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«La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito.»

 

RALPH WALDO EMERSON

 

 

El viernes, Brian y Alexa se reunieron con el agente inmobiliario y un notario, y tras algunas firmas, la propiedad en el ONE57 pasó a manos de Brian. Alexa se negó rotundamente a que la pusiera a nombre de los dos, y Brian terminó aceptando resignado.

El lunes recibió la noticia de que había aprobado la tesis y también comenzaron las entrevistas para conseguir el crédito para montar el restaurante; de modo que Brian tuvo una tarde muy ajetreada pero muy positiva. Alexa, por su parte, ya había empezado a contactar con varios decoradores de interiores, a quienes les había presentado el esbozo del proyecto; también se encontraba en tratos con un escultor que sería el encargado de plasmar la réplica del gran Poseidón, hermano de Zeus, dios del mar y de las tempestades, y uno de los doce dioses que habitaban el Olimpo en la antigua Grecia. Dicho escultor también sería el encargado de recrear una réplica de la ciudad perdida de Atlántida, que según los escritos de Platón había sido construida por Poseidón para proteger a su amada Clito, una mortal de la que se había enamorado perdidamente. La réplica estaba concebida para que ocupara un lugar preponderante dentro de un acuario artificial que construirían en una de las paredes del restaurante y que simularía la ciudad perdida.

Era de noche. Alexa estaba en la cocina preparando la cena, mientras que Brian se encontraba sentado a la mesa del comedor, cubierta por presupuestos y panfletos de publicidad. También había los libros de historia que Alexa estaba estudiando para recrear en el restaurante la antigua Grecia a la perfección.

—Toma una copa de vino.

Brian aceptó la bebida mientras estiraba sus músculos y su columna tras recibir gustoso un beso suyo.

El sonido del timbre envolvió el lugar. Debían de ser Noah y Olivia, a quienes estaban esperando.

Apenas entraron, no pasó inadvertido el desorden sobre la mesa.

—¿En qué estáis metidos vosotros dos? —indagó Noah de inmediato— ¿Por qué tanto interés en que vengamos?

Brian y Alexa les relataron todo con pelos y señales, y Olivia y Noah no pudieron ocultar el asombro por el proyecto que tenían en marcha. Incluso Olivia resaltó orgullosa el ingenio de Alexa y la erudición que demostraba su hermano, ya que parecía muy seguro de todo cuando les explicaba cada cálculo. Por supuesto, también reinó la alegría al saber que Brian había aprobado su tesis.

—Lo cierto es que estoy rebosante de ganas y curiosidad. Deseo que todo esté en marcha lo antes posible. Quiero ver el sitio donde estará emplazado El Templo. ¿Qué tal si dejamos la cena para luego? —sugirió Olivia entusiasmada.

—Sí, opino igual. Vayamos a verlo y cuando regresemos cenamos —apoyó Noah a su esposa.

Los cuatro salieron sin más demora del apartamento de Alexa y pusieron rumbo al ONE57.

Brian soltó un hondo y tenso suspiro, y su mirada arrogante por naturaleza cobró un viso de alivio cuando entraron en el lugar y Olivia y Noah no dejaron de felicitarlos. Alexa apretaba su mano y no paraba de hablar y dar explicaciones para indicarles dónde estaría dispuesta cada cosa.

—Brian, amigo, no puedo creer el sitio que has hallado. Esto es un éxito asegurado.

—¿De verdad os gusta?

—Sí, hermanito. Me muero de ganas por ver la modernidad de este sitio combinada con el arte y las reminiscencias de la antigua Grecia. Me siento sumamente orgullosa de ti, y muy agradecida, Alexa, por este cambio que has generado en él.

—Yo... yo no he hecho nada.

—Sabía que ambos os complementaríais a la perfección. Tardasteis en decidiros a ceder a la atracción que sentíais.

Brian pasó la mano por la cintura de Alexa y la atrajo contra su costado. Besó su sien tras escuchar las palabras de su hermana.