, y gusto gótico, y montada al aire, puede decirse, pues solo se apoyan sus tramos reciprocamente descansando solo por los estremos en el suelo y en el muro. Aunque se llama de Tenorio, parece que labró esta escalera el Sr. Cisneros al construir el Claustro alto á que conduce, y del cual vamos á hablar, puesto que ya nada notable nos queda que examinar en el bajo.

Claustro alto. Como el gran Cardenal Cisneros habia reformado el Clero regular, y reducido las monjas á perpétua clausura, quiso tambien que los Canónigos viviesen enclaustrados y en comunidad, segun su primitivo instituto, y con tal intento emprendió la construccion de este Claustro alto que nos ocupa; mas como él pesar de su energía hubo de ver frustrado su propósito, á causa de la resistencia del Cabildo, la obra comenzada no se prosiguió con empeño, ni llegó á ser una cosa perfecta y acabada. Asi se ve que el Claustro alto es mucho mas estrecho, y sobre todo incomparablemente mas deprimido de techo que el bajo, razon por la cual son sus galerías desproporcionadas y raquíticas, con vulgares antepechos y barandas de hierro y con el techo de bovedillas. En los muros interiores de estas galerías hay varias puertas de aposentos que se llaman Claverías, donde se guardan mil objetos diferentes, ora materiales de construccion para recomposiciones del grandioso edificio de la Catedral, ora cosas destinadas á la ornamentacion del Templo en ciertas festividades, entre cuyos objetos son de notar los quince gigantones para las procesiones del Corpus, y sobre todo todas las grandiosa piezas de que se compone el Monumento nuevo para la Semana Santa, obra de principios de este siglo, que vino á sustituir la antigua pintada por Ricci y Carreño, seguramente porque esta se habria deteriorado.

Sin entrar en el exámen del Monumento nuevo, por no ser de nuestra incumbencia, diremos solo que es grandioso y rico, y que si bien carece de la necesaria perspectiva y belleza en su conjunto, guarda, sin embargo, cierta analogía con la grave magestad que todo en esta santa Basílica respira.

Asi en estos departamentos, al ras de las galerías altas, como en otros que se levantan encima, hay muchas habitaciones que el Cabildo cede gratuitamente á algunas familias de empleados y operarios adictos á la obra y fábrica y á las viudas de estos.

Torre principal y sus campanas. Para terminar nuestra última visita alrededor del Templo, hemos de volver á él, y llegar hasta la Puerta del Perdon, que ha sido en nuestras escursiones el punto de partida y de término. Y antes de llegar á ella, encontramos otro accesorio, y muy notable por cierto, de esta Catedral. Sobre la Capilla de San Juan, dicha tambien de la Torre, se levanta una altísima fábrica, de 326 piés, con la cruz de su remate, esbelta, ligera y afiligranada, y afectando una forma piramidal que le da grandísimo realce y deliciosa perspectiva. No es, como la Torre de Babel, obra del necio orgullo del hombre provocando á su Supremo Hacédor: es solo un esfuerzo del pueblo cristiano para significar su reverente aspiracion hacia la Divinidad y su vehemente deseo de acercarse á la mansion Celestial para rendir á Dios sus homenajes y sus humildes oraciones. Indudablemente todas las torres de los Templos católicos encierran ese mismo objeto mistico, pero pocas lo espresan con tanta fuerza; ninguna la aventaja en este punto.

Obra de sesenta años, de dos generaciones, durante cuya época el arte hizo en España grandes progresos, conserva, sin embargo, perfecta unidad y armonía en su conjunto. No se conoce que fué empezada en 1380 y acabada en 1440, ni que antes del célebre arquitecto Alvar Gomez, hiciese sus trazas y la dirigiese otro, que probablemente seria Rodrigo Alfonso: no hay en ella mas que un pensamiento, ni aparece mas que un ejecutor. Verdad es que el primer cuerpo, alto nada menos que de 174 piés, por 40 de ancho, conserva una forma cuadrada hasta rematar en un antepecho calado que guarnece la plataforma, y que el segundo cuerpo, de 70 piés de elevacíon y de 30 de diámetro, afecta una figura octogonal, y que el tercero, menos elevado y menos ancho, pues solo mide en el primer sentido 60 piés y 20 en el segundo por la base, toma una forma decididamente piramidal, que remata en cuatro enormes globos de cobre, que van asimismo en disminucion y sirven de asiento á una cruz de hierro de unos 12 piés; pero en medio de esta diversidad de formas resalta de un modo admirable la unidad del conjunto. En efecto, el primer cuerpo, con sus cinco compartimientos, ó mejor fajas en sentido horizontal, lisa la primera, y exornadas con gusto y esmero crecientes las demas, hasta terminar en la baranda calada de que hemos hablado, no es mas que el basamento de los dos restantes, que con pasmosa ligereza y ornamentacion mas distinguida se levantan sobre aquella gran mole, como desafiando los vientos y las tempestades. Convencen que esa fué la idea artística que presidió á esta obra, asi la bellísima perspectiva y esbeltez que presenta el segundo cuerpo, ya mas estrecho, con sus ocho pilares formando otros tantos arcos ojivos, partidos por el medio por otros pilarcitos mas ligeros, de lo cual resultan sus ocho lados uniformes, como la gran pirámide que constituye el tercer cuerpo, llamado por esto vulgarmente el alcuzon, que parece que va á penetrar en la region de las nubes. Tal es la Torre principal de esta santa Basílica.

Hay en ella doce campanas, nueve en el último compartimiento, seccion ó zona del primer cuerpo, y tres en el segundo, todas ellas notables por su peso y por lo agradable y armónico de sus sonidos. En el centro de la última bóveda del primer cuerpo se encuentra la tan renombrada Campana Grande, una de las mas notables curiosidades de la Catedral. Pesa 1,543 arrobas, y mide 35 piés de circunferencia, mas de 12 de altura y mas de uno de espesor. Consignase en una inscripcion que tiene, haber sido fundida en 1753, reinando D. Fernando VI, y siendo Arzobispo de Toledo el Cardenal Infante D. Luis Antonio de Borbon, por haberse roto otra análoga que habia en el mismo sitio. Cascóse tambien esta, á muy luego de colocada, por la escesiva enormidad del badajo que se la puso; pero despues de regularizada á lima la raja, á fin de evitar el roce de sus bordes y con esto lo agrio del sonido, se la dió otro badajo mas adecuado de hierro dulce, el cual no es, con todo, tan pequeño, que no necesite de una máquina para llevarlo á golpear la circunferencia. Diósele el nombre de San Eugenio, en conmemoracion de haber sido este el primer Prelado toledano y el primero al propio tiempo que estendió la fé de Cristo en aquella ciudad. Las ocho restantes que están en los ocho arcos de la Torre, al mismo nivel de la Grande, se llaman la Calderona fundida en 1479, en tiempo de los Reyes Católicos, en el Pontificado de Carrillo de Acuña, siendo Obrero el Ganónigo Calderon, cuyo nombre tomó: la Encarnacion, fundida en 1850, siendo Sumo Pontífice Pio IX, reinando Doña Isabel II, y ocupando la Silla toledana el Sr. Bonel y Orbe: la San Juan, hecha en 1667: la Santa Leocadia y San Joaquin, elaborada en 1731: la Ascension, vulgarmente Espanta diablos,y tambien Sermonera, porque con ella se anuncian por la vispera los dias en que hay, sermon en la Catedral, y fué fundida en 1545: la San Ildefonso, hecha en 1760: la Resurreccion, obra tambien del año 1515; y por fin la San Felipe, que se fundió, como otra de las anteriores, en 1850, y que como aquella fué colocada en su sitio al año siguiente.

El segundo cuerpo tiene tres campanas: dos mayores que las ocho últimamente nombradas, suspendidas ambas y una encima de otra en el centro del octágono, designadas con el nombre de San Sebastian la inferior, y del Santo la de encima, por llamarse con ella á la misa de alba que se celebraba cada dia hasta estos últimos años en el altar de San Ildefonso, y que se denominaba misa del Santo. Las dos fueron fundidas en 1681, y colocadas en 1682, en reemplazo de las dos que habia anteriormente, y fueron destruidas por un incendio que ocurrió en 1660. La tercer campana que hay en este segundo cuerpo, juega sobre una armadura de hierro fija en el muro del antepecho por medio de recias barras del mismo metal. Llámase comunmente el esquilon, por ser comparativamente muy pequeña y por su sonido naturalmente mas agudo: su nombre de bendicion es el Angel, y no tiene inscripcion alguna, pero es obra moderna. Sirve principalmente para llamar al Coro; asi es que la que anteriormente habia en este sitio, tenia esta significativa inscripcion: Vex mea clamat, et voco vos; ergo, Canonici, venite.

CONCLUSION

Hemos escrito la historia de la Iglesia Primáda de las Españas: hemos grafiado en todos sus detalles su grandioso templo: la hemos visto nacer humilde, crecer vigorosa y adquirir estraordinaria prepotencia, dando á la Monarquia española incomparable esplendore en los felices tiempos de Jimenez de Rada y Jimenez de Cisneros; y la hemos visto tambien decaer y perder mucha parte de su brillo en tiempos mas cercanos, en que aquella Monarquia iba menguando y decayendo. Mistico reflejo de la situacion de nuestra Península, ha seguido siempre la suerte del pueblo español, conquistado ó conquistador, desgraciado ó feliz, débil ó poderoso. Y es que la Iglesia toledana representa genuinamente el Catolicismo que es el alma y la vida de nuestra nacion heróica, y cuyo divorcio, á ser posible, seria la muerte de esta. Hoy la Monarquia española va recobrando parte de su perdida importancia, y no debe olvidar la situacion de la Primada de las Españas y de sus contristadas hermanas. ¡Ay si las olvidase!

FIN DE LA CATEDRAL DE TOLEDO