CONVENTOS

Trinitarios Calzados—Agustinos Calzados.—La Merced.—S. Pedro Mártir.—Minimos de S. francisco de Paula.—Franciscanos descalzos.—Cármen Calzado.—S. Juan de Dios.—Carmelitas descalzos.—Capuchinos.—Trinitaris Descalzos—Agustinos Recoletos.

III.

TRINITARIOS CALZADOS.—Durante el reinado de Don Alonso VIII, cierto religioso llamado Fr. Elias, con la liberal ayuda de un caballero del linaje de los Pantojas, que al efecto le cedió sus casas, trasformó en convento de Trinitarios Calzados para la redencion de cautivos, un hospital á cuyo frente se encontraba, y que estuvo situado en el mismo sitio en que este se vé hoy.

Del edificio primitivo ninguna noticia queda. Es de suponer que perteneció al género ojival. El que hoy existe, al que, como advertimos al tratar de las parroquias muzárabes, se trasladó la de San Marcos despues de la esclaustracion de sus moradores, se debe á los primeros años del siglo XVII.

El género de su arquitectura es greco-romano: la forma de su planta la de una cruz latina, y las tres naves de que consta, por la sencillez de su ornamentacion y la amplitud de sus proporciones, le prestan un aire de grandeza y magestad notable. En la capilla mayor, espaciosa y clara merced á la luz que penetra á través de los vidrios de la soberbia cúpula que cubre el crucero, se vé un retablo de moderna construccion, severo, elegante, y debido á Juan Manuel Manzano, que llevó á término su obra en 1789. Es de madera: imita mármoles con ornatos de bronce, y consta de cuatro columnas, sobre las que descansa el entablamento que sostiene el ático, roto en su centro para dejar lugar á un fronton con un bajo relieve que corona el todo. Representa el bajo relieve una alegoria alusiva á la redencion de los cautivos, y el gran lienzo que ocupa el intercolunio del retablo, y es obra de D. Antonio Esteve, las tres personas de la Santísima Trinidad.

Algunos otros cuadros originales debidos á Pareja, Pizarro y Lopez, y de los cuales habla Ponz en su Viaje artístico, no existen ya en este templo, en el que, sin embargo, se conservan dos, dignos de estima, que representan los Apóstoles San Pedro y San Juan Bautista. Los restantes son tan medianos, que creemos inútil hacer de ellos particular mencion.

Las capillas de la iglesia tampoco ofrecen ningun interés histórico ó artístico, por lo que nos ocuparemos para terminar, de su portada. Esta es de bastante buen gusto: consta de cuatro esbeltas columnas que sostienen un cornisamento dórico, y se remata con un ático en cuyo nicho central se vé un grupo de mediana escultura, figurando un ángel con dos cautivos á sus piés. Flanquean esta hornacina dos estátuas, una de San Juan de Mata y otra de San Félix de Valois, fundadores de la órden de la Trinidad.

Sin ser de un gran mérito estas dos esculturas, que algunos atribuyen al escultor Pereira, valen mucho mas que la del grupo del centro de que acabamos de hacer mencion.

AGUSTINOS CALZADOS.—D. Alfonso X, el mismo que como dejamos apuntado en la breve introduccion que precede á estas noticias históricas, mandó que no se construyesen casas de religion dentro de la ciudad, fundó este convento fuera de sus muros y en el sitio llamado de la Solanilla, dodicándolo al protomártir San Estéban.

Andado algun tiempo, como quiera que este punto fuese bastante enfermo por la proximidad al rio y ya no se hallase con fuerza la ley que prohibia á estos edificios el enclavarse en la ciudad, solicitaron los religiosos su traslacion á un sitio mas sano y cómodo que el en que se encontraban.

El conde de Orgaz, D. Gonzalo Ruiz de Toledo, de quien al ocuparnos de la parroquia de Santo Tomé, hemos tenido ocasion de hablar largamente, solicitó á este efecto de la Reina Doña Maria, gobernadora de los reinos por la menor edad de su hijo, le cediese las casas reales que existieron hacia la parte del Poniente de esta ciudad entre la puerta del Cambron y el puente de San Martin. Es tradicion constante que estos edificios fueron en la época goda, palacio del infeliz Don Rodrigo, y en la sarracena, durante la cual se llevaron en ellos á cabo grandes obras, alcázar de los Reyes moros.

_Hecha la apetecida donacion, mediante escritura otorgada en Valladolid el año de 1311, el mismo Don Gonzalo habilitó á sus espensas la fábrica, mandando hacer en ella las reparaciones consiguientes al diverso uso á que se la habia destinado. Al año siguiente la comunidad de PP. Agustinos se trasladó á su nuevo local en el que han permanecido hasta la postrera de las esclaustraciones.

De la iglesia de este convento que se reedificó por completo en época muy posterior, solo sabemos que perteneció al gusto greco—romano y contuvo algunos lienzos y retablos notables por su mérito artístico; una capilla suntuosa, dedicada al titular San Estéban, por el Condestable D. Rui Lopez Dávalos, y algunos sepulcros de los que nos ocuparemos al tratar de la iglesia de San Pedro Mártir donde se hallan.

De todas estas obras del arte, como del monumento de tan alto interés histórico que las guardaba, solo contempla hoy el viajero un monton de ruinas y escombros que le señalan el sitio donde sucesivamente se alzaron el palacio del Rey godo, el alcázar del dominador árabe, y por último el templo del Altísimo.

Las guerras y los trastornos políticos por que ha pasado nuestro pais en el siglo presente, han llevado á cabo esta obra de destruccion, lamentable bajo todos los puntos de vista que se la considere.

LA MERCED.—Corria el año de 1260, cuando un venerable religioso conocido entonces por el nombre de Fr. Pedro de Valencia, y venerado despues con el de San Pedro Pascual, fundó este convento, el primero de su órden que hubo en España.

Perteneció su comunidad á la regla de Mercenarios calzados, y desde luego ocupó el mismo edificio, de que aun se encuentran restos en el lugar donde en siglos anteriores se alzaban unas casas pertenecientes al Ayuntamiento de la ciudad y una pequeña ermita.

En 1380 el Arzobispo D. Pedro Tenorio reparó y ensanchó notablemente la iglesia, conociéndose desde entonces bajo la advocacion de Santa Catalina, llevándose á efecto en época mas cercana algunas otras reparaciones de menos consideracion.

Desde que se estinguieron las corporaciones religiosas se cerró al culto este templo, hasta que por último despues de haberlo demolido, se ha aprovechado la parte de fábrica que sirviera de habitacion á los frailes para hacer un establecimiento penal, destino con que en la actualidad existe.

Las riquezas artísticas que contuvo, como igualmente sus lienzos que algunos autores mencionan con encomio, desaparecieron parte durante la guerra de la Independencia, que tan sensibles trastornos causó en los edificios mas notables de Toledo, parte en la última esclaustracion.

Por este tiempo se condujo al Museo provincial la preciosa estátua de Santa Catalina, que estuvo antes en la hornacina principal de la puerta de entrada del templo.

SAN PEDRO MÁRTIR.—Este convento se edificó en los primeros años del siglo XV, en el mismo lugar que ocuparon las casas de Doña Guiomar de Meneses, mujer de Alonso Tenorio de Silva, Adelantado de Cazorla. Pertenecia á la órden de Predicadores ó Dominicos, la cual fué traida á Toledo por el Santo Rey D. Fernando III, á cuyas espensas levantaron los frailes en 1230, el cuarto convento de la religion de Santo Domingo que se conoció en España.

Permaneció la comunidad en este edificio, que se encontraba fuera de los muros de la ciudad, y estuvo dedicado á San Pablo cerca de dos siglos, pasando luego á tomar posesion del de San Pedro Mártir, que, andando el tiempo, reedificaron y engrandecieron sus moradores con toda la magnificencia y el gusto propio de una de las mas ricas é ilustradas corporaciones religiosas de su época.

Llevóse á cabo una de las mas importantes modificaciones á fines del siglo XVI, fecha á que pertenece la iglesia casi en su totalidad, y gran parte de sus magnificos y anchurosos patios y galerías interiores.

Mantúvose en este estado de esplendor hasta que fueron suprimidas las comunidades religiosas, época en que desaparecieron algunos de sus mejores retablos y lienzos, de los cuales los unos se trasladaron á otras iglesias, y los otros se llevaron al Museo nacional de Madrid. El templo de este edificio que desde la esclaustracion de sus moradores hasta el año de 1846 sirvió á su vez de Museo provincial, volvió á ser abierto al culto cuando los cuadros que guardaba se llevaron al convento de San Juán de los Reyes, y, vinieron á ocupar este local los establecimientos de Beneficencia que hoy se encuentran en él, que son la Casa de maternidad é inclusa, el Asilo de mendicidad y el Hospital de Santiago.

Pertenece á la arquitectura greco—romana y consta de una espaciosa nave principal y dos colaterales. En la cabecera de la principal se encuentra el crucero y la capilla mayor, y en esta un retablo de maderas doradas bastante suntuoso y no falto de mérito. Lástima grande es que hayan desaparecido de los compartimentos en que se dividen sus cuerpos inferiores, los cuatro grandes lienzos debidos al dominicano Fr. Juan Bautista Maino, discípulo que fué del Greco y uno de los que mas han contribuido á ilustrar los gloriosos anales de esta órden por medio del arte. Estos cuadros, que se encuentran hoy en el Museo de la Trinidad de Madrid y se distinguen por sus buenas dotes de composicion y colorido, representan el Nacimiento del Salvador, la Adoracion de los Reyes, la Resurreccion y la Venida del Espíritu Santo. No obstante la falta de estos apreciables lienzos sustituidos por otros menos que medianos, en los que se ven algunos Santos de esta religion, todavia se encuentran en este retablo algunas esculturas y bajo relieves que lo mismo que la traza y disposicion de los cuerpos arquitectónicos de que se compone, lo hacen acreedor á la estima de los inteligentes.

Tampoco deben pasarse en silencio los tres que fueron traidos á este templo de la iglesia del hospital de Santiago. De estos retablos, dos se hallan en las alas del crucero y representan los lienzos que lo adornan á San Ambrosio y San Agustin, y en el restante que está en la capillita colocada á la cabecera de la nave del Evangelio, se vé el martirio del Santo patron de España.

En la capilla que hace juego con esta en la nave de la Epístola se venera una imágen de la Vírgen del Rosario, de algun mérito artístico, aunque Colocada en un retablo churrigueresco de muy poco gusto.

Separa el crucero del cuerpo de la iglesia una magnifica verja de hierro perfectamente trabajada, y de ornamentacion plateresca, que consiste en delicados frisos cuajados de adornos esculpidos con gran maestría, candelabros, floreros, medallones y estátuas, y un Crucifijo que se levanta en el centro y remata la obra.

Colgado en esta parte del templo se vé un estandarte azul que ostenta un escudo, en el que se figura á Santa Elena sosteniendo el signo de la Redencion, y en cuyos estremos hay cuatro cruces de Jerusalen bordadas. Este estandarte ó pendon es el mismo que usaba el gran Cardenal de España D. Pedro Gonzalez de Mendoza, y fué traido á esta de la iglesia del hospital de Santa Cruz, cuando se trasladaron los niños espósitos.

El coro, que es alto y se encuentra bajo la última bóveda de la nave principal, contiene una sillería de escelentes maderas, trazada con gusto y apreciable por la pureza de estilo y gallardía de la disposicion. Se divide en alta y baja, y en particular las cincuenta y cinco sillas de la primera, de las que cada una contiene en el respaldo una figura de relieve, merecen el aprecio de las personas de gusto. En igual caso se encuentra el facistol, obra del mismo inteligente y desconocido artista.

Rodean los muros, de donde arranca la bóveda que sostiene el coro, un gran número de imágenes de Santos de la órden, tallados en madera y de algun mérito. Pero ni estos ni la Gloria pintada al fresco, debida al renombrado P. Maino, pueden gozarse por faltar la luz en donde se encuentran.

La sacristía corresponde en sus proporciones y su estilo arquitectónico al del suntuoso templo de que forma parte, encontrándose á su izquierda una capillita dedicada á Santa Inés, obra perteneciente al género ojival, y sin duda resto de la primitiva fábrica. Encuéntranse en ella algunas sepulturas de personas notables, entre ellas la de D. Alonso Carrillo de Toledo y su hijo D. Alvaro Carrillo de Guzman, que falleció el año de 1303.

Tambien da paso la misma sacristía á una pieza ochavada, en la que existiendo la comunidad se guardaron muchas y preciosas reliquias, alhajas, vasos sagrados y ornamentos que han desaparecido al par que algunos lienzos, retablos y objetos de arte.

Pero si merced al sensible trastorno que en este siglo han esperimentado la mayor parte de los templos de esta ciudad carece el de que nos ocupamos de las maravillosas obras con que en otra edad lo enriquecieron á porfia sus moradores; en cambio se encuentra hoy reunidos bajo sus bóvedas, un verdadero tesoro en monumentos sepulcrales, pertenecientes á casi todos los gustos y las épocas mas florecientes de la arquitectura y la estatuaria.

Estos monumentos, célebres los unos por los personajes, cuyos despojos guardan, como el del Principe de los poetas españoles Garcilaso de la Vega, y los otros por la tradicion, que les presta la poesia del misterio, entre los que puede contarse el de la malograda, son acreedores á un especial estudio que ocuparia muchas páginas, y aun cuando de grande interés, no cabe en el cuadro que nos hemos propuesto trazar en esta historia.

No concluiremos, sin embargo, la monografia de este convento sin hacer una descripcion, aunque ligera, de los monumentos fúnebres que lo enriquecen.

En la capilla mayor, á los lados del retablo principal y abiertos en los muros que la constituyen, se ven dos arcos de piedra sostenidos en sus correspondientes pilastras, ocupados por dos urnas elegantes, aunque sencillas, con dos pequeños obeliscos ó pirámides sobre las cubiertas. Pertenecen estos sepulcros, en el fondo del entrearco de los cuales se ven unos ángeles rodeados de ormentacion pintados al fresco por el mencionado Padre Maino, á los Condes de Cifuentes.

En las cabeceras de la nave del crucero se hallan otros dos monumentos sepulcrales trasladados á esta, hace pocos años, de la iglesia del Cármen Calzado. Se labró el del lado del Evangelio para el primer Conde de Fuensalida, D. Pedro Lopez de Ayala, Aposentador mayor de D. Juan II y Alcalde mayor de Toledo, que instituyó el mayorazgo de Fuensalida y Huesca y murió en 1444, y su esposa Doña Elvira de Castañeda: el del costado de la Epístola contuvo los restos del cuarto Conde de este título, viznieto del anterior, el cual tenia su mismo nombre, fué Comendador de Castilla, Mayordomo de Felipe II, y falleció el año de 1599. Como á su antepasado, le acompañó en el túmulo mortuorio su esposa Doña Catalina de Cárdena.

Los sepulcros que son completamente iguales se hicieron á principios del siglo XVII por mandato de este último. Constan de un arco de mármoles de color, rehundido en el muro y en el centro ó entrearco de los cuales se ven las armas de los Condes, cuyas estátuas de tamaño natural, arrodilladas asi como las de sus esposas delante de un reclinatorio, y de mármol de Carrara riquísimo, son una obra notable por todos conceptos. Ignórase quién fuera su autor, pero nosotros nos inclinamos á creer pertenecen á algún famoso maestro florentino, pues los rasgos de esta célebre escuela de escultura se advierten á primera vista, asi en el pliegue de las ropas como en el carácter de las cabezas, dignas de estudio, muy en particular las de las dos damas.

En la capilla en que digimos se hallaba uno de los retablos traidos del hospital de Santiagoy que está dedicada á este Santo Apóstol, existen asimismo otros dos sepulcros. De estos, el uno que solo se compone de una hornacina que contiene una estátua arrodillada de mediana ejecucion, estuvo en este lugar desde muy antiguo y descansan en él, segun de la leyenda que conserva se viene en conocimiento, D. Pedro Soto Cameno, fiscal del Santo Oficio y Prior de Santillana, el cual falleció el año de 1583.

El otro, que se trajo cuando el retablo de la referida iglesia de Santiago, ocupa el centro de la capilla. Es del género ojival, y consta de una tumba exornada con medallones, en los que se ven escudos de armas, figuras de ángeles con ornamentos sacerdotales y caprichos fantásticos, como cabezas de mujer que rematan en orlas de hojas de trébol y figuras estrañas enlazadas con la ornamentacion ó sirviendo de tenantes á los blasones. Sustentan la caja del sepulcro unos cuantos leones de estravagante diseño, los cuales parecen devorar, sujetándolos con sus garras, miembros y cabezas de figuras humanas. Sobre la cama mortuoria, y apoyada la cabeza en dos almohadones prolijamente esculpidos, se vé una estátua yacente de mujer. Viste un capote ancho y muy plegado, con cuello alto y mangas abiertas, segun la moda de su siglo. Tiene en la mano un Devocionario, y á sus piés se contempla un leon. Toda esta obra es de piedra, pertenece al siglo XIII y revela la originalidad y el gusto de los escultores de aquella época, los cuales, aunque incorrectos en el dibujo, supieron dar á sus obras una tan elegante disposicion, que unida á la riqueza de ornatos y caprichos que las engalanan, recompensan con usura la tosquedad y rudeza de los detalles.

Perteneció este sepulcro, que vulgarmente se conoce en Toledo por el de la malograda, á Doña Maria de Orozco, célebre por su hermosura, la cual murió á los veinte y un años de edad, y muy poco despues de haberse unido á D. Lorenzo Suarez de Figueroa, Maestre de Santiago, aunque no falta quien dice que se labró para Doña Estefania de Castro, hija del Maestre de la misma órden D. Pedro Fernandez de Castro, y de su mujer Doña Sancha, amiga, segun las crónicas, de D. Alonso VII el Emperador.

Por último, y para terminar la enumeracion de los objetos que contiene esta capilla digna de especial y detenido estudio por parte de los aficionados á esta clase de recuerdos tan útiles para la historia del arte, como para el conocimiento de las costumbres y estado de cultura de nuestros mayores, haremos mencion de las antiguas lápidas mortuorias que traidas de donde el sepulcro de la malograda, se ven embutidas en los muros laterales á este, las cuales contienen largos epitafios castellanos y latinos y sirvieron sin duda para señalar el sitio del antiguo hospital en que reposaban varios caballeros maestres ó individuos, notables por sus hazañas, de la órden que lo patrocinó por tantos siglos.

En la espresáda capilla de la Vírgen del Rosario que, como digimos, se encuentra en la nave de la Epístola y hace juego con la que acabamos de describir, está el sepulcro de Garcilaso de la Vega y de su padre.

Este es estremadamente sencillo; compónese de un hueco en forma de arco rebajado abierto en la pared lateral de la izquierda del altar, en el cual de tamaño natural, vestidos de todas armas, aunque sin capacete, y arrodillados se contemplan las dos nobles figuras de los esforzados varones á quienes pertenece.

Ambas parecen obra de una misma mano, aunque la del célebre poeta está mucho mejor concluida, siendo de notar la valentia y buen gusto de algunas partes de las ropas y la noble y magestuosa espresion de la cabeza.

En la nave del Evangelio, embutido en el muro y en el mismo sitio en que anteriormente hubo un retablo, se hallan otros dos sepulcros que conteniéndose dentro de un elegante cuerpo plateresco parecen formar uno solo; fué traido al tiempo de la esclaustracion de la iglesia del ruinoso convento de Agustinos Calzados, y pertenece, segun de la inscripcion se colije, á D. Diego de Mendoza, Conde de Mélito y á su mujer Doña Ana de la Cerda.

Los enterramientos de Doña Guiomar de Meneses, en cuyas casas, como dejamos advertido, se labró este templo, D. Lope de Gaitan, su esposa y su hija Doña Juana, se ven entre otros varios de personas mas ó menos notables, en la nave de la Epístola.

El esterior de la iglesia, aunque bastante sencillo, no desdice de la suntuosidad de sus naves, capilla mayor y crucero.

Consta de una elegante fachada de piedra compuesta de dos altas columnas é igual número de pilastras corintias que sostienen el entablamento sobre el que se eleva, el átrio. En el espacio intermediario de las columnas se abre el arco de ingreso, y en los que se encuentran entre estos y las pilastras se ven dos buenas estátuas de mármol de tamaño poco menos, que el natural, las cuales representan la Fé y la Caridad, y no sin fundamento atribuyen algunos inteligentes al célebre escultor Alonso Berruguete.

La que figura á San Pedro Mártir, titular de la fundacion y que está colocada en la hornacina central del ático, aunque no carece de mérito no puede compararse con las que dejamos mencionadas, que son indisputablemente de lo bueno que en su género posee esta ciudad.

La parte del convento destinada á los religiosos es magnífica; consta de tres desahogados cláustros sobrepuestos los unos á los otros y sostenidos en grandes arquerías que vuelan sobre un gran número de columnas, y en el patio se halla el brocal de un aljibe traido de la mezquita mayor á este lugar, segun de la inscripcion que corriendo entre una faja de adorno árabe, que lo rodea por la parte superior se deduce.

Dice asi esta leyenda, traducida al castellano por un entendido orientalista, y objeto en distintas épocas de curiosos estudios por parte de los arqueólogos:

EN EL NOMBRE DE ALÁ.

CLEMENTE Y MISERICORDIOSO

MANDÓ

ABH—DHAFAR DZU—R—RYASETEYÚ

ABU MOHAMANAD, ISMAEL BEN—ABDO—R—RAHMAU

BEN DZE—N—NON

(alargue Dios sus dias)

LABRAR ESTE ALJIBE EN LA MEZQUITA

ALJAMA DE TOLEITOLA.

PRESERVELA ALÁ ESPERANDO SUS FAVORES

EN LA LUNA DE GIUMADA PRIMERA

DEL AÑO CUATROCIENTOS VEINTE Y TRES.

(Año de Cristo 1045.)

MÍNIMOS DE SAN FRANCISCO DE PAULA.—Fr. Marcial de Vicinis, Provincial de esta órden, fundó el convento que nos ocupa en 1529. Para ello le cedió el Ayuntamiento de esta ciudad, al instancias de Doña Isabel, esposa del Emperador Cárlos V, una ermita que bajo la advocacion de San Bartolomé se encontraba en la Vega.

Diego de Vargas, Secretario de Felipe II, levantó mas tarde á sus espensas la fábrica que ha durado hasta nuestro siglo.

El convento y la iglesia pertenecian al gusto renacido: Covarrubias lo trazó y entendieron en su obra Hernan Gonzalez de Lara, Nicolás de Vergara el mozo y Martin Lopez, que lo dió por terminado el año de 1591.

El retablo de la capilla mayor, en la que se encontraba el enterramiento de los Condes de Mora, sucesores del Secretario Vargas, reedificador del edificio, fué obra de Toribio Gonzalez y era digno d aprecio.

Tambien contaba esta iglesia, que durante la guerra de la Independencia quedó abandonada y en un lastimoso estado de ruina, algunos lienzos de mérito de Alejandro Loarte, Juan de Rivalta y otros autores menos conocidos.

Hace pocos años se mandó derribar completamente para aprovechar sus materiales.

FRANCISCANOS DESCALZOS.—Estos religiosos, vulgarmente conocidos por Gilitos, ó de San Gil, fundaron su primitiva casa de religion el año de 1557, junto al arroyo llamado entonces Regachuelo y posteriormente de la Rosa.

En el siglo XVII D. Antonio de Córdoba, caballerizo de Felipe II, y su esposa Doña Policena, hicieron donacion á los religiosos, á fin de que se construyeran un nuevo edificio, de unas casas que poseian dentro de la ciudad y hacia el mediodia de la poblacion. Efectuáronlo asi, y el año de 1610 se trasladó á él la comunidad, dedicándolo á San José.

La fábrica del convento es sólida y de regulares proporciones; pero nada ofrece al exámen artístico de notable ó susceptible de particular análisis. Contuvo algunos lienzos medianos y varios altares desprovistos de mérito. Actualmente el edificio se conserva destinado á cárcel pública.

CÁRMEN CALZADO.—Ocupan las ruinas de este convento el mismo lugar en que se alzaba el célebre santuario de Santa Maria de Alficen. Entre algunas otras propiedades D. Alonso VI cedió este terreno á los monjes de San Servando, los cuales tuvieron en él una hospederia. Con los bienes de estos religiosos pasó mas tarde á la Mitra, y el prelado D. Rodrigo Gimenez de Rada cedió á su vez la hospederia é iglesia á las monjas de Santo Domingo de Silos, que en el siglo XV pasaron á posesionarse de otro local, dejando este á las Comendadoras de Santiago, que tambien lo abandonaron á principios del XVI, trasladándose al monasterio de Santa Fé.

Próximamente por esta época, los Carmelitas Calzados que vinieron á fundar en Toledo, levantaron aquí el edificio conocido hoy bajo la advocacion de Nuestra Señora del Cármen.

La iglesia, que sufrió varias restauraciones mas ó menos importantes, aunque ninguna tan radical que modificase completamente su género arquitectónico, pertenecia al greco-romano, y asi como el convento á que se encontraba adherida, fué de sólida construccion y desahogadas proporciones.

D. Antonio de Ponz en el tomo primero de sus Viajes, habla con grande encomio de algunos lienzos que poseyó esta comunidad, debidos á Antonio Arias y de los sepulcros de los Condes de Fuensalida, fundadores de la capilla mayor del templo en que se encontraban. De estos últimos ya nos hemos ocupado al reseñar la historia del convento de San Pedro Mártir, donde en la actualidad se ven; de los primeros ninguna noticia queda.

Tambien estuvo establecida por bastante tiempo en este local la famosa cofradía de la Vera Cruz, de que asimismo hablamos al tratar de la parroquia de la Magdalena, á donde se trasladó, cuando á principios de este siglo y durante la desastrosa guerra de la Independencia se arruinó este convento.

Hoy solo restan de él algunos destrozados paredones que cercan el área del solar que ocupó, y aislada, musgosa y circuida de escombros, la elegante portada de piedra, perteneciente al órden dórico que servia de ingreso á su iglesia.

La célebre imágen del Cristo de las Aguas se veneró aquí hasta que llevada mas tarde á la misma parroquia á que se trasladó la cofradia de la Vera Cruz, la colocaron en la capilla de su nombre.

SAN JUAN DE DIOS.—Aunque esta fundacion tuvo desde su principio el carácter de hospital con el que se ha conservado hasta nuestros dias, nos ha parecido oportuno tratar de ella en el capitulo presente, atendiendo á que los individuos á cuyo cargo se encontró profesaban una órden religiosa.

Hecha esta ligera advertencia, pasemos al asunto.

En diez y siete de Abril de 1567, Doña Leonor de Guzman, Condesa de la Coruña, viuda de D. Fernando Alvarez de Toledo, hizo bendecir una iglesia y hospital que años anteriores habia comenzado á construir en sus propias casas y á su costa.

Púsole bajo la advocacion del Corpus Christi, y lo destinó al cuidado y total restablecimiento de enfermos convalecientes.

En 1369, esto es, dos años despues de haberlo establecido, le cedió á los Padres hospitalarios de San Juan de Dios, que con este motivo vinieron por primera vez á Toledo.

La fábrica de este edificio nunca tuvo nada de notable. A fines del siglo pasado la renovó casi por completo el Arzobispo Cardenal Lorenzana, pero tampoco puede señalarse en esta modificacion radical, cosa alguna acreedora á ser particularmente descrita. La iglesia es bastante pequeña, y su ornamentacion escasa. Ni posee ni sabemos que poseyera en tiempos de la estinguida comunidad, pinturas, retablos ú objeto artístico de algun mérito.

En el dia está destinada al servicio del hospital militar, instalado desde hace poco en este edificio.

CARMELITAS DESCALZOS.—Vinieron á Toledo los religiosos de esta regla por los años de 1584, estableciéndose provisionalmente en unas casas situadas en el lugar que entonces se conocia por el Torno de las Carretas. No fué larga la estancia de la comunidad en este sitio, pues pasados algunos años se trasladaron al convento que con este fin habian erigido detrás del castillo de San Servando ó San Cervantes.

De esta fábrica no queda ninguna noticia, aunque se ven algunos restos de ella en la posesion que hoy lleva el título de Cigarral del Alcázar.

En 1640 volvieron á habitar dentro de la poblacion, ocupando el edificio de que se trata en esta parte del articulo sobre los conventos, hasta la esclaustracion de sus moradores.

La iglesia, á la que dá ingreso_una sencilla y elegante portada de órden dórico, consta de tres naves de regulares dimensiones, cortando á la principal el crucero, sobre el cual se eleva una airosa cúpula. Pertenece su arquitectura al género greco—romano, y tiene un bonito coro.

En la capilla mayor se encuentra un retablo digno de aprecio traido á esta iglesia de San Bartolomé. Consta de tres cuerpos de arquitectura, de órden compuesto los dos superiores y jónico el inferior.

En los espacios de los intercolunios y recuadros, se ven hasta quince pinturas en lienzos de diferentes tamaños y ejecucion desigual. De estos lienzos, unos pertenecen al retablo desde que se construyó y otros han sido colocados en él posteriormente. Aunque ninguno merece la calificacion de obra maestra, son dignos, sin embargo, de fijar la atencion de los inteligentes, el Ecce—homo, que se halla al lado de la Epístola, y tiene la firma de Antonio Pizarro; la Degollacion de San Juan Bautista, debida á Luis Tristan; y algun que otro Santo, obra de Fr. Juan Bautista Maino.

En los altares colaterales al mayor se notan otros dos retablos de gusto plateresco, cuajados de ornamentacion propia de este género, y perfectamente tallada. El que se encuentra al lado del Evangelio, era propiedad del Colegio de Santa Catalina: contiene una mediana pintura representando á esta gloriosa mártir, y se trajo no hace mucho si este lugar del edificio á que pertenecia. El otro se trasladó aquí de la misma iglesia que el mayor ó del centro.

Tambien puede verse en una de las naves colaterales y colocado sobre la mesa del altar de una reducida capilla, el retablo que tuvo en la suya el Colegio de Infantes, el cual tambien pertenece al género de los dos anteriores. En el intercolunio central se ostenta un lienzo de regular ejecucion, en que se observa á la Vírgen protegiendo á un niño, que es el Cardenal Siliceo, fundador del citado colegio, y al cual pertenecen los escudos de armas con que se coronan los cuerpos laterales de este delicado trabajo arquitectónico.

Los altares pertenecientes á la estinguida comunidad, han desaparecido en su mayor parte; los que restan carecen de prendas que los recomienden á los ojos del artista, pudiéndose decir lo mismo de los lienzos que adornan los muros de la iglesia.

Ocupa actualmente la fábrica del convento, en la cual se han efectuado algunas reparaciones, el Seminario Conciliar creado en el año 1847 bajo la advocacion del famoso Arzobispo y Patron de la ciudad de Toledo San Ildefonso.

CAPUCHINOS.—En el mismo lugar que ocupa este convento se encontró situada la cárcel pública durante la dominacion romana, y en una cueva ó bóveda que existia debajo de la iglesia, es tradicion constante que estuvo encerrada la antigua Patrona de Toledo Santa Leocadia Vírgen y mártir. No hace mucho que aun podia verse en esta bóveda una piedra con la señal de la cruz grabada en ella, y una inscripcion concebida en estos términos:

HIC ORAT LEOCADIA, DIRIS ONUSTA CATENIS,

DIGITOQUE SIGNAT, HOC IN LAPIDE CRUCEN.

En los años de su reinado, Sisebuto levantó en este sitio uno de los dos templos que en aquella época se erigieron á la gloriosa Vírgen toledana, del cual no nos queda la memoria de haber existido, pues desapareció por completo durante la invasion sarracena.

Dueños nuevamente los cristianos de la ciudad, D. Alfonso X edificó el que se conocia á principios de este siglo, aunque notablemente modificado.

A poco de haberse erigido y por mandato del mismo Rey, fueron trasladados á la cueva santificada por la tradicion los despojos de los Monarcas godos Recesvinto y Wamba. Sobre las losas de estos sepulcros, en las que se encontraban los escudos de armas de los antiguos Reyes de Castilla, podia leerse las siguientes inscripciones:

En el de Wamba:

EN TUMULATUS IACET INCLITUS REX WAMBA;

REGNUN CONTEMDSIT ANNO DCLXXX

MÓNACHUS OBIIT ANNO DCLXXXIIIIIII.

A COENOBIO TRANSLATUS IN HUNC LOCUM

AB ALPHONSO X. LEGIONIS

CASTELLAE AUTEM IV RAGE.

En el de Recesvinto.

HIC IACET TUMULATUS

INCLITUS REX RECESVINTUS

OBIIT ANNO DCLXXII

En el año 1365 Felipe II mandó abrir estos sepulcros y se encontraron los cadáveres perfectamente conservados, muy en particular el de Wamba, que amortajado con el hábito monacal se veia envuelto en un manto de grana. Durante la guerra de la Independencia, las huestes del usurpador, sin duda con la esperanza de encontrar en su seno grandes riquezas, profanaron estas tumbas, rompieron sus losas funerarias y esparcieron los venerables restos de los famosos Monarcas que por tantos siglos habian encontrado en ellas el reposo.

Recogidos cuidadosamente estos restos, cuando la comunidad de Capuchinos volvió á ocupar el convento que en este lugar tenia, han sido, por último, depositados en una caja forrada de terciopelo con franjas de oro, que se guarda en la sacristía de la Catedral.

Del paradero de una gran lápida que servia de ara en un altarito colocado en esta cueva, y en la que segun las tradiciones aseguran, se firmaron las actas de los Concilios Toledanos, nada hemos podido averiguar, y no deja de ser muy sensible para las personas amantes de los recuerdos históricos el estravio de esta memoria de tan remotos siglos.

Apuntadas estas noticias sobre el lugar histórico y venerable en que se elevó el cónvento de Capuchinos, vengamos ahora á su historia, que es bastante breve.

El Arzobispo de Toledo Cardenal Sandoval y Rojas, dispuso la venida de los religiosos de esta órden á la ciudad cabeza de su diócesis, en los primeros años del siglo XVII, estableciéndolos en una posesion contigua á la ermita del Angel Custodio, situada estramuros, en el año de 1611.

No habitó la comunidad mucho tiempo este edificio, pues algunos años despues, el Cardenal Arzobispo Sor Moscoso y Sandoval, levantó á su costa y espresamente para ella un convento pegado á la antigua iglesia colegial de Santa Leocadia, la cual le sirvió de templo.

Esta iglesia, que como dejamos dicho fué erigida por D. Alfonso X, sufriendo en diferentes épocas grandes restauraciones, que variaron su fisonomia casi por completo, contuvo algunas pinturas de bastante mérito, de las cuales unas han desaparecido y otras han pasado á formar parte del Museo Nacional.

En cuanto al convento, presa de las llamas cuando ocurrió el incendio del Alcázar, en vano los religiosos pretendieron restaurarle, la escasez de sus medios solo les permitió emprender una reedificacion mezquina á que puso término la postrera esclaustracion de sus habitadores.

En la actualidad solo se ven algunos restos de fábrica ruinosa en el lugar que ocupó la Basílica, mientras que una parte del edificio, que le agregó el Arzobispo Sandoval, se encuentra habilitada para cuartel de infanteria.

TRINITARIOS DESCALZOS.—El beato Juan Bautista de la Concepcion, reformador de su órden y varon notable por su piedad y su ciencia, llegó á esta ciudad con otros dos religiosos, en el año de 1612, estableciéndose en una casa situada en el arrabal que se conoce por las Covachuelas.

No habia trascurrido mucho tiempo desde que se llevó á cabo esta fundacion, cuando el ayuntamiento cedió á la comunidad varios terrenos de propios colidantes con el edificio que ocupaban, á fin de que se levantase el convento que se conservó hasta nuestros dias, y á la ereccion del cual ocurrieron varias personas notables de la ciudad de Toledo.

La nueva fábrica que se elevó pertenecia al gusto renacido, y ni la iglesia, que era bastante reducida, ni la parte de edificio destinada para habitacion de los frailes, tuvo nunca nada de notable por su magnitud, magnificencia ó mérito.

Estaba dedicada á San Ildefonso.

Durante la guerra de la Independencia fué completamente destruida. Aunque al tornar los religiosos á ocuparle se procuró reparar sus muros en lo posible, el abandono á que se entregó, despues de esclaustrada su comunidad, precipitó su inminente ruina.

Hoy solo ofrece á los ojos del viajero un monton de escombros y despedazados paredones.

AGUSTINOS RECOLETOS.—Esta es una de las mas modernas fundaciones hechas en Toledo, pues se verificó en el último tercio del siglo XVII. Antes de establecerse en la ciudad, y en tanto que se levantaba el convento que mas tarde habitaron, los religiosos estuvieron en una casa estramuros, y contigua á la ermita de la Vírgen de la Rosa. Concluido el edificio y colocado bajo la advocacion de la Purísima, pasó la comunidad á residir en él, donde se mantuvo hasta que fué esclaustrada. El templo, perteneciente al gusto greco—romano, aunque de reducidas proporciones y escasa ornamentacion, no carecia de elegancia. En el nicho abierto sobre el arco de piedra de su portada, estuvo una preciosa estátua de San Agustin, que hoy se encuentra en el claustro de San Juan de los Reyes, y forma parte del Museo Provincial.

De los varios cuadros que adornaban sus muros, y que cita Ponz con elogio, se han estraviado unos, y se conservan otros en diferentes iglesias.

El convento se vendió como línea del Estado, y pertenece á un particular.

IV.

Antes de terminar la historia de los monasterios y conventos de frailes de esta ciudad, nos ocuparemos, siquiera sea brevemente y á fin de completar en lo posible nuestro trabajo, de algunas otras congregaciones religiosas que con parecido carácter existieron aquí y han desaparecido no hace mucho.

Encuéntranse en este caso la de los Jesuitas y los Clérigos Menores.

Estos últimos, que solo tuvieron dentro de la poblacion una hospederia en la que se albergaba cierto número de sacerdotes sujetos á las reglas de sus estatutos, levantaron á su costa, y para su habitacion, un edificio fuera de los muros de Toledo.

Ni la pequeña capilla que para atender á sus necesidades espirituales le agregaron, ni la fábrica en general, tuvieron cosa alguna notable. Tan poco encontramos noticias acerca de los lienzos y retablos que adornarian la iglesia, la cual declarada con el convento á que perteneció finca del Estado, fué enajenada en este concepto á un particular.

Sus ruinas aun pueden verse en la posesion de campo, conocida en memoria de sus antiguos dueños, con el título de Cigarral de los Menores.

En cuanto á los jesuitas, solo diremos que vinieron á fundar su primera casa de religion en Toledo por los años de 1557, estableciéndose á su llegada en el colegio de Infantes, de donde pasaron al de San Bernardino para trasladarse despues á una casa particular, hasta que se terminó en 1569 su edificio propio, en el que definitivamente se instalaron.

Levantóse la nueva fábrica en unas casas que en la época goda pertenecieron, segun la mas constante tradicion, á los padres de San Ildefonso, por lo cual es fama que nació en ellas el Santo, y despues de la reconquista á la familia de los Toledos, que es la misma de los Illanes, de quienes ya hemos tenido ocasion de hablar en el discurso de esta historia.

En el siglo XVII reedificaron con la mayor suntuosidad el templo y la casa profesa. Del primero, ya hemos tratado con bastante detenimiento al ocuparnos de la parroquia de San Juan Bautista, que hoy se encuentra instalada en él; en cuanto á la segunda, ha sido destinada á diversos usos despues de la espulsion de sus habitadores, acaecida en el reinado de Cárlos III.

Primeramente la ocupó el Tribunal de la Santa Inquisicion, y por último se ha aprovechado, teniendo en cuenta su magnitud y solidez, para establecimiento del Gobierno y oficinas públicas de la capital.

FIN DE LOS MONASTERIOS Y CONVENTOS DE VARONES.