D. BERNARDO II DE ROXAS Y SANDOVAL.—Desde 1599 hasta 1618.

Nació en la villa de Aranda de Duero, en cuya parroquia de Santa Maria fué bautizado el dia 20 de abril de 1546; siendo sus padres D. Hernando de Roxas y Sandoval y Doña Maria Chacon.

Comenzó sus estudios en la Universidad de Alcalá de Henares, en donde tuvo por maestro de primeras letras y retórica al célebre cronista Fr. Ambrosio de Morales, y cursó despues artes y teología, recibiendo la enseñanza de esta ciencia del doctor Valvas, catedrático de prima, y del P. Deza de la Compañia de Jesus.

Retiróse á pasar en Brihuega bajo la direccion del doctor D. Juan Alonso de Moscoso, que despues fué Obispo de Málaga.

Graduóse de licenciado en Sagrada Teología en la Universidad de Salamanca.

Su tio D. Cristóbal de Roxas, Arzobispo de Sevilla, le dió un canonicato en su Iglesia metropolitana, en la cual D. Bernardo fué despues dean y obtuvo otras rentas con título de gobernador de la diócesis.

Felipe III le presentó para Obispo de Ciudad—Rodrigo; y, en la dominica Ego sum Pastor bonus del año de 1585, le consagró en la Capilla de los Reyes de la Catedral hispalense el Cardenal D. Rodrigo de Castro, Arzobispo de aquella metrópoli.

Gobernó esta Iglesia durante 3 años; Y entre otras muchas cosas que arregló con política, y que no habian podido zanjar antes con energía sus predecesores, fué una la de dar clausura á los conventos de religiosas que no la tenian.

Fué promovido á la Silla de Pamplona, de la cual, habiendo el Sumo Porlitice pasado la gracia en 10 de marzo de 1588, tomó posesion el dia 27 de junio.

El lunes 10 de agosto entró en su nueva Catedral acompañado de toda la clerecía y comunidades religiosas, despues de haber hecho oracion y prestado el juramento de costumbre junto al cementerio de la Santa Iglesia, en donde se habia colocado una reliquia del Lignum Crucis, un Reclinatorio y un Misal.

Visitá todo el obispado (que contenia 1,500 pilas, y era á la sazon pais pobre y en su mayor parte tierra quebrada y montuosa), siendo el primero de quien se tiene noticia que hubiese practicado una visita completa.

Celebró un sínodo en aquella diócesis.

Hizo con su dulce persuasion que se aviniesen los bandos en que estaba dividido el convento de Santa Engracia de la capital de su obispado.

Asistió á las Córtes de Pamplona en que se halló Felipe II, y en que fué jurado el Príncipe que sucedió á este Rey con el nombre de Felipe III. Estuvo tambien en las de Tudela y en otras de Pamplona.

Fué el primer Obispo que proveyó las dignidades de la Santa Iglesia pampilonense que estaban en pleito.

Siete años hacia que gobernaba aquella diócesis cuando fué promovido á la de Jaen, para donde marchó en 18 de noviembre de 1595, y de la cual tomó posesion en agosto de 1596.

Visitá este obispado remediando sus necesidades espirituales y temporales con limosnas y sanas exhortaciones.

Clemente VIII en la cuarta creacion que hizo de Cardenales el dia 3 de marzo de 1598, le concedió esta dignidad, cuyo bonete y capelo le envió por medio del Caballero español D. Jaime Palafox, camarero secreto del Santísimo.

Muerto D. García de Loaysa, el Rey presentó á D. Bernardo para la Sede Primada. El Pontífice pasó la gracia en 18 de abril de 1599, y le envió el palio que recibió el Arzobispo en el convento de San Bernardo de Toledo, de mano del Obispo de Segovia, el dia de San Gerónimo, 30 de setiembre.

En su nombre tomó posesion de la Silla D. Bernardo de Roxas, dean de la Santa Iglesia de Jaen—, en 23 de junio.

Entró el Prelado en la Catedral toledana el dia de San Miguel Arcángel, 29 de setiembre, y asistió á los divinos oficios, habiendo salido el Cabildo á recibirle al sitio llamado las Llanillas.

En la entrada que hizo Felipe III en Madrid, viniendo de celebrar sus bodas en Valencia con Doña Margarita de Austria, iba el Monarca á caballo, y á su lado el Cardenal Arzobispo, á quien en cuanto llegaron al palacio dió el Rey el título de Consejero de Estado.

Pasó de Madrid á Toledo, á donde pocos dias despues fueron los Reyes á visitar la Santa Iglesia Primada y las curiosidades de la ciudad imperial. El Prelado los obsequió con lucidos y costosos festejos.

Recibió el birrete cárdenalicio en la Catedral, de mano del Cardenal D. Fernando Niño.

Fué Canciller supremo de Castilla é Inquisidor general.

Celebró sínodo diocesano en 15 de junio de 1601, sínodo que publicó.

Bautizó en noviembre del mismo año, en el convento de religiosos dominicos de San Pablo de Valladolid, á la Serenísima Infanta Doña Ana Mauricia, que fué Reina de Francia; en 28 de mayo de 1605, en el mismo convento, y en la pila en que fué bautizado Santo Domingo de Guzman, al Príncipe que en el Trono tuvo el nombre de Felipe IV; y despues, en la Real Capilla del palacio de Madrid, á los Serenísimos Infantes D. Cárlos y Doña Maria, que llegó á ser Reina de Ungria y Emperatriz de Alemania.

Pasó á Roma en donde era muy deseada su presencia. Alli el Pontífice le dió el título de Cardenal de Santa Anastasia, y por su propia mano le puso el capelo.

El 10 dejunio de 1610, administró el bautismo en el convento de Santa Clara de la villa de Lerma, á la Infanta Doña Margarita; en julio de 1611, en el monasterio de San Lorenzo el Real, del Escorial, al Infante D. Fernando, que fué Cardenal Arzobispo de Toledo, y murió gobernando nuestros Estados de Flandes.

En 1611 colocó la primera piedra en el Real convento de Agustinas de la Encarnacion de Madrid, segun se escribió en las siguientes palabras:

D.    O.    M.

BONO AUSPICIO PERENNET, ANNUNCIATIONI DEIPARAE VIRGINIS HAEC AEDES SACRATA, Á MARGARITA REGINA PIISSIMA, PHILIPPI TERTII CATHOLICI, HISPANIARUM REGIS UXORE CHARISSIMA, EXIMIA RELIGIONE AG IMO ERECTA, ET MAGNIFICIENTIA DOTATA MONIALIBUS AUGUSTINIANAE RECOLLECTIONIS, ANNO Á VIRGINE PARTU MDCXI, III IDUS IUNII. S. D. N. PAVLI PP. V. IN TERRIS CHRISTI VICARII PONTIFICATUS, ANNO SEPTIMO.

BERNARDO ROJAS SANDOVAL, S. R. E. CARDINALIS ARCHIEPISCOPUS TOLETANUS, IECIT LAPIDEM PRIMARIUM

Administró el Sacramento de la Confirmacion al Rey D. Felipe IV, en el convento de San Gerónimo de Madrid, el dia en que fué jurado Príncipe heredero; y en manos del Primado se hizo el juramento de costumbre.

Edificó en la Santa Iglesia toledana la capilla de Nuestra Señora del Sagrario, que tuvo de coste 120,000 ducados, y la dotó de un capellan mayor y otros doce capellanes en que empleó 85,000 ducados. En la fiesta de la traslacion de la Imágen de la Vírgen á la nueva capilla, á que asistió el Rey Felipe III, gastó tambien una gran suma, é hizo acuñar una medalla que tenia en el anverso la cara de la Santísima Vírgen Maria con esta leyenda:

PIETAS PRAESULIS; VIRGINI MATRI, TUTELAE VRBIS ET ORBIS A. D. MDCXVI.

En el reverso la efigie del Cardenal con su nombre y títulos escritos del modo siguiente:

BER. CARD. ARCHIEP. TOLET. HISP. PRIM. INQVIS. G.

Fundó en Alcalá de Henares un convento para las religiosas Bernardas Recoletas, que habian de ser de la parentela suya ó de los familiares de su casa, debiendo las admilidas en él serlo sin lote y sin que tuviesen que hacer ni el mas minimo gasto para su entrada; y le dotó con 3,500 ducados de renta y 250 fanegas de trigo. Puso la primer piedra de este edificio el arquitecto Juan Gomez de Mora, maestro mayor de las obras reales de los Monarcas Felipe III y Felipe IV.

Erigió en Toledo el convento de Capuchinos; donó á este una casa de recreacion, que llamaban la Ribera por estar á la orilla del Tajo; y labró la Iglesia y un artificio de agua en que gastó 16,000 ducados.

Otros 14,000 empleó en adornar la capilla de la Descension de Nuestra Señora en la Catedral Primada.

En el palacio de recreo de Ventosilia de Tajo fabricó la capilla y fundó una capellanía para que en los domingos y fiestas se dijese misa en ella, á fin de que pudiesen oirla las gentes del campo que hasta entonces habian carecido de tan importante beneficio. La capilla y capellanía tuvieron de coste 20,000 ducados.

El año de 1606 reedificó la Iglesia de Santa Anastasia de Roma, de quien tenia el título cardenalicio, segun manifiesla una inscripcion del mismo templo, que dice asi:

BERNABDUS DE SANDOVAL ET ROJAS,

TITULI SANCTAE ANASTASIAE S. R. E. PRESBYTER, CARDINALES, TOLETANUS ARCHIEPISCOPUS, HISPANIARUM PRIMAS. SUMMUS CASTELLAE CANCELLARIUS, PHILIPPO III CATHOLICO REGI PRO IMPERII ADMINISTRATIONE Á CONSILIIS OMNIUM PROVINCIARUM, QUAE ILLIUS MAIESTATE REGUNTUR, GENERALIS INQUISITOR. TEMPLUM HOC RUDI FABRICA INELEGANS. ET VETUSTATE PENÉ COLLAPSUM, COMMODIORE STRUCTURA A SPECIE, Á FUNDAMENTIS RESTITUIT.

ANNO DOMINI MDCVI.

Siendo Inquisidor general aumentó los sueldos de los inquisidores.

Adornó el palacio arzobispal de Toledo, y rebajó la peña viva que estaba delante de su puerta principal, dejando asi dispuesto el sitio para que por él pudiesen pasar las procesiones de Semana Santa.

En las casas arzobispales de Alcalá de Henares principió á construir una nueva fachada, é hizo otras obras interiores.

Visitá la mayor parte de la diócesis, enseñando la doctrina cristiana, confesando, predicando y distribuyendo limosnas.

Murió de una enfermedad aguda en Madrid, el dia 7 de diciembre de 1618, á las 10 de la noche, y á los 72 años de edad.

En el año siguiente se trasladó á Toledo su cuerpo, acompañándole religiosos y clerecía. El Cabildo toledano salió á recibirle á la Puerta del Cambron, y le dió sepultura en la capilla de Nuestra Señora del Sagrario, que él habia fundado.

Su epitafio dice asi:

REGI SAECULORUM IMMORTALI

D. BERNARDUS DE SANDOVAL ET ROXAS,

FERDINANDI FILIUS; S. R. E. PRESBYTER CARDEINALIS TITULI SANCTAE ANASTASIAE: POST ARCHIEPISCOPATUM HISPALEN. GUBERNATUM SUB PATRIO ARCHIEPISCOPO, CIVITATENSEM PAMPILONENSEM, ET GIENENSEM MAGNA CUM LAUDE ADMINISTRATOS, ARCHIEPISCOPUS TOLETANUS, INQUISITOR GENERALIS MAX. ET PHIPIPPO III Á CONSILII STATUS. VIR GENERE CLARISSIMUS, AD MACIMA QUAEQUE NATUS ET INSTITUTUS. DOCTRINA, PRUDENTIA, CONSILIO, CUM ADMINABILI INGENUITATE, ET VITAE INTEFRITATE PRAESTANTISSIMUS. SINE LACTANTIA, PIUS; SINE SUPERBIA, NOBILIS; SINE INVIDIA, PRINCEPS; SINE ASPERITATE CONSTANS. OB OMNIA NAATURAE, FELICITATISQUE DONA SPECTABILIS, COMES BENEFICUS, IN PAUPERES PRAECIPUÉ LARGUISSIMUS. QUI CASORLAE PRAEFECTURAM TOLETANAE ECCLESIAE RETITUIT, ET AEDEM HANC VIRGINIS MATRI SEMPER INMACULATAE PACIFERAE, CUM MONUMENTIS PATERNO, AC SUO MAGNIFICENTISSIMÉ CONDIDIT, CONSTRUXIT, CONSECRAVIT. HIC REUIESCIT IN SPE.

ORDORMUIT IN DOMINO A. M. DC. XVIII DIE SEPTIMA DECEMBRIS. SUI EX OFFICIO, AMORE ET FIDE, DOMINO PARENTI BENEMERENTI AETERNUM COLENDO, MULTIS CUM LACHRYMIS INSCRIPSERE.

VIDEAS IN LUMINE LUMEN.

D. FERNANDO II DE AUSTRIA. Desde 1620 hasta 1641.

El Infante de España D. Fernando fué hijo de los Reyes Felipe III y Margarita de Austria.

Nació el dia 16 de marzo de 1609 é inmediatamente fué ofrecido por su augusta madre á la Santísima Reina de los Cielos.

Aun no habia cumplido mas que diez años cuando el Pontífice Paulo V le nombró Cardenal de Santa Maria in Porticu, siendo uno de los pocos á quienes tan jóvenes se haya concedido esta dignidad. Desde entonces se denominó El Cardenal Infante.

Poco despues, en 5 de mayo de 1620, tomó posesion de la Silla Primada, para la cual habia sido elegido por muerte del Cardenal Sandoval, pero para cuyo gobierno habia nombrado al doctor Alvaro de Villegas.

En el mismo año celebró sínodo diocesano en Toledo.

Mandó que de las rentas que le pertenecian como Arzobispo toledano se diesen 300 escudos anuales á los Padres de la Congregacion de Clérigos regulares de la Madre de Dios que servian á la Iglesia de Santa Maria in Porticu de Roma de que tenia el título cardenalicio.

Fué Legado apostólico del reino de Portugal.

Despues de la muerte de su tia paterna Doña Isabel Clara Eugenia, su hermano Felipe IV le encomendó el gobierno de la Bélgica, á donde fué por Italia y Alemania, dejando por gobernador del arzobispado, entre otros al Presidente de Castilla D. Diego Castejon.

Estuvo con sus tropas en la batalla de Norlingen en que consiguió una victoria que celebra la Catedral con procesion, Te-Deum y sermon, el dia 6 de setiembre.

Los soldados erigieron alli, para perpétua memoria, un monumento con la inscripcion siguiente que publicó Juan Baptista Urso de la Compañia de Jesus.

PRINCIPIS INVICTISSIMI

PANNONICI, ROMANIQUE DECUS OSTRI

CARDINALIS FERDINANDUS AUSTRIACUS.

REGUM HISPANORUM FILIUS, FRATER NEPOS,

CAROLI V CAESARIS PRONEPOS;

ET REX UNGRIAE FERDINANDUS

FERDIANADI CAESARIS FILIUS

FRATES PATRULES

PII, FELICES, AUGUSTI

GOTHICI MAXIMI, GERMANICI MAXIMI

PRO RE ROMANA, PRO NOMINE AUSTRIACO

DUCES AUSPICATISSIMI

AD NORLINGAM

DUEM PERDUELLIUM VAIMARIUM

FIDENTEM NUMERO MILITUM

SIGNAQUE NOCTU AUDACIUS INFERENTEM

STREUE REPULSUM

CAESO PROPE AD INTERNECIONEM EXERCITU

VERSUMQUE IN FUGAM

IUNCTIS HIC PROFLIGAVERE AUSPICUS

IUNCTIS FASCIBUS

AN. SAL. HUM. MDCCCCIV

Fué muy bien recibido en Bélgica, y ajustó paces con los belgas.

Para festejar su entrada en Gante se colocaron en la parte superior de una puerta de la ciudad, las armas de España en el centro, entre cuatro estátuas, dos de las cúales eran las del Rey D. Felipe y las de nuestro Infante D. Fernando, y finalmente, sobre pedestalitos varios genios por tenantes de escudos, y estos últimos contenian las siguientes inscripciones:

1.ª

VOTA PUBLICA PRO SALUTE BEGIS.

2.ª

VOTA PUBLICA PRO ADVENTU

SERENISSIMI FERDINANDI.

En el arco se leia:

SERENISSIMO FERDINANDO

HISPANIARUM INFANTI

FELICI, FORTI, INVICTI, PIO

PER MARE, PER ALPES, PER HOSTES ADVENIENTI

GANDAVUM.

Mas abajo habia otras dos leyendas que aludian á las dificultades del viage de este modo:

1.ª

ERGO VENISTI, MIHIQVE EXPECTATA TVERI ORA DATVR?

2.ª

VICIT ITER DVRVM VIRTVS TVA.

Seguian otras que trasladamos á continuacion.

1.ª

CORNUA UT ALCIDES FACTI DE FLUMINE TAURI

FRANGIT ET HIC RERUM COPIA PLENA VENIT:

SIC FACIET VIRTUTE SUA MOX CRESCERE NOBIS,

QUAS TIBI FERNANDUS BATAVE FRANGET OPES,

EUROPAE UT MEDIAS IOVE TUTA FERENDE PER UNDAS,

SIC FERDINANDO BELGICA TUTA SUO EST.

HIC VIRTUTIS HONOR.

2.ª

FERDINANDO

HISPANIARUM INFANTI

PHILIP. F. PHILIP. FRAT.

PHILIP. NEP. CAROLI PRONEP.

BENE OMINATI ET AETERNI NOMINIS PRINCIPI

OPTATIS. SUO IN URBEN GANDAVENSEM ADVENTU

PROAVI QUASI NATALEM REDUCENTI.

HOC AVITORUM TRIUMPHORUM ET ANIMI SUI MONUMENTUM

VIRTUTUM EIUS SECTATORI. LABORUM ET GLORIAE AEMULO.

LAETISSIMI CIVES EREXERUNT.

3.ª

TIBI

FERDINANDE

ΠOIMENI AAΩN

IN PUBLICA GRATULATIONE

HOC SINGULARI LAETITIA MONUMENTUM

AMIORIBUS TUIS

SEMPER FIDI, SEMPER CARI,

LANN. POSVERE.

4.ª

FERDINANDO

HISPANIARUM INFANTI

IMPERATORUM REGUNQUE

LUCEM BELGIO REFERENTI

GANDA.

Entró despues en la Picardía: expugnó algunas poblaciones famosas, y teniendo sitiada la ciudad de Arrás, le fatigaron tanto en el asedio los frios de la noche, las incomodidades del dia, los trabajos y privacíones á que no estaba acostumbrado, que contrajo una fiebre, y á consecuencia de ella murió dos meses despues en Bruselas, á 26 de octubre, ó segun otros, en 9 de noviembre de 1641, á los 32 años de edad. Acerca de esto escribió Juan Vincart en el libro III de Cultus Deiparae, los versos que siguen:

Ducitur Austriades, quem raptmn Belgia luget

Extremum fati sic subijsse diem

Scilicet Hispanis dum jungitur Aria castris

Et patitur longas obsidione moras

Coeperat hunc febris; sisti jubet ergo MARIAE

Effigiem: ante oculos sistitur illa suos.

Crescit amor visu, pariter fiducia crescit,

At mala purpureum Parca premebat opus,

Membra labant: stabat maior tamen ipse periclo.

Austriacis virtus qualis inesse solet.

Ergo auteme est GENETRIX, ergo defungitur inquit.

Ut lubet, at vixi, qualis, et usque tuus.

Debes prima tibi, debebimus ultima MATER,

Sic melior caepti finis amoris erit.

Desijt in lachrymis, lachrymae decuere cadentem,

Venturi faustum funeris omem erat.

Su cadáver fué depositado en la Iglesia de Santa Gudúla de Bruselas, y de allí traido á España para darle sepultura en el Régio Panteon de San Lorenzo el Real del Escorial.

Juan Bautista Ursi, de la Compañia de Jesus, escribió para él este épilafio:

FERDINANDUS

PRINCEPS CARDINALIS AUSTRIACUS

[21] GERMANORUM CAESARUM, REQUMQUE HISPANIORUM,

PAR AVIS, PROAVISQUE PROLES,

MATURUS CONSILII ADOLESCENS,

NULLI CUPIDITATUM OBNOXIUS;

QUEM UNUS ARAE, UNUS FRATRIS TETIGIT HONOS EPHEBUM:

EX EPHEBIS,

GLADIUM STRINXIT IMPIQRE, SED IN LOCO:

BELLATOR ACERRIMUS, VICTOR MITIS,

FORTUNAM SIBI SERVIRE COEGIT BELLICAM,

FORTUNAN CIVICAM:

QUO RES CUMQUE TULIT, SUIS TULIT ALIS VICTORIA,

BELGIUM,

ROMANO, GERMANOQUE CAESARE,

CAEPIT CELERIUS, REXIT HUMANIUS,

FACES ET SECURES,

BENEVOLENTIA STIPATUS POPULARIUM

INDICES HABUIT IMPERII, NON VINDICES,

AEQUATAQUE SUPERIORIS AEVÍ FAMA,

SEPTEM SUPER TRIONES, ALTAE JECIT FUNDAMENTA GLORIAE,

COLELUMQUE NOVAE RESERAVIT INDOLI,

PUDICUMQUE JOVEN, PACIFERAMQUE PALLADEM,

BENEFICUMQUE HERCULEM, AEQUMQUE FERENS GLADIO

MARTEM.

OBSEQUIUM DEO, OTIUM TERRIS,

BELLA SIBI, SCEPTRA QUAESIVIT FRATRI.

D. GASPAR II DE BORJA Y VELASCO.—Desde 3 de enero de 1643 á 28 de diciembre de 1645.

Este Prelado distinguido habria podido realizar con sus eminentes cualidades grandes mejoras en la diócesis, si la Providencia, en sus inescrutables designios, no le hubiese arrebatado á la estimacion de su Iglesia, cuando apenas estaba instalado en ella. Tanto es asi, como que habiendo sido proclamado Arzobispo de Toledo en 3 de enero de 1643, y no habiéndole sido dable tomar posesion hasta 20 de marzo de 1645, ya el 28 de diciembre de aquel mismo año, vino la muerte á cortar el hilo de sus dias que empezaba á consagrar, con laudable celo pastoral, en bien de su rebaño.

Antes de ser nombrado Arzobispo de esta diócesis, habia sido Obispo de Milan, sujeto á la sazon, como todo el Milanesado, al dominio español, cargo espinosísimo por razon de las circunstancias, y que desempeñó, sin embargo, á entera satisfaccion de la Santa Sede, del Monarca español y de sus feligreses.

Como Obispo de Milan mereció el Capela de Cardenal protector de España, título distinguidísimo en aquel tiempo, al cual dió nuestro Prelado nuevo realce con los continuados actos de caridad hacia los hombres, en que invirtió sumas de consideracion, mientras estuvo en Roma.

Si el Capela fué una prueba de la alta estimacion que merecia este Prelado en el órden gerárquico eclesiástico, el de Virey de Nápoles que le confirió Felipe IV atestigua que no era menor el aprecio y confianza con que le miraba el Monarca español, al conferirle un gobierno sumamente espinoso y grave, reservado por lo comun á las altas capacidades políticas y administrativas. El Cardenal de Borja correspondió dignamente á las miras del gobierno español, cuyo dominio pareció sumamente suave á los napolitanos, egercido bajo las formas paternales de nuestro Prelado.

¡Lástima fué que persona de tan eminentes prendas, y en tantos y tan diferentes difíciles cargos probada, no tuviese apenas tiempo de sentarse en la Silla Metropolitana de Toledo!

El cadáver de este Cardenal, está depositado en un modestísimo nicho gótico, sin estátua ni epitafio alguno, ni escudo de armas, ni cosa alguna que revele el personaje á que pertenece. Esta hornacina, situada á la entrada de la capilla de San Ildefonso, á mano derecha, estaba ya hecha, y se encontraba vacía; y el caritativo Prelado la destinó para si, á fin de no distraer en una obra de ostentacion mundanal el producto de sus rentas que durante su vida consagró constantemente al alivio de los desvalidos. El cabildo condoliéndose de la humildad de este túmulo, á falta de estátuas y ostentosas inscripciones, hizo colocar en el fondo del nicho un retrato al óleo de este Prelado con su marco dorado, obra de gran mérito artístico, que hoy, tampoco existe alli, porque al principio de la guerra de la Independencia fué guardado en la oficina de la obra y fábrica, á fin de librarlo de la rapacidad de las tropas y autoridades francesas.

D. BALTASAR MOSCOSO Y SANDOBAL.—Desde 7 de octubre de 1646 á 18 de setiembre de 1665.

Hijo de los condes de Altamira, esquivó desde muy jóven las elevadas posiciones políticas, con que lo ilustre de su cuna le brindaba. Esto, sin embargo, no le libró de ejercer cargos importantísimos en el órden eclesiástico.

Fué bien pronto Obispo de Jaen, y Felipe IV le nombró su consejero de Estado. Luego despues se le confirió el Capela, dignidad que le obligó al vivir por algun tiempo en Roma, donde mas que con la ostentacion de un Cardenal, se presentó con la pobreza de un simple religioso. De allí fué sacado para venir á hacerse cargo del gobierno de la Iglesia toledana, del que tomó posesion en 7 de octubre de 1646.

La caridad del Cardenal Moscoso y Sandobal rayó tan alto, que por lo comun, todas las noches recorria á deshora las calles, y recogia y llevaba consigo á todos cuantos infelices encontraba faltos de albergue, dando á todos en su mismo palacio y en su misma mesa manutencion y abrigo. Cítase que en algunas ocasiones, ocupados todos los colchones de su vivienda, llevó su ardiente deseo de hacer bien hasta el punto de ceder á los últimamente llegados su propia cama. Y este no es de estrañar, si se atiende que los pobres eran sus comensales, con quienes compartia cariñosamente su alimento.

Agotado el Tesoro público por las continuadas guerras que tuvo que sostener durante su reinado Felipe IV, nuestro Prelado llevó al Erario importantísimos donativos de sus rentas, á fin de contribuir al sosten de la decadente Monarquia.

A los dos años de gobernar la diócesis, en 1618, celebró un Concilio diocesano.

A su muerte, acaecida en 18 de setiembre de 1665, sus restos mortales fueron depositados en la Capilla de la Descension y en un sepulcro de rico alabastro con franjas y molduras de bronce doradas al fuego. En una gran plancha de ese metal incrustada en la grada ó peana que sirve de mesa al altar, que es donde está enterrado, se lee el epitatio siguiente:

D.      O.      M.

D. BALTHASAR MOSCOSO ET SANDOBAL,

STIRPE REGIA, ALTAMIRAE COMITUM INCLITA

PROLES, BEATI FRANCISCI DE BORJA PRONEPOS.

S.R.E.P.C. TOLETI PRAESUL,

HOC MUNUS TER RENUIT, PONTIFICIS DECRETO CESSIT.

VIRTUTUM EXEMPLAR:

ADVERSIS, ET PROSPERIS SEMPER IDEM.

JUSTITIAE CULTOR: INMUNITATIS ECLESIAE PROPUGNATOR:

EXTINCTA LITE RESIDEMTIAM IN CHORO FIRMAVIT.

SIBI PAUPER, EGENIS DIVES,

INFANTES EXPOSITOS TESTAMENTO DITAVIT.

HIC JACET CORPUS: SPIRITUS BEATUS IN COELO.

OBIIT DIE XVIII SEPTEMBRIS, ANNO MDCLXV.

AETATIS, SUAE LXXVII.

D. PASCUAL II DE ARAGON.—Desde 7 de marzo de 1666 á 26 de setiembre de 1677.

Tambien este eminentísimo Prelado procedia de una de las mas ilustres familias de España; fué, en efecto, hijo de los duques de Cardona, de Segorbe y de Villahermosa, descendientes de régia estirpe; mas á pesar de su egregia alcurnia, y siguiendo la inclinacion de su espiritu y las aspiraciones de su talento, en lugar de consagrarse á la carrera de las armas y de la política, se dedicó con grandísimo provecho á la de las letras.

Despues de haber obtenido el grado de doctor en ambos derechos en la Universidad de Salamanca, donde fué colegial del célebre de San Bartolomé, los enseñó como catedrático en la de Toledo, de donde fué llamado para desempeñar el rectorado de la de Salamanca; es decir, que como hombre de letras alcanzó el puesto mas encumbrado á que era dable aspirar.

Como eclesiástico obtuvo el Arcedianato de Pedroches en la catedral de Córdoba y el de Talavera en la de Toledo. Despues fué elevado á orador y protector de España en Roma, y Cardenal bajo el título de Santa Balbina, y últimamente mereció con general aplauso el Arzobispado de la Primada de las Españas. De esto se desprende que tambien en la gerarquía eclesiástica consiguió los puestos y honores mas elevados.

No era posible en aquellos azarosos tiempos, que un hombre tan eminente y consumado en virtudes y sabiduría, se sustrajese á la política; asi fué que despues de haber sido Consejero de Estado, Virey de Nápoles, Inquisidor general y Presidente de Aragon, cargo en aquel entonces de grandísima importancia, llegó á ser gobernador del reino durante la turbulenta minoria de Cárlos II. Se ve, pues, que la misma elevadísima posicion que habia obtenido en la carrera de las letras y en la eclesiástica, la consiguió igualmente en el órden civil y político.

Esto hubo de ser muy contra de su voluntad, porque pacifico por carácter, humilde por inclinacion, y piadoso por su religiosidad profunda, miraba con aversion las pompas mundanas, pero la fuerza de las circunstancias le arrastraron á pesar suyo.

Como prueba de su piedad insigne, fundó el convento de Capuchinas de Toledo, donde se preparó una sepultura humildísima, como que por orden suya se halla enterrado en el suelo en la bóveda en que las religiosas tienen su panteon. Y todavia habria sido mayor la humildad de este sepulcro, á haberse cumplido estrictamente la última voluntad del ilustre finado, que mandaba en su testamento, que solo con una tabla fuese cubierta la sepultura. Mas las agradecidas monjas se resistieron al cumplimiento de esta disposicion tan estremada, y en vez de tabla pusieron una lápida de mármol con este sencillísimo epitafio:

D.      O.      M.

YACE EN ESTE POBRE Y RELIGIOSO

SEPULCRO, RENUNCIANDO EL DE SUS AUGUSTOS

PROGENITORES, EL EMMO. SR. D. PASCUAL

DE ARAGON, PADRE Y PATRON

DE ESTE CONVENTO: PAGÓ MORTAL

EL CENSO DE LA MUERTE,Y RICO DE VIRTUDES

PASÓ Á LA ETERNA VIDA, FALLECIENDO

EN MADRID Á VEINTIOCHO

DE SETIEMBRE Á LAS CUATRO DE LA TARDE

AÑO DE MIL SEISCIENTOS

SETENTA Y SIETE, Y DE SU EDAD CINCUENTA Y DOS.

D. LUIS I MANUEL FERNANDEZ PORTOCARNERO.—Desde 28 de enero de 1678 á 14 de setiembre de 1709.

Este Prelado, por lo ilustre de su estirpe y mas aun por sus eminentes dotes y virtudes, cuando se sentó en la Silla Metropolitana de Toledo, Primada de las Españas, habia ejercido destinos de grandísima importancia. Habia sido ya nombrado Cardenal y confesor del Rey, y dos veces distintas habia sido embajador de España en Roma.

Tocóle asimismo la poco envidiable distincion de ejercer el cargo de gobernador del reino en varias ocasiones, durante el reinado de Cárlos II.

El gobierno francés le honró con el título de caballero de la órden de Sancti Spiritus.

Ni los honores que obtuvo, ni las posiciones elevadas que desempeñó, fueron bastantes á disminuir en él las virtudes cristianas que tanto le enaltecian. Nunca dejó de ser modesto, bondadoso y afable con todos y mas especialmente con los pobres, de quienes fué verdadero padre. Tanto fué asi, como que de todos los bienes que al morir le quedaban, y que no habia podido distribuir en vida entre los necesitados, nombró heredero universal al hospital de niños espósitos.

La Iglesia toledana conserva y conservará por muchos años una obra digna de su ilustrado á la par que glorioso gobierno, y de la diócesis. En 1682 convocó un Concilio Diocesano, en el cual, y bajo su entendida iniciativa, fueron acordadas las Constituciones sinodales que forman la ley eclesiástica del Arzobispado.

En la sacristía de la catedral hay una porcion de alhajas de mucho mérito artístico y de gran valor, donativos del Cardenal Portocarrero, entre las cuales merece especial mencion una placa de la antigua órden francesa del Spiritu Santo, tasada en 52,800 reales vellon, pues tiene 215 diamantes rosas, engastados en plata, dádiva hecha á la Vírgen del Sagrario, que manitiesta bien á las claras que nuestro Prelado referia á Dios los honores y distinciones que el mundo le prodigara.

Llamado á mejor vida á los 14 de setiembre de 1709, su cuerpo fué sepultado á la puerta de la capilla de la Vírgen del Sagrario, de quien en vida habia sido singular devoto. Lo único que distingue este sepulcro, asaz humilde, es una gran lámina de cobre de mas de cuatro varas de largo y dos y media de ancho, asegurada en el pavimento por la parte de afuera de las rejas que cierran la capilla, cuya lámina no tiene mas adorno que dos filetes dorados lisos, y por todo epitafio una inscripcion tan sencilla como cristianamente significativa, que en grandes caractéres romanos, tambien dorados, dice:

HIC JACET

PULVIS

CINIS

ET NIHIL

Encima de la sepultura se ve un capelo pendiente de lo alto de la verja, símbolo de su alta dignidad eclesiástica, como queriendo indicar que á esta dignidad y no á su persona se tributaba el honor de aquella, por otra parte, humilde sepultura.

D. FRANCISCO II VALERO Y LOSA.—Desde 7 de mayo de 1715 á 23 de abril de 1720.

El Sr. Valero y Losa se consagró muy especialmente al estudio de la teología, llegando á ser uno de los mas consumados doctores de su tiempo en esta divina ciencia que enseñó en la Universidad de Alcalá de Henares, tan célebre á la sazon: salió de la cátedra para ocupar la Silla Episcopal de Badajoz, de donde, gracias á las eminentes virtudes que en él brillaban, fué elevado al Arzobispado de Toledo.

Su trato era en estremo amable, sus costumbres sencillas, su conversacion amena, sin que esas hermosas cualidades disminuyesen su ardiente celo en pró de la pureza de los principios religiosos, de la disciplina eclesiástica y de todo cuanto pudiese redundar en bien de sus feligreses.

Asi es que su pontificado, menos brillante sin duda que algunos otros, ha merecido, sin embargo, el título de dichoso.

La muerte de este bondadoso Prelado ocurrió en Toledo, á los 23 dias de abril de 1720. Su cuerpo fué enterrado en el suelo al pié del altar de la Vírgen de la Estrella en el trascoro de la catedral, y su sepultura está cubierta de una gran placa de bronce dorado con marco de lo mismo.

Creemos digna de especial mencion la ocurrencia que dió lugar á que este dignísimo Prelado eligiese este humilde enterramiento.

La Vírgen de la Estrella pertenece á una cofradia del gremio de laneros, cardadores y tejedores de lana, la cual al traspasar la propiedad de la capilla y de una casa necesarias para el engrandecimiento de la catedral, cuando en tiempo del Rey Santo, y siendo Arzobispo de Toledo D. Rodrigo, se proyectó aquella grandiosa obra, cedió el local reservándose, empero, la propiedad de la imágen y de sus alhajas y ornamentos, como tambien la facultad de celebrar sus fiestas, sin pedir permiso al cabildo ni á nadie, ocupando para ello, no solo el altar, sino tambien la nave inmediata como terreno propio.

Del uso de esta facultad han resultado algunos conflictos, pues la cofradia hace cantar sus vísperas y sus misas á la misma hora que las del cabildo, confundiéndose los cánticos y produciendo una verdadera algarabía. Por esto algunos Prelados y el Cabildo han reclamado contra esa libertad omnimoda, aunque siempre inútilmente. Nuestro Arzobispo Valero y Losa llevó á los tribunales su reclamacion formal contra los laneros; mas el fallo hubo de convencerle de que habia dado este paso sin derecho.

En vista de este resultado, y para dar una muestra de humilde arrepentimiento, dispuso que su cuerpo fuese enterrado al pié del altar, á fin de que los cofrades laneros pisen su sepultura, cuando se reunan á celebrar sus fiestas.

La inscripcion colocada sobre la placa dice asi:

I.   D.   D.

DOMINUS FRACISCUS VALERO ET LOSA,

CLARUS SAPIENTIA, BENIGNITATE CLARIOR, HUMILITATE

CLARISIMUS, PURITATE ANGELUS, CELO SERAFICUS

E PACENI EPISCOPATU AD TOLET. SEDEM

PROMOTUS, BREVI ANNORUM CIRCULO CURSUM FELICITER

CONSUMAVIT: PRAEPOSITAMQUE SIBI CORONAM

JUSTITIE, PRACIDISSIMA MORTE QUAESIVIT,

DIE XXIII APR, ANNI MDCCXX, AETATIS SUAE LV.

D. DIEGO DE ASTORGA Y CÉSPEDES.—Desde 26 de agosto de 1720 á 9 de febrero de 1734.

El pontificado de este Prelado es célebre en los fastos de la historia artística de la catedral, porque a él es debida la construccion del famoso trasparente que se encuentra detrás del altar mayor, obra cuyo mérito artístico puede ser dudoso, pero cuyo gran coste se revela por solo su inspeccion. Esto probaria á lo mas que las artes tuvieron por aquel tiempo un estilo y gusto que no cuadra al gusto y estilo de las escuelas modernas; pero no disminuiria un solo átomo el mérito y los elogios á que es acreedora la memoria del celoso Arzobispo que consagró una gran parte de sus rentas á la construccion de un monumento necesario, en concepto de todos, al mayor lustre y decoro de aquel grandioso templo.

No anticipemos ideas, y dejemos para su lugar correspondiente el juicio de aquella obra tan renombrada. Vengamos á la vida del Cardenal Arzobispo.

Las virtudes del doctor D. Diego fueron motivo para que se le confiriese el episcopado de Barcelona, donde brillaron de tal suerte sus bellas prendas, que apenas ocurrió la vacante de este Arzobispado, fué presentado á la Santa Sede para esta Iglesia. A1 conferirle esta alta dignidad, se le mandó asimismo el Capelo de Cardenal.

Este fué el primer Arzobispo de Toledo á quien se concedió, por su sola dignidad, el título y tratamiento de Excelentísimo Señor, distincion que fué estendida á todos sus sucesores en la Sede toledana. Esto prueba con cuánta parsimonia se habia otorgado hasta aquella sazon un tratamiento que ha llegado á ser tan frecuente en nuestros dias.

Durante el corto y efimero reinado de D. Luis I, fué consejero privado de este Monarca, y ademas Inquisidor general, y obtuvo otras varias distinciones y honores, hasta que querido y respetado, no menos en la córte, que en su diócesis, murió en 9 de febrero de 1734. Fué enterrado al pié mismo del tan renombrado trasparente, que se habia hecho á sus espensas.

Su tumba se presenta cubierta con una hermosa plancha de cobre, de grandes dimensiones, obra del artista Isidoro Espinosa, como se lee en letra asaz menuda, que se encuentra al estremo de su ángulo izquierdo; y en esta plancha hay escrito en grandes caractéres dorados el epitafio siguiente:

HIC JACET EMM. D. D. DIDACUS DE ASTORGA ET CESPEDES

ARCHIEP. TOLET. PRIMUS PRESUL. EXELLETISSIMI

TITULO DECORATUS: QUI HANC ARAM AERE PROMOVIT,

ZELO DICAVIT, PER QUEM STAT VICTUS MISERIS VITAE

STAT REGIA MENSA: EVEHAT ATQUE MAGIS

SUBJACET IPSE THRONO.

D. LUIS II ANTONIO DE BORBON.—Desde 13 de febrero de 1736 á 18 de diciembre de 1754.

Con la idea de que habia de consagrarse al estado eclesiástico, fué propuesto y nombrado para el Arzobispado de Toledo este Infante de España, hijo de Felipe V, que tambien fué condecorado con el Capela cardenalicio de la Santa Iglesia Romana. Tomó posesion del Arzobispado que administró y gobernó hasta que en 18 de diciembre de 1754 renunció á todas sus dignidades eclesiásticas para contraer el matrimonio que se celebró algun tiempo despues en la villa de Olia, próximo á Toledo, con una jóven de nombre Villabriga.

Pasó el resto de sus dias, por disposicion especial de su hermano el Rey D. Cárlos III, en la villa de Arenas de San Pedro, en el reino de Estremadura, donde ocurrió su muerte á los 7 de agosto de 1785, y allí está enterrado.

D. LUIS III FERNANDEZ DE CÓRDOBA.—Desde 13 de setiembre de 1755 á 26 de marzo de 1771.

Hijo de una de las primeras familias de la grandeza española, llevó á la carrera eclesiástica, que por natural inclinacion abrazó, el título de Conde de Teva, el mismo que hoy lleva la Emperatriz de los franceses, de la misma familia á que perteneció el Prelado de que nos ocupamos.

Antes de sentarse en la Silla Metropolitana de Toledo, habia sido Dean de la misma catedral, á cuya dignidad unió por sus especiales merecimientos el de Cardenal de la Santa Iglesia Romana.

Elevado al Pontificado toledano en 13 de setiembre de 1755, se consagró con celo al lustre de su diócesis, y especialmente al bien de sus feligreses. Su caridad era tan insigne, rayaba tan alto, que se privaba voluntariamente de todas las comodidades, á que por sus principios y educacion estaba acostumbrado, a fin de poder socorrer con mas holgura á mayor número de pobres y desvalidos. Su mesa se vió reducida á lo mas preciso para vivir; pues su ardiente amor á los pobres no le permitia gastar de sobras sus rentas que consideraba como el patrimonio de los infelices.

Con estos antecedentes se comprende fácilmente la humildad, casi diremos escesiva, del enterramiento que ordenó á su muerte ocurrida el 26 de marzo de 1771. Su tumba fué abierta en el suelo mismo en la bóveda dentro de la clausura del convento de Capuchinas, donde tienen las religiosas su panteon, al lado del sepulcro del Emme. Sr. D. Pascual de Aragon, sin distintivo ni epitafio alguno.

D. FRANCISCO III ANTONIO LORENZANA.—Desde 12 de marzo de 1772 á 22 de diciembre de 1800.

El Cardenal de Lorenzana es una de las figuras mas descollantes entre las muy dignas personas que ocuparon la Sede toledana en los tiempos modernos, y su memoria vive y vivirá en la diócesis durante muchos siglos, pues los grandes monumentos debidos á su munificencia, en caso de que sus inagotables limosnas y actos de beneficencia pudieran olvidarse, que no se olvidarán, recordarian á las generaciones venideras la esplendidez y generoso desprendimiento del ilustrado Arzobispo que consagró todos sus bienes en beneficio de los pobres de quienes mereció el título de padre, para el mayor lustre de la diócesis, y hasta para el mejoramiento material de Toledo.

Hijo de una familia ilustre de la ciudad de Leon, donde nació en 22 de setiembre de 1728, prefirió á las demas carreras la de las letras á que se dedicó en las univeréidades de Salamanca y Valladolid, donde fué colegial mayor y luego rector de su colegio, en el desempeño de cuyo cargo comenzó á dar muestras de su génio reformador, pues desterró muchos abusos que habia en aquel establecimiento, hijos de los pasados siglos. Laureado de doctor en ambos derechos, y habiendo elegido la carrera eclesiástica, fué luego nombrado Doctoral de Sigüenza, en seguida Canónigo de Toledo, á poco Dignidad de San Vicente, y últimamente Dean.

No paró aquí la rapidez de su encumbramiento debido á su distinguido talento, á sus vastísimos conocimientos y á sus apreciabilísimas dotes. En 1761, á la edad de 33 años, fué llevado desde el deanato de la catedral de Toledo á la Silla Episcopal de Plasencia, cuya diócesis gobernó con lustre y contentamiento general hasta 1766.

En esta época fué promovido al Arzobispado de Méjico donde, obedeciendo las inspiraciones de su génio y de su talento, estirpó inveterados abusos, y para dejar sólidamente sentadas las bases de la buena disciplina eclesiástica, celebró un Concilio provincial.

En su encumbrada posicion no olvidó entonces, como no habia olvidado antes en Plasencia, ni olvidó posteriormente en Toledo ni en Roma, los actos benéficos para con los pobres, que supo hermanar constantemente y de una manera sumamente honrosa con su amor espléndido á las bellas artes. Asi es que el Arzobispado de Méjico conserva todavia hoy, á pesar de tantos trastornos y catástrofes á que aquella capital y su territorio se han visto condenados, recuerdos tan gratos como gloriosos, asi de su ardiente caridad en piadosas fundaciones en favor de las clases desvalidas, como de su aficion á las bellas artes y objetos de gusto en monumentos artísticos de gran mérito.

La fama de las eminentes prendas de Lorenzana resonó en la Península, y el gran Cárlos III, tan apegado á los hombres de verdadero mérito, y que tanto tino y acierto tuvo en escogerlos durante su reinado, y que diez años antes le habia propuesto para la Silla Episcopal de Plasencia, le presentó para la Primada de las Españas, á la cual fué trasladado, tomando posesion de ella á los 12 de marzo de 1772. Hasta 1789 no recibió el Capelo cardenaliceo. A que tan acreedor le hacian sus distinguidos merecimientos y su vasto talento.

El brillo de sus virtudes que en tiempo de Cárlos III habia servido para encumbrarlo, fué en el siguiente reinado motivo de recelos y desconfianzas, y hasta de persecuciones. Por instigacion del valido, condecorado ya con el pomposo título de Príncipe de la Paz, que despues de haber derribado á Florida Blanca y Aranda, hubo de temer la sombra de nuestro Prelado, último resto de los grandes hombres que inmortalizaron el reinado de Cárlos III, que permanecia en una posicion culminante, á instigacion, decimos, de D. Manuel Godoy, recibió Lorenzana la órden de trasladarse á Roma, destierro simulado, pero en aquellas tristes circunstancias altamente honroso; salió el Cardenal Arzobispo de Toledo para la capital del Orbe Cristiano á los 20 de febrero de 1798.

Lejos de luchar con la contraria suerte que le arrojaba de la madre patria en su edad ya avanzada, cedió al impulso de aquellos calamitosos tiempos, y á los 22 de diciembre de 1800 renunció la mitra toledana, y pasó en Roma, como simple Cardenal, los pocos años de vida que le quedaban, consagrándolos á la beneficencia que era indudablemente la virtud mas arraigada en su noble corazon. Asi fué que á su muerte, ocurrida en 17 de abril de 1804, fué enterrado en la iglesia de Santa Cruz de Jerusalem, donde se levantó un gran mausoleo con esta inscripcion tan sumamente sencilla como gloriosa:

AQUI YACE EL PADRE DE LOS POBRES.

Tal fué el fin del hombre á quien sus virtudes y su talento habian elevado á los mas altos honores, y que por donde quiera que habia pasado, habia dejado un rastro luminoso de su desprendimiento, caridad y esplendidez.

No solo fué un distinguido y estudioso literato, como que publicó algunas obras de muchísima utilidad y estimadas por los inteligentes, sino que fué constante y decidido protector de las letras, habiendo promovido con su ascendiente y escitaciones, y coadyuvado ademas ó costeado con su dinero la publicacion de otras de grande importancia. Pagó la impresion de los Santos Padres Toledanos, y la del Misal y Breviario góticos del rito Muzárabe. Puede decirse que creó y fundó la Biblioteca Arzobispal, que ha sido declarada Provincial en nuestros tiempos, habiendo servido como de base de la misma la de los Jesuitas, á la cual añadió una grandísima cantidad de volúmenes.

En su ostracismo no olvidó á Toledo ni el fomento de las letras. Desde Roma, ademas del precioso mosaico que decora la capilla muzárabe, envió para la Biblioteca del Cabildo muchos manuscritos caldeos, hebreos, árabes y chinos, que forman uno de los mas ricos tesoros de aquel establecimiento.

En cuanto á obras públicas, buen gusto y esplendidez en sus construcciones, dice el ilustrado autor del Toledo en la mano, no ha habido quien le esceda, ni aun iguale. En Toledo, aparte de las mejoras que introdujo en la catedral, asi en pinturas, como en esculturas y aun arquitectura, citadas todas con elogio, levantó los edificios de la Universidad, del Nuncio, el Convento Hospital de San Juan de Dios, el Cuartel de San Lázaro y la Fonda de Caridad: réedificó casi enteramente el Alcázar, en que colocó soberbias fábricas de sederias y la Academia de Nobles Artes: levantó de nuevo la mitad del Palacio Arzobispal, y lo habria reedificado completamente, si la órden de salir para Roma no le hubiese cogido en medio de la realizacion de su empresa.

Como si todas estas obras no bastasen á dar pábulo á su actividad, al propio tiempo hizo, puede decirse, de nuevo, los Palacios Arzobispales de Madrid y de Alcalá, y reedificó á sus espensas, en un gran número de pueblos de la diócesis, las iglesias parroquiales, de conventos, etc.

Todavia mas: y como si los limites de su jurisdiccion eclesiástica, asaz dilatada, hubiesen sido estrechos á las aspiraciones de su génio emprendedor, empujó al corregidor y ayuntamiento de Toledo por la via de las mejoras urbanas, y á falta de fondos municipales, suministró él recursos abundantes para plantios de árboles, establecimientos de nuevas fuentes, abertura de paseos, etc., etc.

Cuando se considera que todos los inmensos gastos que tantas y tan considerables obras hubieron de ocasionarle, los cubrió el Cardenal Lorenzana sin desatender por esto á las obras de caridad y beneficencia, á que el corazon de este grande hombre se entregaba con vehemencia; al paso que se esperimenta un sentimiento de admiracion, se adquiere la conciencia de los grandes resultados que pueden dar el buen órden, la asiduidad, el tino, el ilustrado celo y el talento.

Al enumerar las grandes obras de todo género que llevó á cabo, créese que su esplendidez en este punto, hubo de agotar hasta su último maravedí; y sin embargo todavia le quedaban los suficientes recursos para ejercer en grande escala esa caridad que esculpió sobre su mausoleo aquel elocuente epitafio:

AQUI YACE EL PADRE DE LOS POBRES.

D. LUIS IV MARIA DE BORBON.—Desde 18 de mayo de 1801 á 19 de marzo de 1823.

D. Luis Maria de Borbon fué hijo del matrimonio desigual que con la Sra. de Villabriga contrajo D. Luis Antonio despues de haber renunciado al título de Arzobispo de Toledo que habia obtenido y llevado por muchos años. Nació en la villa de Cadalso á 22 de mayo de 1777. Recibió una educacion esmerada bajo la ilustrada direccion del Cardenal Lorenzana que le tuvo á su lado en Toledo por órden espresa de Cárlos III.

Destinado á la carrera eclesiástica, fué nombrado desde muy jóven Arcediano de Talavera, y mas adelante elevado á la Silla Arzobispal de Sevilla. Vacante la Primada de las Españas en 1800 por renuncia del Cardenal Lorenzana, la ocupó D. Luis Maria, quien ademas conservó la administracion de la Silla sevillana.

Hasta esta época no habia llevado el apellido de su padre, segun la disposicion terminante de su tio D. Cárlos III; pero Cárlos IV le permitió entonces usarlo de la propia suerte que á sus dos hermanas, hijas del mismo matrimonio.

Era de génio sumamente dulce y apacible, y de costumbres sencillas y hasta inocentes. Asi es que cuando los grandes acontecimientos de la guerra de la Independencia le arrastraron en medio de su torbellino, no opuso la menor resistencia y sin pensar siquiera en los graves sinsabores que su docilidad le habria de acarrear mas adelante.

Lanzada del suelo español toda la familia Real menos él, fué llamado á Cádiz donde se habian reunido los representantes de la nacion, y como único de la familia Real residente en España, fué nombrado Regente del reino. El haberse prestado dócilmente á desempeñar este cargo, fué mal mirado por Fernando VII su sobrino, cuando volvió de su cautiverio, y esto fué origen para el Prelado de grandes disgustos que supo llevar con heróica resignacion.

D. Luis fué muy caritativo, invirtiendo al propio tiempo una parte de sus rentas en algunas obras y mejoras de la catedral. Murió en Madrid á los 19 de marzo de 1823, habiendo sido trasladado su cadáver á Toledo en cuya catedral y su sacristía fué enterrado, y donde se levantó un precioso mausoleo de alabastro, sobre cuya urna está colocada la estátua del Cardenal Infante de España con capa consistorial, arrodillado y en actitud de orar, estátua que dicen los que le conocieron, que es de un perfecto parecido. Este sepulcro fué trabajado en Roma en 1824 por D. Valeriano Salvatierra.

En la portada de la urna se lee en letras doradas de relieve el siguiente epitatio, tan sencillo como fueron las costumbres del virtuoso Cardenal Infante:

D.   O.   M.

HIG JACET

LUDOVICUS MARIA DE BORBON.

R.   I   P.

D. PEDRO VII DE INGUANZO Y RIVERO.—Desde 15 de noviembre de 1824 á 30 de enero de 1836.

El Sr. Inguanzo fué hombre de distinguidos conocimientos canónicos y eminente en las ciencias sagradas. Esto le valió el título de Doctoral de la Iglesia de Oviedo, y el que á poco los asturianos, sus paisanos, le eligiesén Diputado del reino para las Córtes estraordinarias que se convocaron en Cádiz por la Regencia provisional de la nacion.

El doctor Inguanzo manifestó constantemente, y con una franqueza que le honra, sus opiniones puramente monárquicas, que aun cuando se separasen de las tendencias de aquella época, fueron no obstante respetadas.

Al regreso de Fernando VII á España, el doctoral de Oviedo fué nombrado Obispo de Zamora, cuya diócesis gobernó hasta 1824, en que fué promovido al Arzobispado de Toledo de que tomó posesion á los 15 de noviembre de dicho año.

Hablando el casi toledano D. Sixto Ramon Parro en su Toledo en la mano del Sr. Inguanzo y Rivero, dice que su instruccion, religiosidad, severidad de costumbres y caridad para con los pobres eran notorios; pero que su génio acre y desabrido trato deslucieron mucho aquellas brillantes cualidades.

Dió á luz algunos escritos en que se revelan sus vastos conocimientos, en defensa de los derechos de la Iglesia y de la disciplina eclesiástica, de que fué acérrimo promovedor durante su vida.

Fué nombrado decano del Consejo de Estado, y distinguido con la gran cruz de Cárlos III y con la de San Genaro de Nápoles, y condecorado con el Capelo cardenalicio.

Por órden espresa del gobierno español, asistió al Cónclave en que fué nombrado Sumo Pontífice Gregorio XVI.

Vivia con una economia ejemplar, tanto, que á pesar de haber sido mermadas las rentas de la mitra en dos terceras partes, y á pesar de percibirlas mal y de mala manera, por razon de las circunstancias políticas, consiguió reunir recursos con que atender al socorro de los pobres y desvalidos, de quienes se manifestó constante protector, y aun tambien para levantar un grandioso edificio junto á la parroquia de San Andrés, que destinaba para Seminario Conciliar. Lástima fué que antes de concluirlo sobreviniese la guerra civil que embargó la terminacion de la obra, que por otra parte fué casi del todo destruida á pretesto de aprovechar las maderas y demas materiales para las fortificaciones que se improvisaron en aquella ciudad.

A la muerte de Fernando VII, sus opiniones, en que se manifestó inflexible, le apartaron del nuevo órden de cosas inaugurado con el reinado de Isabel II.

Asi es que vivió como arrinconado en el palacio Arzobispal de Toledo, hasta que á los 30 de enero de 1836 pasó á mejor vida. Su cadáver fué depositado en una humilde fosa abierta en medio del pavimento de la capilla de San Pedro, cubierta con una modesta losa de mármol blanco, en la cual se lee en caractéres romanos de bronce, embutidos en la piedra, el siguiente epitafio:

HIC JACET EMMUS D. D. PETRUS DE INGUANZO ET RIVERO.

S.R.E. CARDIN. ARCHIET. TOLET,

VIR PIETATC AC SAPIENTIA CONSPICUUS.

VERAE RELIGION. AMORE SANIORIS DOCTRINAE

ET ECLESIAE DISCIPLINAE, ZELO ILLUSTRIS,

MISERICORDIA IN PAUPERES PROECLARUS R. I. P.

D. JUAN IX JOSÉ BONEL Y ORBE.—Desde 4 de octubre de 1847 á 11 de febrero de 1857.

Nació á los 17 de marzo de 1782 en el pueblo de Pinos del Rey, provincia y diócesis de Granada. Consagróse á la carrera eclesiástica, que hizo con gran lucimiento en aquella Universidad.

Su primer paso fué la oposicion á la doctoral de Málaga, que ganó, habiendo llegado por sus conocimientos á ser nombrado Provisor de este Obispado. En 13 de julio de 1830 fué presentado para la Sede de Ibiza; mas sin llegar á tomar posesion de este Obispado, á los 29 de octubre del mismo año fué promovido al de Málaga, habiendo sido preconizado en Roma á 28 de febrero de 1831, y consagrado en la catedral de Granada en 12 de junio del mismo año.

Corto fué el tiempo que gobernó esta mitra, pues á los 29 de julio de 1833 fué trasladado al Obispado de Córdoba. A esta alta dignidad eclesiástica reunió la de Patriarca electo de las Indias, cargo que desempeñó provisionalmente durante algunos años, porque la interrupcion de las relaciones del gobierno español con la Santa Sede no permitia la aprobacion del Patriarcado conferida por aquel. Cuando se restableció la buena armonía con Roma, no fué confirmada su eleccion para el Patriarcado de las Indias, pero en cambio fué promovido á la Silla Primada de Toledo, en 4 de octubre de 1847, y de la cual tomó posesion en enero de 1848.

En el Consistorio de 30 de setiembre de 1850 fué proclamado Cardenal, á que se agregó el título de Santa Maria de la Paz, en diciembre de 1854, cuando asistió á la gran reunion de Obispos del Orbe Católico, celebrada en Roma el dia 8 de aquel mes para la declaracion dogmática del misterio de la Purísima Goncepcion.

A estos títulos y honores eclesiásticos se juntaron en el órden civil los de caballero gran cruz de la Real órden de Cárlos III y de Isabel la Católica, habiendo sido ademas confesor de S. M. la Reina Doña Isabel II, Comisario general de Cruzada, y por fin Senador del reino.

Estos cargos y las circunstancias de los tiempos le retuvieron casi constantemente en Madrid, donde el dia 21 de febrero de 1857 falleció.

Su cadáver fué trasladado á la ciudad de Toledo el dia 20 del mismo mes, perfectamente embalsamado y colocado en una magnífica caja forrada de terciopelo carmesí con galones de oro. Fué enterrado en una de las ochavas de la capilla de Santiago sobre la antigua urna que habia sido destinada para D. Alvaro de Luna, padre del célebre Condestable. En el frente de su urna sepulcral se puso provisionalmente con letras doradas la siguiente inscripcion:

HIC JACET EMMUS D. D. JOANN JOSEPHUS

BONEL Y ORBE S. R. E. PRESBC. CARD. ARCHIEP. TOLET.

OBIIT III IDUS FEBRUAR. ANN. MDCCCLVII.

R.   I.   P.

FR. CIRILO, CARDENAL DE ALAMEDA Y BREA, ARZOBISPO ACTUAL DE TOLEDO.

Un tanto difícil es escribir la biografia de un sugeto cuyo talento y vicisitudes no han apreciado los varios que le han juzgado al publicar algunos de sus hechos, y la dificultad está en que solo pueden indicarse las cosas mas públicas, toda vez que el alto personaje de quien vamos á ocuparnos se ha negado constantemente á dar ni aun meros apuntes de su vida, diciendo: «a la historia post mortem es la que ha de juzgarme.»

El Cardenal de Alameda y Brea nació en la villa de Torrejon de Velasco en 9 de julio de 1781: sus padres, bastante bien acomodados, procuraron darle una educacion distinguida, y á la edad de siete años le entregaron á su tio D. Manuel Antonio de Brea, maestro mayor de armas y caballero de la órden de Cárlos III. Este señor, conociendo_las dotes de un niño que tan pronto mostró aficion al estudio de las ciencias, encargó su primera instruccion al aventajado maestro D. José de la Fuente, quien mereció, por la aplicacion de su infantil discípulo el primer premio que el Conde de Florida Blanca repartió en 1792 entre los discípulos de las Escuelas Pias y demas escuelas públicas de la córte. Perfeccionada esta primera educacion, estudió latinidad, retórica, poética y primer año de filosofía en los Reales estudios de San Isidro; quizá se conservarán algunos cuadernos de los exámenes públicos en que de estas primeras facultades dió pruebas de aprovechamiento en las diversas clases de rudimentos latinos, sintaxis y propiedad del idioma, y tambien de retórica y filosofía. En 1796 tomó el hábito en el convento de San Francisco de Madrid, y tal fué su comportamiento, que hemos oido decir que su respetable maestro de novicios le presentaba como modelo á sus con-novicios, diciéndoles: «que hasta le respetaran, porque preveia que un dia el novicio Cirilo habia de ser algo.» Este venerable Padre, Fr. José Varon, vió cumplido su vaticinio, y recibió en Mora, siendo ya general de toda la órden de San Francisco, á su novicio el Emmo. y Rmo. P. Cirilo.

Volviendo á los primeros años de este personaje, hizo su carrera literaria en los conventos de Pastrana y de Guadalajara, habiendo sostenido anualmente conclusiones públicas desde el primero de filosofía, y terminada su carrera en Guadalajara dos actos públicos de teología dogmática, cuyos códigos aun podrán cónservarse entre los documentos que se ocuparon en los conventos suprimidos.

El P. Cirilo se distinguió como orador sagrado desde el momento en que se ordenó de presbítero en 1805: asi es que á la irrupcion de los franceses en 1808, abandonada su cátedra del convento de Pinto despues del 2 de mayo, y refugiádose á Cádiz, habiendo permanecido algun tiempo en Córdoba y Málaga, en 1810 se hizo conocer en el púlpito en aquella ciudad, y mereció consideraciones de la Regencia entonces del reino. En ese año nombrado Presidente de la mision destinada al convento de Moquegua, en el Perú, arribó al puerto de Montevideo en julio del dicho año. Insurreccionado ya Buenos-Aires, y permaneciendo fiel á la madre patria la heróica ciudad de Montevideo, allí sin dejar de llenar las obligaciones propias del ministerio sacerdotal, en el púlpito y el confesonario, dió principio la que puede llamarse su vida política. Apenas regresó á la Península el desafortunado general D. Francisco Xavier Ello, y sucedidole en el mando de la importante plaza del dicho Montevideo y de la provincia oriental del Rio de la Plata, el respetabilísimo general D. Gaspar de Vigodet, habiendo oido uno de los sermones que predicó el P. Cirilo, le llamó á si, nombró capellan real, le encargó de la redaccion de la Gaceta oficial, y como su secretario privado le confió toda su correspondencia oficial con el gobierno establecido entonces en Cádiz, con el ministro plenipotenciario de S. M. en la córte del Brasil, y la difícil correspondencia entre el Almirante de las fuerzas navales de S. M. Británica en el Rio de la Plata y el mismo Sr. Vigodet. En las secretarias del despacho de la Guerra y de Ultramar de los años 11, 12, 13 y 14, deben hallarse numerosas comunicaciones reservadas del general Vigodet, escritas del propio puño del P. Cirilo.

Asediado Montevideo en 1813, perdida nuestra escuadra en los primeros meses del año siguiente, y obligada á capitular la plaza de Montevideo en mayo del mismo año de 1824, el P. Cirilo tan odiado de los independientes de Buenos-Aires por sus diarios escritos, y en especial por el folleto que dirigió á los americanos del Rio de la Plata defendiendo con elocuencia y maestría los indisputables derechos de la monarquía española para conservar aquellos sus dominios, puesta de manifiesto la negra ingratitud de los sublevados, el P. Cirilo pudo afortunadamente salir de la plaza, embarcándose en la noche vispera de la capitulacion, y logrando arribar á Rio Janeiro, no sin peligro de haber sido capturado por la escuadra de Buenos-Aires.

La córte de Portugal hallábase en aquel magnífico puesto, y tanto el Príncipe Regente D. Juan, como su augusta esposa la Infanta de España Doña Carlota Joaquina de Borbon, recibieron al P. Cirilo y le hicieron distinciones poco comunes. Entonces, es decir, cuando acababa de saberse en Rio Janeiro el afortunado regreso á nuestra patria del Rey D. Fernando VII, la Infanta Doña Carlota Joaquina, concibió el proyecto de casar á sus dos hijas Doña Maria Isabel y Doña Francisca de Asis con sus augustos hermanos, el Rey Fernando y el Infante D. Cárlos, y para tratar de negocio tan grave, sin embargo de la bien merecida confianza que tan respetabilísima señora tenia en el benemérito general D. Gaspar de Vigodet, llegado ya entonces á Rio Janeiro, libre de las fuerzas de Buenos-Aires, y conforme estas habian pactado en la capitulacion de Montevideo, quiso encargar la mision confidencial á sus augustos hermanos al P. Cirilo; le entregó los retratos de las señoras Infantas, y embarcado en noviembre de 1814 con el general Vigodet, llegó á Cádiz á principios de febrero de 1815.

El P. Cirilo no desconoció cuan difícil era que un simple Fraile, por gran capacidad que se le supusiera, pudiese llevar á buen éxito la comision encargada por la señora Infanta Doña Carlota Joaquina; pero afortunadamente pudo realizarla á pesar de la oposicion del Sermo. Sr. Infante D. Antonio, del Ministro de Estado Sr. Cevallos, y del Cardenal Gravina, quienes tenian diversas intenciones acerca del matrimonio del Rey Fernando y del Infante D. Cárlos. Venciéronse las graves dificultades que se oponian á la realizacion del encargo dado al P. Cirilo, sabiendo este hacer comprender al Rey Fernando la ventaja que en política podria un dia obtenerse con su enlace, y el de su augusto hermano con las Princesas de Portugal.

El Rey, vista la oposicion de D; Pedro Cevallos, dió la comision para habilitar al P. Cirilo al Ministro entonces de las Indias D. Miguel de Lardizabal: quiso este dar la investidura de Embajador estraordinario confidencial al Duque de Montemar, y aun cuando el P. Cirilo apreciaba y respetaba mucho los sublimes sentimientos de un Grande de España tan distinguido como el difunto Duque de Montemar, no teniendo con este señor la confianza que gozaba con el general Vigodet, obtuvo del Rey que fuera nombrado dicho General, con quien se embarcó en Cádiz en la fragata de guerra Soledad en julio de 1815.

El Ministro Lardizabal, que no corria bien con su compañero de Estado el Sr. Cevallos, tuvo el descuido de escribir á uno de sus amigos en Lima, no solo la importancia que daba al casamiento del Rey, sino la ventaja que esperaba obtener llegada que fuese á España la Serma. Infanta Doña Carlota Joaquina, fiando del fino y hábil P. Cirilo que lograria de dicha señora acompañara á sus hijas; y si bien no habia revelado su objeto patriótico á el dicho religioso, creia llegado el tiempo de alejar del lado del Rey las personas que contrariaban los mejores proyectos suyos á favor de la nacion; por esto es, que los Sres. Madoz y Sagasta en su articulo Alameda se equivocan cuando dicen «la prision de Lardizabal y ocupacion de sus papeles, pusieron al P. Cirilo en muy dudosa posicion á su vuelta á la córte de Madrid.» Muy al contrario fué, porque, no solo el Rey y la Real familia le recibieron con demostraciones distinguidas, sino que hasta el mismo Ministro de Estado D. Pedro Cevallos procuró su amistad, la cual no le fué infructuosa, logrando tambien que mejorara la posicion demasiado triste de D. Miguel de Lardizabal.

Las negociaciones del casamiento no ofrecieron grandes dificultades en la córte del Brasil, antes bien hubiéranse concluido al momento, si por aquel entonces no hubiera fallecido, como de hecho falleció, la Reina de Portugal. Proclamado Rey el Príncipe Regente, hizose imposible que su augusta esposa viniera á España acompañando á sus augustas hijas, dando motivo á diversas consultas al Gobierno de Madrid para orillar las dificultades que se presentaban. Con gran tino procedieron el general Vigodet y el P. Cirilo para allanar los obstáculos que, siendo de mera etiqueta, iban multiplicándóse en los Gabinetes de Madrid, y de Rio—Janeiro. Algun dia publicará la historia, la habilidad con que los negociadores se condujeron en circunstancias tan poco comunes.

La Reina Doña Maria Isabel y la Infanta Doña Francisca de Asis de Braganza vinieron por fin á España, y conocido es el entusiasmo con que fueron recibidas. El P. Cirilo conservó siempre su aprecio, y ya que rehusó recibir el Arzobispado de Tarragona que con instancia se le ofrecia, fué propuesto al Papa Pio VIII para Ministro general de la órden de N. P. San Francisco. Cómo se condujo en los trece años que mandó la órden, cuánto fué el respeto, veneracion y obediencia que le prestaron los religiosos, cuánto su anhelo para restituir á la órden su primitivo esplendor, lo mucho que trabajó para la instruccion de los jóvenes, el estenso plan de estudios que les prescribió, puede verse en las actas del Capítulo general que en 1830 se celebró en el convento de San Diego de la ciudad de Alcalá de Henares.

Como merecia tanta consideracion y aprecio del Rey D. Fernando VII, y le escuchaba en cuantas consultas tuvo á bien fiarle, habiéndole elevado en 1826 a Consejero de Estado, cuyo reglamento redactó, declaráronse rivales suyos los que mas inmediatamente influian en el ánimo del Rey, y en especial el Ministro entonces favorito D. Tadeo Calomarde. Por esta rivalidad habia sido obligado á salir de la córte, so pretesto de visita en 1824, concurriendo á alejarlo de la córte el Embajador de Francia, el Ministro de Estado D. Francisco Zea, y el célebre Calomarde: el reconocimiento de los gastos hechos por el ejército francés fué el motivo de la separacion del P. Cirilo. Al año siguiente 25, fué llamado por el Rey para que volviese á la córte, volviendo á la privanza antigua que conservó hasta 1830 en que atacado calumniosamente fué desterrado á Cádiz, asi como lo fueron en el mismo dia sus compañeros en el Consejo, D. Juan Bautista Erro á Sevilla, y D. Pio Elizalde á Zaragoza. Falsas é inicuas fueron las noticias que entonces circularon en la córte, como falso es el rumor de la aneedotilla que llamaron célebre los Sres. Madoz y Sagasta; porque ni el Consejo de Estado fué consultado para el cuarto matrimonio del Rey Fernando, ni era dable que el discreto P. Cirilo se descuidara en pronunciar palabras menos decorosas á las Reales personas.

Los rivales del P. Cirilo creyeron que estaba demasiado cerca Cádiz de Madrid, y obtuvieron del Rey por decreto autógrafo se presentara en abril de 1831 para el Arzobispado de Santiago de Cuba; hizo la renuncia, no en la forma ordinaria que suele hacerse, y deberá hallarse en el archivo de Ultramar, sino que escribió una carta sentidísima al Rey, recordéndole, no la imposibilidad de llenar su cometido, sino que era un yerro en política elevar á tan alta dignidad á quien, aunque sin motivo, tenia alejado de su confianza. A la márgen de esta carta escribió el Rey de su propio puño que «no admitia la renuncia porque asi convenia al bien del Estado y de la Iglesia en la mejor de las Antillas.» Hubo de ceder el P. Cirilo, y en 12 de marzo de 1832 fué consagrado como Arzobispo en la Iglesia Metropolitana Patriarcal de Sevilla.

Cómo se condujo en aquella diócesis, en la que fué recibido con indecible entusiasmo, y qué le obligó á ausentarse de ella por los siniestros informes dados al Gobierno en 1837, son cosas contemporáneas que están alcance de todos, como lo están su presencia en las Provincias Vascongadas en fines de 1838, sus buenos oficios á favor de dignísimas personas y la rectitud con que procuraba el bien de todos; por esto no es de ocuparse en estos apuntes por el hecho mismo de ser sucesos contemporáneos que ven de diverso modo los que no conocen las personas, ni saben prescindir de sus pasiones políticas al formar el juicio de ellas.

Regresado á España el P. Cirilo en 1848 fué inmediatamente trasladado del Arzobispado de Cuba al de Búrgos, gobernó esta diócesis hasta que fué trasladado en 3 de agosto de 1857 al actual Arzobispado de Toledo; habiendo sido elevado á la dignidad de Cardenal de la Santa Iglesia Romana en 13 de marzo de 1858.

¡Que Dios prolongue sus dias para bien de la Iglesia Primada!

EXCMO. É ILMO. SR. D. TOMÁS IGLESIAS Y BARCONES, ACTUAL PATRIARCA DE LAS INDIAS.

Al terminar la série de ilustres Prelados que desde los primitivos tiempos hasta nuestros dias han gobernado la Diócesis Toledaua, creemos no se llevará á mal que consagremos algunas palabras como muestra de gratitud al actual Patriarca de las Indias, protector de esta publicacion, pues aun cuando no ha figurado entre los Prelados Toledanos, es, sin embargo, digno ornamento del Episcopado español.

Nació el Sr. Iglesias y Barcones en Villafranca del Vierzo el dia 25 de agosto de 1803; estudió en el colegio de Doña Maria de Aragon en la Universidad Central, y en la de Valladolid, donde se licenció de derecho canónico: en la Colegiata de su patria obtuvo una media racion; ascendió despues á racionero, y por último á dignidad de Chantre. El 20 de mayo de 1850 fué preconizado para la Silla de Mondoñedo; se consagró en Madrid en la iglesia del Cármen Galzado, el 8 de setiembre; en 30 tomó posesion, y en 4 de enero de 1851 hizo su entrada pública. Este año mismo fué nombrado para suceder al Excmo. Patriarca de las Indias, que habia fallecido en 22 de noviembre; y en esta eminente posicion continúa felizmente en provecho de la Iglesia y del Estado.