CORO

Tras la Capilla mayor que detalladamente acabamos de examinar, llama nuestra atencion el Coro que ocupa las bóvedas 4.ª y 5.ª de la nave principal, destinada la 3.ª para el crucero. Su sitio de emplazamiento mide 72 piés á lo largo y 43 de ancho. Su pavimento está cubierto de baldosas grandes de mármol blanco con marcos de la misma piedra de color pardo oscuro, y en el cruce de estas franjas pardas hay estrellitas blancas. Su ámbito está cerrado por recios y muy adornados muros por tres costados, quedando descubierto el que mira á Oriente, donde cae la Capilla mayor, limitado por una gran reja.

En este recinto se encierran no preciosidades, sino maravillas del arte, testimonio elocuente del alto grado de perfeccion que entre nosotros habia alcanzado ya desde principios del siglo XVI. La nacion española llegó entonces al apogeo de su poder y de sus glorias, y las bellas artes como la literatura adquirieron tambien un estraordinario desarrollo. Vamos, pues, á tomar acta de aquellas maravillas.

La Reja. Esta que es el primer objeto con que se tropieza al penetrar en aquel riquísimo museo de Bellas Artes, que infunde á la vez veneracion religiosa y entusiasmo artístico, esta verja, repetimos, es igual en su materia de hierro, laton y cobre, no menos que en su altura y en su dorado y plateado que tambien han desaparecido, á la que guarda la entrada del Presbiterio y dejamos descrita. Su estructura, empero, es mas sencilla, y menos abundante en ornamentacion cuyo mérito no es con todo menor. Asienta sobre el segundo de los dos escalones que levantan el pavimento del Coro sobre el restante del templo. Fórmase de un solo cuerpo, dividido en su altura por siete recias columnas primorosamente labradas con delicados y elegantes relieves, presentando por consiguiente seis repartimientos, con diez balaustres cada uno de los del medio, y trece los dos estremos, sumando un total de 66. Las columnas tienen sus basas cuadradas, representando figuras de Santos en bajo relieve en sus cuatro caras. Por encima de las basas corre un pequeño friso en que hincan los balaustres, llenando el espacio de abajo otros balaustres con algunas labores sencillas. En la parte alta corre por toda su anchura otro friso riquísimo de adornos primorosos, alternando una especie de medallones calados que contienen bustos de Santos en bajo relieve, con balaustritos labrados. El remate consiste en las armas del Cardenal Siliceo, levantadas en el centro, rodeadas de otros escudos de armas, candelabros, flameros y otros adornos de capricho, que graciosamente enlazados entre si, dan á esta cancela un aspecto vistosísimo. En unos targetones que cuelgan de los candelabros y flameros se leen varias inscripciones en que se consigna que fué hecha la verja siendo Sumo Pontífice Paulo III, y Rey el Emperador Cárlos V, y Arzobispo Primado Don Juan Martinez Siliceo.

Es obra del maestro Domingo Céspedes que la dió por concluida en 1548.

Altar de Prima. Este altar es llamado asi, porque antiguamente se celebraba en él todos los dias una misa á la hora canónica de Prima, costumbre suprimida hace ya muchísimos años. Su mesa es harto sencilla, sin gradillas, con un Crucifijo y una devota imágen de Nuestra Señora que llaman la Blanca, á pesar de ser de color muy moreno, como las antiguas, y lo es tanto en concepto de algunos, como que procede de la primitiva Catedral. Es de talla, algo menor que el natural, pero se la ponen vestiduras de varios colores, segun exige el ritual en las diversas festividades del año. Rodea este altar por los costados y parte posterior una balaustrada que tiene su misma altura: arranca de la tarima ó grada de mármol sobre que asienta la mesa, tiene un zócalo sembrado de adornos caprichosos, pero lindísimos, y los balaustres que parten de el, encajan en un pequeño friso adornado por el mismo estilo que el zócalo, y recibiendo en sus estremos por remate dos vistosos jarrones. De los dos ángulos que forma la reja se levantan dos columnitas de bronce con muchísimo esmero y gusto labradas, las cuales reciben á su estremo, á la altura como de ocho piés sobre el suelo, una cornisa con relieves tan primorosos como delgados, para no embarazar la vista del altar mayor desde las sillas del testero, y sobre esta cornisa en cada ángulo se destacan las armas de Don Gomez Tello Giron, Gobernador de la mitra en 1564 cuando se hizo la reja, y de Don García Manrique de Lara que era á la sazon Obrero, y en el centro las armas Reales por un lado y por otro las de la Catedral. Esta balaustrada muy digna de ser examinada por las personas de gusto, fué hecha por Villalpando, y terminada despues de su muerte por su cuñado Rui Diaz del Corral.

Atriles. En medio del coro se ve un magnífico atril que llaman comunmente el Aguila, por afectar la figura de esta ave. Su peana, de forma exágona, presenta un castillo gótico con sus almenas, alto como de seis piés por tres de diámetro. Figura un edificio de dos cuerpos, cada uno con seis ventanas ojivas que sirven como de hornacina de los doce Apóstoles de cuerpo entero. En los llenos que en el primer cuerpo dejan las ventanas, hay otras seis estátuas de Arzobispos de Toledo y Doctores de la Iglesia.

Sobre las almenas de este castillo figura posarse un águila de grandes dimensiones, cuyas alas estendidas reciben en su dorso el atril. Todo es de bronce.

La peana fué fabricada en Alemania en 1425, segun un apunte que dice el Sr. Parro en su Toledo en la mano, tener á la vista; el águila-atril fué hecha en 1646 por Vicente Salinas.

Despues de un banco colocado al través detrás de ese atril, banco sin respaldo, que cubierto en invierno con un tapete y en verano con taliletes pintados con ramos y dibujos dorados, que conservan el nombre árabe de guadamaciles, sirve para asiento de los caperos, sean Dignidades, Canónigos ó Racioneros, que en union con los sochantres dirigen el coro, y ejercen en él otras funciones; despues, repetimos, de ese banco hay á derecha é izquierda dos atriles mas, paralelos á las sillas bajas, destinados para los voluminosos libros corales. Son magníficas obras de hierro bruñido y bronce dorado al fino. Se componen de un zócalo, hincado en el suelo, del cual arrancan tres columnas estriadas del órden dórico, como toda la obra, de mas de tres piés de altura con el diámetro proporcionado, sobre las que descansa el arquitrave, friso y cornisa que forman el atril propiamente dicho. Cada uno de estos, aparte de la ornamentacion correspondiente á su órden, tiene tres medallones con muy bien labrados bajos relieves; representan los dos centrales el escudo de armas de la Catedral Primada, siendo diversos en cada atril los cuatro restantes, que grafian con primer pasajes de la Santa Biblia. Tienen su remate, que consiste en tres niños de bronce dorado, de buen dibujo y graciosas actitudes, enlazados con otros adornos de mucho gusto. El autor de estos preciosos atriles fué Nicolás Vergara, ayudado por su hijo del mismo nombre, apellidado el mozo, ambos célebres arquitectos y escultores. La ejecucion en la parte de hierro se encomendó al cerrajero Juan Gorbella. Fueron concluidos en 1570.

Hay, por fin, tres atriles portátiles, que no dejan de ser notables, asi por ser de maderas finas, como por las labores de embutidos y relieves en que abundan. El mayor de los tres que sirven para el canto de órgano, lo hizo en 1517 un entallador conocida con el nombre de Cristiano que tambien trabajó en el Retablo de la Capilla mayor, y los otros dos menores, llamados uno de los Evangelistas por tenerlos entallados en su envés, y el otro de los Doctores, porque en igual sitio tiene los cuatro Doctores de la Iglesia latina, fueron trabajados en 1338 por Diego de Velasco que trabajó tambien en la parte interior de la puerta de los Leones.

Libros de coro. Ya que hemos hablado de los atriles, permitasenos decir cuatro palabras sobre los libros que ellos sustentan. Son todos muy voluminosos y de gran tamaño; las hojas de finísimo pergamino; la letra y nota muy gruesa: abundan los dibujos y viñetas y demas adornos que usaron los amanuenses antiguos, y están cubiertos con recias tapas de madera, aforradas de cordoban y reforzadas por grandes clavos y cantoneras de laten.

Hay que advertir que estos libros no son los antiguos, y con tener algun mérito, distan mucho del que reunian estos, relegados á la Biblioteca del Cabildo donde se conservan como preciosa antigualla, desde que á fines del siglo XVI tuvo igual suerte el primitivo rezo toledano que contenian, siendo reemplazados por los actuales.

Sillerias. Vamos á entrar en el exámen de uno de los objetos artísticos, mas preciosos y magníficos que tiene esta Santa Basílica, á la cual en este punto ninguna de España iguala, y pocas del Orbe católico pueden compararse. Llamémoslas Sillerias, asi porque son dos órdenes, alta y baja, por su colocacion, como porque son muy distintas por las épocas en que se construyeron, por los artistas que las labraron, por las diferentes escuelas ó géneros á que pertenecen, por su gusto, por su mérito que siendo muy grande en una y en otra, todavia sobrepuja el de la alta al de la baja, como luego veremos. Una y otra fueron seguramente la obra maestra de su tiempo, una y otra atraen las miradas de los artistas y aun de los profanos, que las contemplan con estática admiracion; pero, asi y todo, la sillería alta constituye aparte un verdadero portento, como la llama con sobrada exactitud el Sr. Amador de los Rios en su Toledo Pintoresco, de las artes españolas en nuestro siglo de oro. Solo 50 años mediaron entre una y otra obra; pero en este medio siglo el arte esperimentó una revolucion radical y completa, y dió un paso gigantesco hacia su último perfeccionamiento. Una nueva escuela se habia levantado en Italia que pugnaba por destronar la antigua que por sus grandes adelantos en el buen gusto y esmerada ejecucion, habia conseguido enseñorearse del mundo, y luchaba á uu vez para conservar su predominio. Los grandes y profundos estudios que asi en literatura como en artes se hicieron para conocer las costumbres y las construcciones de los griegos y romanos, crearon y generalizaron un gusto especial por las bellas artes de la antigua Grecia y de la prepotente Roma, y este gusto, que mas adelante produjo en la moderna Europa una revolucion social y política en que ni por sueños sospecharon, como dice muy acertadamente Guizot, los magnates italianos, eclesiásticos en su mayor parte, que inocentemente la habian fomentado, y este nuevo gusto, decimos, dió una victoria completísima al renacimiento sobre el que se llama comunmente goticismo, fundado poco despues de la caida del imperio romano, sobre las ruinas de este, por algunos hijos de aquellas mismas naciones del Norte que tan poderosamente contribuyeron á su derrumbamiento. La nueva civilizacion que con las costumbres de esas naciones guerreras, en su contacto y comunicacion con las romanas y sobre todo con la Religion del Crucificado, se fué formando, necesitaba una nueva arquitectura, mas adecuada á los nacientes gustos y necesidades; y se la proporcionaron, segun es fama, algunos arquitectos francos ó germanos coligados. Los adelantos científicos, literarios y artísticos que en el siglo XV se consiguieron á fuerza de investigaciones sobre la historia antigua, y que desenterraron á Grecia y Roma, como otro Herculano, del monton de escombros que una larga série de generaciones descuidadas sobre ellas habian arrojado; crearon otra civilizacion que exigió otra arquitectura, que no sin propiedad se apellidó del renacimiento. Si nuestra mision fuese emitir nuestro juicio acerca de las dos escuelas, diriamos que la llamada gótica habia cristianizado el arte, asi como la otra tendia á paganizarlo. Mas ahora solo nos incumbe consignar que la transicion de una á otra vino á realizarse en nuestra patria precisamente en el espacio de esos 50 años que mediaron entre la construccion de la sillería alta y la de la baja, y esta es la causa y origen de la gran diferencia que entre las dos se observa. Es digno de notarse, sin embargo, que ambas son una obra maestra en su género, como si la una escuela al despedirse, y la otra al instalarse, hubiesen querido dejar en el grandioso monumento de nuestra Catedral una muestra brillante de toda la mayor perfeccion que cada una podia alcanzar. Examinémoslas por separado.

Silleria baja. Fórmanla 50 sillas primorosamente talladas, al estilo gótico puro, y tan llenas de adornos en toda clase de relieves, que apenas queda espacio alguno exento, como no sea el preciso para asiento y respaldo. Y con ser tantísimos los adornos, hijos puramente de la fantasía, fué tan fecunda la del autor de estas sillas, que apenas habrá dos de dichos adornos iguales. Perros, monos, aves y otros animales, algunos caprichosos, y todos en posturas atrevidas y bizarras; hé aquí lo que llena principalmente los brazos de las sillas y los pasamanos de las varias escaleras que interrumpen á trechos su órden para dar paso á la sillería alta. En el reverso de los respaldos abundan los caprichos mas raros que imaginarse puedan, y algunos hasta picarescos, como un fraile con orejas de asno predicando. Encima de cada silla y aun en los estremos del centro de los ángulos, donde no caben sillas, encima, repetimos, de cada silla ó del lugar en que pudiera corresponder, hay unos preciosos medallones de altos relieves y aun algunas tallas enteramente exentas, que forman á manera de friso. Esos medallones son 54, y son y serán, mientras subsistan, la admiracion de cuantos artistas y profanos los examinen, puesto que á su mérito artístico, nada comun, y sobre todo á la espresion filosófica de los personages, reunen la inapreciable circunstancia de representar muy al vivo los cuadros mas notables del gran drama de la Conquista de Granada, cuyo desenlace interesaba tanto á la Religion como al Estado. Esa heróica empresa acababa entonces de llevarse á feliz cima, y el artista imbuido del espiritu del pueblo español lo escogió, con aplauso de aquella generacion y de las venideras, como asunto de su obra maestra. Los combates parciales y los asaltosy toma de castillos, fortalezas y ciudades que se grafian en cada medallon, van notadas á su pié en una inscripcion gótica que falta, sin embargo, á algunos, y siguen este órden: En la banda derecha, que llaman Coro del Arzobispo, hay las siguientes: 1.º, 2.º y 3.º sin inscripcion, viniendo Altora, Melis, Xornas, Erejan, Alminia, Baza, Málaga, Málaga, Salobreña, Almuñecar, Comares, Velez, Montefrio, Moclin, Illora, Loja, Cazarabonela, Coin, Cartama, Marbella, Ronda, Setenil, Alora y Alhama. A la parte derecha, denominada Coro del Dean, no tienen inscripcion los medallones 1.º, 3.º, 4.º, 5.º, 7.º y 8.º, el 2.º es Nixar, el 6.º Padux, y siguen desde el 9.º, Vera, Huescar, Guadix, Purchena, Almeria, Rion, Castilferro, Cambril, Zagani, Custul, Gor, Camoria, Moxacar, Velez el Blanco, Gurarca, Velez el Rubio, Sorco, Cabrera y Alminia.

Las sillas bajas estaban destinadas para los Canónigos denominados, como antes dijimos, estravagantes, para los Capellanes de Coro y los llamados de Haro, y tambien para los cantores asalariados, á escepcion de las del testero que llaman la Enfermeria, por sentarse en ellas los Prebendados de sillas altas que por estar enfermos ó achacosos, y pudiendo no obstante asistir al Coro, las tienen reservadas.

Esta sillería, toda de nogal escogido, fué construida por Maestre Rodrigo, que ya en su tiempo debió conseguir el gran renombre que nuestra admiracion hoy le concede, puesto que, como hace notar oportunamente el Sr. Parro, en los asientos y cuentas de la Obra y Fábrica no se le designa de otro modo que con el nombre artístico de Maestro Rodrigo, sin embargo de que este apellido no es nada raro. Quedó concluida en 1495, á la muerte del Arzobispo el gran Cadernal de España D. Pedro Gonzalez de Mendoza, habiendo costado 782,541 maravedises de entonces, que vienen á ser 43,315 rs. 30 maravedises de nuestra moneda de vellon.

Silleria alta. A esta obra maestra de la escuela plateresca, cúpole la suerte de tener por artifices los mejores estatuarios y entalladores de la época, que supieron interpretar con estraordinario esmero el gusto del renacimiento, que comenzaba entonces á dominar en España. Fueron estos el español Alonso Berruguete y Felipe Bigarni, llamado entre los artistas Borgoña, quienes fueron preferidos á Diego de Siloé que tambien tomó parte en el concurso que para la construccion de esta sillería publicó el Cabildo en 1539. Cada uno de nuestros artistas tomó el cargo de labrar 35 sillas de jaspe, nogal y alabastro, dentro tres años, y Borgoña ademas la del Prelado que naturalmente debia ocupar el centro de las 70, y que no pudo construir arrebatado por la muerte en la conclusion de su tarea.

Viene á formar esta magnífica sillería, casi única en su clase, dos cuerpos arquitectónicos, el primero de jaspe y nogal con delicados embutidos de otras maderas finas, y el segundo de solo alabastro. Las 71 sillas, inclusa la del Arzobispo á pesar de su diversa estructura, están cobijadas por otros tantos arcos que se apoyan en 72 columnas lindísimas de fino jaspe rojo con capiteles de mármol blanco, de la propia suerte que las 71 bóvedas que corren por encima, con delicados filetes dorados, y con un roseton, asimismo dorado en sus respectivas claves. Cada una de las sillas está llena de preciosísimos adornos de escultura en sus brazos, respaldos, coronamiento y hasta en derredor de los asientos. Debajo del respaldar hay en todas el escudo del Cardenal Arzobispo Tavera. La silla arzobispal tiene el del Arzobispo Siliceo, porque esta se hizo en su tiempo.

Sobre el respaldo de cada silla hay un magnífico medallon, de mas de una vara de alto, separado de los del lado por columnas de nogal primorosamente entalladas que se corresponden con las esteriores de jaspe que dejamos descritas. En esta magnífica série de medallones están representados de cuerpo entero en bajo relieve Apóstoles, Patriarcas, Profetas y otros Santos, todos ellos obras acabadas, como esculpidas á competencia por dos grandes artistas. Tal es lo que llamamos el primer cuerpo de esta sillería.

El segundo que viene á ser el remate y coronamiento de la obra, es puramente de blanquísimo alabastro, se forma de 70 nichos que parten del arquitrave y cornisa del cuerpo bajo. Cada nicho que viene á formar un medallon, contiene en relieve una figura de cuerpo entero, como de una vara de alta, y se representan los Santos Padres y Patriarcas de la antigua ley, Progenitores de Jesucristo, en cuanto á su humanidad. Entre nicho y nicho se levantan unas columnas de las llamadas monstruosas, abalaustradas, las cuales arrancan de encima de las del primer cuerpo. En este segundo cuerpo es donde los eminentes artistas Berruguete y Borgoña echaron, si cabe decirlo asi, el resto de sus conocimientos, de su buen gusto, de su indisputable maestría y superioridad. El ánimo perplejo al aspecto de tanta perfeccion y de belleza tanta, no sabe qué admirar mas, si la correccion, la esbeltez y majestad de las imágenes de nitidísimo alabastro que tanto las realza, ó la riqueza y hermosura de los adornos de que con profusion están rodeadas; y al fin acaba por sentirse arrebatado de entusiasmo por todo, pues todo es aquí igualmente bueno, igualmente bello.

Aun cuando son 70 los nichos ó medallones, correspondientes al número de sillas, aparte la del Arzobispo que tiene otro remate, no hay mas que 68 figuras, porque los dos mas inmediatos á la cancela tienen, en vez de figura, las armas del Cardenal Tavera talladas en el mismo alabastro.

Bien merece la memoria de los dos preclaros artistas que esa obra con noble emulacion llevaron á tan feliz cima, que trascribamos aquí las inscripciones que el agradecido Cabildo metropolitano consagró á su reconocido mérito, en dos lápidas que se ven al estreno de los dos órdenes de sillas cerca de la verja. Por el lado de la Epístola que correspondió á nuestro Berruguete, se lee:

ANN. SAL. MDXLIII. S. D. N. PAULO III. P. M.

IMP. CAROLO V. AUG. REGE.

ILL. CARD. JO. TAVERA V. ANTIS. SUBSELLIIS

SUPREMA MANUS IMPOSTA.

DIDACO LUP. AJALA VICE PRAÆFB FABRICÆ.

La lápida del lado del Evangelio que ejecutó Borgoña, dice:

SIGNA, TUM MÁRMOREA, TUM LIGNEA, CÆLABERE HINC

PHILIPPUS BURGUNDIO, EX ADVERSUM

BERRUGUETUS, HISPANUS.

CERTABERUNT TUNC ARTIFICUM INGENIA.

CERTABUNT SEMPER SPECTATORUM JUDITIA.

Es decir: En el año de nuestra salud 1543, siendo Sumo Pontífice Paulo III, Rey el auGusto Emperador Cárlos V., y venerable Arzobispo el ilustre Cardenal D. Juan de Tavera, se dió la última mano á estas sillas, siendo Obrero mayor Diego Lopez de Ayala.

La escultura, asi en mármol como en madera, la cincelaron, la de este lado Felipe de Borgoña, la de enfrente Berruguete, español. Compitió entonces el genio de estos artistas: los pareceres de los que examinen su obra, estarán siempre en análoga competencia.

El premio que recibieron los artistas, simplemente por su mano de obra, que verdaderamente no tiene precio, fué 150 ducados por silla, es decir, por las 70 la suma de 10,500 ducadós, equivalentes en moneda actual á 217,875 rs. vn.

Silla Arzobispal. Esta silla que debió construir Borgoña, y no construyó sorprendido por la muerte al terminar sus 35 sillas, y que labró Berruguete, se encuentra en el centro del fondo del Coro, elevada sobre el nivel de sus colaterales por tres escalones, y aunque del mismo género y gusto que las demas, se distingue de ellas por su magnitud, estructura y adornos. Las columnas que en el primer cuerpo sostienen el arco y bovedilla, son de bronce dorado con mucha profusion de labores delicadísimas, en vez del jaspe rojo de las demas. En la parte baja del respaldo tiene las armas de Siliceo, y en la parte alta un preciosísimo medallon de alabastro con la Descension de la Vírgen á vestir la celestial casulla á San Ildefonso, es decir, el escudo de armas de la Catedral. El coronamiento de esta distinguida silla consiste en un grandiosísimo medallon de alto relive que representa la Transfiguracion de Jesucristo en el Tabor, obra de grandes dimensiones, pues presenta aquel monte, de mucha estension, en el acto de verificarse la misteriosa Transfiguracion del Señor en medio de Moisés y Elias, envueltos en una nube de gloria, y á presencia de los Santos Apóstoles Pedro, Juan y Santiago que la contemplan estupefactos, siendo estas seis figuras del tamaño natural. Sin embargo, todo este precioso grupo es de una sola pieza de alabastro de las canteras de Cogolludo. De esta magnitud resulta estenderse por uno y otro lado hasta ocupar el espacio de tres sillas por encima de sus respectivos remates. El de la Arzobispal consiste en una balaustrada de capricho, á manera de templete, formado por balaustres ó columnitas de hierro dorado, de una estructura particular, que figuran sostener una especie de friso en que campean algunos angelitos con los escudos de armas de España y del Cardenal Siliceo, en cuyo tiempo se construyó este monumento.

Con ser grande el tamaño del Tabor, mayor es todavia el mérito artístico de la obra en su conjunto y en sus detalles. Con decir que es de nuestro Berruguete, está dicho todo. Hay, con todo, una pieza que no ejecutó este célebre artista; tal es el bajo relieve de la parte alta del respaldo que representa la Descension de la Vírgen, que es obra de Gregorio Bigarni, hermano de Felipe de Borgoña. Costó la mano de obra de esta silla 43,897 reales 2 maravedises de entonces, que son 82,626 con 26 maravedises, cantidad que recibió Berruguete de la Obra y Fábrica, no espontáneamente por parte de esta, sino en virtud de tasacion hecha en discordia por Pedro Machuca, maestro á la sazon de las obras de la Alhambra de Granada.

De la parte posterior de esta silla hablaremos al hacer la descripcion del esterior del Coro.

Tribunas. Como coronamiento de los muros que cierran el Coro en su testero y costados, hay en toda su estension una tribuna con sus antepechos ó barandas de hierro dorado, que corren por sus dos lados. Esta galería, abierta antes al público, le está hoy cerrada por consecuencia de abusos cometidos. Súbese á ellas por escalera practicada en el grueso del muro, de doble entrada, una por dentro del Coro, y otra por las naves laterales, cerradas por dos lindas verjas primorosamente trabajadas. En rigor no forman mas que una sola tribuna, pero están artificialmente divididas en tres.

Con el gran pilar de la nave central que cae hacia el medio del Coro de la parte derecha, que llaman del Arzobispo, se encuentra la estátua de Don Diego Lopez de Haro, Señor de Vizcaya, el primero que entró en combate en la inolvidable jornada de las Navas, empuñando su estandarte azul, el mismo que se conserva allí y tiene á su lado. Este insigne caballero hizo grandes donaciones á la Basílica Primada, y costeó parte de su construccion; y en muestra de agradecimiento, y en honor de su heroica valentia, le erigió el Cabildo esta estátua. Se le ve arrodillado sobre una repisa empotrada en la misma columna, á seis pies sobre el suelo de la tribuna, como mirando al Coro.

Organos. Lo mas notable, empero, que en las tribunas se encuentra, son los dos órganos que se corresponden uno frente de otro en los arcos laterales de la segunda bóveda del Coro, dignos por su grandiosidad y por su parte armónica, ya que no por su forma arquitectónica, de ser estudiados. Los examinaremos por separado.

Organo del Coro del Arzobispo. Este órgano, llamado comunmente el viejo, por serlo mas que el otro sobre cuarenta años, tiene dos fachadas, una hácia el Coro y otra á la nave lateral, sin órden arquitectónico alguno, como no sea el churrigueresco, puesto que se distingue por sus columnas y pilastras y angelones y targetones y follaje, todo revuelto é infórme y de muy poco gusto, aunque muy bien dorado. Es construccion del año 1757. La parte armónica es notable. Tiene tres teclados con cincuenta y una teclas cada uno, y ademas con veinte registros diferentes, es decir, sesenta en junto, de los cuales veintidos de lengüetería entre las dos fachadas, esto es, clarines enteros, bajoncillos, violeta, dulzaina, orlos, trompetas, trompeta magna y trompa real; y los treinta y ocho restantes corresponden á flautados de veintiseis y de trece, y otros mas suaves, en cornetas, nasardos, llenos y en un repiano delicioso. El teclado mas bajo está destinado á la cadereta y ecos. Tiene un buen sistema de fuellos y entonación. Construyólo el célebre Echevarria, organero de Madrid, por los años 1703.

Organo nuevo. Cae sobre el coro dicho del Dean, frente del otro, y se le pregona uno de los mejores de España, y aun del estranjero, reputacion fundada seguramente á últimos del siglo pasado, época de su construccion, pero no al presente que tiene muchos que le superan. En una caja que arquitectónicamente considerada, pertenece por su estructura, por sus columnas y ornamentacion al órden corintio, de veinticinco piés de alto por veinte de ancho y ocho de fondo, se halla holgadamente colocada toda la tubería armónica, compuesta nada menos que de 6,000 caños. Los huecos que dejan las columnas tienen puertas caladas á manera de celosías, y el remate consiste en una especie de alero moldeado, sobre que se destacan dos ángeles flotando al aire guirnaldas ondulantes, que parten de un jarron de azucenas que ocupa el centro y punto mas culminante que roza con el arco de la bóveda. Este precioso instrumento musical consta de tres teclados de cincuenta y seis teclas cada uno, dispuestos de modo que con un sencillísimo resorte se pueden colocar uno encima de otro, en términos que apretando una tecla de arriba responden á la vez las que están debajo, sea una ó sean dos, con lo cual se pueden producir, y un hábil maestro produce, combinaciones al parecer complicadísimas, y melodias sorprendentes. Otro recurso asimismo mecánico ofrece este órgano, y es el de producir el trémolo, piano ó fuerte, por medio de un juego de facilísimo manejo. Los registros son ciento catorce, distribuidos casi por igual entre los tres teclados, de suerte, que teniendo cada uno su secreto peculiar, vienen á formarse tres grandes órganos que puede tocar con poco trabajo un solo organista. La cadereta de ecos que constituye en cierto modo otro órgano aparte, y corresponde al teclado mas bajo, tiene varios registros de flautados, de llenos de á cuatro voces por punto, de címbalas de igual fuerza, y de las demas condiciones de llenos, y ademas tres registros de lengüetería para ambas manos, y uno de corneta y otro de nasardos para la derecha. Con ser treinta y uno los registros de flautas y flautados, y cuarenta y siete los de lengüetería, se nota entre todos ellos una diferencia de timbre estremada. Tiene, aparte de todo esto, dos órdenes de pisas para contras, asi en los flautados como en la lengüetería, y bombardas de grandísima fuerza. La entonacion se hace por medio de un manubrio que impulsa un barrote de hierro, el cual da movimiento á ocho fuelles pequeños que depositan el aire en otros seis mayores, y cuando están llenos, una culebra de hierro saca la cola, asi como al quedar desocupados, la misma culebra asoma, la cabeza, advirtiendo oportunamente al entonador: esto aparte del llamador que tiene el organista, quien recibe avisos de la falta de aire, por medio de unas varitas de marfil embutidas en ébano que marcan las pulgadas de aire de que puede disponer. Constrúyóse este magnífico órgano en 1796, por Don José Berdalonga, bajo la direccion del primer organista Don Basilio Sesé, siendo Arzobispo el ilustrado Cardenal Lorenzana. El coste total fué de 336,314 rs. Es de advertir que existe otro órgano igual destinado á reemplazar el viejo, pero por desavenencia entre el organero y el Cabildo, primero, y despues por los trastornos ocasionados por la guerra de la Independencia y acontecimientos posteriores, en vez de colocarse en su sitio, se encuentra depositado bajo dos llaves, de las que tiene una la Obra y otra los herederos de Berdalonga.

Esterior del Coro. Examinado todo lo notable que el Coro encierra, vamos á recorrer su periferia esterior, donde los tres muros del testero y costados ofrecen vasto campo á la observacíon del artista, ya que no á su estudio, pues que toda su ornamentacion pertenece en su mayor parte á la primera época de construccion de la santa Basílica, en que las artes estaban sumamente atrasadas.

Sobre un zócalo asaz bajo que corre, con precisas interrupciones, por toda la periferia esterior, se levantan de trecho en trecho hasta 52 columnas, que en otro tiempo hubieron de ser 67, segun indican algunos capiteles que carecen de ellas, de unos ocho piés de elevacion por uno escaso de diámetro, todas ellas de vistoso mármol rojo, con capiteles caprichosos del género gótico, esculpidos en piedra blanca, que es la que campea generalmente en toda esta antigua obra. De estos capiteles arrancan arcos apuntados, profusamente adornados de filetes y junquillos que corren enlazados hácia el interior en toda la estension de los muros. Por encima de los arcos se levanta otro segundo cuerpo ó mejor franja, formada por óvalos ó medallones en que se representan de bajo relieve y con una ejecucion que bien puede llamarse tosca, escenas del Antiguo Testamento desde la creacion hasta la entrega de las Tablas de la Ley en el monte Sinai. Estos medallones son hoy 56, faltando algunos por las mismas razones porque faltan columnas. No se conoce el autor de este trabajo, solo si, que fué hecho en la segunda mitad del siglo XIV, siendo Arzobispo D. Pedro Tenorio. En las cuatro esquinas del Coro, y al nivel de los medallones, se ven cuatro ángeles de cuerpo entero sobre sus repisas, de dibujo mas correcto, que de fijo pertenecen á una época posterior. Por lo alto de esta franja de medallones corre otra mas estrecha de óvalos fileteados de oro, en que se apoya la baranda esterior de las tribunas.

Capilla de la Vírgen de la Estrella. En el muro del respaldo del Coro hay, tres capillitas formadas simplemente por un hueco, á manera de nicho, practicado en dicho muro._La del centro se titula de la Vírgen de la Estrella, tal vez porque el manto de la sagrada imágen que la ocupa, tiene sobre fondo azul estrellas de oro. En los tiempos antiguos habia, dicen, al pié de esta capillita un pilar ó fuente en que bebia todo el que queria, por cuya razon se denominaba del Pilar. A esta capilla propia del gremio de laneros, se refiere la anécdota que esplicamos en la vida del Arzobispo Valero y Losa, que está enterrado á su pié. El sobre de la capillita es arqueado, y el altar de mármol blanco y rojo, en cuyo frontal hay el escudo de armas del Cardenal Portocarrero, de bronce dorado. La Vírgen es de piedra encarnada, estofada y dorada.

Capilla de Santa Catalina. La capillita de la derecha, segun se mira, es la de Santa Catalina, cuyo nicho es mas bajo que el anterior, pero tambien mas ancho, cerrado con su verja._ Tiene un altar de piedra con un Retablo de madera dorada, que tiene tres hornacinas con las imágenes de Santa Catalina, Santa Inés y Santa Agueda, las tres antiquísimas y toscamente trabajadas. Segun una inscripcion que tiene al lado izquierdo, hizo construir y dotó esta capilla el Ganónigo Lucas de las Peñas en 1516.

Capilla del Cristo tendido. Es igual á la anterior, solo que tiene la mesa del altar de mármol negro, con las armas del Cardenal Portocarrero, y la triste escena del Descendimiento de la Cruz, en alto relieve y con ocho figuras, que es obra de bastante mérito artístico, sobre todo para los que mas que en la correccion del dibujo, se fijen en la espresion de los personages que representa. Todo hace creer que es obra de fines del siglo XV, ó de principios del XVI.

Capillas laterales. Tambien en uno y otro de los muros laterales hay dos capillas, iguales en su forma y conjunto, discrepando solo en los detalles. Las cuatro son modernas, construidas en 1792, siendo Arzobispo el espléndido y piadoso Cardenal Lorenzana. Son de buenos mármoles y bronces, de arquitectura greco-romana: sus mesas de altar son de mas de dos varas de largo, por una de ancho y una y media de alto, y sobre su grada se levanta el retablo compuesto de una hornacina guarnecida y limitada por dos pilastras estriadas con basas y capiteles de bronce dorado, de órden jónico, cuya hornacina contiene el Santo titular de cada capilla; el coronamiento es un fronton de medio punto, en medio del cual se ven de bronce dorado los atributos del Santo titular respectivo. Estos son, de las dos capillas de la parte del Norte, el de la primera San Estéban Protomártir, y de la otra San Miguel Arcángel; y de las de la parte del Mediodia, Santa Maria Magdalena y Santa Isabel, Reina de Hungría.

Dos estátuas. No nos hemos olvidado de dos objetos de gran valia artística que se encuentran en el respaldo del Coro. ¿Y cómo podrian pasar desapercibidas las dos estátuas de la Inocencia y de la Culpa, magníficas tallas en alabastro, hechas con su acostumbrada maestría por el célebre Nicolás Vergara, el viejo, á mediados del siglo XVI, en tiempos del Arzobispo Siliceo? Son de cuerpo entero, altas como de una vara, revelando la una con su desnudez y el cordero echado á sus piés, su puro candor, y la otra con su vestido y su apostura la malicia que abriga, y como la vergüenza que esperimenta. Una y otra están colocadas en dos nichos esbeltas, adornados de columnas estriadas en que descansa una cornisa en arco, teniendo por remate las armas del Cardenal Siliceo. Encuéntranse en el Tras—Coro á uno y otro lado del reverso del gran medallon del testero, y son sin duda alguna lo mejor que hay en el perimetro esterior del Coro.