CAPILLAS
Terminada nuestra visita á las puertas del suntuoso templo toledano, recorramos ya las Capillas. Y suponiendo que entramos por la Puerta del Perdon, y empezando por la derecha, la primera que encontramos es la
Capilla Muzárabe. Llámase asi, porque en ella se practica aun hoy el rito que introducido en España por los discípulos de Santiago, espurgado de ciertos vicios que con el trascurso del tiempo se habian introducido, por San Isidoro, sucesivamente ampliado por San Ildefonso y San Julian, y con las denominaciones de Apostólico, Isidoriano, Toledano y Gótico, lo conservaron los cristianos que se quedaron en Toledo mezclados con los árabes, y que llevaron el nombre latino de mixti arabes, por corrupcion del lenguaje Muzárabes. Sabido es que este rito que solo en España y en la Galia goda se observaba, á pesar de su antiguedad y carácter de nacional, á pesar de la resistencia de la Iglesia Toledana, á dejarle, á pesar de haber triunfado en dos de los que entonces se llamaban juicios de Dios, un duelo y el fuego, fué desterrado de la Iglesia española, porque asi lo quiso D. Alfonso VI, inducido por el Arzobispo D. Bernardo que como francés, preferia el Gregoriano ó Romano, que en España llamaban Galicano. No obstante, hubo de conservarse el rezo y misa lsidorianos en las parroquias muzárabes, y en la Catedral misma se observó un rito misto de Gótico y Romano hasta fines del siglo XVI. Y para que en ningun tiempo se perdiese la memoria de este glorioso timbre de la Iglesia española, el Cardenal Cisneros, por tantos títulos grande, fundó esta Capilla, dotándola de sacerdotes esclusivamente consagrados al culto divino, segun el Misal y Breviario godos, de que hizo á mayor abundamiento una numerosa edicion.
La portada de esta Capilla la forma un arco gótico cerrado por una bonita verja de gusto plateresco, en cuyo coronamiento campean las armas del fundador, como asimismo en los frescos de los costados. Encima de la clave hay una hornacina exornada con crestería y follages que contiene la Vírgen de la Angustia. El interior es un cuadrado de 50 piés de lado, ocupado el de Oriente por la portada descrita, el del Norte por el único altar que hay, todo él de vistosos mármoles y dorados bronces. Sobre una tarima de tres gradas de mármol negro se levanta la mesa de fino jaspe sobre cuyas gradillas se forma un zócalo en que asienta el retablo. Este se compone de dos pilastras estriadas, de órden corintio que sustentan un cornisamento sencillo, rematando con un frontispicio triangular mas sencillo todavia. En el espacio que queda entre las dos pilastras, hay un cuadro de riquísimo mosaico que representa á la Vírgen con el Divino Niño en brazos hiriendo al dragon infernal. Por encima del retablo y pegado al muro descuella un Crucifijo notable solo por ser de raiz de hinojo de América.
El lado meridional, frente del altar, está ocupado por el Coro que si bien antes no estaba separado del resto de la Capilla, tiene desde hace seis años una bonita verja. No tiene notable mas que el atril—águila, que es el antiguo que hubo en el Coro principal, trasladado á este despues de construidos los magníficos que vimos. Tiene un pié de laton sobre cuatro leones de bronce, su forma es de un castillo de este metal dorado, rematando en un globo sobre que se posa el águila con las alas tendidas. Las sillas son modernas de maderas finas con embutidos, distinguiéndose por su magnitud y mayor ornamentacion la del centro reservada al Prelado, cuando asiste. La sillería sigue por fuera y ocupa todo el muro de Oriente, en cuyo campo se ven unos frescos de Juan de Borgoña, que representan pasages de la conquista de Oran que, como es sabido, llevó á cabo el Cardenal Cisneros, de imperecedera memoria, y cuya jurisdiccion eclesiástica reservó á los Arzobispos toledanos que la conservaron hasta que en 1792 fué evacuada aquella ciudad africana.
La Sacristía que cae detrás del Coro, es hasta mezquina, y aparte de los vasos, alhajas y ornamentos sagrados de que está bien provista, solo llama la atencion, entre otros retratos, el del ilustre fundador que tiene el mérito de ser auténtico.
Capilla de la Epifanía. Siguiendo, al salir de la Capilla Muzárabe, el muro meridional del templo, y dejando en el primer intercolumnio dos sepulturas góticas de Don Tello de Buendia, Obispo de Córdoba y Arcediano de Toledo, y de Don Francisco Fernandez de Cuenca, familiar del Papa Sisto IV, cubiertas en parte por alacenas para el vestuario de músicos, salmistas y otros ministros subalternos del culto, se encuentra dicha Capilla, fundacion de los esposos Don Pedro y Doña Maria Fernandez de Búrgos y restaurada á principios del siglo XVI, por el Canónigo Daza. Pertenece á la primitiva fábrica de la Basílica, con lo cual dicho se está que pertenece al género gótico. Ciérrala una verja de este gusto, bien trabajada. Enfrente hay el retablo, dividido verticalmente por agujas y junquillos crestados, y horizontalmente por repisas y doseletes, todo dorado. En los espacios que quedan entre esta ornamentacion, hay pinturas antiguas sobre tabla, de no poco mérito, atendida su época. Descuellan como remate dos estátuas, de la Vírgen y de San Juan Evangelista, de mármol, pero dadas de colores. Al lado del Evangelio se ve la sepultura del restaurador, con su hornacina y su urna con la estátua yacente, todo de alabastro bien tallado. Al lado opuesto, en una lápida dorada y graciosamente decorada, se lee una inscripcion que es el abolengo y biografia compendiada de dicho restaurador. En el pilar de este mismo lado hay una sencilla inscripcion mas antigua, que se refiere á los primeros fundadores de la Capilla allí enterrados con un hijo. Por encima del retablo hay una ventana con vidrios de colores.
Capilla de la Concepcion. Es tambien gótica, como la anterior, y tiene como esta, su bonita verja que remata con un Crucifijo, y su linda ventana de colores. El retablo de su único altar, es idéntico al anterior; siendo solo diferentes los asuntos de las pinturas, siendo de notar que la Concepcion de la Vírgen, titular de la Capilla, está simbolizada en un casto abrazo de San Joaquin y Santa Ana. El remate consiste en un Crucifijo de talla con los escudos de armas del fundador, de piedra, á los piés. Fuélo el Protonotario Don Juan de Salcedo, Arcediano de Alcaraz, como se desprende de la inscripcion que tiene su lindo sepulcro gótico, colocado al lado del Evangelio, y sobre cuya urna se ve su estátua yacente con ornamentos sacerdotales, muy bien tallada en alabastro. Al lado de la Epístola hay una incripcion relativa á la familia de Salcedo, análoga a la que digimos existir en la anterior Capilla. Esta de que vamos hablando fué concluida en 1502, y el Sr. Parro dice, que hay motivos para creer que trabajó en sus pinturas el célebre Francisco de Amberes, quien en todo caso, aparte de algunos resábios de la escuela alemana, consiguió imitar la florentina en el colorido.
Capilla de San Martin. Dejando la Puerta llana ya descrita, sigue la Capilla de San Martin, que tiene una forma parecida en todo á las anteriores, solo que aquí ya se siente la influencia del renacimiento, puesto que asi en el retablo, como en la verja, sepulturas y demas se ostenta el gusto plateresco, con reminiscencias góticas todavia. Preciso es confesar que las pinturas de las tablas que en este, como en los anteriores retablos, se encuentran, son muy distinguidas y acabadas. La del centro, que es del Santo titular, es obra del esclarecido pintor Andrés Florentin, uno de los mejores de fines del siglo XV, y principios del XVI. Los fundadores de esta Capilla, que lo fueron los Canónigos Juan Lopez de Leon y Tomás Gonzalez de Villanueva, están enterrados en dos sepulturas que hay adosados á los muros de cada lado. Se componen de una hornacina de género plateresco, que cobija las urnas cinerarias, exornada con columnas y pilastras corintias que reciben un cornisamento que remata en un frontispicio, todo lleno de relieves primorosamente trabajados. Las estátuas yacentes son obras de mérito, asi en su correcto dibujo, como en su buena ejecucion.
Capilla de San Eugenio. Antes de este nombre tuvo el de San Pedro el Viejo, y tambien de Corpus Cristi, por haber sido parroquia de la feligresia de San Pedro. Es del todo igual á las anteriores, de género gótico. Solo la distingue la estátua de San Eugenio, de pontifical, sentado en su silla y de tamaño casi natural, escultura de maese Copin de Holanda.
Las diez tablas del retablo las pintó en 1316 Juan de Borgoña, quien dió en ellas una prueba de lo que adelantaba y se perfeccionaba el gusto aleman con los buenos ejemplos de la escuela italiana. En esta Capilla y en su suelo hay muchas sepulturas de personas notables en su tiempo, segun las inscripciones que se conservan y otras que desaparecieron al renovar el solado del templo; pero existen dos sepulcros dignos de fijar la atencion de los visitadores. El uno, el del lado del Evangelio, es de gusto plateresco muy delicado, siendo notable la estátua yacente, en alabastro, de Don Fernando del Castillo, Obispo de Bagnorea y Canónigo de esta Catedral, que murió en 1521, restaurador de la Capilla, cuyo fundador fué seguramente el Cardenal Gimenez de Rada, al tiempo de construirse este templo. El otro es completamente árabe, con su elegantísimo arco de herradura, con sus riquísimas y afiligranadas labores de alharaca, como las de la Alhambra, y con la dedicatoria: á la Madre de Dios. A la Vírgen Maria en caractéres y lengua árabes, muchas veces repetida alrededor de su delicadísima cenefa. En el fondo de la hornacina se lee la siguiente inscripcion que es una muestra curiosa de los primeres vagidós de la poesia castellana.
AQUI: YAZ: DON: FERNAN: GUDIEL:
MUY: HONRADO: CABALLERO:
ALGUACIL: FUÉ: DE: TOLEDO:
Á: TODOS: MUY: DERECHURERO:
CABALLERO: MUY: FIDALGO:
MUY: ARDIT: É: ESFORZADO:
É: BUEN: FACEDOR: DE: ALGO:
MUY: CORTÉS: BIEN: RAZONADO:
SIRVIO: BIEN: A: JESU-CRISTO:
É: Á: SANTA: MARIA:
É: AL: REY: É: Á: TOLEDO:
DE: NOCHE: É: DE: DIA:
PATER: NOSTER: POR: SU: ALMA:
CON: EL: AVE: MARIA:
DIGAMOS: QUE: LA: RECIBAN:
EN: LA: SU: COMPAÑÍA:
E FINÓ Á XXV DIAS DE JULIO, ERA DE MCCCXVI.
(ANO 1278.)
San Cristóbal. Permitasenos decir dos palabras acerca de un objeto que quizás sea el primero que llame la atencion de los visitadores, ya que lo encontramos al paso. El intercolumnio inmediato al que ocupa la Capilla de San Eugenio, tiene en vez de capilla sobre su muro una colosal figura, al fresco, de San Cristóbal en el acto de vadear un rio, llevando al Niño Jesus en brazos y una gigantesca palmera con su ramage por báculo, mide 40 piés de alto, y no puede menos de atraer las miradas de los concurrentes.
Capilla de Santa Lucia. Dejando la Puerta de los Leones que hemos descrito, y siguiendo al otro lado del crucero del templo, encontramos esta reducida Capilla. Un arco proporcionalmente bajo da entrada á su recinto formado por una bóveda gótica, viéndose en frente el único altar con un retablo de finos mármoles, obra moderna, en cuyo centro, ennoblecido por un gran marco de jaspe blanco y oscuro, hay un lienzo de unos 9 piés de alto y 6 de ancho, en que se representa á Santa Lucia adorando á la Vírgen que se le aparece con el Niño Jesus en brazos. Por encima del retablo hay una ventana circular con vidrios de colores. Entre los varios objetos que esta Capilla encierra, se encuentra un arcon destinado, á lo que parece, á recibir las limosnas que durante la construccion de esta santa Basílica, depositaban los fieles para contribuir á ella. Es visiblemente muy antigua, y tiene algunos bajos relieves dignos de atencion, no por su mérito artístico absoluto, sino por el histórico. En la clave del arco en lo esterior, hay un cuadro colosal de los Desposorios de la Vírgen, que el Sr. Parro atribuye al célebre Vandik, aunque de menos mérito que los mas conocidos de este pintor. Por encima de este cuadro ocupa el lienzo del intercoluninio una galería de arquitos árabes con columnas de mármol apareadas, y sobre ella una gran ventana redonda con cristales de colores que forman las armas Reales.
Capilla de los Reyes Viejos. Esta Capilla, denominada antiguamente del Espíritu Santo, fué la destinada á reemplazar la que fundó Don Sancho el Bravo donde está hoy la mayor, y fué suprimida cuando el ensanche de esta por el Cardenal Cisneros. Los sepulcros Reales quedaron, como hemos visto, en la Capilla mayor, pero las capellanías y otras fundaciones á aquella anexas, se trasladaron aqui, hasta que por disminucion de las rentas, se incorporaron con las de la Capilla de los Reyes Nuevos. La que nos ocupa es espaciosa, guardada por una verja pintada de encarnado y oro, y tiene una sola bóveda formada y sostenida por dos arcos que se cruzan, cubriendo este crucero un círculo dorado en que campean las armas Reales. La gran ventana que alumbra la Capilla por enfrente de la entrada, representa en vidrios de vivísimos colores la Venida del Espíritu Santo sobre el Apostolado y la Vírgen Santísima. En el muro de la izquierda hay tres altares de gusto plateresco. El del centro tiene un lindísimo retablo con dos columnas abalaustradas y pilastras adornadas con primorosos relieves dorados y nichos con sus Santitos, y un cornisamento por el mismo estilo, que se remata con dos escudos de las armas Reales que apoyan una cruz sostenida por dos Angeles y rodeada por una aureola en memoria de la que apareció á D. Alfonso VIII en la batalla de las Navas. Ocho tablas de mas que regular mérito relativamente á su época, pintadas en 1418 por el toledano Juan Alfon, decoran este retablo, siendo la del medio la Venida del Espíritu Santo, antiguo titular de la Capilla. Los dos retablos laterales son mas pequeños, formados por dos medias columnas con adornos análogos, teniendo por cornisamento un fronton coronado por una linda pirámide. Cada uno tiene una tabla que representa el Santo titular, y son San Juan Evangelista y Santa Catalina, pintados los dos por el mismo Alfon. En el muro opuesto hay el Coro para los Capellanes, cuando los habia, limitado por una reja de ornamentacion plateresca, construida en 1558, segun una inscripcion que tiene. La sillería de este Coro es de nogal, sumamente sencilla con tallas del mismo gusto que la reja. Tiene tambien su organito que ya de nada sirve. Sobre la sillería hay una gran inscripcion que esplica la traslacion á esta de la Capilla de los Reyes Viejos, en 1498.
Capilla de Santa Ana. Es pequeña, pero linda.
Su verja, al gusto plateresco, con sus columnas abalaustradas y estriadas, con sus follages y sus frisos presenta unas labores tan primorosas, como de buen gusto. El único altar tiene un bello retablo compuesto de un basamento con tres magníficos bajos relieves, y de cuatro columnas jónicas con lindísimos festones y estrias, que reciben un cornisamento con su laboreado friso, sobre el cual se levanta un segundo cuerpo de menores dimensiones con dos columnas y otros adornos platerescos, rematando con un fronton triangular coronado por una cruz, ante la cual se postran dos Angeles. El intercolumnio central tiene un gran medallon que de bajo relieve representa á Santa Ana y á la Santísima Vírgen con el Niño Dios en medio. Es obra de mérito. Fundó esta Capilla el Cardenal Gimenez de Rada, y la restauró á mediados del siglo XVI, el Canónigo Don Juan de Mariana que tiene allí un bonito sepulcro.
Capilla de San Juan Bautista. Tiene una especie de portada formada por un arco gótico muy tendido que ocupa todo el intercolumnio, por encima del cual corren otros arquitos con calados, en medio de los cuales descuella una antigua escultura de San Gerónimo, que en otro tiempo fué con San Juan titular de la Capilla. Esta tiene una verja sumamente sencilla, y sencillo es tambien el altar que se levanta en el muro de enfrente, reducido á un cuerpo de arquitectura corintia compuesto de cuatro columnas con tres intercolumnios, ocupados el del centro por un busto de talla, de San Juan con el cordero, el de la derecha por una pintura de San Gerónimo, y el del otro lado por otra de San Francisco de Asis, y rematando sobre la cornisa por un ático en el centro y dos pirámides á los dos estremos. A tal sencillez redujo la obra antigua la reforma llevada al cabo en 1790. Fundóla á fines del siglo XIII, el Arzobispo Gudiel, y la restauró á mediados del XV, Don Fernando Diaz de Toledo, Arcediano de Niebla, Canónigo de esta Catedral y del Consejo de Enrique IV, que tiene allí su enterramiento, casi tapado por una cajonería.
Capilla de San Gil. Pequeña, pero bella, tiene esta Capilla una verja del género plateresco muy exornada, que remata con un Crucifijo, y un altar no menos precioso, asi por su materia que es de diferentes mármoles, como por su estructura del género greco-romano. El primer cuerpo del retablo es dórico: el zócalo tiene tres bajos relieves muy hermosos, y sobre él se alzan cuatro columnas que reciben la cornisa. En el intercolumnio principal hay un gran medallon que figura en medio relieve á San Gil Abad, de cuerpo entero, y en los otros intercolumnios se ven cuatro estátuas de Santos, de nitido alabastro, como todas las estátuas y relieves de este altar. El segundo cuerpo es jónico, compuesto de dos columnas que caen sobre las centrales del otro cuerpo, y reciben un frontispicio en que descansan las estátuas de las tres Virtudes teologales, y en cuyo fondo se destaca un busto del Padre Eterno, debajo del cual, en el intercolumnio, se contempla de medio relieve la efigie de la Concepcion. Lo primoroso del trabajo, su gusto y mérito inducen á creer que es obra de Berruguete. La bóveda tiene frescos deliciosos con filetes dorados, y dos grandes ventanas alumbran perfectamente este conjunto de bellezas. Restauró esta Capilla el Canónigo y Protonotario Don Miguel Diaz, que murió en 1573, y está enterrado al lado del Evangelio.
Capilla de San Nicolás. El estrecho intercolumnio que sigue, yendo hácia la cabecera del templo, tiene al nivel del suelo una entrada para oficinas, y encima una capillita de pequeñas dimensiones, á que fué reducida, cuando se abrió el paso de abajo. Esta Capilla á que se sube por una estrechísima y pina escalera, conserva del antiguo altar solo el retablo de madera dorada, muy sencillo, con tres buenas tablas en sus intercolumnios, que representan á San Pedro, San Pablo y San Nicolás de Bari en medio.
Capilla de la Santísima Trinidad. Es tambien reducida y oscura ademas, y no ofrece de notable mas, que su verja del género plateresco, y el altar que viene enfrente de idéntica escuela, con cuatro secciones ó cuerpos sobrepuestos, en cada una de cuyas divisiones se ven bonitas tablas con varios Santos, cuyo mérito podria apreciarse mejor, si hubiese mas luz. El restaurador Gutierre Diaz Canónigo de Toledo que murió en 1522, tiene su enterramiento del mismo género que el altar, al lado del Evangelio, y enfrente una lápida que atestigua sus fundaciones.
Capilla de San Ildefonso. Ocupa esta Capilla, una de las mas notables y grandiosas, los tres intercolumnios de Oriente, centro del ábside ó cabecera del templo, cerrados con una reja que en el del medio es practicable. Encima de este se ve pintado un guerrero que es Don Estéban de Illan, á quien se concedió esta distincion honrosa por haber defendido con teson los fueros municipales de Toledo contra una pretension de Don Alfonso VIII, segun unos, y por haber proclamado la mayor edad de este Monarca, segun otros. El recinto es octagonal, del género gótico, con todas las aristas, capiteles y filetes dorados, teniendo los aristones que convergen hácia la clave, una série de dientes agudos como los de una sierra. Cada lado tiene en lo alto una ventana, cuatro de ellas, las de Mediodia y Poniente, tapiadas por fuera, y las otras cuatro con hermosas vidrieras de colores en que campean las armas del Cardenal Siliceo y otras. Enfrente de la puerta se levanta el altar que es de escultura greco—romana pura, obra de fines del siglo pasado, que reemplazó al ambiguo gótico, tal vez menos vistoso y elegante que este, pero de gusto menos profano, y sobre todo mas adecuado al general de la Capilla. Sobre la mesa del altar de preciosos jaspes con ornamentaciones de bronce dorado, como todo el Conjunto, se levanta el riquísimo retablo de un solo cuerpo, de órden corintio, compuesto de dos magníficas columnas de mármol de Garcíatum, con estrias de bronce dorado, como sus basas y capiteles. Sobre estos corre un cornisamento decorado con toda la riqueza que el órden corintio admite, el cual recibe un fronton en que asientan dos Angeles adorando la cifra del nombre de Maria que está en el centro de una aureola radiante. Ocupa el intercolumnio un bellísimo medallon de purísimo mármol de Carrera, de unas tres varas de alto y dos de ancho, en que se figura la Descension de la Vírgen, á poner la casulla á San Ildefonso que está arrodillado á sus divinos piés, obra bien ideada y egecutada con mucho esmero y acierto, en 1783, por el Director de la Real Academia de San Fernando Don Manuel Francisco Alvarez. Sobre las dos puertas colaterales á este retablo, y de su mismo género y materia, se ven dos frontones, en cuyo fondo hay de bajo relieve, de una parte San Leandro, y de la otra San Isidoro, Arzobispos de Sevilla. La puerta de la Epístola es de la pequeña sacristía que tiene para su servicio particular esta capilla, y la otra de una sala en que celebraban sus cabildos los Racioneros, cuando los habia. En la ochava inmediata del lado del Evangelio hay otro altar con un sencillísimo retablo de madera dorada, dedicado á San Nicolás de Tolentino, cuya estátua de cuerpo entero ocupa el nicho formado por cuatro columnas. Las otras cinco ochavas contienen otras tantas sepulturas, en que están enterrados el Enviado apostólico de Gregorio XIII, Alejandro Frumento, que murió á su paso por Toledo, de vuelta de Portugal: el Arzobispo D. Juan Martinez de Contreras: D. Alejandro Carrillo de Albornoz, Obispo de Avila y sobrino del Cardenal D. Gil de su mismo apellido: D. Iñigo Lopez Carrillo de Mendoza, Virey de Cerdeña, sobrino tambien de dicho Cardenal, y el Cardenal Arzobispo de Toledo D. Gaspar de Borja y Velasco, que no tiene inscripcion ninguna. Todos son góticos y de muy parecida estructura, á escepcion del de D. Alfonso Carrillo de Albornoz, que es mas suntuoso y rico, y pertenece ademas al género plateresco, que á tan alto grado de perfeccion se elevó á principios del siglo XVI, época en que se construyó este enterramiento, digno de ser admirado. Otra sepultura magnífica se levanta en el centro de la Capilla, y es la del Cardenal D. Gil Carrillo de Albornoz, obra cuajada de preciosos relieves, y de una ejecucion minuciosa y escelente. Al lado del altar de San Nicolás hay un pequeño retablo de madera pintada, imitando mármoles, en cuyo centro se ostenta el cuadro que llaman del Cristo de la Cruz al revés, porque los brazos de la Cruz caen en esta pintura á la espalda del Divino Jesus, obra antigua, pues vino de Asis con el cuerpo del Cardenal citado, pero estropeada por algun pintor moderno. En tres de las ochavas se conservan unos frontones triangulares, llenos de adornos y figuras de bajo y alto relieve, trabajo antiguo, en que faltan la correccion y el dibujo, pero sobra por lo exagerada la espresion. Antes se enterraban en esta Capilla los Canónigos, que desde 1834 se entierran en el átrio de la Basílica de Santa Leocadia.
Capilla general de Santiago. Asi esta como la anterior Capilla, existieron en el templo godo, y la de que vamos hablando fué en 1177 dedicada á Santo Tomás de Cantorvery, á poco de haber sufrido martirio, en memoria de lo cual hay en el altar principal una tabla que representa dicho Santo. La actual fué fundada por el famoso D. Alvaro de Luna, gran Condestable de Castilla y Maestre de la órden militar de Santiago, á quien por ende la consagró en la época de su apogeo. El título de general lo tiene desde 1581, en que, hecha una especie de liquidacion de todas las fundaciones anexas á la Catedral, se encontró un atraso considerable, que fué acordado saldar inmediatamente, invitando á sacerdotes de todas partes y regulares á que acudiesen á celebrarlas, y para ello se designó esta Capilla como general á todos los sacerdotes y á todas las fundaciones. Es de notar que en aquel año se dijeron en este santo Templo 40,210 misas, correspondientes á atrasos, y ademas todas las corrientes.
Esta Capilla tal cual la vemos hoy, y la hizo construir el gran Maestre de Santiago, que compró al efecto la antigua de San Nicolás y otros terrenos adyacentes, presenta por el esterior el aspecto de una fortaleza de piedra berroqueña, con sus salientes torreones y plataformas almenados. El espacioso recinto interior es octágono, su estructura gótica pura, y su materia la piedra blanca misma que se empleó en todo el templo. Tiene ocho magníficas claraboyas caladas y una gran ventana cubiertas de vidrios de vivos colores. Su bóveda está cruzada por un sin número de aristas procedentes de los ocho pilares que forman el octágono, y en ellas se ven varios angelotes con escudos de las armas de Luna. De los ocho lados ocupan tres los altares, uno la entrada y cuatro las sepulturas. Pilares é intercolumnios están sembrados de adornos preciosos muy bien egecutados, y en cada lado hay una especie de frontispicios piramidales llenos de ornamentacion de buen gusto gótico, que descuellan sobre las sepulturas ó asoman por detrás de los retablos. Al costado de cada pilar hay una estátua de tamaño casi natural, asentadas las ocho que representan Santos, sobre repisas formadas por enconvardos bustos. Estas esculturas son de Don Mariano Salvatierra de fines del siglo pasado. La entrada es de tres arcos calados, formados por cuatro de los grandes pilares periferiales de la fábrica del templo, y está guardada por tres verjas de hierro sencillas. El altar de Santiago ocupa la ochava de enfrente: su mesa es de mármol, moderna: el Retablo gótico, de madera dorada, tiene quince recuadros formados por pilares y por una especie de guardapolvos calados que corren de uno á otro lado, y ocupados el del medio por la imágen de Santiago, de tamaño natural, y los catorce restantes por otras tantas tablas pintadas tal vez sin toda la correccion de dibujo y elegancia que la escuela moderna exige, pero con tan buen colorido y tal espresion, que admiran. En una de estas tablas se ve á Don Alvaro de Luna postrado á los piés de San Francisco, y en otra á su esposa Doña Juana Pimentel á los de San Antonio, y se cree que los dos son verdaderos retratos. Un bajo relieve colosal que hay encima del retablo representa á Santiago montado á caballo atropellando y matando moros.
La ochava del lado del Evangelio, la ocupa el altar de San Francisco de Borja, cuya bellísima estátua de tamaño natural de gran mérito, está en el nicho del medio del Retablo que es de madera dorada, y de gusto moderno, harto impropio de aquel lugar, donde el gótico campea con toda su grave belleza. En la ochava del lado de la Epístola hay otro altar por el mismo estilo, consagrado á Santa Teresa de Jesus, cuya estátua tiene en su hornacina. El ara de este altar es notable, por ser de mármol oriental cuyas hermosas y trasparentes vetas nada desmerecen del ágata.
Las cuatro ochavas restantes las ocupan cuatro sepulcros góticos, de mármol, adornados de crestones del mejor gusto y con las armas de Luna. Todos encierran los restos mortales de individuos de esta familia, segun la intencion de Don Alvaro, fundador de esta Capilla. El de la izquierda, al entrar, pertenece á Don Juan de Cerezuela, Arzobispo de Toledo, hermano uterino de Don Alvaro; El siguiente despues del altar de San Francisco de Borja, es de Don Pedro de Luna, elevado á la Silla toledana por su tio el Papa Benedicto XIII: este Prelado trajo consigo á su sobrino Don Alvaro de edad de 13 años á la ciudad de Toledo, donde le dió una educacion esmeradísima. Los dos del otro lado son, el primero inmediato al altar, de Don Juan, único hijo varon que tuvo D. Alvaro de Luna, y que murió muy mozo; y el otro del padre de Don Alvaro, que tambien llevó este mismo nombre.
En medio de la Capilla hay otros dos sepulcros que son los del mismo D. Alvaro y de su esposa. Los dos son de mármol blanco, de estilo gótico, cuajados de riquísimos adornos, algunos de alto relieve, y todos de una ejecucion esmeradísima, elevándose sobre el pavimento por medio de dos anchas gradas, y asentados sobre leones. El de la derecha, segun se entra, es el de Don Alfonso, cuya estátua yacente con el manto de gran Maestre es de una ejecucion y detalles admirables, teniendo en los ángulos caballeros de Santiago, y á sus piés un pajecillo lloroso. El de la izquierda pertenece á Doña Juana Pimentel, y su estátua con tocas en la cabeza y folgante manto que la cubre, tiene tambien su pajecillo, y las cuatro estátuas de las esquinas son frailes franciscos; los escudos son de los Pimenteles. Es notable que en la inscripcion que hay alrededor del primero de estos sepulcros, se dice que feneció sus dias, cuando es tan sabido que murió decapitado, lo cual, en concepto del señor Parro que nosotros aceptamos, significa que cuando se construyó el enterramiento, que fué en 1489, á los 30 años de ocurrida la catástrofe, ya la opinion pública y hasta la oficial habian absuelto al gran Condestable de los delitos que para perderle se le habian imputado. Debemos consignar que habia antes de estos sepulcros, otros de bronce mandados construir por el gran Maestre en vida y cuando estaba en su mayor prosperidad; pero estos fueron destruidos en tiempo de los Reyes Católicos, ó tal vez ya antes en ódio del célebre privado. Las sepulturas actuales son obra de un Pablo Ortiz, artista de mas mérito, por lo que allí todos admiran, que fama, puesto que á duras penas ha llegado su nombre hasta nosotros.
Capilla de Reyes Nuevos. La antigua Capilla de este nombre, fundada por D. Enrique II en su testamento que otorgó en Búrgos á 29 de mayo de 1374, ocupaba las dos últimas bóvedas de la nave menor, lindante con el muro Norte y tambien con el Poniente del templo. Mas como sirviese de gran estorbo, y afease ademas el aspecto uniforme de la suntuosa Basílica, en 1630 el Arzobispo Fonseca y el Cabildo acordaron reemplazarla por otra nueva, digna de cobijar los restos mortales de tantos Monarcas castellanos, y capaz para las grandes funciones que en una Capilla Real, con las numerosas fundaciones que aquella tenia, deben celebrarse. No habiendo ya Capilla alguna adecuada al objeto, se construyó esta, despues de obtenida la aprobacion del Emperador Cárlos V, por el célebre arquitecto Alonso de Covarrubias, que por consecuencia de esta obra, fué, al terminarla, nombrado Maestro mayor de la Catedral.
Éntrase en esta Capilla por un bonito arco plateresco, que es el género reinante en toda la obra, apoyado sobre dos medias columnas, cuajadas junto con sus pedestales de primorosas labores doradas, y con un escudo de las armas Reales sobre la clave. En el macizo del arco, y sobre el zócalo lleno tambien de caprichosos relieves, se ven á uno y otro lado dos Reyes de armas, de piedra convenientemente pintada, mayores del natural. Una linda verja, en gran parte dorada, cierra esta entrada, tras de la cual viene la ante—capilla con su cúpula para alumbrar, aunque harto escasamente, este paso, á cuyo estremo se ve la puerta de la Capilla, que tiene la forma arqueada, ocupando dos hojas de maderas tinas el cuadrilongo inferior y una vidriera el medio punto.
La Capilla tiene una sola nave dividida en tres bóvedas por dos arcos apuntados cubiertos materialmente de relieves dorados preciosos. Doradas están tambien y muy adornadas las aristas, y hasta las junturas de la sillería. En el espacio de cada bóveda hay una ventana, con lo cual y con dos claraboyas sobre el altar mayor, está el recinto profusamente iluminado. Frente de la puerta se alza una tribuna que tiene un órgano para el uso de esta Capilla. Esta bóveda, primera empezando por los piés, tiene tres altares modernos é iguales, de mármoles y bronce dorado, de órden corintio, obra del año 1777: uno, el de la derecha al entrar, es de la Adoracion de los Reyes, otro el de la izquierda, del Nacimiento de Jesus, y el de enfrente de Santiago. Entre esta bóveda y la segunda hay una graciosa verja de hierro, pintada y dorada. A uno y otro costado hay las sillas del Coro, trece por banda, de maderas finas con alguna labor, con su antepecho corrido, y en medio un gran facistol. Al estremo de las sillas, á uno y otro lado, vése un altar, siendo el del lado del Evangelio de San Hermenegildo y el de la Epístola de San Fernando, iguales los dos á los tres dichos, con la sola diferencia de las pinturas que representan los Santos titulares. Sobre los respaldos de la sillería de uno y otro costado, se levanta un elegante cuerpo de arquitectura, formado por tres grandes pilastras que con sus cornisamentos decorados con sendos escudos de armas Reales, dejan las hornacinas donde están colocados los sepulcros de Don Enrique II, de Doña Juana su mujer, de Don Enrique III y de Doña Catalina su esposa, con sus estátuas yacentes y sus epitafios. Sobre una repisa empotrada en el muro de la Epístola descuella la estátua arrodillada de Don Juan II que tanto hizo en favor de esta Capilla, segun espresa una inscripcion que tiene debajo.
La tercera bóveda forma propiamente el Presbiterio, como la segunda el Coro. El altar mayor ocupa todo el testero de la nave: es obra moderna, greco-romana, trazada y egecutada en 1805. Sobre la mesa del altar descansan dos pedestales de que surgen dos grandiosas columnas de una sola pieza, las que sostienen el cornisamento coronado por las armas Reales sostenidas por dos Angeles. A uno y otro lado hay dos estátuas de San Pedro y de San Pablo, mayores del natural. El intercolumnio cobija un lienzo grande, pintado, como los de los otros cinco altares, por el nombrado Maella, que representa la Descension de la Vírgen á vestir la celestial casulla á San Ildefonso. La materia de que se componen este y los demas altares es de mármoles y finos bronces. En nichos abiertos en los muros laterales de esta bóveda, profusamente exornados al gusto plateresco, hay los enterramientos de Don Juan I y de Doña Leonor su mujer, con sus estátuas arrodilladas ante reclinatorios, obra bellísima, terminada en 1534 por Alfonso Contreras.
El artista ó aficionado que visite esta preciosa Capilla, puede y debe comparar, al examinar los seis sepulcros descritos, cuál era el estado del arte en España á fines del siglo XIV, lo que habia adelantado ya á principios del XV, y la altura á que habia alcanzado en el XVI.
Capilla de Santa Leocadia. Es una de las mas pequeñas y mas oscuras, pues tiene una ventana que solo trasmite la amortiguada luz de un estrecho patio, y toda la que tiene la recibe de las naves del templo, del cual la separa un muro calado que pudiéramos llamar de encage, cuya puerta está guardada por una bonita reja. El retablo de su único altar consiste en un marco de mármoles blancos y negros que contiene un lienzo en que está representada la Santa titular de cuerpo entero. Este cuadro solo tiene de particular haber sido pintado en 1788 por un discípulo de Maella, Ramon Seiró, manco de ambas manos. Hay en esta Capilla tres sepulturas: la del lado del Evangelio, de mármol, pertenece á su restaurador, el Canónigo Don Juan Ruiz de Rivera; la inmediata á esa, indicada por una columna, de mármol, á Don Fernando Alonso, tesorero de la Catedral, y la del lado de la Epístola á un tio del restaurador, de su mismo nombre y apellido.
Capilla del Cristo de la Columna. Es diminuta en estremo, pues tiene apenas capacidad bastante para el altar, que es notable por lo antiguo, todo él de piedra, pintado ademas, figurando un trozo de un edificio gótico, con sus aristas y crestería doradas, que cobija tres estátuas de cuerpo entero y tamaño natural, tambien de piedra, que representan á Jesucristo atado á la columna, y á San Pedro y á San Juan á sus lados. En el muro de la Epístola hay una imágen en madera, de la Verónica,que apareció, segun consta por escribano y testigos presenciales, á Teresa Alonso, muy devota suya, en su agonia, en 15 de enero de 1469.
Capilla de la Vírgen del Sagrario. Tenia la Catedral una joya divina en la muy venerada imágen de la Santísima Vírgen, que existiendo ya en su recinto, probablemente en su altar mayor, en la época goda, y ocultada cuidadosamente durante la dominacion sarracena, fué encontrada posteriormente, y colocada interinamente en el altar mayor del templo actual. No era posible que allí subsistiese por mucho tiempo una sagrada imágen, por cuya intercesion Toledo y toda su comarca, y aun el reino entero en sus piadosos Monarcas, habian obtenido constante alivio y consuelo en sus apuros y necesidades, y que tenia hasta vasallos en tierras y pueblos, como el de Ajofrin, que la fueron cedidos en señorio. Era preciso darla una Capilla propia, y despues de trasladada á un nicho que habia encima de la segunda puerta de entrada al Relicario ó Sagrario, donde estuvo poco convenientemente algun tiempo, y de donde tomó el nombre; el Cardenal Don Gaspar de Quiroga concibió la feliz idea de construir una Capilla propia y digna de la celestial Señora, derribando otras y tomando nuevos terrenos al intento, propósito que solo pudo iniciar, quedando para su sucesor el Cardenal Archiduque Alberto de Austria la satisfaccion de dar comienzo á su ejecucion, y al Cardenal Sandoval y Rojas la gloria de terminarla. En 23 de junio de 1595 se puso la primera piedra, segun el trazado ó proyecto del maestro Vergara. Sin embargo, lo principal de la obra la hizo el Prelado Sandoval con su habitual esplendidez, por cuyo motivo, y no sin alguna razon, llevó el título de fundador.
La portada de esta Capilla, de ricos mármoles, llena todo el intercolumnio en que está situada; y consta de dos cuerpos de arquitectura greco—romana de órden compuesto. Forman el primero cuatro medias columnas y dos medias pilastras de mármol rojo, de 23 piés de altura y correspondiente diámetro, cuyas basas de mármol blanco, como los capiteles, arrancan de un zócalo de jaspe obscuro que descansa sobre magníficos pedestales. El arco tiene sus jambas y dobelas de mármol blanco, y en las enjutas unas rosas fileteadas de encarnado. El arquitrave y cornisa son de mármol blanco; el friso del rojo. En el maciso se ve la inscripcion sencillísima de la Sepulturadel Cardenal Sandoval y Rojas: ya copiada en otro lugar. A todo lo largo y encima de la cornisa corre una franja de mármol serpentine, que sirve de zócalo al segundo cuerpo, compuesto de un ático, en cuyo centro descuellan las armas de la Catedral, de jaspes de colores adecuados y con el dorado correspondiente, rematando con tres estátuas de mármol blanco, de tamaño natural, que representan á la Vírgen, á San Ildefonso y San Bernardo, y á los estremos con dos pirámides rojas con globos de bronce dorado. Guardan la entrada de la Capilla dos verjas, una esterior de hierro que fué plateado, y otra interior de maderas finas, bien torneadas. Entre las dos verjas queda un espacioso cuadro que es la antecapilla, vestíbulo ó zaguan, como llamaban antiguamente, y se titula Capilla de Santa Marina ó de Doctores, por estar destinado el altar de aquella Santa que hay aqui, para que celebrasen en él la misa los Capellanes, precisamente Doctores, instituidos por el Arzobispo Sandoval. Este zaguan está decorado con dos altares, el del muro Oriental tiene en un marco de mármol que forma el retablo, un precioso lienzo de Carducho que representa la Ascension, y el de Occidente otro lienzo del mismo que es de Santa Marina. Al lado de este altar hay una pequeña sacristía, donde se lee el epitafio de Pedro Perez, que hizo el proyecto de la Catedral y levantó sus muros, como digimos en otro lugar. En estos muros y en su bóveda hay escelentes frescos de dicho Carducho y de Cajés. La Capilla de la Vírgen está toda cubierta de mármoles preciosos, desde el pavimento á la rotunda ó cúpula, á escepcion de algunos recuadros en que se ostentan deliciosos frescos, ó bien lienzos pintados de intento por los nombrados artistas, por manera que la riqueza de los materiales compite con la elegancia y delicadeza de la forma y estructura. El altar de la Vírgen está en la fachada Norte, cuyo primer cuerpo tiene cuatro hermosísimas pilastras rosadas, cuadradas, de media cuarta escasa de resalto, con sus pedestales de mármol y basas y capiteles de bronce dorado; de sus tres intercolumnios huecos los laterales están cerrados por preciosísimas verjas plateadas y doradas que dan paso al Relicario, por encima de las cuales hay recuadros de mármol carmesí con las armas del Cardenal Sandoval y Rojas en blanquísima piedra, y el del centro que presenta un arco abierto cuya clave contiene una cartela de bronce dorado primorosamente labrado, cobija la sagrada imágen de la Reina de los Cielos que es de talla chapeada de plata con una exactitud admirable en todos sus contornos, pliegues, etc., á escepcion de la cara y manos, en que queda la madera con el color correspondiente, que es un moreno muy subido, como casi todas las imágenes de la Vírgen, muy antiguas, siendo ademas revestida con riquísimos trages, como pocas los tendrán iguales. La Señora está sentada sobre un Trono de riqueza sin igual. La gradería cubierta de una gruesa lámina de plata, primorosamente laboreada, cubre, junto con la mesa del altar que es amovible, la armadura del carro sobre que está el Trono para las procesiones, y del cual no se quita nunca por impedirlo su enorme peso de 68 arrobas, de las cuales 52 son de fina plata dorada y las 16 con 10 y 12 libras de bronce, por lo cual se calcula que su valor, con la mano de obra, es de 1.149,060 rs. Este magestuoso sólio está cubierto de molduras, medias cañas, filetes y medallones de muy alto relieve y hasta con figuras exentas de Angeles: en su frente tiene muy bien esculpida la Descension de la Vírgen, que como es sabido forma el escudo de armas de esta insigne catedral. Corona el arco que arrancando de un grupo de columnas estriadas, protege la sagrada imágen, la Santísima Trinidad, de regular tamaño. Acrecientan la magestad de este altar tres estátuas de unos dos piés, de plata blanca y dorada que representan á los Santos Eugenio, Ildefonso y Sebastian, cuyas reliquias respectivamente encierran, otra reliquia de la mártir toledana Santa Leocadia, y varios candelabros y blandones, todo de plata, como lo es todo el servicio del altar, hasta los atriles.
Sobre la cornisa del primer cuerpo ya descrito, descansa el segundo con todas las molduras y ornamentacion del órden compuesto, destacándose en su centro un ático con dos pilastras de mármol rojo, perpendiculares á las interiores del primer cuerpo, sobre las cuales descansa el cornisamento semicircular con sus acroteras rematadas por globos dorados. Por encima de las columnas esteriores del primer cuerpo se alzan unas pirámides coronadas por idénticos globos. De los tres huecos de este segundo cuerpo ocupan los laterales unas ventanas con vidrieras de armaduras doradas, y el del medio una cortina de rico brocado, pues ahora no sirve para nada ese hueco que cobijó en otro tiempo la venerada imágen.
La fachada de Mediodia, frontera á la que acabamos de describir, solo ofrece de notable, en lo que puede llamarse segundo cuerpo, dos hornacinas con las estátuas de San Pedro y de San Pablo, de tamaño natural y de bronce dorado á fuego de una sola pieza. Por encima de estas hornacinas hay dos ventanas iguales á las que hemos visto en el altar, y en el medio, sobre un frontispicio triangular muy rebajado, se ve un balcon con balaustres dorados, perteneciente á un oratorio que el Cardenal Sandoval y Rojas hizo construir para poder venir desde el Palacio Arzobispal á rendir sus frecuentes homenages á la Reina Celestial. A uno y otro lado del balcon hay unos frescos de Carducho y Cajés que representan á San Fabian y San Sebastian. Las fachadas de Oriente y Occidente son iguales. Presentan cuatro oratorios con sus puertas, encima de las cuales y en los recuadros que forman las molduras que sirven de marco, hay inscripciones que denotan haber allí los enterramientos del antes nombrado Cardenal, de sus padres, hermanos y parientes, y en efecto, en los compartimientos del medio se ven cuatro magníficas sepulturas sobre un chapeado de mármoles oscuros con franjas y filetes blancos, guarnecidos con pilastras y frontones rotos en sus centros, donde se ostentan escudos de armas de la familia. Sobre las urnas se levantan pirámides coronadas con globos dorados y asentadas sobre dados de bronce. En cuanto á los cuatro oratorios, destinados como para sacristía, contienen en sus tres muros (ocupado el otro por la entrada) otros tantos lienzos pintados por los artistas Cajés y Carducho, relativos á pasages de las vidas y martirio de San Eugenio, de San Bernardo, de San Ildefonso y de Santa Leocadia.
Sobre estos dos cuerpos viene otro tercero que es igual en las cuatro fachadas, y consiste en cuatro arcos torales, cuyo campo tiene tres compartimientos, el del centro ocupado por una ventana, figurada en el de Mediodia, y los laterales por pinturas colosales de los ocho Doctores de la Iglesia latina. Las pechinas que hay en cada ángulo para recibir el anillo que sustenta la cúpula, tienen tambien figuras colosales al fresco de Santos Arzobispos toledanos y Profetas. La media naranja es preciosa, toda de mármol y brillantes y buenos frescos, sirviéndole de clave un floron de bronce dorado, de dos piés de diámetro y tres de altura.
Capilla parroquial de San Pedro[22]. Súbese á esta Capilla, que está sobre el nivel del pavimento general, por una escalera de berroqueña, practicada en el hueco del intercolumnio perimetral. Su portada se forma por un arco apuntado, exornado en sus archivoltas y costados con molduras talladas en la misma piedra y doradas y escudos de armas del Arzobispo Don Sancho de Rojas, fundador de esta Capilla. En una moldura que á manera de árbol se estiende en uno y otro lado de la entrada, se lee en varias targetas que forman como el ramage, una série de versos latinos, que son el epitafio de aquel Prelado allí sepultado. Por fuera del arco se ven diez y seis figuras, de mármol pintado y dorado, una de cuerpo entero y las demas de medio cuerpo y de muy alto relieve y tamaño natural. La principal es de San Pedro: las restantes del fundador, debajo de este, y de las catorce Dignidades, siete por banda. A uno y otro lado del Santo Apóstol hay dos frescos, alusivos á pasages de su vida. Por encima de todo descuella como remate una ventana con pintados vidrios, aunque sin luz. La Capilla es de una sola nave, dividida en tres bóvedas formadas por dos esbeltos arcos, góticos como todo, cruzados por aristas, y sembrados, capiteles y junquillos, de caprichosos adornos dorados. En la bóveda primera está la que podemos llamar Capilla Mayor de esta Iglesia parroquial, cuyo altar, de preciosos mármoles, se encuentra aislado, sirviendo el hueco que le separa del muro, de paso para la Sacristía y de Coro. Su retablo adosado al muro se reduce á un lienzo colosal de Bayen, que representa á San Pedro sanando al tullido, con marco de mármol con remate de Angeles que sostienen los atributos Pontificales rodeados de resplandores dorados. A los lados del altar hay siete sillas sencillas para los Capellanes adictos á la parroquia. Sobre las del costado del Evangelio hay practicada en el muro una hornacina con la urna cineraria del Arzobispo Don Alfonso de Rojas, fundador de la Capilla, y cuya estátua yacente vestida de pontifical es digna de atencion. Nótanse ademas en los muros laterales dos lienzos de gran magnitud, que representan uno probablemente los Desposorios de Santa Catalina con el Niño Jesus, y el otro la batalla de las Navas. En el fondo del testero figuran dos grandes puertas, una para la sacristía, bien provista de ropas y alhajas, y otra sin uso ninguno.
En la segunda bóveda hay en el suelo, cubierta por humilde losa, la sepultura del Cardenal Inguanzo, con la inscripcion copiada en la vida de este Prelado. La lámpara es de plata, en parte sobredorada. Adosados á los muros hay cuatro altares, dos por banda, todos de mármol y de construccion moderna. Los dos mas próximos al Presbiterio son de San Pedro, Obispo de Osma y de San Julian que lo fué de Cuenca. Los otros dos mas esteriores son de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier, y sumamente sencillos, bien que de mármol como los otros.
En la última bóveda que forma los piés de la Capilla, hay una tribuna donde está el órgano para el uso especial de esta parroquia, y en el testero una especie de balcon que es la tribuna reservada del Arzobispo, adonde puede bajar desde su Palacio.
Antiguamente hubo muchos Capellanes, rentas y sufragios: hoy ha desaparecido todo, quedando simplemente un Párroco, como cualquier otro.
Capilla de Nuestra Señora de la Piedad[23]. Fundóla, á mediados del siglo XVI, un Canónigo tesorero, por cuya razon se la titula tambien del Tesorero. Es sumamente pequeña, sin cosa particular. Su arco de medio punto, con acroteras en los estremos de la cornisa y una cruz con pedestal en el centro, está cerrado por una sencilla reja. El altar tiene, sobre una mesa de mármol oscuro, un retablo de madera dorada, cuya hornacina cobija una regular escultura de la Vírgen afligida con su Divino Hijo muerto en su regazo. Al costado del Evangelio hay una inscripcion que atestigua que el fundador, que lo fué ademas del Monasterio de Montesinos, está sepultado con sus padres en medio del pavimento de la Capilla.
Capilla de la Pila bautismal. A cada lado de su portada, que lo forma un bonito arco gótico con un remate piramidal, que llega hasta la bóveda, y con sus cresterías y agujas con estatuitas, se ven dos columnas de mármol, sobre cuyos capiteles descuellan estátuas de piedra pintada, como de á vara, que representan las dos inmediatas al arco, San Lucas y San Juan, y las dos esteriores dos Profetas. La verja es preciosa por sus labores en balaustres, frisos y remate, perfectamente dorados. Encima de la puerta de esta cancela hay una especie de medallon de medio relieve, que representa el bautismo de Jesus en el Jordan, convenientemente pintado: por remate hay las armas del Arzobispo Fonseca. En el centro de esta Capilla, pequeña, pero muy bien alumbrada por ventanas con vidrios de colores, en una de las cuales se reproduce la referida escena del bautismo de Jesucristo, se alza la Pila de bronce con entalles, molduras y labores de gusto antiguo, con su tapa, remedando una copa tallada á manera de concha, completándola otra tapa de materia y moldeado iguales, que pende de una varilla de hierro fijada en la bóveda. En cada uno de los lados se forma un arco, en el centro de cuyo campo hay retablos antiguos con formas y ornamentacion de su época, que no tienen mas mérito artístico que el ser una muestra del estado de las artes en el siglo XV, en que fueron construidos. En esta Pila son bautizados los niños de la feligresia de San Pedro, y tambien los expósitos que se depositan en el colchoncillo que hay en el pilar de enfrente de la Capilla de San Pedro.
Capilla de Nuestra Señora de la Antigua. Reducido asaz es su recinto, limitado por una verja sencilla, en torno del pilar frontera al que separa la bóveda en que está la Pila, de la ocupada por la Capilla de Doña Teresa de Haro, que luego veremos. El altar, adosado á dicho pilar, es de piedra con filetes dorados y entalles del gusto gótico, rematando con un calado que sirve al propio tiempo de dosel á las figuras cobijadas por el retablo. En el nicho principal hay la de Nuestra Señora de la Antigua, es decir, de la Iglesia antigua, asi titulada por referir la tradicion que ya en la Catedral de la época goda tuvo su culto, descubierta despues de la reconquista milagrosamente en un pozo ó sótano que habia cerca del lugar en que hoy está, y donde los cristianos perseguidos la habian escondido. A uno y otro lado se ven á Don Gutierre de Cárdenas y Doña Teresa Enriquez, su mujer, que ofrecen á la Vírgen, aquel un hijo y esta una hija que tienen delante. Estos fueron los fundadores de la Capilla. Debajo de estas figuras hay tres tablitas antiguas que deben examinar los inteligentes.
Era tanta la devocion que los toledanos profesaban á esta sagrada imágen, que hubo año en que se mandaron celebrar en esta diminuta Capilla mas de cinco mil misas. En el pasado siglo, sin embargo de haber menguado la devocion, se decian todavia mil; pero ahora ni aun tienen lugar las fundadas por Gutierre.
Capilla de Doña Teresa de Haro, vulgo, del Cristo de las Cucharas. Forma la portada un magnífico arco gótico de tres curvas, adornado de crestones y molduras doradas que le hacen muy airoso sin quitarle solidez, coronado con un vistoso calado que corre de uno á otro estremo, presentando en los dos lados los escudos de armas de los Haros, que son dos lobos paralelos, y de los Lopez de Padilla, que son tres como cucharones, de donde ha derivado el nombre vulgar del Crucifijo que en esta Capilla se venera. Cierra la entrada una verja sencilla, sobre la cual dos Angeles volando levantan un escudo con las armas de dichas dos familias. El altar está enfrente: la mesa es de bonitos jaspes: el retablo de madera, dorado y de órden dórico: en su intercolumnio se ve un Crucifijo de tabla, de algun mérito artístico, con la Vírgen y San Juan á uno y otro lado. En los campos laterales del muro que el retablo deja vacíos, hay una ventana en cada uno, y debajo los cuadros de buena ejecucion que representan los bustos del Redentor (llamado el Ecce-Homo) al costado del Evangelio, y de la Vírgen de los Dolores al de la Epístola. En los dos muros perpendiculares á este se forman arcos con aristas doradas, ostentando en los ángulos donde se reunen las archivoltas, escudos sostenidos por angelitos. En huecos practicados en esos muros hay las cajonerás de nogal, en que se custodia todo el servicio del culto para esta Capilla, por encima de las cuales se van dos lienzos de regular tamaño y buena escuela, el del Azotamiento de Jesus y el del Prendimiento en el Huerto. En una lápida incrustrada en el muro de Oriente, por encima de la clave de su arco, se leen la fundacion ó fundaciones hechas por Doña Teresa de Haro, esposa de Don Diego Lopez de Padilla, Mariscal de Castilla, y su enterramiento en esta Capilla.
Capilla de la Descension, ó de la Vírgen de Piedra. En un pilar que casi da frente de la Capilla que acabamos de reseñar, se levanta uno como pabellon piramidal de tres cuerpos, que parece remedar la torre de esta Catedral. El primer cuerpo tiene cuatro columnas de mármol, con basas y capiteles corintios con adornos de bronce, sobre que descansan cuatro arcos góticos airosos, adornados con escudos,y otros relieves, abiertos tres de ellos, y cerrado el del Norte por el pilar á que este monumento se halla adosado. Una bóveda gótica y dorada, con las armas del Cardenal Sandoval por clave, pendiente de ella el Capelo del Sr. Moscoso al pié de la grada del altar enterrado. La mesa del altar de alabastro, como el retablo y todos sus adornos y relieves, se halla profusamente decorada con franjas y molduras de bronce dorado al fuego. En el frente de la mesa hay el epitafio del Cardenal Moscoso que en la biografia de este Prelado trasladamos. El retablo que se levanta sobre la indicada mesa, es de purísimo alabastro, y de la escuela plateresca. En el medio de su zócalo hay una pieza de alabastro, cilindrica giratoria que presenta sucesivamente cuatro fases con distintos asuntos en bajo relieve, como son, las palabras de la Consagracion en letra gótica pintada de negro, la Visitacion de la Vírgen á Santa Isabel, la Anunciacion y el Nacimiento del Niño Dios. Dos relieves tiene ademas este zócalo, uno representa á San Ildefonso defendiendo la perpétua virginidad de la Madre de Dios, y otro la aparicion de Santa Leocadia al mismo Santo Prelado para darle las gracias por sus esfuerzos en honra de la Reina de los Cielos. Ocupa el sitio principal del retablo un grandioso medallon en que aparece la Descension de la Santísima Vírgen á vestir á su predilecto devoto la celestial casulla, rodeada y asistida por Angeles, en figuras de tamaño de la mitad del natural y de muy alto relieve, como que las mas llegan á ser casi por entero exentas. A uno y otro lado se levantan dos cuerpecitos de arquitectura cuyas abalaustradas columnitas forman en cada uno dos hornacinas ocupadas por cuatro estátuas de Santos Prelados. La cornisa, sumamente adornada al estilo plateresco, se ve coronada por niños con escudos de armas, y dos de ellos mayores, sostienen en el centro una medalla de la Asuncion de escaso relieve. El célebre Felipe de Borgoña, compañero de Berruguete, fué encargado de hacer este retablo, y habiendo muerto antes de concluirlo, le reemplazaron su hermano Gregorio, Sebastian Almonacid y Alonso de Cobarrubias, mereciendo él la alta distincion de ser enterrado al pié de este precioso monumento. En una urna de jaspe colocada al lado del Evangelio, se custodia la piedra y santiticada por los divinos piés de la Celestial Señora, que es adorada con gran devocion. Al otro lado hay una gran cómoda para las ropas de uso diario en esta Capilla, y encima se lee una inscripcion que atestigua la restauracion de esta por Don Bernardo de Sandoval y Rojas en 1610.
El segundo cuerpo, exornado en sus cuatro costados con un antepecho, tiene en su centro una columna en que apoya su bóveda, y de las esquinas se destacan pirámides con crestería, sobre que descansan los arbotantes que sostienen á su vez los pilares de los arcos de este cuerpo. Por encima de los arcos se alzan ocho agujas entrelazadas mútuamente por medio de un adorno caprichoso, pero lindísimo, que vienen á formar el tercer cuerpo, Coronado por multitud de estatuitas de Angeles y Santos, formando la peana á una grande estátua de la Vírgen con que remata, llegando basta la bóveda, esta fábrica.
Pues bien, este tan raro como vistoso monumento, está destinado á perpetuar la memoria del maravilloso acontecimiento de la Descension de la Vírgen, y á santificar el lugar en que tan estupendo prodigio se realizó, pues no queda duda en que el púlpito en que San Ildefonso acostumbraba predicar, correspondia en la Catedral goda al sitio en que este pilar, resguardado hoy por una linda verja, adornado, como acabamos de ver, se encuentra colocado.
Capilla de San Juan ó de los Canónigos. Antes de llegar á la Puerta del Perdon, punto de,partida, y que ha de serlo de término tambien en la escursion que vamos haciendo, encontramos todavia otra Capilla. Esta es la que ocupa el testero de los piés de la nave esterior al lado del Norte, debajo de la Torre, cuyo título se le da tambien á veces. Tiene una lindísima portada plateresca, con un arco circular muy exornado, habiendo en su centro un bonito cuerpo de arquitectura, que forma la entrada, compuesto de dos preciosas columnas abalaustradas, con capiteles de fantasía, pero de primoroso gusto, que reciben el friso asimismo sembrado de relieves lindísimos, levantándose en seguida, á plomo de las columnas, muy bellos candelabros, armonizando con un medallon de alto relieve que hay en el centro, y representa á San Juan Evangelista, por encima del cual descuella el escudo de armas del Cardenal Tavera. Los espacios laterales comprendidos entre el Coro y la entrada, llénanlo dos trozos de arquitectura gótica con arquitos y junquillos entrelazados, coronados cada uno por tres pequeñas estátuas de Santos, con sus respectivos doseletes y repisas, ofreciendo otro ejemplo mas de que el goticismo y el renacimiento se despedian con la mejor armonía. Tiene esta bella portada un segundo cuerpo, compuesto de dos columnas platerescas con capiteles corintios, coronados por un frontispicio, destacándose en el intercolumnio un grupo que representa á Jesus abrazado á la Cruz y San Pedro arrodillado á sus piés en actitud de pedirle perdon por haber abandonado á Roma, pues dicen las Actas de los Apóstoles que al salirle Jesucristo al encuentro le preguntó San Pedro; Domine, ¿que vadis? á lo cual respondió el Redentor, como echándole en cara su falta de valor: Vado æternum crucifixi. Y como en lo antiguo esta Capilla de la Torre habia sido consagrada al Príncipe de los Apóstoles en este acto, por cuya razon se la titulaba del Quo vadis, ó de San Pedro; en memoria de esto se puso en la fachada, al restaurarla, ese hermoso medallon, que si bien de barro cocido y pintado, no carece de mérito artístico. Las armas de Cárlos V, al tiempo de la restauracion reinante, rematan esta obra, digna de la Capilla á que dá entrada por medio de una sencilla verja.
El recinto interior es de 20 piés en cuadro. En los muros de Poniente, Norte y Mediodia hay tres altares: el primero, frontera á la entrada, tiene, sobre un hermoso basamento de pedestal y zócalo sembrados de delicados relieves, dos columnas estriadas sobre que descansa la cornisa con su friso profusamente entallado, rematando con un medallon circular que representa al Padre Eterno. En el intercolumnio se ostenta un primoroso Crucifijo, con la Vírgen y San Juan Evangelista. Los otros dos altares son muy parecidos, ambos del género plateresco en toda la Capilla predominante, y ambos con dos cuerpos de arquitectura, de los cuales el primero consta de dos columnas corintias con sus zócalos, frisos y cornisas, llenos de bellísimos relieves alusivos á pasages del Viejo Testamento; y el segundo de una especie de frontispicio con pilastras, coronado por los blasones del Arzobispo Carranza y del gobernador de la Mitra Tello Giron, y por fruteros y otros adornos del gusto arquitectónico de la obra. En el intercolumnio tiene cada altar en una gran tabla á su Santo titular, que son San Juan Bautista, que lo es asimismo de la Capilla, y era el nombre del restaurador el Cardenal Tavera, y San Bartolomé que era el nombre del Arzobispo Carranza, en cuyo pontificado se construyeron los altares. La techumbre de la Capilla consiste en un precioso artesonado árabe que perteneció á la antigua llamada de Reyes nuevos que, segun digimos, estuvo en la bóveda inmediata, y de la cual fué esta sacristía. Réstanos consignar que el Cardenal Tavera hizo construir la Capilla actual, destinándola para su enterramiento; y no habiéndola concluido á causa de haber mudado parecer, lo hizo años posteriores el señor Carranza.
Hétenos llegados por segunda vez á la Puerta del Perdon, despues de haber examinado en esta última visita las Capillas que á su perimetro tiene adosadas esta veneranda Basílica. Todavia debemos emprender otra correria, para ver las demas dependencias y agregados que en su mismo perimetro se encuentran.